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Tomado de Esquerra Anticapitalista. Foto: "Las vidas negras importan", dice un cartel en las protestas (Reuters)
Barricadas, autos incendiados, tiroteos, e incluso saqueos, protagonizan desde anoche uno de los capítulos más violentos de la historia de Ferguson, en Misuri, donde el pasado 9 de agosto el policía blanco Darren Wilson mató a Michael Brown, un joven negro desarmado que caminaba por la calle con un amigo.
Las protestas, que encontraron eco en otras ciudades del país, estallaron ayer cuando se conoció lo esperable pero inesperado: un gran jurado decidió no presentar cargos contra el agente Wilson por falta de pruebas.
De los 60 testigos que pasaron frente al jurado, casi ninguno estaba seguro de qué fue lo que sucedió. "Muchos de los mismos testigos reconocieron que no vieron el tiroteo", admitió anoche el Fiscal del Condado de San Louis, Bob McCulloch.
Entonces, se apegaron a la versión del propio Wilson. Según él, todo comenzó cuando Brown, de 18 años, y un amigo caminaban por la calle y él les pidió que subieran a la vereda, a lo que hicieron caso omiso. Un atado de cigarrillos en la mano de Brown despertó la desconfianza del agente, a quien le habían reportado hacía instantes que habían robado un comercio cercana. Por ese atado de cigarrillos, el policía pidió refuerzos y colocó su auto frente a los dos jóvenes.
Según Wilson, Brown se violentó, golpeó la puerta del patrullero y cuando el policía sacó su arma, el joven lo provocó, lo llamó "cobarde", agarró la pistola y lo amenazó. Ante los dos primeros disparos del policía, el joven huyó y el agente comenzó a perseguirlo. Acá es donde comienza la historia a tener varias caras.
"Los relatos de los testigos se contradecían sobre si Brown caminó, tropezó o volvió a atacar a Wilson antes de resultar herido fatalmente", dijo McCulloch. Los abogados de la familia Brown afirman que el adolescente intentaba rendirse cuando recibió los disparos, mientras que quienes apoyan a Wilson afirman que el policía temía por su vida y abrió fuego en defensa propia.
Lo único que se sabe con certeza es que Wilson disparó 12 veces contra Brown, el último tiro le perforó la parte superior de la cabeza, y el cuerpo del joven cayó a unos 153 metros del patrullero.
El fallo del gran jurado, que escuchó más de 70 horas de testimonios de unos 60 testigos, no fue novedoso en un país donde la mayoría de los policías que abren fuego no son procesados. Gozan del beneficio de la duda, gracias a una decisión de la Corte Suprema de 1989 que decía que el uso de la fuerza debe ser evaluado a través de la "perspectiva de un oficial racional en la escena", y no ser juzgado después de los hechos.
La determinación del gran jurado no sorprendió pero sí enojó. La absolución de un policía blanco que disparó 12 veces a un joven negro desarmado en un suburbio de San Luis donde más de un 60% de los residentes son afroamericanos pero sólo 3 de los 56 policías locales representan a esa comunidad, fue la gota que rebalsó un vaso cargado de décadas de una historia de tensión, temor y resentimiento.
Una historia de tensión
Cuando faltan apenas meses para que se cumplan los 50 años del infame "Bloody Sunday" ("Domingo Sangriento"), una jornada de represión policial contra una marcha a favor del voto de los negros en marzo de 1965, Ferguson demuestra que pese a la elección del primer presidente afroamericano en 2008, la tensión racial es un tema no resuelto en Estados Unidos, donde casi el 13% de la población es negra.
No se trata sólo de Ferguson, ni se trata de solo de Brown. Antes fue Trayvon Martin, un adolescente negro asesinado en 2012 por el vigilante civil blanco George Zimmerman en Florida, y después, el domingo último, un chico negro de 12 años que jugaba con una pistola de juguete en una plaza y no pudo sobrevivir a la bala que sailó de un arma -verdadera- de un policía y se incrustó en su pecho.
"En demasiados lugares de este país existe una profunda desconfianza entre las fuerzas de seguridad y las comunidades de color, parte de esto es el resultado de una historia de discriminación racial, y es trágico porque nadie necesita más la protección policial que las comunidades pobres con altos índices de criminalidad", dijo anoche el presidente, Barack Obama, en un diagnóstico sobre el país que él gobernó en los últimos seis años.
Ahora el caso Brown queda en manos de su gobierno. El Departamento de Justicia continúa con su investigación sobre el caso y deberá determinar si hubo violación de los derechos civiles, recordó anoche el fiscal general, Eric Holder, el funcionario negro que logró llevar la calma a Ferguson meses atrás y que hoy se enfrenta a un nuevo desafío, y quizás el último antes de dejar su cargo, como anunció en septiembre pasado.
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