Daniel Manuvar, en Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM)
Es precisamente este potencial el que permite entender la positiva recepción que ha logrado la propuesta del NDB (Griffith-Jones, 2014; Stiglitz, 2014; Weisbrot, 2014). No obstante, una mirada comprensiva al contexto de la iniciativa ofrece una saludable dosis de escepticismo. En efecto, un análisis de las realidades económicas y políticas que enfrentan los BRICS plantea serias preocupaciones respecto a la viabilidad de la NBD. Además, dada su estructura similar al Banco del Sur, no es improbable que la NBD acabará experimentando los mismos problemas, y destino, de dicha institución |1|. Cuando se estableció en 2007, el Banco del Sur fue anunciado como la llegada de un nuevo modelo de financiamiento para el desarrollo (Toussaint, 2008). Sin embargo, hasta la fecha el Banco no ha hecho su primer crédito oficial (Munevar, 2013).
Al menos tres paralelos preocupantes se pueden establecer entre el NBD y el Banco del Sur. En primer lugar, los ciclos económicos de los países miembros están estrechamente alineados. Como tal, la institución está mal adaptada para hacer frente a una recesión económica. En segundo lugar, las diferencias económicas que existen entre los países inevitablemente darán lugar a luchas por el control de los recursos del banco. En tercer lugar, y por último, la cuestión fundamental tiene que ver con los verdaderos objetivos que cada socio asigna a la institución. A medida que varia la visión sobre el papel juega un banco de desarrollo dentro del esquema de políticas económicas y políticas de cada país, se vuelve cada vez más complejo el establecer un objetivo unificador para dicha institución. Sin este, simplemente no es posible establecer una organización operativa.