El impeachment a Dilma Rousseff, dirigido principalmente por el gangster Eduardo Cunha y apoyado por ex-aliados de los gobiernos petistas, configuró un golpe institucional al estilo de los sucedidos en Honduras y Paraguay. También en estos pequeños países hermanos de América Latina, gobiernos electos fueron destituidos por maniobras parlamentario-judiciales atropellando sus propias Constituciones.
Resultado indirecto de un ciclo de treinta años de luchas y victorias de lxs trabajadorxs brasileñxs, los gobiernos del PT fueron derrotados por la derecha, ahora dispuesta a expresarse en su forma pura, sin conciliación de clases. Fueron vencidos por los partidos de derecha más fisiológicos[1] y por la mayor parte del gran capital (bancos, industria, comercio, agronegocio, grandes medios de comunicación), apoyados en el ciclo de movilizaciones más reaccionario de la clase media desde 1964. Por todo esto, porque la correlación de fuerzas se desplaza en contra de las mayorías menos favorecidas, de lxs explotadxs y oprimidxs, es necesario prepararse para una etapa de resistencia a futuros retrocesos en materia de derechos, al avance del conservadurismo y a duras medidas neoliberales.
No se trata de la caída de un gobierno corrupto e impopular debido a un desequilibrio momentáneo. Se trata del fracaso de un “modelo de desarrollo” basado, por un lado, en la exportación de materias primas minerales y agropecuarias, que fue favorecido por la coyuntura internacional de la primera década del siglo (el “boom” de las commodities), y por el otro, por la conciliación de clases conducida por el PT a partir de la coalición entre partidos de orígenes sociales antagónicos.
Fracasa de manera desafortunada la estrategia política petista de llegada y permanencia en el poder –“para llevar adelante transformaciones sociales”, sostenían– por la vía institucional en alianza con sectores de la burguesía. Es importante recordar que fue con los golpistas de hoy con los que tanto Lula como Dilma constituyeron alianzas con anterioridad; en ellos se apoyaron para adquirir “gobernabilidad”. De esa manera también fue habilitado el camino para esta derrota que tendrá grandes consecuencias para la gran mayoría del pueblo brasileño.
En este momento, Temer, con su ministerio de “machos en frac”, vuelve a la aplicación de una política neoliberal “pura” que avanzará incluso en contra de derechos democráticos básicos. Estos siervos del capital harán todos los esfuerzos para acabar con cualquier elemento asistencialista, redistributivo, democrático restante en las políticas públicas de los últimos 13 años.
Los desafíos del próximo período
El cambio de ciclo y gobierno en medio de una brutal crisis económica que se arremete sobre Brasil anuncia una etapa de fuerte polarización y tensiones sociales. El país lleva dos años completos de recesión, 11 millones de desempleados y ninguna perspectiva de recuperación a corto plazo en relación a la situación internacional. Nosotrxs, desde los movimientos sociales y la izquierda socialista, tenemos el desafío de preparar la resistencia y las duras luchas que explotarán para defender los derechos sociales, laborales y democráticos ante el peligro de una regresión histórica.
Apenas consumado el golpe, Michel Temer se presentó en la tv en la red nacional para anunciar que pretende llevar adelante un conjunto de contrarreformas laborales y de pensiones para aumentar la edad de jubilación y destruir derechos conquistados en la CLT[2]. A esto se le suma la reforma política anunciada por el gobierno golpista –reforma que, en un principio, pretende liquidar partidos como el PSOL y restablecer el financiamiento privado de las campañas– como una de sus prioridades, en donde tenemos uno de los primeros ataques estructurales sobre los derechos democráticos, sociales y laborales.
En este momento se está tratando en el Congreso Nacional el proyecto de Ley de medidas provisorias. Se trata de 55 propuestas que tendrán consecuencias profundas sobre la soberanía nacional (como leyes privatizadoras) y sobre los derechos de la clase trabajadora, de la juventud, de mujeres, negrxs, indígenas y de la comunidad LGTB. El intento de liquidar la CLT, por ejemplo, será el más grave en la historia de las leyes laborales. Una medida de este tipo no se llevó adelante ni siquiera durante la dictadura militar. Es decir, no se trata solo de un regreso a una situación anterior a la Constitución de 1988, sino del intento por acabar con uno de los más fundamentales e históricos derechos conquistados por la clase trabajadora brasileña.
Necesitamos enfrentar esta nueva coyuntura
En este nuevo período, será necesario adoptar tácticas amplias de unidad y de frente único para la defensa de derechos en todos los ámbitos. Esto incluye la unidad puntual con instrumentos del anterior gobierno, a pesar de sus habituales vacilaciones (por ejemplo, el escaso peso que jugaron en las movilizaciones de Fora Temer).
Pero ahora, la amplia unidad para la defensa de los ataques de la derecha es una necesidad del movimiento y de la mayoría de la población. Claro que esa unidad no deberá impedir que la izquierda socialista mantenga su perfil y un balance crítico sobre el proyecto petista, ya que al menos formalmente, estará en la oposición.
Es necesario ir a las calles con disposición unitaria para luchar contra el gobierno de Temer, el capital y el fundamentalismo conservador, aunque no para alentar la “vuelta de Lula en 2018”, porque no queremos el regreso de ese proyecto fallido de conciliación de clases, cuyas limitaciones se han vuelto visibles.
El Frente Povo Sem Medo cumple un papel alguinador que deberá ser decisivo para que ese frente único busque afianzar una salida estratégica y de izquierda para el país. Debe basarse en la conformación de espacios y encuentros amplios de la izquierda y de los movimientos sociales para preparar las luchas sociales en defensa de derechos y la construcción de una plataforma política de reivindicaciones y medidas populares.
En lo inmediato, ahora en Septiembre, cuando las campañas electorales municipales comienzan a agitarse, es fundamental incluir en las actividades y materiales electorales el grito de Fuera Temer, así como las denuncias de las contrarreformas neoliberales y de los ataques a derechos, con sus consecuencias concretas en cada ciudad. Es central acompañar esas actividades con el llamado a preparar la resistencia.
Puntos de partida
En primer lugar, Fuera Temer y elecciones generales. Mantener y agitar estas banderas, incluso después de la definición del Impeachment, es fundamental para construir una movilización o un sentimiento general en la mayoría de la población que impida la consolidación del gobierno de Temer y cuestione permanentemente su legitimidad en las calles.
Es necesario denunciar las reformas antipopulares que Temer ya anunció –en materia laboral y de seguridad social– como campañas que estimulen también a la conformación de un frente único para la movilización.
Es necesario, finalmente, utilizar el proceso de las elecciones municipales, en las cuales nuestro partido está muy bien posicionado para amplificar la denuncia en contra del golpe, por el Fuera Temer, elecciones generales y por la defensa de los derechos de lxs explotadxs y oprimidxs.
Es momento, entonces, de preparar un nuevo período de luchas y de comenzar a construir una auténtica salida por izquierda, popular, democrática, anticapitalista y socialista para Brasil.
Resultado indirecto de un ciclo de treinta años de luchas y victorias de lxs trabajadorxs brasileñxs, los gobiernos del PT fueron derrotados por la derecha, ahora dispuesta a expresarse en su forma pura, sin conciliación de clases. Fueron vencidos por los partidos de derecha más fisiológicos[1] y por la mayor parte del gran capital (bancos, industria, comercio, agronegocio, grandes medios de comunicación), apoyados en el ciclo de movilizaciones más reaccionario de la clase media desde 1964. Por todo esto, porque la correlación de fuerzas se desplaza en contra de las mayorías menos favorecidas, de lxs explotadxs y oprimidxs, es necesario prepararse para una etapa de resistencia a futuros retrocesos en materia de derechos, al avance del conservadurismo y a duras medidas neoliberales.
No se trata de la caída de un gobierno corrupto e impopular debido a un desequilibrio momentáneo. Se trata del fracaso de un “modelo de desarrollo” basado, por un lado, en la exportación de materias primas minerales y agropecuarias, que fue favorecido por la coyuntura internacional de la primera década del siglo (el “boom” de las commodities), y por el otro, por la conciliación de clases conducida por el PT a partir de la coalición entre partidos de orígenes sociales antagónicos.
Fracasa de manera desafortunada la estrategia política petista de llegada y permanencia en el poder –“para llevar adelante transformaciones sociales”, sostenían– por la vía institucional en alianza con sectores de la burguesía. Es importante recordar que fue con los golpistas de hoy con los que tanto Lula como Dilma constituyeron alianzas con anterioridad; en ellos se apoyaron para adquirir “gobernabilidad”. De esa manera también fue habilitado el camino para esta derrota que tendrá grandes consecuencias para la gran mayoría del pueblo brasileño.
En este momento, Temer, con su ministerio de “machos en frac”, vuelve a la aplicación de una política neoliberal “pura” que avanzará incluso en contra de derechos democráticos básicos. Estos siervos del capital harán todos los esfuerzos para acabar con cualquier elemento asistencialista, redistributivo, democrático restante en las políticas públicas de los últimos 13 años.
Los desafíos del próximo período
El cambio de ciclo y gobierno en medio de una brutal crisis económica que se arremete sobre Brasil anuncia una etapa de fuerte polarización y tensiones sociales. El país lleva dos años completos de recesión, 11 millones de desempleados y ninguna perspectiva de recuperación a corto plazo en relación a la situación internacional. Nosotrxs, desde los movimientos sociales y la izquierda socialista, tenemos el desafío de preparar la resistencia y las duras luchas que explotarán para defender los derechos sociales, laborales y democráticos ante el peligro de una regresión histórica.
Apenas consumado el golpe, Michel Temer se presentó en la tv en la red nacional para anunciar que pretende llevar adelante un conjunto de contrarreformas laborales y de pensiones para aumentar la edad de jubilación y destruir derechos conquistados en la CLT[2]. A esto se le suma la reforma política anunciada por el gobierno golpista –reforma que, en un principio, pretende liquidar partidos como el PSOL y restablecer el financiamiento privado de las campañas– como una de sus prioridades, en donde tenemos uno de los primeros ataques estructurales sobre los derechos democráticos, sociales y laborales.
En este momento se está tratando en el Congreso Nacional el proyecto de Ley de medidas provisorias. Se trata de 55 propuestas que tendrán consecuencias profundas sobre la soberanía nacional (como leyes privatizadoras) y sobre los derechos de la clase trabajadora, de la juventud, de mujeres, negrxs, indígenas y de la comunidad LGTB. El intento de liquidar la CLT, por ejemplo, será el más grave en la historia de las leyes laborales. Una medida de este tipo no se llevó adelante ni siquiera durante la dictadura militar. Es decir, no se trata solo de un regreso a una situación anterior a la Constitución de 1988, sino del intento por acabar con uno de los más fundamentales e históricos derechos conquistados por la clase trabajadora brasileña.
Necesitamos enfrentar esta nueva coyuntura
En este nuevo período, será necesario adoptar tácticas amplias de unidad y de frente único para la defensa de derechos en todos los ámbitos. Esto incluye la unidad puntual con instrumentos del anterior gobierno, a pesar de sus habituales vacilaciones (por ejemplo, el escaso peso que jugaron en las movilizaciones de Fora Temer).
Pero ahora, la amplia unidad para la defensa de los ataques de la derecha es una necesidad del movimiento y de la mayoría de la población. Claro que esa unidad no deberá impedir que la izquierda socialista mantenga su perfil y un balance crítico sobre el proyecto petista, ya que al menos formalmente, estará en la oposición.
Es necesario ir a las calles con disposición unitaria para luchar contra el gobierno de Temer, el capital y el fundamentalismo conservador, aunque no para alentar la “vuelta de Lula en 2018”, porque no queremos el regreso de ese proyecto fallido de conciliación de clases, cuyas limitaciones se han vuelto visibles.
El Frente Povo Sem Medo cumple un papel alguinador que deberá ser decisivo para que ese frente único busque afianzar una salida estratégica y de izquierda para el país. Debe basarse en la conformación de espacios y encuentros amplios de la izquierda y de los movimientos sociales para preparar las luchas sociales en defensa de derechos y la construcción de una plataforma política de reivindicaciones y medidas populares.
En lo inmediato, ahora en Septiembre, cuando las campañas electorales municipales comienzan a agitarse, es fundamental incluir en las actividades y materiales electorales el grito de Fuera Temer, así como las denuncias de las contrarreformas neoliberales y de los ataques a derechos, con sus consecuencias concretas en cada ciudad. Es central acompañar esas actividades con el llamado a preparar la resistencia.
Puntos de partida
En primer lugar, Fuera Temer y elecciones generales. Mantener y agitar estas banderas, incluso después de la definición del Impeachment, es fundamental para construir una movilización o un sentimiento general en la mayoría de la población que impida la consolidación del gobierno de Temer y cuestione permanentemente su legitimidad en las calles.
Es necesario denunciar las reformas antipopulares que Temer ya anunció –en materia laboral y de seguridad social– como campañas que estimulen también a la conformación de un frente único para la movilización.
Es necesario, finalmente, utilizar el proceso de las elecciones municipales, en las cuales nuestro partido está muy bien posicionado para amplificar la denuncia en contra del golpe, por el Fuera Temer, elecciones generales y por la defensa de los derechos de lxs explotadxs y oprimidxs.
Es momento, entonces, de preparar un nuevo período de luchas y de comenzar a construir una auténtica salida por izquierda, popular, democrática, anticapitalista y socialista para Brasil.
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