En los últimos días ha habido numerosas vicisitudes importantes en la negociación de la deuda entre Grecia y las instituciones europeas: la presentación de propuestas por parte del gobierno griego; filtraciones de supuestas contrapropuestas de los prestamistas; el rechazo de las mismas por el primer ministro griego, Alexis Tsipras; el debate previo en el parlamento griego, donde Tsipras repitió su rotundo rechazo de las contrapropuestas, y finalmente la negativa a pagar el vencimiento del 5 de junio del préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Nos hallamos sin duda en un momento crucial.
Costas Lapavitzas *, en Jacobin. Traducción de VIENTO SUR
En los últimos días ha habido numerosas vicisitudes importantes en la negociación de la deuda entre Grecia y las instituciones europeas: la presentación de propuestas por parte del gobierno griego; filtraciones de supuestas contrapropuestas de los prestamistas; el rechazo de las mismas por el primer ministro griego, Alexis Tsipras; el debate previo en el parlamento griego, donde Tsipras repitió su rotundo rechazo de las contrapropuestas, y finalmente la negativa a pagar el vencimiento del 5 de junio del préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Nos hallamos sin duda en un momento crucial.
El único partido político capaz de hacer que Grecia avances en estos momentos es Syriza. Nueva Democracia se debate en disputas sobre el liderazgo y en el plano electoral está perdiendo apoyos. To Potami carece de toda credibilidad. El Pasok se halla en estado moribundo. Lo que proponen estos tres partidos es en lo esencial el retorno al régimen de los memorandos. El Partido Comunista Griego está empantanado en una ciénaga de turbio izquierdismo. El rumbo elegido por Amanecer Dorado, finalmente, no puede conducir más que a la ruina total del país, tanto en el aspecto social como nacional.
El pueblo griego sigue depositando sus esperanzas en Syriza y nadie más, como muestran los sondeos. Por tanto, es sumamente importante que el intento de Syriza sea un éxito. Los debates en el seno del partido, por esa misma razón, adquieren automáticamente una dimensión nacional. En este momento histórico crucial hace falta analizar con lupa las propuestas del gobierno griego y las contrapropuestas de los prestamistas para extraer algunas conclusiones sobre el curso de las negociaciones.
Las propuestas del gobierno griego
1. Fijar un superávit primario del 0,6 % en 2015, del 1,5 % en 2016, del 2,5 % en 2017 y del 3,5 % en los siguientes cinco años. Sin duda, estas proyecciones son más bajas que el utópico 3 % en 2015 y el 4,5 % en 2016 que establecen los memorandos. En cambio, el tipo de gestión que propone el gobierno es muy ajustado, como demuestra el abandono de la perspectiva de presupuestos equilibrados. En la práctica, habrá austeridad en 2015-2016 y sin duda a partir de 2017.
2. Con el fin de cumplir los superávit de 2015-2016, que son los únicos años para los que puede haber alguna predicción realista, el gobierno propone aumentar los impuestos. La medida principal en este terreno consiste en fijar tres tipos del impuesto sobre el valor añadido (IVA, del 6,5 %, 11 % y 23 %), aplicándose el más bajo a los medicamentos y el intermedio a los alimentos básicos, la energía y el agua. Los incrementos fiscales más importantes se dan en los impuestos indirectos, si bien hay algún intento de aplicar políticas redistributivas al mantener bajos los tipos fiscales aplicados a los bienes de consumo popular, como ejemplifica la reducción del impuesto sobre la electricidad (del 13 % al 11 %). Sin embargo, si se producen aumentos del IVA de una magnitud suficiente para alcanzar el superávit requerido, el aumento de la carga fiscal será inevitablemente importante.
3. El gobierno propone asimismo elevar la tasa de solidaridad (cuyo peso recae en los más ricos), una tasa especial sobre los beneficios de las grandes empresas, una tasa sobre los anuncios publicitarios en televisión, el pago de las licencias otorgadas a cadenas de televisión, un impuesto sobre el lujo y otras medidas fiscales. También propone una serie de medidas administrativas y legislativas para facilitar la represión de la evasión fiscal, minimizar el fraude fiscal y mejorar la recaudación.
4. Aparte de las medidas fiscales, el gobierno propone privatizaciones hasta un total de 3 200 millones de euros en 2015-2016, 2 100 millones en 2017-2019 y 10 800 millones para el periodo posterior a 2020. Se estipularán condiciones de inversión y protección de los derechos laborales en las empresas privatizadas, y los ingresos obtenidos se utilizarán para la seguridad social y el refuerzo del banco de inversiones que está previsto crear.
5. En lo que respecta a la seguridad social, las propuestas incluyen la abolición de la cláusula de déficit cero en 2015-2016 y el aumento gradual de la edad de jubilación anticipada hasta los 62 años. Asimismo se avanzan una serie de medidas específicas para limitar el empleo sumergido y el impago de las cotizaciones a la seguridad social.
6. En el ámbito de las relaciones laborales, el gobierno quiere reintroducir los convenios colectivos y restablecer a partir de finales de 2016 el salario mínimo en los niveles de 2010.
7. En cuanto a los “préstamos morosos”, hay una propuesta de que se forme un grupo de trabajo que esboce una serie de medidas para mitigar gradualmente la situación actual. Además se suspenderán temporalmente los desahucios de primeras residencias.
8. El gobierno está implantando además una serie de reformas del sistema judicial, del código concursal, del turismo, del comercio, de las telecomunicaciones, del trabajo por cuenta propia, del registro de la propiedad, de la administración pública y del sector energético.
9. Finalmente, el gobierno propone dos medidas encaminadas a reestructurar la deuda en 2015-2016. En primer lugar, en 2015 se amortizarán los bonos que están en manos del Banco Central Europeo (BCE) con fondos que facilitará el Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM). En segundo lugar, en 2015-2016 se devolverán los préstamos del FMI, también con fondos aportados por el ESM. No hay ninguna referencia al importe total de los nuevos préstamos, pero lógicamente rondará los 50 000 millones de euros. Sobre esta base se calcula que Grecia será capaz de volver a los mercados en marzo de 2016. El gobierno pide asimismo a las “instituciones” que se planteen conceder un programa de financiación del desarrollo durante el periodo 2016-2021. La magnitud y la naturaleza del programa, sin embargo, no se conocen.
Las propuestas del gobierno constituyen una solución de compromiso sumamente dolorosa y es preciso que el partido debata internamente sobre sus consecuencias en relación con la implementación de la plataforma electoral de Syriza, el programa de Salónica. Por ejemplo, no incluye ninguna mención sobre la quita de la deuda ni sobre exenciones fiscales, pero a cambio sí se habla de la imposición de un nuevo IVA y de otros impuestos, del aplazamiento de la quita de la deuda (seisachteia), y no se dice ni una palabra sobre la nacionalización de la banca, etc.
Recordemos que el programa de Salónica no es para nada una especie de bolchevismo, sino más bien keynesianismo moderado. La solución de compromiso que propone el gobierno a las “instituciones” plantea realmente dudas sobre el grado de aplicabilidad que tiene. Está claro que la estrategia de negociación del gobierno consiste en concluir el proceso de evaluación, asegurándose un periodo de liquidez y al mismo tiempo tratando de arrancar un acuerdo con los acreedores en torno al grado de endeudamiento y el desarrollo. Syriza está apartándose a todas luces del programa de Salónica, pero intenta mantener vivas las esperanzas de emprender un rumbo alternativo en el futuro.
Las propuestas de los prestamistas
¿Cuál ha sido la respuesta de los “socios”? A juzgar por el texto que se ha filtrado, la respuesta ha sido brutal.
1. Las “instituciones” reclaman unos superávit primarios del 1 % en 2015, del 2 % en 2016, del 3 % en 2017, del 3,5 % en 2018 y en cada uno de los años subsiguientes. Estos objetivos no son muy distintos de los que propone el lado griego, de manera que implícitamente se reconoce que los objetivos marcados con anterioridad eran inalcanzables. Ha habido una concesión por parte de los prestamistas, aunque la gestión fiscal sigue moviéndose en márgenes muy estrechos. Habrá un régimen de austeridad durante muchos años.
2. El problema es que las “instituciones” consideran que según las proyecciones actuales la economía griega tendrá este año un déficit primario del 0,66 %. También es evidente que no dan crédito a las previsiones del gobierno griego sobre la renta que se generaría gracias a las medidas que preconiza. Por tanto, las “instituciones” dicen que es preciso adoptar medidas “específicas y de alta calidad” para poder alcanzar los superávit de 2015-2016 de una manera que sea compatible con el Programa a Medio Plazo para 2016-2019. Esto implica…
3. Ante todo, un aumento del IVA que suponga un incremento de la recaudación tributaria de unos 2000 millones de euros. Habrá dos tipos del impuesto, del 23 % y del 11 %, aplicándose este último a los alimentos, las medicinas y los alojamientos hoteleros (mientras que la energía se gravará con el tipo más alto). Los descuentos que antes de aplicaban a las islas serán suprimidos.
4. Las “instituciones” reclaman muchas otras medidas fiscales draconianas, como la supresión de las rebajas fiscales –incluido el subsidio al gasóleo– para los agricultores y al gasóleo de calefacción. Asimismo exigen el ajuste de la valoración objetiva de los bienes inmuebles, de manera que el impuesto sobre el patrimonio genere los mismos ingresos en 2015 y en 2016, a saber, 2 650 millones de euros al año. Es más, insisten en la eventual supresión de las liquidaciones favorables de contribuciones en interés de la mitigación de deudas acumuladas.
5. Aparte de las medidas tributarias, las “instituciones” exigen la reforma del sistema de pensiones, concretamente reducciones del 0,25 al 0,5 % del PIB en 2015 y del 1 % en 2016. Esto supone introducir una serie de cambios, incluida la eliminación del subsidio de solidaridad social para los pensionistas y la jubilación a los 67 años para quienes se hayan jubilado después del 30 de enero.
6. Las “instituciones” proponen un montón de medidas suplementarias para la reforma de la administración pública y la justicia y preconizan la independencia de los mecanismos de recaudación fiscal, junto con la gestión privada independiente del sistema tributario.
7. En lo que respecta a las cuestiones laborales, proponen un proceso de consulta en torno a las cuestiones del salario mínimo, la negociación colectiva, los despidos masivos y las huelgas sobre la base de la “mejor práctica” europea.
8. Por otro lado, reclaman la desregulación de una serie de mercados, en especial el de la generación y distribución de energía eléctrica.
9. Asimismo exigen la continuación sistemática de amplias privatizaciones, entre otras de la compañía ferroviaria, los aeropuertos regionales, la autopista Εgnatia y los puertos de Pireo y Salónica.
10. Finalmente, las “instituciones” no hablan para nada de la reestructuración de la deuda ni de un programa de inversión para el desarrollo.
Del documento se desprende, así, que los prestamistas insisten en medidas fiscales duras y “de alta calidad” con el fin de asegurar unos superávit primarios “bajos”. Al mismo tiempo exigen medidas drásticas en materia de pensiones, dolorosas reformas laborales y toda una gama de políticas de desregulación. La idea es que de esta manera se llevará a cabo la evaluación y se concederá al país alguna inyección de liquidez en el futuro inmediato. Sin embargo, no proponen ninguna solución para la deuda ni ningún programa de inversiones. Solo nos queda suponer que esto vendrá más tarde, tal vez después de la “importante” negociación en torno al limbo fiscal en que se halla Grecia.
¿Adónde lleva esta ruta?
Saltan a la vista algunas conclusiones evidentes sobre el futuro que nos espera. Carece de fundamento la idea de que existen profundas diferencias entre los acreedores que pudieran aprovecharse en beneficio del lado griego. La élite europea sabe guardar las formas y se muestra cortés, pero no conoce a nadie a quien pudiera llamar amigo. A la hora de la verdad, los amables negociadores se tornan duros, intransigentes y cínicos. Así se construyeron los imperios en el pasado.
No existe ninguna “política de negociación” en el sentido que se suele dar a la expresión en Grecia, a saber, con acuerdos personales entre los dirigentes. En el contexto político europeo, las posiciones se expresan por mediación de instituciones y mecanismos –no solo del sector público– que obedecen a su propia lógica. La mediación es a menudo de carácter tecnocrático. Por ejemplo, no hay una gran diferencia entre los objetivos de superávit primario del gobierno griego y de los prestamistas, pero la naturaleza de las medidas que proponen unos y otros es muy distinta. La mediación tecnocrática de las posiciones políticas de los prestamistas es rígida; sigue la lógica del FMI y, en consecuencia, exige medidas drásticas.
No habrá ninguna propuesta de los prestamistas que no suponga un elevado coste político para Syriza y su dirección, pues este partido pone en peligro el status quo en Europa. Los prestamistas quieren demostrar que Syriza ha sido derrotada. No habrá ninguna propuesta de los prestamistas que permita a Syriza aplicar el programa de Salónica. El terreno al que están arrastrando los prestamistas a Syriza está cada vez más lejos de sus posiciones preelectorales. Parecen claras algunas conclusiones:
Si se firma un acuerdo en las condiciones impuestas por los prestamistas, Grecia volverá en lo esencial al régimen de los memorandos, lo que significa que no habrá desarrollo sistemático, el desempleo se mantendrá en cotas altas, aumentará la desigualdad, la población envejecerá y Grecia se convertirá en un paria insignificante en el escenario internacional. Si se firma un acuerdo como este, el tiempo correrá en contra de Syriza. No habrá margen para una “ruptura interna” con la corrupción y la intriga ni ninguna posibilidad de un cambio social. Será un desastre tanto para el país como para la izquierda.
Lo deseable en este momento no es hallar algún terreno común entre las propuestas del gobierno y las de los prestamistas por la razón evidente de que cualquier acuerdo en este sentido nos alejará todavía más del programa de Salónica. En lo esencial, los prestamistas habrán ganado. Apenas queda margen de maniobra en la continuación de las negociaciones. La prolongada ausencia de liquidez y de financiación orquestada por los prestamistas ha hecho caer la economía del país en recesión. El Estado suspende pagos y no puede funcionar debidamente.
La fuga de depósitos bancarios ha adquirido proporciones gigantescas: el sistema bancario está a punto de colapsar, mientras se acumulan los importes de la deuda morosa. El crédito comercial está congelado. En los últimos cuatro meses, el gobierno de Syriza ha gestionado la economía mejor que Nueva Democracia y el Pasok, pero a medida que los prestamistas aprietan la tuerca, se ensanchan las grietas. La estrategia de cambio radical en Grecia dentro del marco de la Unión Europea está en un callejón sin salida. Este es el mensaje crucial y básico que han transmitido los prestamistas con su táctica de apisonadora. Si Syriza quiere cambiar realmente la sociedad, evitar la ruina de la nación, devolver la economía a la senda del desarrollo, asegurar una nueva posición dinámica para Grecia en el mundo, es preciso buscar vías de avance alternativas. Los análisis y el conocimiento están ahí, ahora lo que falta introducir en la ecuación es la voluntad política y la firmeza.
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