¿Por qué Bosnia-Herzegovina despierta tan poco interés y curiosidad en los medios de comunicación y en la clase política, y Ucrania, en cambio, está en todas las portadas? ¿Se debe acaso a que no forma parte de la Unión Europea? ¿O tal vez a que su nombre recuerda aquella guerra que, hace una veintena de años, costó la vida a cientos de miles de hombres y mujeres –más de 200.000 víctimas mortales y 600.000 refugiados– ante la práctica indiferencia occidental, y todo esto a apenas una hora y media de vuelo desde París? ¿O quizá a que casi siempre se despierta a la llamada del almuédano?
Olivier Besancenot, en Mediapart. Traducción: Viento Sur
Foto: Del 8 al 10 de marzo, Besancenot estuvo en Bosnia con l@s compañer@s de Lijevi (La Izquierda)
Foto: Del 8 al 10 de marzo, Besancenot estuvo en Bosnia con l@s compañer@s de Lijevi (La Izquierda)
Y eso que estas últimas semanas el país también se rebela. El pueblo se levanta contra las injusticias sociales y la miseria y clama a los cuatro vientos su voluntad de cambio. Intrigado y entusiasmado por las informaciones recibidas de nuestros camaradas locales, decidí hacer una breve visita a la ciudad de Tuzla. Es fascinante comprobar hasta qué punto el tiempo sabe engañar: las agujas del reloj parecen detenerse justo cuando los péndulos políticos y sociales enloquecen. Sin embargo, es bien sabido que en periodos de revuelta y revolución, los segundos valen minutos, los minutos valen horas y las horas valen días. Este corto periplo de solidaridad internacionalista me ha parecido durar una eternidad, rica en encuentros, discusiones y enseñanzas.
Una vez desembarcados en el aeropuerto de Liubliana, en Eslovenia, Mladen, un camarada del grupo militante Iskra (chispa), conduce a una pequeña delegación formada por dos camaradas belgas y yo hasta Tuzla, epicentro de la contestación que sacude actualmente toda Bosnia. Mladen prepara una manifestación contra la reforma universitaria, liberal, que amenaza a la juventud estudiantil eslovena. Asimismo, organiza activamente la solidaridad con las luchas sociales porque las nuevas fronteras que separan las distintas naciones de la antigua Yugoslavia no son impermeables a este nuevo ímpetu de rebelión. Durante el viaje, Mladen evoca los graves daños causados por 20 años de liberalismo aplicado por la fuerza a la economía de los Balcanes. Maniatada por un sistema burocratizado, a pesar de las disidencias de Tito con respecto al régimen soviético, y después arruinada por años de guerra, la economía de la antigua Yugoslavia ha sido literalmente vampirizada por la economía mercantil. El resultado está ahí: aumento de las desigualdades, de la pobreza, del paro (del 40 al 45 % en Bosnia), privatización de los servicios públicos y de la industria en beneficio de clanes y grupos mafiosos asociados a un puñado de capitalistas occidentales carentes de escrúpulos.