El domingo 27 de octubre se realizaron elecciones de medio término en Argentina sus resultados pueden tener importantes consecuencias para el país y la región. Entrevistamos a Claudio Katz y Eduardo Lucita, integrantes del colectivo EDI (Economistas de Izquierda) y referentes de todo un sector de la izquierda radical en ese país.
¿Cómo evalúan el resultado de las recientes elecciones?
CK: Fue una elección sin sorpresas porque las recientes primarias previas anticiparon el retroceso del oficialismo y la imposibilidad de una re-reelección de Cristina. La presidenta se ha quedado sin margen para definir la candidatura del próximo presidente como hizo Lula con Dilma en Brasil. Sin embargo con el 32% de los votos a nivel nacional sigue siendo la primera minoría y conservará el quórum en las dos cámaras. Lo más importante es la aparición de un fuerte eje de sucesión derechista, el Frente Renovador (FR), 43% de los votos en la estratégica Provincia de de Buenos Aires (37% del padrón), encabezado por un intendente del conurbano bonaerense, Sergio Massa, e integrado por un amplio equipo de ex kirchneristas y sectores del Partido Justicialista (PJ) y del sindicalismo tradicional. Al conseguir una distancia de 12 puntos sobre el candidato del gobierno se proyecta a nivel nacional en la perspectiva del recambio presidencial del 2015.
EL: En el nuevo escenario surgido de las primarias el gobierno asumió en los últimos meses buena parte de la agenda de la derecha, archivando los slogans de confrontación de “elegir” y “profundizar el modelo”. Se sometió a la conducción de su aliado derechista Daniel Scioli, asumiendo un discurso de mano dura en el delicado tema de la seguridad, mientras silencia la connivencia del aparato estatal con el narcotráfico. En el plano económico comenzó, además, un viraje hacia el re-endeudamiento, con los pagos al CIADI, acuerdos con el BM y el FMI. Veremos si es el prolegómeno del ajuste que demanda la clase dominante o le traspasa este paquete al futuro presidente. Estas dos alternativas dependerán de una elección estratégica. El kirchnerismo puede remodelarse al interior del peronismo aceptando el giro conservador o puede apostar a su propia construcción imaginando algún retorno futuro de Cristina. Hasta ahora emite señales en las dos direcciones.
CK: Es evidente que ya comenzó en el Justicialismo la disputa por el 2015 entre Massa (FR) -un advenedizo intendente- que reclutó a las principales líderes de la industria, los bancos y el agro y Scioli, que exhibe credenciales de vicepresidente y gobernador. Este se presenta como garante de una transición ordenada, muy apreciada por el establishment, que no olvida el tormentoso fin de las administraciones de Alfonsín, Menen y De la Rúa.
EL: También hay que observar como intervendrá la derecha de Macri (Unión-PRO) en esas componendas, luego de la consolidación que lograron en la Capital Federal ( 39% y casi un 8% a nivel nacional), según que alianzas haga puede inclinar la balanza a favor de una u otra variante del PJ. No hay que descartar a priori el papel que pueden jugar los candidatos del pan-radicalismo, una suerte de centro-derecha republicana, como Binner (socialista triunfó con el 42% en su provincia-Santa Fé)) y Cobos (radical, ganó con el 48% en la Prov. de Mendoza)). Si finalmente el peronismo se presentara dividido es muy posible el ballotage. La elección del domingo ratificó este convulsivo escenario, con el novedoso ingrediente de un gran avance de la izquierda anticapitalista.
Me interesa especialmente este punto: ¿cuál fue la magnitud de ese avance y a qué obedece?
EL: Con los datos que conocemos hasta ahora, los comicios cerraron hace unas diez horas, la izquierda sumada tal vez alcance 1.400.000 votos. Este caudal fue ampliamente capitalizado por el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) que recogió 1.250.000. Hay que recordar que varias fuerzas previamente no pasaron las primarias. Este gran salto fue preanunciado primero por el casi millón de votos que obtuvo el FIT en las primarias e inmediatamente después por ciertas elecciones provinciales, como Salta-Capital donde obtuvieron el 20%. En el medio hubo elecciones universitarias en la UBA, allí el FIT también ratificó su ascenso, ganando en la mayoría de los centros estudiantiles. La suma de votos que se ha logrado supera ampliamente las importantes elecciones que hicieron en otros tiempos el Frente del Pueblo (FREPU) y la Izquierda Unida (IU) -alianzas del MAS y el PC- o Autodeterminación y Libertad (Luis Zamora). El resultado es que el FIT obtuvo tres diputados nacionales, otros dos no ingresaron por muy poco, un diputado provincial y representantes en siete legislaturas, pero es muy temprano para tener un cuadro definitivo. Adicionalmente en la sureña provincia de Tierra del Fuego, un enclave de la industria electrónica y electrodomestica, un dirigente metalúrgico con pasado militante en la izquierda clasista, que se presentó con partido propio como candidato de los trabajadores, logró el 22% de los votos y la diputación nacional.
CK: Se ha registrado la mayor presencia electoral de la izquierda desde el pre-peronismo, Salta a la vista la importancia de este dato y la consiguiente creación de un nuevo escenario con la izquierda. Lo novedoso se ubica en el terreno electoral y no en la existencia de la izquierda militante, que ha sabido mantener una significativa presencia en el plano sindical y estudiantil en los momentos de mayor predominio político del kirchnerismo.
Yo interpreto este importante voto a izquierda como un mandato de lucha. Recibió ese caudal de apoyo frente a la intuición popular de un próximo ajuste y la expectativa de lograr una defensa de los conquistas en la calle. Un sector importante de la población no quiere, además, que la experiencia kirchnerista termine en un giro pendular hacia la derecha. Hay un cambio en los niveles de conciencia que particularmente se verifica en el interior. Durante décadas la única posibilidad de la izquierda era colocar un diputado por la Capital o por Prov. de Buenos Aires (regiones de mayor politización), ahora se ha extendido esa pretensión al interior (por lo general más conservador), dónde los vínculos entre el gobierno y las oligarquías provinciales han sido muy estrechos. Allí el kirchnerismo no es la expresión de sectores más progres (como los intelectuales de Carta Abierta o el programa de la TV oficial 6, 7, 8), sino de gobernadores conservadores y del justicialismo ortodoxo.
EL: Debemos considerar otro factor determinante del avance de la izquierda, como ha sido la abrupta erosión de la centroizquierda anti-K que se diluyó en el Pan-radicalismo, o la debilidad del progresismo mas genuino que buscando ocupar el espacio abandonado por la centroizquierda anti-K, no presentó objetivos más radicales. Los que quisieron penalizar al gobierno desde una óptica progresista sólo tuvieron como opción a la izquierda anticapitalista.
Sin embargo la izquierda se presentó muchas veces a elecciones y nunca logró estos resultados…
CK: Ciertamente. Esta vez el FIT hizo una campaña electoral centrada en demandas precisas (eliminación del impuesto al salario, denuncia de Chevron, salario igual a la canasta familiar, 82% móvil para los jubilados…), que contrastó con el vago mensaje de los partidos tradicionales, que apelaron a la felicidad, a la sonrisa y a la familia, como si estuvieran vendiendo dentífrico. La izquierda partidaria modificó sus viejas intervenciones en los comicios. No hicieron eje en el gobierno de los trabajadores o en el cuestionamiento a los candidatos patronales. Comprendieron que en un estudio de televisión no se habla igual que en un mitin y que la involución socialdemócrata no transita por el uso de la corbata. Incluso apelaron al voto útil, resaltando la necesidad de sentar diputados en el Congreso junto al resto de las bancadas. Esta maduración hubiera sido descalificada en otra época como una expresión de “parlamentarismo democratizante”.
EL: Hay que recordar también que la construcción de figuras electorales es un largo proceso con poca renovación y grandes oscilaciones. Esta persistencia ha premiado a Altamira (FIT) y Zamora (AyL), cuya instalación pública fue potenciada además por grandes hechos como las jornadas del 2001 o el asesinato del joven militante Mariano Ferreyra. Los grandes medios cumplieron además un papel clave al no hostilizar a la izquierda, puesto que apostaron a debilitar primero a su adversario inmediato que es el kirchnerismo. Trabajaron a favor de las opciones derechistas pero sin atacar a la izquierda. En un contexto de escasa movilización social suspendieron coyunturalmente el típico mensaje despectivo o atemorizador, que retomarán a pleno apenas resurjan los piquetes y movilizaciones.
De todas formas, en mi opinión personal, considero hay una carencia en el discurso de la izquierda y es que está ausente una crítica antisistema. Nuestra participación en el marco institucional no es solo un problema de levantar reivindicaciones sentidas por los sectores obreros y populares, sino también utilizar esas instancias para hacer docencia, para explicar que la principal traba para erradicar los males que el capitalismo nos produce, es el propio sistema del capital.
¿Este avance de la izquierda quiebra el dominio político tradicional del peronismo?
CK: Es casi un 6% a nivel nacional, con muy buenos resultados en zonas obreras y populares (por ejemplo en zona petrolera del sur del país obtuvo el 15% de los votos). Yo creo que por el momento erosiona ese dominio. La izquierda vuelve a despuntar en un contexto de crisis peronista, repitiendo una constante de la historia argentina. Se ha reabierto una oportunidad que puede consolidarse o diluirse. La izquierda ya despuntó varias veces en el pasado y no pudo afianzarse como alternativa. Lo consiguió en los años ‘70 con el clasismo y quedó neutralizada por el retorno de Perón, lo repitió al final de la dictadura y quedó opacada por la avalancha de Alfonsín, volvió a lograrlo a fines de los ‘80 con IU y el FREPU y se diluyó en divisiones, irrumpió con fuerza después del 2001 y no pudo construir colectivamente.
EL: Agregaría a lo anterior que ahora emerge una nueva generación buscando un canal de ruptura política y no sólo sindical con el peronismo. Un dato muy promisorio ha sido la primera intervención electoral significativa de la izquierda independiente, que ha provocado un interesante y útil debate en sectores que comenzaron a superar la paralizante tradición de autonomismo anti-electoral.
Pero en Rebelión hemos publicado más de un documento donde ustedes han sido muy críticos del FIT ¿Mantienen esa postura?
CK: Si, especialmente en tres planos. La errónea caracterización del kirchnerismo como una suerte de continuidad del menemismo (y consiguiente neutralidad ante los conflictos que lo enfrentaron con la derecha y los grupos concentrados); la reducción de toda la izquierda a un frente trotskista ortodoxo y la descalificación de los procesos radicales de América Latina. Pero estas diferencias no nos impiden reconocer la nueva realidad política que se está gestando en torno a la izquierda partidaria. Este cambio obliga a deponer prejuicios y viejas rencillas y nos exige buscar nuevos ejes de confluencia. Nos parece que el FIT debería abrirse más allá de las organizaciones que actualmente lo componen y el resto de la izquierda debería converger con esa apertura, a través de un proceso de mutua comprensión y aprendizaje.
EL: Hay ya demasiadas evidencias, que en un proceso de politización creciente, como viene pasando en nuestro país en los últimos años, hay que asumir con la claridad un alianza explícita con la izquierda orgánica, aún con las diferencias que indudablemente existen. En nuestro caso con banderas latinoamericanistas, no sectarias y proponiendo desde este alineamiento un terreno de acción común con el progresismo consecuente.
CK: Me parece indispensable trabajar desde ahora en la preparación de una candidatura común para el 2015. Gran parte de los votantes de la izquierda comienzan a pensar: ¿Como sería un gobierno de este signo? ¿Qué haría si ganan la presidencia? La respuesta a esa expectativa es un enlace estratégico entre el acceso electoral al gobierno y la batalla por el poder, a partir de un programa que debemos elaborar colectivamente.
C iertamente que las generalizaciones son insuficientes. Debemos precisar nuestro camino para resolver los problemas del país, con medidas precisas en los delicados problemas de la deuda, los impuestos, el control de precios, las nacionalizaciones, el petróleo, el manejo del control de cambios.
EL: Precisamente desde el EDI ya estamos preparando un Taller-debate sobre la situación económica que esperamos desarrollar con toda la izquierda, para precisar el diagnóstico y las alternativas en juego.
Finalmente: ¿Cómo puede este impactar este resultado en las relaciones con Venezuela, Bolivia y Ecuador?
CK -Como ha sido una elección de medio término que no modifica la presidencia, en lo inmediato no debería traducirse en cambios significativos de la política exterior. Pero debemos registrar el tono fuertemente anti-chavista que los medios y la oposición derechista desplegaron durante la campaña electoral para fijar una agenda futura de realineamiento con Estados Unidos. Dirigentes de la derecha y centro derecha como Macri, Carrió y Binner apoyan abiertamente a Capriles y Scioli se inclina hacia el mismo campo. La crítica a Venezuela es la forma de presión que ha elegido el establishment para imponer un giro económico neoliberal.
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