Comunicado de Anticapitalistas
El nuevo gobierno, abiertamente alineado con la agenda neoliberal dura, está tan tocado por la corrupción como el anterior y supone un giro a la derecha muy profundo, en el que se empeorará las violaciones de derechos humanos, probablemente se suprimirán las tímidas políticas redistributivas de la era PT como la Bolsa Familia y se volverá a una relación más subalterna ante el imperialismo norteamericano. Las prioridades financieras del gobierno Temer también apuntan a priorizar el pago de la deuda mediante contrarreformas estructurales y recortes masivos y ataques a la negociación colectiva en el mundo del trabajo.
Se confirman pues las peores sospechas suscitadas por el proceso de impeachment, esto es, la apuesta del gran capital brasileño por un gobierno salido de una conspiración institucional que pasa por encima de la legitimidad democrática de un gobierno que, con todos sus límites políticos y su adaptación a una lógica de gestión social-liberal, contaba con la legitimidad de más de 54 millones de votos que los conspiradores han pisoteado.
Fin de ciclo
La naturaleza reaccionaria del golpe institucional consumado ayer no puede ahorrarnos un balance crítico de un largo ciclo de gobiernos del PT caracterizados por una gestión del neoliberalismo con rostro humano y la renuncia a su programa histórico de transformación socialista de Brasil.
Se ha agotado en Brasil un modelo de desarrollo apoyado en una coyuntura internacional favorable para la exportación de materias primas y agropecuarias (el boom de las commodities) y, a nivel nacional, en un política de colaboración de clases, en la coalición de partidos de orígenes sociales antagónicos capitaneada por el PT
Esta apuesta petista ha fracasado por causas estructurales. No se podía mantener una política basada en una subordinación total al capital financiero que favorecía a la tríada bancos, agro-negocio y grandes grupos estratégicos (petroleras, minería, construcción) y la congelación de las reformas estructurales progresistas: reforma agraria, urbana y tributaria. Bajo el impacto de la crisis mundial este fracaso se ha hecho cada vez más evidente, máxime cuando los poderes internacionales exigen imponer un programa de austeridad en Brasil.
Este fracaso histórico de la política de colaboración de clases petista no puede ocultarse con la legítima indignación ante el golpismo. No está de más recordar que entre algunos de los golpistas de hoy se encuentran antiguos aliados de Lula y de Dilma de los tiempos en que el PT buscaba apoyos para lograr respetabilidad institucional.
Una victoria, temporal, de la derecha
La crisis económica, política, social y ambiental que redujo la popularidad del gobierno Dilma condujo a que los aliados gubernamentales de ayer fueran abandonando el barco gubernamental. Resultado indirecto de un ciclo de treinta años de luchas de la clase trabajadora brasileña, los gobiernos del PT han sido derrotados por la derecha tradicional y los sectores más directamente ligados al gran capital, apoyados por una oleada de movilizaciones de la clase media urbana sin precedentes en la historia reciente del país. Este dato apunta a tiempos muy difíciles para las clases populares, en los que se conjugará recesión, recortes y ofensiva reaccionaria.
Solidaridad con la oposición de izquierdas y democrática
Desde Anticapitalistas queremos trasladar toda nuestra solidaridad a todas los sectores que, desde un balance crítico de esta derrota, trabajan en Brasil por organizar respuestas inmediatas para organizar y unificar las luchas de resistencia y para reconstruir pacientemente un proyecto socialista. Solidaridad con quienes no reconocen al nuevo gobierno Temer. Con quienes no reconocen la legitimidad de un Congreso que ha perpetrado un impeachment fraudulento.
Anticapitalistas, 5 de septiembre de 2016
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