lunes, 16 de diciembre de 2013

Nepal: crisis electoral del maoismo

Las elecciones a la segunda Asamblea Constituyente (AC) de Nepal (1), celebradas en noviembre del 2013, han relegado al Partido Comunista Unido de Nepal (maoísta) a un tercer puesto, muy por detrás del Congreso Nepalés (CN) y del Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista Unificado–MLU), en lo que ha sido un resultado sorprendente.


Economic and Political Weekly *Traducción para Sinpermiso.info: Vicente Abella Aranda. Tomado de Punto de Vista Internacional


El CN y el MLU, que dominaron conjuntamente la política de Nepal en los años 90, han cosechado casi una mayoría de dos tercios en la segunda AC, tanto en los escaños por sufragio directo como en los votos por representación proporcional, los cuales se siguen contando al tiempo que se escribe este artículo. Los partidos maoísta y madhesi (2), cuyos resultados fueron muy positivos en las elecciones del 2008, han experimentado una mengua notable en sus cifras.
La pobre actuación de los maoístas ha resultado extraña, ya que fueron los progenitores del proceso de la AC y se habían erigido en líderes de la transición de la monarquía a la república. De ahí que la magnitud de la derrota haya desconcertado no sólo a los propios maoístas, quienes han protestado neciamente e insinuado una conspiración para amañar las elecciones, además de boicotear los resultados y los votos aún en recuento, sino también al resto de observadores de Nepal. Así las cosas, y aunque no pueden descartarse ciertas negligencias electorales, los resultados han manifestado una clara demanda por parte del electorado. Sería perjudicial para los maoístas, y para el proceso democrático en su conjunto, que se mantuvieran contumaces a la hora de impugnar los resultados de las elecciones.
La primera AC fracasó en su intento de redactar una Constitución por dos factores distintos: por un lado, la incapacidad de los partidos para actuar como partes de un gobierno nacional de consenso en el momento en que se redactaba la Constitución y, por otro, la polarización y escisión de los partidos políticos en torno al tema de la "reestructuración del estado". Los maoístas y los madhesi han sido los principales portavoces de la reestructuración federal, asentada sobre una base semi-étnica, mientras que el CN y el MLU han empleado cualquier medio a su alcance para aplazar e impedir tal eventualidad.

Los resultados sugieren una de estas dos posibilidades: o bien los maoístas y los madhesi han sido incapaces de sacar provecho de la reestructuración o la corriente popular en Nepal se ha vuelto en contra de una reestructuración federal determinada étnicamente. Ambas posibilidades vehiculan razones probables del voto en contra de los maoístas, aunque, también, podría deberse a la percepción generalizada de que la gestión de gobierno de los maoístas no ha dado la talla. Diversos informes en torno a la campaña electoral han destacado los habituales favoritismos nepaleses relacionados con el gobierno y la economía local, por encima de otros asuntos "políticos" de gran envergadura. Las discusiones y acuerdos centrados en el proceso de la AC, restringidas principalmente a Katmandú y origen de intensas negociaciones políticas entre líderes de los principales partidos, han desviado la atención de los problemas fundamentales del pueblo.
La "política sofisticada" inserta en el proceso de la AC se ha juzgado cada vez más disgregadora, renuente y caótica, y, además, los maoístas no han sabido desmarcarse del CN o del MLU ni en la práctica ni en los principios. Las muestras, por parte de los maoístas, de cierta avidez maquiavélica de poder —como los repetidos intentos de su máximo dirigente Prachanda de llegar a primer ministro en el 2011 o la decisión de nombrar al presidente del tribunal supremo presidente provisional (para dejar fuera al NC) — no han redundado en su beneficio. Quizá esta derrota ha sido consecuencia de su torpeza a la hora de satisfacer las expectativas que el electorado había depositado en ellos. De hecho, los maoístas nepaleses han dado la impresión de estar atrapados en la tradicional política del poder y las influencias, mientras algunos de sus líderes han sido vistos, de la noche a la mañana, disfrutando de un estilo de vida lujoso en la capital. La escisión en su seno y el boicot a las elecciones de los escisionistas también habría podido afectar sus perspectivas electorales.
Los maoístas han indicado ahora que no están dispuestos a participar en la AC y que preferirían que la constitución se redactara mediante un mecanismo de consulta a todos los partidos —una demanda que fue planteada en primer lugar por el líder del grupo escisionista maoísta, Mohan Baidya "Kiran"—. Esto podría resultar extraño para el electorado, pues los maoístas fueron merecidamente el partido más votado en las concurridas elecciones a la AC, incluso justificando su "guerra popular" como necesaria para ese fin. Les perjudicaría, por lo tanto, intentar una maniobra para desacreditar a la AC tras perder las nuevas elecciones: los debilitaría en gran medida y afectaría también en general a la democracia en Nepal. Antes bien, deberían hacer uso de su capacidad de movilización para asegurar una constitución progresista, defendiendo los borradores iniciales redactados por los comités temáticos en la primera AC.
Los maoístas deben ponderar su estrategia política e ideológica en los últimos cinco años y reflexionar sobre la pérdida de confianza del pueblo nepalés. Han desatendido algunas de las instituciones alternativas, así como las medidas radicales (reformas agrarias, trabajo voluntario, pequeñas comunas, etc.) que habían desarrollado en el período de la guerra popular, y se han vuelto cada vez más "estatistas" en su enfoque. El resultado ha sido una división interna (debida además a otras razones) y una evolución hacia el "convencionalismo político", que parece haberles costado su principal núcleo de apoyo. Existe sin duda espacio político suficiente para que los maoístas prosigan con su agenda alternativa y para que apuesten por la democratización de Nepal, sin tener que volver a la insurgencia. ¿Aprenderán las verdaderas lecciones de esta derrota y seguirán contribuyendo a construir un Nepal progresista? Todo depende, además, de la sagacidad política del CN y del MLU para atraer a los maoístas a su lado. Nepal ha forjado un camino radical hacia la democracia en el siglo XXI. Sería una pena que se echara a perder por culpa de las maquinaciones reminiscentes de la política del siglo XX.
Notas:
(1) Los interesados en la evolución política de la izquierda nepalí pueden consultar el abundante archivo de artículos y documentos de la Monthly Review, asi como del Economic and Political Weekly. Ver tambien la entrevista a Tariq Ali de mayo 2006 en Sin Permiso.
(2) Se refiere a los partidos que defienden los derechos del pueblo Mahdesi, en la región meridional de Terai. El principal de ellos es el Foro por los Derechos del Pueblo Mahdesi, MJA, que se define como socialdemócrata. Pero existen otros partidos menores mahdesis cercanos al MLU y los maoistas.
* Economic and Political Weekly es una prestigiosa revista de análisis político, económico y cultural de la izquierda india, que se publica en Mumbai desde 1949. Esta fue su editorial de 7 de diciembre 2013.

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