- Desigualdad en el mundo: 62 personas tienen lo mismo que 3.600 millones.
- España es el país más desigual de la OCDE después de Chipre y 14 veces más que Grecia.
- Los 20 españoles más ricos tienen tanto dinero como el 30% más pobre.
Desigualdad en el mundo: 62 personas tienen lo mismo que 3.600 millones
Oxfam vuelve a aprovechar que la atención mediática se centra en esta cumbre para presentar un nuevo informe en el que denuncia la extrema concentración de riqueza en cada vez menos manos.
Desinformemonos y Miguel Alba, en El Salmón Contracorriente
20 Minutos.- España es de los países en los que más ha aumentado la desigualdad, casi 10 veces más que el promedio europeo desde el inicio de la crisis y es el segundo país de la UE en el que más ha crecido la distancia entre el 20% con más rentas y el 20% más
El informe de Oxfam “Una economía al servicio del 1%” muestra la tendencia de la desigualdad en el mundo que cada día empeora. En 2010, 388 personas tenían la misma riqueza que la mitad más pobre de la población. En 2015, únicamente 62 personas tienen lo mismo que 3.600 millones de personas. El 1 % más rico del planeta tiene ya tanta riqueza como el 99 % restante.
La configuración de la desigualdad en el mundo es totalmente desproporcionada. Países como México, Chile, Turquía, España y Estados Unidos son incluidos desde hace varios años en los primeros lugares de las listas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) como países donde más crece la desigualdad y la pobreza.
El deterioro del poder adquisitivo con salarios ínfimos es una de las grandes causas. Desde hace ya muchos años, los salarios pierden peso dentro de la renta nacional en la gran mayoría de los países, por ejemplo, en España, desde que estalló la crisis el directivo de una empresa gana 158 veces más que un trabajador con ingreso promedio de la misma.
¿Y por qué pervive esta desigualdad extrema?
El analista Miguel Alba en el portal El Salmón Contracorriente comenta: “Vivimos en un mundo donde la riqueza llama a la riqueza, donde las élites económicas utilizan su capacidad de influencia para moldear y aprobar leyes en función de sus intereses. La concentración de la riqueza extrema va de la mano con la concentración de poder, y así, al acceso privilegiado a las decisiones políticas, a la manipulación de leyes y normas y al aprovechamiento de fallas del mercado. Un diseño perfecto para economías al servicio del 1 % de la población mundial”.
El analista Miguel Alba en el portal El Salmón Contracorriente comenta: “Vivimos en un mundo donde la riqueza llama a la riqueza, donde las élites económicas utilizan su capacidad de influencia para moldear y aprobar leyes en función de sus intereses. La concentración de la riqueza extrema va de la mano con la concentración de poder, y así, al acceso privilegiado a las decisiones políticas, a la manipulación de leyes y normas y al aprovechamiento de fallas del mercado. Un diseño perfecto para economías al servicio del 1 % de la población mundial”.
El incremento del destino del dinero en el mundo hacia los paraísos fiscales muestra como el sistema económico favorece los intereses de los más poderosos. En 2014, la inversión hacia estos era ya cuatro veces mayor que en el año 2001, creciendo al doble de lo que ha crecido la economía mundial. “Y esto atañe tanto a grandes fortunas como a empresas, la fortuna oculta en paraísos fiscales representa ya el 8 % del patrimonio financiero individual mundial que es una cantidad equivalente al Producto Interno Bruto (PIB) de Reino Unido y Alemania”. continúa diciendo el analista.
Cita como ejemplo a España que en 2014 destinó a la Unión Europea una inversión menor 15 % a la del 2013, y a los paraísos fiscales la incrementó en 2 mil por ciento.
Las cifras son verdaderamente escandalosas y toda esta situación es el más grave atentado contra los principales mecanismos para paliar la desigualdad existente en el modelo socieconómico.
“La desigualdad es un veneno que corroe las sociedades por dentro. Erosiona la confianza entre los diferentes estratos sociales, condena a la desesperanza a millones de personas y además supone un freno al crecimiento económico. Y ya está alcanzando niveles intolerables. Hace falta tomar medidas ambiciosas y hace falta hacerlo ya”. concluye el informe Oxfam.
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