LA HISTORIA OFICIAL CONTRA LA MEMORIA
Desde enero de 2011, el calendario de los egipcios está salpicado de conmemoraciones dedicadas a los “mártires de la revolución” o a la gloria del levantamiento del 25 de enero.
Así, siguen haciéndose homenajes y en cada uno de ellos se producen nuevos muertos y heridos. El ejército, Mohamed Morsi y luego de nuevo el ejército se dedican a reescribir la historia, para borrar el pasado y imponerse mejor en el presente.
“¿Esos hombres que aún hoy detienen y torturan construyen un monumento en homenaje a las personas que han asesinado?” /1. Esta pregunta la planteó Ahmed Harara. Este dentista de 33 años es un héroe en Egipto /2. Perdió un ojo durante el levantamiento contra Hosni Mubarak en enero de 2011, luego el segundo durante la batalla de la calle Mohamed Mahmoud /3 que comenzó el 19 de noviembre de 2011 y duró cerca de una semana. Derrocado Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011, el poder pasó inmediatamente a manos del ejército. Mohamed Hussein Tantawi, ministro de defensa de Mubarak entre 1991 y 2011 se puso a la cabeza del país con el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA). Nueve meses más tarde, una segunda secuencia de la revolución estalló en El Cairo en la calle Mohamed Mahmoud, cercana a la plaza Tahrir. Con alrededor de 47 muertos y centenares de heridos en varios días, fue la más violenta represión desde la caída de Mubarak. Tantawi se convirtió en el nuevo enemigo de los revolucionarios. Dos años más tarde, el ejército destituyó a Mohamed Morsi y se encuentra de nuevo de forma oficial en el puesto de mando del país. Ciego, Harara continúa movilizándose en nombre de la libertad, palabra inscrita en la lentilla de contacto que lleva. Tantawi no fue jamás juzgado. Morsi le jubiló, condecorado y le ofreció el puesto de consejero presidencial, igual que a Sami Annan /4, jefe de estado mayor del ejército y número dos del CSFA, que hoy reconoce “errores” /5 pero se niega a que solo sea el ejército quien rinda cuentas.
Un nuevo relato
La víspera de los primeros homenajes, la poderosa institución asegura respetar las conmemoraciones de todos los mártires y presenta sus condolencias a aquellos cuya sangre “ha regado el árbol de la lucha nacional” /6. Esta reescritura de la historia pasa por el discurso, pero también por una reapropiación del espacio. Los días 17 y 18 de noviembre de 2013, dos días antes de la fecha aniversario, fue erigido un monumento a la memoria de los manifestantes asesinados y de los policías en la plaza Tahrir: “quien tiene la plaza tiene el poder”. Por la tarde del día de la inauguración con gran pompa, unos vándalos lo destruyen. Es la primera vez que los que apoyan a Morsi y los militantes anti-ejército vuelven a la plaza desde el 3 de julio de 2013. Una pancarta prohíbe a los Hermanos Musulmanes, que querían también participar en el acontecimiento, a los militares y a los allegados del antiguo régimen entrar en la calle Mohamed Mahmoud, rebautizada desde 2011 calle de los mártires. Antes, las paredes de esa calle habían sido repintadas. Los frescos borrados contaban la historia de la revolución, desde los rostros de los mártires a las escenas de la vida cotidiana pasando por la antigüedad y las caricaturas de los dirigentes del ejército o de los hermanos Musulmanes. Y las manifestaciones han sido reprimidas, como el año pasado, cuando Mohamed Morsi prometía que se haría justicia a las víctimas mientras los manifestantes eran rociados con gas.
Morsi y los Hermanos Musulmanes también quisieron adornar e instrumentalizar el relato de los acontecimientos. ¿No había dicho el presidente: “los mártires murieron para que yo llegara a ser presidente” justo después de su elección? Olvidando a quienes perdieron la vida manifestándose contra el dominio de su partido y de su Hermandad sobre la política. Omitiendo el que los Hermanos Musulmanes se desolidarizaron de los manifestantes para mejor preparar las elecciones legislativas que debían coronarles. E igual que Mubarak, Morsi y el ejército continúan acusando a “elementos extranjeros” y demandan a los egipcios que permanezcan unidos frente al enemigo: los “espías venidos del extranjero”, los periodistas, los “delincuentes pagados por los seguidores de Mubarak”, los “terroristas” –término que designa ya a los Hermanos Musulmanes y sus simpatizantes, Israel o también los Estados Unidos.
La importancia de la memoria
Al mismo tiempo que se remodela el campo de la memoria y y se transforma el pasado, nacen nuevos mitos. Tras el 30 de junio de 2013, el enemigo de ayer –el ejército–se ha convertido en el único salvador. En la plaza de Tahrir y otras partes, allí donde se cantaba antes “abajo el régimen militar” y donde era colgado un monigote con la imagen de Tantawi, hoy se grita “el ejército, la policía, el pueblo, juntos de la mano”. Los periódicos y televisiones cercanos al antiguo régimen continúan repitiendo el discurso del ejército y echan ya toda responsabilidad de los acontecimientos de estos dos últimos años sobre los Hermanos Musulmanes y su presidente, primer civil democráticamente elegido. Cadenas de televisión han sido de nuevo invitadas a acudir a la plaza de Tahrir para protestar contra el terrorismo y rendir homenaje a los mártires del ejército y de la policía, así como a los activistas. Esas mismas cadenas que ya repetían las palabras de las fuerzas armadas contra los revolucionarios durante los levantamientos.
Fortalecido por este supuesto apoyo del pueblo y de los medios, el poder en pie ha desalojado los días 14 y 15 de agosto de 2013 dos sentadas de los Hermanos y simpatizantes de Morsi en El Cairo, en las plazas Rabea al-Adaweya y Al-Nahda. Superada la cota de los mil muertos, las autoridades han declarado dejar de contar, indicando hace poco que esperaban más muertos en lo que Human Rights Watch califica de “peor masacre de civiles de la historia moderna del país”. El discurso de ciertos medios, del ejército y egipcios, es sin embargo diferente: el ejército ha librado al país de terroristas. La conmemoración de los cien días de estos acontecimientos que marcarán la historia de los Hermanos Musulmanes y alimentarán así también el discurso de persecución de la Hermandad ha sido impedida por las autoridades. Han hecho construir en los lugares un monumento “para honrar a los policías y soldados” y se han propuesto cambiar el nombre de la mezquita incendiada y de la plaza dejando un nombre islámico: Rabea era el de una creyente que había dedicado su vida a la adoración de Alá.
Camuflar la impunidad
Una justicia equitativa era desde los primeros levantamientos una de las exigencias de los manifestantes. Mohsen Bahnasy, el abogado de los derechos humanos y miembro del Comité encargado de investigar sobre los acontecimientos acusa a las fuerzas de seguridad “de haber causado la masacre deliberada de manifestantes y de haber usado una fuerza excesiva en Mohamed Mahmoud”. Siempre en su opinión, las órdenes eran dadas por el general Samy Seidhom, un cercano a Mubarak y de su ministro del interior Habib Al-Adly. Adly Mansour, el actual presidente provisional, le ha nombrado vicepresidente de la provincia de Sharqiya. En abril de 2013, una investigación dirigida por el mismo comité revelaba la responsabilidad de la policía y del ejército en los asesinatos de manifestantes, torturas y desapariciones /7. Ningún verdadero responsable ha sido jamás inquietado: Mubarak y Morsi han sido juzgados por la muerte de manifestantes, no sus ministros del interior ni los responsables de la policía.
Las últimas conmemoraciones han provocado decenas de heridos y tres muertos, entre ellos un niño de diez años. Varios activistas han sido detenidos y maltratados en concentraciones contra la ley que reduce el derecho de manifestación, mientras que catorce mujeres, algunas menores de edad, han sido condenadas a once años de cárcel por pertenencia a un movimiento terrorista tras haberse manifestado en apoyo de Morsi –serían Hermanas Musulmanas /8. Solo tres policías, tres soldados /9 y unos pocos chivos expiatorios han sido condenados a penas de prisión desde el 25 de enero de 2011.
En las agendas, las conmemoraciones de la masacre de Maspero y de Mohamed Mahmoud serán seguidas de las del partido de fútbol de Port-Said; del ataque a la “chica del sujetador azul”; de la dispersión de las sentadas ante los ministerios; de la batalla de Qasr Al-Aini y de la de los camellos, y todas las demás, en particular en el resto del país. Están ya fijadas y tendrán sin duda su lote de heridos y muertos. En Egipto, los poderes se suceden, pero hay una constante: la violencia de las autoridades hacia los civiles. Fue, por otra parte, por la violencia como comenzó “la revolución egipcia”, en una comisaría de policía /10.
Notas
1/ Ursula Lindsey, “On Mohamed Mahmoud street”, The Arabist, 20/11/2013.
2/ Hélène Sallon, “Ahmad Harara, héros tragique de la révolution égyptienne”, Le Monde.fr, 23 novembre 2011.
3/ Alain Gresh, “Révolution égyptienne, acte II”, Nouvelles d’Orient, 23/11/ 2011.
4/ “Égypte: la partie d’échecs continue”, Sans transition, 14/8/ 2013.
5/ “Annan’s mystery visit to France”, Middle East Monitor, 21/11/ 2013.
6/ “Police warn against ’aggression’ on Mohamed Mahmoud clashes anniversary”, Ahram online, 17/11/ 2013.
7/ Evan Hill, Muhammad Mansour, “Egypt’s army took part in torture and killings during revolution”, The Guardian, 10/04/2013.
8/ Catherine Gouëset, “Égypte: des femmes membres des Frères musulmans condamnées”, L’Express.fr, 27/11/2011.
9/ Según Diana Eltahawy de Amnistía Internacional Egipto, dos policías fueron condenados en relación con los 18 días de levantamiento de enero de 2011, 1 por los acontecimientos de Mohamed Mahmoud. Hay procesos aún en curso y varios han sido condenados a penas con fianza. La gran mayoría ha quedado absuelta. Tres soldados han sido condenados a 2/3 años de prisión en el marco del proceso Maspero.
10/ “Khaled Said: The face that launched a revolution”, Ahram online, 6/06/2012.
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