Tiene algo de paradójica esta admisión de Palestina en una suerte de asiento supletorio similar al que ocupa el Vaticano. "¿Cuántas divisiones tiene?", se decía a propósito del microestado pontificio, conocido sobre todo por los coleccionistas de sellos y los numismáticos encaprichados de euros exóticos.
Esta admisión, ganada de antemano, en la Asamblea General (al contrario de lo ocurrido en el Consejo de Seguridad, bajo la vigilancia de Estados Unidos) tiene como primer efecto sacar al "presidente" de la Autoridad Palestina del agujero negro en que le había sumido la resistencia en Gaza. Recordemos que Mahmud Abbás usurpa desde hace más de tres años el cargo de presidente, pues su mandato acabó y no se ha organizado ninguna elección presidencial.
La admisión de Palestina no cambiará nada la situación de los palestinos.
Si el bloqueo de Gaza se suaviza en los próximos días, se deberá más a la resistencia de los gazauis y a los cohetes lanzados sobre Tel Aviv y Jerusalén que a las contorsiones diplomáticas de Abu Mazen.
¿Se detendrá la colonización de Palestina? ¿Jerusalén dejará de ser judaizada? ¿Recuperarán los beduinos del Naqab su libertad? ¿El valle del Jordán será devuelto a Palestina? ¿Se destruirá el muro del apartheid? ¿Los pescadores de Gaza podrán faenar a más de tres millas sin ser tiroteados? ¿Los palestinos tendrán libertad de circular entre sus bantustanes aislados? ¿Podrán los palestinos de Jerusalén salir de su ciudad y volver a ella sin perder sus tarjetas de residencia? ¿Se abrirán los pasos que existen entre Gaza e Israel además del de Rafah? ¿Los seiscientos colonos de Hebrón dejarán de arrojar sus basuras sobre la calle principal de la ciudad? ¿Dejarán sus hijos de tirar piedras a los escolares palestinos? Y podríamos seguir con la lista.
Cuando se consiga todo esto y se reafirme el derecho inalienable al retorno, podremos alegrarnos de la admisión de Palestina en la ONU. Más aún el día que Mahmud Abbás presente ante un tribunal internacional una denuncia por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad contra los políticos y militares que dirigen el estado sionista.
Mientras llega ese bendito día, sigamos con el boicot, la desinversión y las sanciones contra el estado de Israel.
Jean-Claude Meyer, Unión Judía Francesa por la Paz
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