Million Belay y Bern Guri, en Truthout. Traducido para Rebelión por Atenea Acevedo
El Premio Mundial de la Alimentación fue otorgado en octubre pasado a tres científicos, dos de ellos pertenecientes a los gigantes de la agroindustria Monsanto y Syngenta, por sus avances en el desarrollo de organismos genéticamente modificados. Recientemente los editores delWashington Post pidieron “dar una oportunidad a los cultivos transgénicos” en África y plantearon un debate abierto. La Alianza por la Soberanía Alimentaria en África, una red de pequeños agricultores, ganaderos nómadas, cazadores-recolectores, indígenas, ciudadanos y ambientalistas africanos, acepta gustosa la invitación al debate y hace oír las voces de los agricultores africanos.
Promover los transgénicos como solución denota la falta de respeto por la cultura africana y ofende nuestra inteligencia, pues la idea parte de nociones sumamente superficiales de la agricultura de nuestro continente: se basa en la imagen popular entre muchos occidentales que ven un África pobre, indigente, hambrienta, plagada de enfermedades, desahuciada e inerme, necesitada de la salvación de un ángel blanco y occidental. Es la misma imagen esgrimida por los colonialistas para racionalizar sus desmanes en África, la misma imagen esgrimida hoy por los neocolonialistas para racionalizar sus tropelías en pos de las tierras y los recursos naturales africanos.