Marta Haserrea.
Brigada de IA a Honduras
Brigada de IA a Honduras
Tegucigalpa, 21-11-2013
Honduras se enfrenta en los próximos días a una de
las citas más críticas de su historia: 24 de noviembre, comicios
electorales en Honduras. Lo que parece un duelo entre el Partido
Nacional y el Partido Libre va a marcar el futuro de este país
tradicionalmente olvidado de Centroamérica. Lo único que parece
claro a menos de una semana de las elecciones es que ni la victoria
de unos ni la de otros puede evitar la escalada de violencia y
represión que padece Honduras desde el golpe de estado de 2009.
Según datos de CESPAD (Centro de Estudios para la
Democracia), la intención de voto en julio de este año era un 27%
para el Partido Libre y un 24% para el Partido Nacional, seguidos por
el Partido Liberal con un 17%. Además, Libre ha sido el único
partido con intención de voto creciente desde el 2012.
El próximo 24-N una mujer con un programa
progresista puede ser la nueva presidenta de Honduras y ni
este hecho histórico ni la también posible derrota va a ser gratis
para Honduras.
Del bipartidismo al nacimiento del partido Libre
El bipartidismo Liberal-Nacional de más de un siglo
en Honduras llevó al país a la actual crisis económica y social.
El 70% de la población hondureña vive bajo el umbral de la pobreza
y el 60% de la riqueza nacional está en manos del 20% de la
población. El giro hacia la izquierda del depuesto presidente José
Manuel Zelaya hizo que la oligarquía nacional y extranjera viera
tambalearse sus privilegios, amasados y garantizados por años.
Medidas como la expropiación de tierras, la subida del salario
mínimo interprofesional y la encuesta sobre una Asamblea
Constituyente (la cuarta urna) llevaron al presidente Zelaya a sufrir
un golpe de estado en junio del 2009.
Pero la resistencia social fue enorme, mucho más de
lo que los golpistas pudieran imaginarse, y tras protestas en la
calle por más de cien días se organizó el FNRP (Frente Nacional de
Resistencia Popular). La firma del acuerdo de Cartagena, que supuso
la vuelta de Mel Zelaya y la constitución del Partido LIBRE
(Libertad y Refundación), avanzó la contestación social al golpe
de estado y a un sistema caduco basado en la explotación de las
transnacionales, la corrupción institucional y el control militar
del país.
Es difícil medir el nivel de descontento y de
injusticia que un pueblo es capaz de soportar. En el caso del pueblo
hondureño ese nivel se alcanzó el 28 de junio del 2009. El golpe de
estado supuso una ruptura con la lógica anterior, lejos de suponer
una represión efectiva de un pueblo en avance hacia una mayor
justicia social, supuso la materialización de toda la indignación
contenida por décadas y la articulación de diversos movimientos
sociales, anteriormente silenciados en Honduras.
Sin rastro de Derechos Humanos. La impunidad
Las violaciones de Derechos Humanos abarcan todos
los sectores de la vida en Honduras.
La violencia ordinaria, siempre elevada, se vió
incrementada tras el 2009 al atravesar el país una época de
especial penuria, ya que tras el golpe de estado todas las ayudas y
subvenciones de EE. UU., UE y la OEA se vieron interrumpidas. El
hambre, la angustia y la desesperación acrecentron los índices
delictivos en el país ya que la economía de Honduras es
absolutamente dependiente de la ayuda extranjera.
El aumento del narcotráfico en la zona, potenciado
por el movimiento al sur de los cárteles mexicanos acosados por el
actual gobierno de México, también ha colaborado a que la violencia
aumente, violencia habitualmente entre mafias en las que
frecuentemente están involucradas las instituciones del estado, la
policía y el ejército.
Si atendemos los testimonios de muchos hondureños,
muchas de las violaciones de DD. HH. son realizadas por
militares y policía y están relacionadas con venganza y represión
política, en muchas ocasiones contra activistas y líderes
populares, pero también entre sectores de la oligarquía. Por
ejemplo, a pocas semanas de las elecciones, la hija del anterior
presidente Micheletti (partido Liberal) fue tiroteada en la calle a
plena luz del día, aunque salió ilesa.
La organización COFADEH (Comité de los Familiares
de los Detenidos y Desaparecidos en Honduras) es una de las primeras
organizaciones de DD. HH. en Honduras. Se encargan de las
denuncias de los casos de violación de Derechos Humanos desde los
años ochenta, de perseguir su proceso legal y de archivarlos para
mantenerlos vivos en la memoria popular.
Es especialmente sangrante la violencia dirigida
contra las mujeres. Según el Tribunal Alterno contra el Feminicidio,
una mujer es asesinada cada 15 horas en Honduras.
Toda esta violación sistemática de DD. HH. queda
habitualmente impune. Los responsables de estos crímenes son
rara vez detenidos y procesados. Según una entrevista realizada a
«Pepe» Lobo (Porfirio Lobo), actual presidente de Honduras (Partido
Nacional), «el estado no tiene capacidad para investigar estos
crímenes debido al pésimo estado de sus cuentas».
Sin embargo, esta explicación desentona con el
hecho objetivo de que Honduras empleó en el 2011 un 7% de su
producto nacional en gasto militar, cifra que viene en progresivo
aumento desde hace años: 2,9% (2006), 3% (2007), 3,8% (2008), 4%
(2009), 4,7% (2010), 7% (2011).
No obstante, el presidente saliente alega motivos de
presupuesto para no investigar el crimen. Igualmente, el aumento de la inversión en gasto
militar y el incremento de la militarización de las calles del país
ha ido en proporción al aumento de la violencia.
La tasa media de homicidios por cada 100.000
habitantes ha seguido este proceso: 66,8 (2009), 77,5 (2010), 86,5
(2011), 85,5 (2012).
Actualmente patrullan en Honduras la policía, el
ejército y la recientemente creada policía militar, fruto del
reconocimiento por parte del estado de la incapacidad de depurar la
policía nacional. El nivel de corrupción en todas las
instituciones hondureñas es tan elevado y el sistema democrático
tan mediocre que Honduras ha sido tradicionalmente el país de
Centroamérica con menos confianza en la democracia. La corrupción
es intrínseca al sistema, hecho reconocido no sólo por los
ciudadanos de a pie, sino por los propios políticos y los directores
de la policía.
Honduras se ha convertido en el país con mayor
índice de muertes violentas del mundo. Tuvo en 2012 una tasa de 85,5
asesinatos por cada 100.000 habitantes, siendo el promedio
internacional de 4 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Se trata
de cifras de países en guerra, según la ONU. Sólo desde el golpe
de estado 24.000 personas han sido asesinadas, lo que supone una
media de 20 asesinatos diarios.
El campesinado, los pueblos indígenas y la represión
La ley agraria en Honduras permite la ocupación por
parte del campesinado de los terrenos que no están en uso por parte
de los terratenientes. No obstante, cuando los campesinos van a
ocupar estas tierras son bestialmente reprimidos por la guardia
privada y el ejército.
Especialmente sangrante es la situación del Bajo
Aguán en la zona norte del país donde hay ahora mismo 18 conflictos
campesinos en marcha siendo el más conocido el de MUCA. Como
resultado de esta batalla de los campesinos por sus derechos, hay ya
104 campesinos muertos desde 2009.
Para «garantizar el orden» en la zona, el gobierno
creó el comando Xatruch, parte del ejército hondureño destinado en
el Bajo Aguán.
La situación de los campesinos es desesperada. Los
órganos judiciales, al servicio de los terratenientes, les dan la
espalda y el ejército, lejos de garantizar la menor seguridad, forma
parte de la guardia al servicio de los terratenientes.
Son 3 los principales terratenientes responsables de
esta violación de la ley agraria, en connivencia con el INA (
Instituto Nacional Agrario) y el ejército: Miguel Facusé, René
Morales y Reinaldo Canales.
Otro colectivo históricamente castigado son los
pueblos indígenas, por ejemplo, el pueblo lenca (COPINH) o los
descendientes de afroamericanos (OFRANEH) llevan años en lucha
contra el expolio de las transnacionales en sus territorios. El
estado incumple en este caso el derecho internacional, el convenio
169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), que obliga a
encuestar sobre el proyecto concedido a la población indígena de la
zona involucrada.
Campaña electoral y represión
Aunque la ola de violencia no va sólo ligada a
motivos políticos, el número de víctimas de militantes de los
diferentes partidos políticos en Honduras es enorme.
Aunque todos los partidos han puesto muertos durante
la campaña electoral, 5 candidatos el Partido Nacional, 1 el Partido
Anticorrupción, el Libre es el partido que más duramente ha sufrido
el asesinato en sus filas: 17 atentados contra militantes, 9
candidatos asesinados y un total de 300 militantes muertos en ataques
diversos.
Con eso y todo, la conciencia generalizada de los
hondureños es que la campaña electoral ha sido más «tranquila»
de lo que cabía esperar, lo que refleja las escasas expectativas que
tenía la población de poder celebrar actos públicos y
concentraciones que finalmente han podido llevarse a cabo.
Romeo Vásquez, el general que dirigió el golpe de
estado, se presenta como candidato a la presidencia por el partido
Alianza Patriótica.
Honduras, la injerencia extranjera y la «venta» del país
Honduras ha sido tradicionalmente uno de los
principales aliados de EE. UU. en Centroamérica. La base militar de
Palmerola proviene de los años cincuenta y en ella han llegado a
entrenarse 4 ejércitos: hondureño, estadounidense, salvadoreño y
la contranicaraguense.
En Honduras las autoridades pudieron evitar
revoluciones populares que surgieron en otros países de la zona en
los años ochenta y noventa mediante la entrega de tierras al
campesinado, siempre sin tocar los intereses de los terratenientes.
Entre los años 2010 y 2011, EE. UU. ha abierto 5
bases militares adicionales, con la excusa de la lucha contra el
narcotráfico, que junto con 7 unidades de control de menor tamaño
hacen un total de 13 puntos de operación de EE. UU. en el país.
Adicionalmente, mediante las concesiones a las
transnacionales, centradas en la explotación de los recursos
naturales, el gobierno «ha vendido el país», según la opinión de
la mayoría de los hondureños, repartiéndolo en capital canadiense
(minas), europeo (agua dulce), múltiples intereses yanquis y cada
vez más intereses chinos.
Expectativas de cambio
El cambio es el mensaje central de todos los
partidos políticos durante la campaña electoral y el anhelo de todo
hondureño, con independencia de la intención de voto.
Incluso los partidos que defienden una continuidad
del régimen actual, todos menos el Libre, ofrecen cambios en materia
de seguridad, como el Partido Nacional que propone aumentar la
militarización del país para garantizar la seguridad de los
hondureños o el PAC (Partido Anticorrupción, liderado por un
conocido periodista deportivo y con mucha aceptación entre la gente
joven) que promete acabar con la corrupción estructural del sistema.
No obstante, el único partido que plantea una
refundación del país y un proceso constituyente es el partido Libre
y es hoy en día la opción política que simboliza el cambio en el
sentido radical de la palabra.
Así mismo, es el único partido que presenta una
mujer como candidata a presidenta de la República, Xiomara Castro,
la mujer del depuesto presidente Zelaya.
La campaña electoral ha estado llena de todo tipo
de artimañas intimidatorias, desde agresiones y asesinatos tanto a
candidatos y militantes como a sus familiares, pasando por amenazas
que han forzado a algunos candidatos a abandonar el país, como el
caso de la candidata a diputada por el Libre Beatriz Valle, y
llegando a acusaciones cruzadas de asesinato y conspiración entre
los partidos.
En el plano de lo político, el miedo al cambio ha
sido utilizado como herramienta por los partidos del sistema
exhibiendo imágenes del desabastecimiento en los centros comerciales
en Venezuela o rescatando el fantasma del comunismo.
Observación internacional
Debido a la situación de ausencia de Derechos
Humanos en Honduras y ante la contrastada tradición de fraude
electoral, la observación electoral se presenta como una opción de
garantía democrática. Pero es el partido Libre el que prevee ser
más afectado por el fraude, debido al contenido de su programa
político y a no estar representado en el TSE (Tribunal Supremo
Electoral), y el que por tanto más interés tiene en la presencia de
observadores en las mesas de votación.
El 24-N se espera la presencia de miles de
observadores nacionales y se habla de otros 1000 observadores
internacionales, la mayoría de otros países de América Latina.
La brigada firmante de este artículo participará
en la observación internacional de estas elecciones históricas en
Honduras.
¿Partido LIBertad y REfundación o LIBerales en REsistencia?
El partido Libre es un frente que abarca desde
sectores de la izquierda, múltiples movimientos sociales y una parte
de la derecha concienciada de la necesidad de cambios en Honduras,
cambios que modifiquen realmente las estructuras del país y ataquen
a las causas de los graves problemas de inseguridad, pobreza y
corrupción que atraviesa Honduras. Estos últimos han pertenecido
históricamente al partido Liberal, algunos salieron del mismo tras
el golpe de estado en solidaridad con Mel Zelaya y otros muchos se
han ido adhiriendo al Libre después. Algunos de ellos ocupan
actualmente cargos públicos por el partido Liberal, incluso varios
son hasta el 24-N diputados por el partido Liberal.
El frente tendrá sin duda tensiones en su seno
debido a la heterogeneidad de su composición, queda por tanto
comprobar qué tendencia marcará con más rotundidad la línea del
partido. Queda saber si el LIBRE corresponde a una propuesta de
LIBertad y REfundación o se queda en un colectivo de LIBerales en
REsistencia ante el golpe de estado. Es decir, ¿será capaz el
LIBRE, en caso de llegar al gobierno de Honduras, de llevar a cabo su
programa electoral teniendo en cuenta no sólo la presión externa
sino también la tensión interna?
Y tras el 24-N, ¿qué?
Lo único que parece obvio es que Honduras es hoy en
día un país ingobernable tanto por el Partido Nacional como por el
Libre. En el caso de victoria Nacional, el pueblo hondureño no se va
a conformar con aplazar sus anhelos de refundación. Las protestas
estarán garantizadas, máxime cuando el fraude electoral en los
comicios hondureños ha sido una constante y la sombra de la compra
de votos, la manipulación del conteo y otras irregularidades están
siempre en la percepción del perdedor. Honduras tomará las calles
sin duda exigiendo un recuento transparente de los votos.
Pero en el caso de una victoria del Libre, ¿qué
ocurrirá si el recientemente organizado partido cumple fielmente su
programa y comienza con medidas como la reforma agraria integral, la
formación de una asamblea constituyente, etc? ¿Permitirá la
oligarquía, sea nacional o internacional, ver recortados sus
privilegios e intereses? Parece claro que la respuesta es no, que el
ejército, policía, terratenientes, oligarquía, transnacionales,
intereses estadounidenses en el país no contemplan la posibilidad de
haber dado un golpe de estado para cuatro años después entregar el
poder al pueblo y permitir retomar las medidas sociales que llevaron
al presidente Zelaya a ser depuesto mediante un golpe de estado.
Queda mucho por ver, el 24, y muy especialmente
después. Pero en cualquiera de los casos, el pueblo hondureño está
en una de las encrucijadas más críticas de su historia. Las luchas
sociales, lejos de relajarse incluso con una posible victoria del
Libre, continuarán y se agudizarán y todo apunta a que la represión
también. El apoyo y el seguimiento de la comunidad internacional es
absolutamente necesario y es ya una realidad en el Estado español:
Observatorio de seguimiento de DD. HH. en Honduras.
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