Aljazeera
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
En la cima de su
poderío económico y militar (particularmente nuclear), Israel se siente
inusitadamente vulnerable pero, irónicamente, en este caso la amenaza
procede de un movimiento no violento anclado en el derecho internacional
y en la Declaración Universal de Derechos Humanos. El pasado mes de
junio el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu clasificó al
movimiento global dirigido por palestinos de boicot, desinversión y
sanciones a Israel (BDS) de “amenaza estratégica” para el régimen de
ocupación, colonización y apartheid de Israel al decidir asignar al
ministro de Asuntos Estratégicos toda la responsabilidad de la lucha
contra este movimiento.
Este cambio espectacular es un reflejo del
fracaso de la bien engrasada campaña israelí “Marca Israel” dirigida por
el ministerio de Exteriores desde que en 2005 se lanzó la campaña de
BDS y que considera que la cultura es una herramienta de propaganda y
cuya lógica es utilizar a los artistas y escritores israelíes para
mostrar al mundo “la cara más hermosa de Israel”.
El hecho
de que muchas personas de conciencia de todo el mundo se hayan dado
cuenta de que se puede acabar con la impunidad de Israel únicamente por
medio de la resistencia popular interna unida a una presión y exigencia
de responsabilidad continuas y consecuentes moralmente ha dado un gran
impulso a las campañas de BDS. El brutal e ilegal bloqueo de Israel a
Gaza, la constante construcción de ilegales colonias y de un muro de
separación en la ocupada Cisjordania, su “estrategia de judaización” de
Jerusalén, Galilea, el valle del Jordán y del Naqab (Negev) tal como
señalan varios informes oficiales de las Naciones Unidas, su adopción de
nuevas leyes racistas y su negación de los derechos de los refugiados
palestinos, todo ello ha alejado a muchos de quienes entonces apoyaban a
Israel.
Los éxitos de la campaña de BDS en estos dos
últimos años pueden ser el factor que ha puesto nervioso al régimen
israelí. El apoyo del Congreso Nacional Africano al movimiento en
diciembre de 2012, el apoyo al BDS y la cancelación de espectáculos por
parte de artistas y grupos de música de fama internacional, la decisión
de uno de los científicos más importantes del mundo, Stephen Hawking, de
respetar el boicot y cancelar su participación en una conferencia en la
Universidad Hebrea y la reciente avalancha de resoluciones de boicot de
asociaciones académicas estadounidenses han contribuido a que se
considere que el movimiento de BDS está alcanzando su momento
sudafricano.
Pero la valoración de Israel por parte de la
opinión pública mundial se está deteriorando últimamente debido a dos
factores fundamentales: el poder moral del movimiento de BDS, incluido
su crucial componente anticolonial israelí y el giro de Israel hacia la
extrema derecha. Según una encuesta realizada por la BBC en 2013, Israel
comparte con Corea del Norte el puesto de tercer país peor considerado
del mundo en opinión de amplias mayorías europeas y de otras partes.
¿Qué es el BDS?
El
llamamiento de BDS fue lanzado el 9 de julio de 2005 por una alianza de
más de 170 partidos, sindicatos, redes de refugiados, ONG y
asociaciones de base palestinas que pedían a las organizaciones de la
sociedad civil internacional y a las personas de conciencia “imponer un
amplio boicot e implementar iniciativas de desinversión contra Israel
similares a las aplicadas a Sudáfrica durante la era del apartheid”.
En
concreto, la campaña de BDS pide el fin de la ocupación israelí de los
territorios palestinos y demás territorios árabes ocupados desde 1967
(incluido el desmantelamiento del Muro y de las colonias), el fin del
sistema israelí de discriminación racial de los ciudadanos palestinos y
que se respete el derecho inherente de los refugiados palestinos a
retornar a los hogares de los que son originarios, un derecho sancionado
por las Naciones Unidas.
Estos tres derechos básicos
corresponden a los tres principales componentes del pueblo palestino:
los palestinos y palestinas de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén
Oriental (el 38% del pueblo palestino, según estadísticas de 2011), de
los territorios de 1948 que viven bajo el apartheid israelí (el 12%) y
del exilio (el 50%). Más de dos terceras partes del pueblo palestino son
personas refugiadas o desplazadas internas.
Poder blando en funcionamiento
Figuras
de la talla e influencia pública de Desmond Tutu, Roger Waters, Naomi
Klein, Alice Walker, Judith Butler, John Berger, Ken Loach, Angela
Davis, Arundhati Roy, Marcel Khalife y Aijaz Ahmed han llegado a la
conclusión de que, al igual que ocurrió en la lucha contra la Sudáfrica
del apartheid, la campaña BDS es fundamental para obligara Israel a
cumplir sus obligaciones según el derecho internacional.
Al
pedir a las personas de conciencia del mundo que ayuden a acabar con el
sistema de opresión de Israel basado en tres facetas el movimiento de
BDS no está pidiendo nada heroico, sino cumplir con la profunda
obligación moral de no ser cómplices de la opresión. Dados los miles de
millones de dólares que los Estados occidentales, especialmente Estados
Unidos y Alemania, prodigan anualmente a Israel y el lucrativo comercio
militar con Israel, los contribuyentes de estos países están
subvencionando de hecho las violaciones por parte de Israel del derecho
internacional en un momento en el que los programas sociales nacionales
están sufriendo graves recortes, aumenta el paro y se está devastando el
medio ambiente. Poner fin a la complicidad con los crímenes israelíes
no solo es bueno para los palestinos, sino que sin lugar a dudas lo es
también para el “99%” de personas de todo el mundo que luchan por la
justicia social y económica, y en contra de la guerra perpetua.
Basándose
en su ascendiente global, el movimiento de BDS (dirigido por la mayor
coalición de la sociedad civil palestina, el Comité Nacional de BDS, BNC
por sus siglas en inglés) se está extendiendo por todo el mundo y
logrando victorias significativas.
Hace solo unos días la
Asociación de Estudios Estadounidenses adoptó el boicot académico a
Israel con el sorprendente apoyo de la mayoría de sus miembros. En abril
la Asociación para Estudios Asiático-Estadounidenses se convirtió en el
primer organismo académico de Estados Unidos que adoptaba el boicot
académico a Israel. Aproximadamente al mismo tiempo la Federación de
Estudiantes Belgas Francófonos (FEF, por sus siglas en francés), que
representa a unos 100.000 miembros, adoptó el boicot a las instituciones
académicas israelíes, al igual que el Sindicato de Profesores de
Irlanda. En marzo de 2011 la Universidad de Johannesburgo cortó sus
relaciones con la Universidad Ben Gurion debido a las violaciones de
derechos humanos.
Los consejos de estudiantes de varias
universidades de norteamérica, incluida la Universidad de California,
Berkeley, adoptaron la desinversión de compañías que se benefician de la
ocupación de Israel.
La lista sigue y sigue
Han
dado su apoyo a la campaña de BDS los principales federaciones de
sindicatos internacionales que cuentan con millones de miembros en
Sudáfrica, Gran Bretaña, Irlanda, India, Brasil, Noruega, Canadá,
Italia, Francia, Bélgica y Turquía, entre otros países.
Veolia,
una empresa cómplice de la ocupación israelí, ha perdido contratos, o
ha tenido que retirar su oferta, por valor de miles de millones de
dólares, sobre todo en Suecia, Reino Unido, Irlanda y últimamente en
Estados Unidos.
La mayor empresa de seguridad del mundo,
G4S, está experimentando importantes fracasos simbólicos debido al
activismo de las campañas de BDS en Noruega, Sudáfrica, el Parlamento
Europeo, varias universidades británicas y otros lugares debido a su
relación con las cárceles israelíes en las que se tortura a las presas y
presos palestinos, incluidos menores, y con varios proyectos que violan
el derecho internacional. Admitiendo el daño que las campañas de BDS
han causado a su reputación, G4S ya ha prometido ir suprimiendo
paulatinamente su vinculación con las violaciones por parte de Israel
del derecho internacional.
La cadena de supermercados
británica Co-op, la quinta mayor de Reino Unido, ha adoptado la política
de boicotear a las compañías que operan en los territorios palestinos
ocupados.
El año pasado la Iglesia Metodista Unida pidió el
boicot a los productos de las colonias israelíes, lo mismo que la
Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos y la Iglesia Unida de Canadá. La
Iglesia Menonita de Estados Unidos fue aún más lejos al decidir no
invertir en ninguna compañía que estuviera implicada en la ocupación
israelí.
El gobierno holandés ha “disuadido” públicamente a
las empresas holandesas de hacer negocios con entidades israelíes en los
territorios palestinos ocupados, lo que ha llevado a la principal
empresa constructora holandesa, Royal Haskoning DHV, a retirarse de un
proyecto de tratamiento de aguas residuales con el ayuntamiento israelí
en el ocupado Jerusalén Este. En el mismo contexto, la compañía pública
de aguas holandesa Vitens también ha puesto término a un contrato con la
compañía nacional de aguas israelí Mekorot.
En esta misma
línea el gobierno británico ha publicado unas directrices sobre los
negocios con las ilegales colonias israelíes. Este paso sigue a la
publicación de las directrices estadounidenses en contra de la
financiación de proyectos y entidades israelíes en los territorios
palestinos.
La compañía de ferrocarril controlada por el
gobierno alemán Deutsche Bahn se retiró de un proyecto israelí que
invadía territorio palestino y funcionarios de ministerio de Exteriores
alemán informaron a representantes de la sociedad civil palestina que
han aconsejado a todas las instituciones académicas que eviten
establecer relaciones con Ariel, una colonia-facultad israelí en
Cisjordania.
La violenta represión, la limpieza étnica y el
bloqueo contra los palestinos de Israel están aumentando, pero el hecho
de que el movimiento global de BDS esté ganando la batalla de los
corazones y de las mentes por todo el mundo nos da la esperanza de que
venceremos. Puede que estemos llegando a un punto de inflexión.
Omar Barghouti
es un activista en favor de los derechos humanos independiente
palestino y miembro fundador del movimiento de BDS. Es autor de Boycott,
Divestment, Sanctions: The Global Struggle for Palestinian Rights
(Haymarket: 2011).
Fuente original: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2013/12/bds-campaign-against-israel-reaching-turning-point-201312225320764121.html
Fuente de la edición en castellano: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178980
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