miércoles, 20 de noviembre de 2013

"Hay que organizar la resistencia": Ken Loach

Entrevista al cineasta Ken Loach
 
Frank Barat, en Mediapart. Traducción VIENTO SUR

- ¿Podría explicar cómo comenzó su implicación en la lucha por los derechos de los palestinos?

Ken Loach: Todo comenzó hace algunos años, cuando estaba yo escenificando una obra de teatro titulada “Perdición”. Evocaba el sionismo en la segunda guerra mundial y un acuerdo suscrito entre algunos sionistas y los nazis. La obra arrojaba una luz completamente nueva sobre la creación de Israel y la política del sionismo. Entonces comencé a tomar conciencia y cada vez estuve más convencido de que la fundación de Israel se basaba en un crimen contra los palestinos. Después siguieron otros crímenes. La opresión de los palestinos –que perdieron sus tierras, cuya vida cotidiana se ve perturbada por la ocupación, que siguen viviendo hoy en un estado de depresión permanente– es algo de lo que debemos ocuparnos.

- ¿Por qué Palestina, por qué la lucha por la justicia en Palestina es un símbolo?


K.L.: La opresión existe en todo el mundo, pero hay cierto número de cosas que hacen que el conflicto israelo-palestino sea especial. En primer lugar, Israel se presenta ante el mundo como una democracia, un país similar a cualquier otro Estado occidental, cuando de hecho está cometiendo crímenes contra la humanidad. Ha creado un Estado que está dividido según criterios raciales, como el régimen del apartheid en Sudáfrica. Europa y los Estados Unidos lo sostienen en el plano militar y financiero. Hay por tanto una enorme hipocresía: ayudamos a un país que pretende ser una democracia, le apoyamos de todas las maneras posibles, y eso que está implicado en esos crímenes contra la humanidad.

- Hay diversos instrumentos para tratar de cambiar esto. Uno de ellos es el llamamiento BDS (boicot, desinversión, sanciones). Usted fue una de las primeras personalidades en apoyar el llamamiento al boicot cultural a Israel y allanó así el camino a que muchas otras hicieran lo mismo después. Hay personas que dicen que no habría que boicotear la cultura. ¿Qué responde usted a esto?


K.L.: De entrada, uno es un ciudadano, un ser humano. Cuando uno se ve confrontado con semejantes crímenes, tiene que responder como ser humano, independientemente de si uno es artista, un VIP u otra cosa. Antes que nada, hay que responder y actuar de manera que se pueda llamar la atención del público sobre esta cuestión. Un boicot es una táctica. Es eficaz contra Israel porque Israel se presenta como un faro de la cultura. Por tanto, es algo que les molesta mucho. No deberíamos tener nada que ver con los proyectos que reciban el apoyo del Estado de Israel.
Esto no afecta a los particulares, sino que debemos centrarnos en las actividades del Estado de Israel. Ahí es a donde hemos de apuntar. Y lo hacemos porque no podemos permanecer de brazos cruzados y contemplar cómo la gente vive toda la vida en los campos de refugiados.


- Israel utiliza las películas para una campaña denominada «marca Israel». Por tanto, el arte deviene política. Incluso si determinados artistas se que no participan en la campaña BDS se defienden diciendo que son cantantes, artistas, músicos… pero no políticos. En lo que se refiere a usted, todos sus films son políticos. Por tanto, desde su punto de vista, ¿ el arte puede ser un instrumento para combatir la opresión?


K.L.: Opino que sí. La cuestión fundamental es la siguiente: cualquiera que sea el argumento que uno quiera contar o las imágenes que uno desee mostrar, lo que uno selecciona indica cuáles son sus preocupaciones. Si uno hace cosas que pertenecen en su totalidad al ámbito de la evasión en un mundo que está lleno de opresión, ya revela cuáles son sus prioridades. Así, una superproducción comercial, destinada a sacar mucho dinero, indica algo. Tiene consecuencias políticas e implica un posicionamiento político. La mayoría de obras artísticas tienen un contexto político e implicaciones políticas.

- Ha oído hablar usted de “World War Z”, la película protagonizada por Brad Pitt en que un virus mata a la gente en todo el mundo y en la que el único lugar seguro es Israel gracias al muro que ha construido?


K.L.: No lo he visto, pero suena a una historia de extrema derecha. Habría que ver la película antes de juzgar, pero esto suena realmente, según su descripción, a una ficción de extrema derecha. Es interesante ver cómo Israel se revela así a través de sus amigos. En Irlanda del Norte, que tiene una larga historia de división entre lealistas (probritánicos– NdT) y republicanos (partidarios de la unidad irlandesa), en las paredes de los barrios lealistas se ven banderas de Israel y de los blancos de Sudáfrica, mientras que en los muros republicamos se ven banderas palestinas y del Congreso Nacional Africano. Es curioso ver cómo estas alianzas revelan tantas cosas sobre lo que la gente piensa realmente.

- ¿Le inquieta el ascenso de la extrema derecha y de sus ideas en toda Europa? Esto se parece a los primeros años de la década de 1930, ¿no?.

K.L.:  El ascenso de la extrema derecha siempre acompaña a la recesión económica, a la depresión y al paro masivo. Los que están en el poder y quieren conservarlo siempre buscan a chivos expiatorios porque no quieren que la gente se alce contra el verdadero enemigo, que es la clase capitalista, que son los propietarios de las grandes empresas, los que controlan a los políticos. Tienen necesidad de encontrar chivos expiatorios: los más pobres, los inmigrantes, los solicitantes de asilo, los gitanos. La derecha escoge a los más vulnerables, a los más débiles, para declararlos responsables de la crisis de su sistema económico.
En una situación de paro masivo, la gente está descontenta y busca algo contra lo que luchar. En la década de 1930 se atribuyó la responsabilidad a los judíos, que fueron víctimas de terribles desmanes. Ahora miran a los inmigrantes, a los parados… En Gran Bretaña tenemos una prensa horrible que responsabiliza a la gente parada de no tener trabajo, cuando está claro que no hay puestos de trabajo disponibles.

- ¿Cómo podemos responder a una situación en que las mismas personas controlan todo: la prensa, el capital, la política? ¿Cómo puede la sociedad civil, que no tiene acceso a los medios de masas, contestar esta ideología y derrotarla?


K.L.: Buena pregunta. En última instancia, no queda otra opción que la política. Hay que analizar la situación y organizar la resistencia. Cómo hacerlo es siempre una cuestión clave. Hay que rebatir todos los ataques sobre el terreno y solidarizarse con las personas más amenazadas. También hay que organizar partidos políticos. El problema es que tenemos partidos políticos que hacen un análisis equivocado. Los partidos estalinistas han llevado a la gentea un callejón sin salida durante años; luego tenemos a los socialdemócratas, que quieren hacernos creer que debemos trabajar dentro del sistema para reformarlo, que podemos hacer que funcione. Cosa que sin duda es una fantasía, pues no funcionará jamás. Por lo tanto, la gran pregunta es ¿qué política? La gente se plantea este problema todos los días.

- Su última película “Jimmy’s Hall” gira en torno a esto, a personas que están marginadas debido a sus opiniones políticas. Hoy he leído que podría ser su última película y que a partir de ahora usted quiere concentrarse en documentales, cosa que sería una buenísima noticia para Palestina.


K.L.:  No lo sé. El rodaje de “Jimmy’s Hall” se ha alargado mucho y es un trabajo muy duro. No estoy seguro de que pueda hacer otra película como ésta. Pero todavía quedan pitotes que montar en alguna parte, por lo que tendré que buscar alguna manera de meter un poco más de cizaña.
Seguro que habrá que realizar películas sobre Palestina. De hecho, deberán hacerlas los palestinos. La lucha del pueblo palestino, al final, la ganarán los palestinos. Las cosas no se mantienen iguales para siempre. Esto terminará con una victoria. La gran pregunta es: ¿qué tipo de Palestina emergerá? No se trata únicamente de poner fin a la opresión israelí, sino también de la eterna cuestión de qué Estado surgirá. ¿Actuará en interés de toda la población? ¿O estará dominado por una clase de ricos que oprimirán al pueblo, pese a su origen? Qué tipo de Estado emergerá, esa es la gran pregunta.

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