jueves, 9 de octubre de 2014

La ONG-ización de la resistencia

Uno de los peligros a los que se enfrentan los movimientos de masas es la ONG-ización de la resistencia. Sería fácil tergiversar lo que voy a decir para convertirlo en una acusación contra todas las ONG. Pero eso sería una falsedad.

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Arundhati Roy, en Massalijn. Traducción: Carlos García. Tomado de Tercera Información.
Viñeta de WebIslam



Sería fácil tergiversar lo que voy a decir para convertirlo en una acusación contra todas las ONG. Pero eso sería una falsedad.. Entre el turbio océano de ONG falsas, creadas para desviar el dinero de las subvenciones o para evadir impuestos (que, en estados como Bihar (India), se tratan como si fueran una dote), se encuentran, por supuesto, ONG que desempeñan un valioso trabajo. Sin embargo, el fenómeno debe entenderse en un contexto político más amplio.

En la India, por ejemplo, el boom de las ONG subvencionadas comenzó a finales de los 80 y en los 90, coincidiendo con la apertura al neoliberalismo de los mercados indios. Por aquel entonces el Estado, de acuerdo con las necesidades que imponía el ajuste estructural, retiró fondos destinados al desarrollo rural, la agricultura, la energía, el transporte y la sanidad pública. Al renunciar el Estado a su labor tradicional, las ONG se pusieron a trabajar en esos campos. La diferencia, por supuesto, radica en que la financiación de que disponían era una fracción minúscula de la cantidad que se había recortado del gasto público.

La mayoría de las ONG que reciben una gran financiación la obtienen de agencias de ayuda al desarrollo, que también las patrocinan y que, a su vez, obtienen sus ingresos de los gobiernos occidentales, el Banco Mundial, la ONU y algunas empresas internacionales. Aunque quizá no se trate las mismas agencias, sí que forman parte de la imprecisa formación política que supervisa este proyecto neoliberal y exige que, antes que nada, se recorten los gastos gubernamentales.
¿Por qué deberían financiar estas agencias a las ONG? ¿No se tratará de un fervor misionero y rancio? ¿Se sentirán culpables? Hay algo más que eso. Las ONG dan la impresión de llenar un vacío creado por un Estado que se bate en retirada. Y hacen justamente eso, pero de una manera sustancialmente intrascendente. En realidad contribuyen apaciguando las iras políticas, distribuyendo como ayuda o caridad aquello que la gente debería tener por derecho. Alteran la psique pública. Convierten a la gente en víctimas dependientes y desbastan el filo de la resistencia política. Las ONG forman una especie de amortiguador entre el sarkar o político indio y la gente, entre el Imperio y sus súbditos. Se han convertido en árbitros, en intérpretes, en facilitadores.

A largo plazo, las ONG deben rendir cuentas ante sus financiadores, no ante la gente entre la que trabajan. Son lo que los botánicos llamarían una especie indicadora. Es casi como si, cuanta más destrucción causa el neoliberalismo, más ONG aparecen. Nada ilustra esto de manera más dolorosa que el fenómeno de los EEUU., que mientras se preparan para invadir un país, disponen todo para que las ONG puedan ir a reconstruir y paliar la destrucción. Para asegurarse de que su financiación no se ve amenazada y de que los gobiernos de los países en los que trabajan les permitirán operar, las ONG se ven obligadas a presentar su trabajo de manera superficial, delimitándolo más o menos a un contexto político o histórico. En cualquier caso, un contexto histórico o político inadecuado.

Los informes apolíticos (por tanto, en realidad, extremamente políticos) desfavorables sobre los países pobres y las zonas en conflicto acaban consiguiendo que las personas (negras) de esos países (negros) parezcan víctimas patológicas. Otro indio desnutrido, otra etíope famélica, otro afgano en un campo de refugiados, otra sudanesa mutilada… que necesitan la ayuda del hombre blanco. Están reforzando, inconscientemente, los estereotipos racistas, y reafirmando los logros, las comodidades y la compasión (la «amorosa firmeza») de la civilización occidental. Son los misioneros seculares del mundo moderno.

En última instancia el capital de que disponen las ONG desempeña en la política alternativa (a menor escala pero con más insidia) el mismo papel que el del capital especulativo de entrada y salida en las economías más pobres. Comienza por dirigir la vida política, convierte las confrontaciones en negociaciones, despolitiza la resistencia. Interfiere con los movimientos populares locales, que han sido siempre independientes y autónomos. Las ONG disponen de fondos para dar trabajo a personas del entorno que, de otra forma, podrían ser activistas en movimientos de resistencia, pero que de esa manera sienten que están haciendo algo bueno, inmediato y creativo (mientras, al mismo tiempo, se ganan la vida).

En la resistencia política de verdad no existen esos «atajos». La conversión de la política en un asunto de ONG convierte esta oposición en un trabajo educado y razonable, con un sueldo y un horario de oficina. Y además, con beneficios. La resistencia real implica consecuencias reales. Y no tiene sueldo.

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