Con alrededor del 70% escrutado el lunes 25-N por la noche, el TSE (Tribunal Supremo Electoral) daba la victoria presidencial de manera irreversible al candidato oficialista por el partido Nacional Juan Orlando Hernández con un 34% de los votos frente al 28% de la candidata por el partido Libertad y Refundación (LibRe), Xiomara Castro de Zelaya.
Marta Haserrea, miembro de la brigada de Izquierda Anticapitalista en Honduras
EEUU, la OEA, la UE, incluso el gobierno de Nicaragua tardaban poco en reconocer el nuevo gobierno hondureño cuando el recuento no había finalizado, las actas originales aún no han llegado al TSE y el partido Libre aporta pruebas objetivas de fraude electoral masivo.
El proceso electoral hondureño
El 24-N los hondureños estaban llamados a elegir al presidente de la República, a los diputados del Congreso Nacional y a los representantes municipales en 3 urnas repartidas por 5000 colegios electorales. El sistema de elección de diputados se rige por listas abiertas y el número de candidatos a elegir depende del departamento geográfico del votante.
Las MER (Mesas Electorales Receptoras) están compuestas por miembros de todos los partidos políticos. De ellos, uno es el presidente y otro el secretario de la mesa. Ambos han de firmar las papeletas electorales antes de entregárselas al votante para acreditar la validez de la papeleta. Tras la elección del voto, el secretario sella las papeletas y después de depositarlas en las respectivas urnas, el votante firma el censo y se le marca el dedo meñique con tinta.
Los miembros de la MER emiten su voto al cierre de la votación y empiezan el recuento de las papeletas comenzando por la presidencia. Los resultados son recogidos en un acta por urna. Ésta es enviada por scanner y fotocopiada para cada miembro de la mesa con la finalidad de que se las hagan llegar a sus respectivos partidos para el recuento y cotejo interno de votos.
Las actas enviadas por scanner son recogidas en un servidor central que vuelca los datos en el servidor de cómputo del TSE.
A su vez, las actas originales son introducidas en el maletín electoral de la MER y enviadas al TSE bajo la custodia de las FFAA.
El recuento finaliza cuando llega la última acta de escrutinio y no es válido hasta que dicho recuento electrónico es cotejado con las actas originales que llegan al TSE durante los días siguientes.
Los partidos políticos por su parte reciben las copias selladas de sus delegados en las mesas y cotejan los resultados internos con los oficiales del TSE.
"El pueblo quiere que gane LIBRE, señores, pero los ricos no quieren"
Otra jornada bañada de sangre
Berta Oliva, presidente de la asociación de DDHH COFADEH (Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos en Honduras) visitó el Estado Español en mayo de este año. Tuvimos la suerte de poder reunirnos con ella y recibir de primera mano noticias sobre la situación hondureña.
Tras relatarnos la vulneración sistemática de DDHH en Honduras, ya antes, pero aún mayor tras el golpe de estado de junio de 2009, concluye con una reflexión: "No han dado un golpe de estado para 4 años más tarde entregar el poder al pueblo".
En esta ocasión, visitando nosotros directamente el país catracho, hemos podido comprobar in situ estas violaciones de DDHH y hemos oído por nosotros mismos la voluntad y opinión popular. El pueblo quiere cambio, quiere justicia social y quiere refundar un país vendido por la oligarquía a la corrupción y a las transnacionales.
El día antes de las elecciones se nos acercó un empleado del restaurante en el que cenábamos en el centro de Tegucigalpa. Sabiéndonos extranjeros, nos preguntó quién queríamos que ganara las elecciones del día siguiente. Por eso de la prudencia, respondimos con el recurrente: "Lo que el pueblo decida". Entonces el camarero con timidez y la misma prudencia respondió con la mayor naturalidad: "Entonces quieren que gane LIBRE. El pueblo quiere que gane LIBRE, señores, pero los ricos no quieren".
Esa misma noche eran asesinados dos miembros del movimiento campesino CNTC (Comisión Nacional de Trabajadores del Campo) y a la mañana siguiente otro miembro más en el centro del país a varios kilómetros de Tegucigalpa. La policía de investigación acudió al lugar del asesinato y, ante la presencia de otros observadores internacionales, animó a la familia y a los testigos a “olvidar lo ocurrido y no solicitar ninguna investigación”.
El propio día de las elecciones empezaba bañado de sangre.
Observación internacional y fraude electoral
Debido al enrevesado procedimiento electoral hondureño, el fraude puede aparecer en varios puntos del proceso, desde las mesas electorales hasta el TSE.
La compra de miembros de la MER es común por los partidos con más capacidad y recursos. También la compra de votos es habitual. Para evitar esta práctica, las cámaras de fotos y móviles están prohibidas en la mesa y las papeletas han de ser firmadas por presidente y secretario para garantizar su veracidad.
Los observadores, tanto nacionales como internacionales, somos desplazados a los colegios electorales como garantía de legitimidad del proceso.
Nuestra alarma comienza cuando el TSE empieza a dar resultados de colegios y mesas electorales que aún no han enviado sus actas por scanner. Y continúa cuando el TSE habla de la recepción de unas 2.500 actas mientras los colegios a penas habían enviado 500 actas.
El candidato Salvador Nasralla del partido PAC (Partido AntiCorrupción), cuarta fuerza política en estas elecciones, acusaba a las 9 de la noche del día electoral al TSE de recibir en su servidor al menos 2000 actas falsas enviadas desde diferentes puntos del país, entre ellos el propio Ministerio público.
Poca labor puede hacer la observación internacional cuando el TSE está formado exclusivamente por miembros del partido oficialista y menos cuando sus sistemas de recogida digital de información son gestionados exclusivamente por ellos mismos.
Tampoco se observa transparente un proceso en el que se dan por oficiales los resultados telemáticos cuando no han sido cotejados con las actas originales que tardan días en llegar.
La labor de la observación internacional queda limitada al ejercicio en los colegios electorales y en ellos debemos apuntar que muchas, la mayoría de las fotocopiadoras no tenían tinta prácticamente desde el principio de la tarde por lo que la copia de las actas para los partidos representados en las mesas electorales es borrosa y poco útil en muchos casos.
El lunes 25 por la mañana recibimos la noticia de que el Ministerio público había recibido una amenaza de bomba, sus empleados habían sido desalojados y se había militarizado el centro. Parece obvio que ya no se podrá encontrar ningún rastro de actas falsas ni scánneres fantasma.
De la sorpresa tras el golpe del 2009 a la sorpresa postelectoral. La llamada a la calma
El golpe de estado del 28 de junio del 2009 fue sucedido por la protesta y ocupación de las calles durante más de cien días consecutivos y lo que es más, la articulación y consolidación de un movimiento social que generó un panorama sociopolítico de resistencia con el que el aparato del golpe no contó y que nunca hubiera podido imaginarse.
Igualmente, tras el 24-N, cuando los ánimos de la base social del LIBRE estaban encendidos ante el pulso de la oficialidad golpista y el sentimiento de expolio y decepción generalizado en el pueblo hacían prever que las calles ardieran, el LIBRE llamó a sus militantes a mantener la calma para evitar la ola de represión que, sin duda, los golpistas tenían preparada y organizada para atacar a los movimientos sociales y sus líderes con la excusa de la necesidad de imponer el orden ante la toma "vandálica" de las calles.
El propio Mel Zelaya ha solicitado ejercer el derecho al recuento y cotejo una a una de las actas originales de escrutinio y ha anunciado acciones legales contra el TSE en el caso de que éste se niegue.
El pueblo hondureño ha demostrado que es capaz de tomar las calles, calles que sólo a él le pertenecen, y hacer valer su dignidad por encima de cualquier expectativa. La lucha que comenzó aquel 28 de junio no ha hecho más que empezar.
Una “victoria electoral” no celebrada
A pesar del anuncio de la “oficial victoria” de Juan Orlando Hernández, no hay rastro de celebración nacionalista en ningún punto del país. Lo que debiera sentirse como un triunfo pletórico ante la apretada disputa, se ha vivido curiosamente como “algo esperado”.
El partido Nacional ha normalizado la victoria hasta la rutina porque, precisamente, lo único que no tiene esta victoria es "normalidad".
Tegucigalpa, 26 de Noviembre 2013
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