En estas elecciones municipales del día 8-D, Maduro (PSUV) sacó a a la oposición derechista de Capriles el 6,5% (frente a un 1,5% en las pasadas elecciones de abril).
Alejandro Fierro, periodista y miembro de la Fundación CEPS. En Público
1.- El chavismo sin Chávez existe.
Existe, gana elecciones y, además, de forma contundente. Ha triunfado en el 76% de las 335 alcaldías que estaban en juego este domingo y ha obtenido 675.000 votos más que la derecha, con una ventaja de siete puntos. La oposición esperaba el desmoronamiento del chavismo tras la muerte del hiperlíder. La figura de Hugo Chávez ha sido más utilizada por la derecha que por el propio chavismo. Los dirigentes opositores que lo fustigaron en vida, ahora lo alababan para minusvalorar a sus sucesores. Maduro no es Chávez, repetían. Sin embargo, el chavismo ha demostrado ser un bloque político sólido que ha trascendido a su fundador y ya es parte sustantiva e inamovible del panorama político.
Si se acepta la teoría de la oposición de que estas elecciones eran una consulta sobre Nicolás Maduro, entonces no cabe duda de que el presidente ha sido el gran triunfador. Esta victoria es más suya que la del pasado 14 de abril, cuando llegó a la Presidencia por apenas el 1,5% de los votos. La derecha le ha ridiculizado sin piedad y no le ha concedido un mínimo margen de maniobra. Maduro ha resistido pacientemente la acometida opositora. En las últimas semanas ha tomado medidas contundentes para bajar unos precios hinchados de forma artificial por la clase empresarial con el objetivo de desestabilizar a su Gobierno. Dichas medidas, que cuentan con el respaldo de más del 70% de la población según los sondeos, han sido decisivas en la victoria. El presidente venezolano tiene ahora cerca de dos años sin elecciones para afrontar con serenidad los principales retos del país: el desarrollo productivo para abandonar la dependencia del petróleo y la mejora de unos servicios públicos y prestaciones sociales que si bien se han ido consolidando en estos 15 años, en algunos casos no tienen la calidad deseable.
3.- La derecha vuelve a fracasar
Lo ha intentado todo, tanto por vías legales (elecciones) como ilegales (golpe de estado) o ilegítimas (paros patronales, no reconocimiento de la victoria de Maduro el 14 de abril). A pesar de sus esfuerzos por presentarse como una alternativa democrática, moderna y eficaz, muchos venezolanos siguen viendo a la derecha como los representantes del neoliberalismo que en la década de los 90 hundió al país, empobreciendo al 80 por ciento de sus habitantes, y que ahora arrasa el sur de Europa. El liderazgo de Henrique Capriles será puesto en cuestión, pero el problema de la oposición no es de nombres, sino ideológico. Venezuela no quiere capitalismo neoliberal.
4.- La manipulación mediática no impacta
El paisaje apocalíptico que describe la prensa nacional e internacional no concuerda con lo que vive el pueblo cada día. Aunque hay problemas, la realidad es que el nivel de vida alcanzado por las mayorías sociales con el chavismo es el más alto de la historia del país y sigue incrementándose. El bienestar económico se produce en el marco de una democracia plena y con el disfrute íntegro de derechos y libertades. Los venezolanos, que saben perfectamente que los medios de comunicación se alinean con la derecha, reaccionan votando en su contra ante tan burda manipulación informativa.
5.- Continuará el acoso
El cerco político, económico y mediático se mantendrá. El neoliberalismo no puede permitir una experiencia como la de Venezuela. El gobierno en favor de las mayorías va en contra de la ideología dominante que privilegia el beneficio de unos pocos. Además, esta experiencia se lleva a cabo en un país inundado de petróleo, el verdadero objeto de deseo del capital. La decisión soberana del pueblo no va a detenerlos. Los venezolanos y venezolanas sólo se tienen a sí mismos. El final abrupto de este proyecto significaría reducir las esperanzas de cambio en países como España. Aquellas personas que creen que es posible transformar la realidad deberían abandonar sus prejuicios y mirarse en el espejo chavista.
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