"Solamente construiremos salidas reales con una nueva programación de las formas y métodos de construir la política brasilera, que debe ser hecha para y con el Pueblo. El PSOL está de ese lado de la batalla."
-COMUNICADO-
PSOL (Partido Socialismo e Liberdade). Traducción: Ernesto Herrera-Correspondencia de Prensa
En este domingo (17), los seis diputados del PSOL –Ivan Valente, Chico Alencar, Jean Wyllys, Glauber Braga, Luiza Erundina y Edmilson Rodrigues– votarán contra la apertura de proceso de impeachment de la presidenta Dilma Rousseff.
El PSOL es y siempre fue de oposición, a la izquierda, de los gobiernos petistas, desde Lula, pasando por el primero y llegando a este segundo mandato de la presidenta Dilma. El PSOL surgió mayoritariamente de una ruptura del propio PT, durante la votación contra la Reforma de Previsión Social en 2003, propuesta por el gobierno. Lanzó candidatos contra las listas petistas en las elecciones de 2006, 2010 y en 2014 y no participó de las coaliciones que eligieron la base parlamentaria de este gobierno (...)
Nuestros seis diputados votan en la mayoría de las veces contra el gobierno porque el PSOL y su bancada en la Cámara de Diputados consideran a este gobierno políticamente indefendible. La aplicación de un duro ajuste fiscal en las espaldas de los trabajadores, asumiendo las pautas de la derecha, es inaceptable. El mantenimiento de ese proyecto económico y de una base política fundamentada en alianzas con partidos de los más tradicionales, excluyen cualquier posibilidad de que este gobierno haga una política genuina para los trabajadores y el pueblo pobre.
Como se sabe, el PSOL no tiene cargos en el gobierno federal, no propondrá ministros y no tiene interés en participar de las negociadas de enmiendas parlamentarias a cambio de votos contra el impeachment. Condenamos esa práctica, principio de diversas prácticas corruptas, contra las cuales luchamos diariamente.
Nuestro voto será por la convicción de que, de la forma que está siendo conducido el impeachment, se configura como un golpe institucional, injusto no sólo contra el gobierno, sino contra la población del país. El proceso tiene vicios de origen y poca o ninguna consistencia jurídica, además de significar un retroceso político.
Pedaladas fiscales
Dilma no está siendo juzgada por corrupción o por los errores de su gobierno. Está siendo juzgada por haber practicado las llamadas “pedaleadas fiscales”, decretos de suplementación presupuestaria que aplaza pagos a bancos públicos y privados. La argumentación de los abogados que protocolaron el pedido que viene siendo juzgado alega que “las maniobras fiscales crearon un ambiente ilusurio que favoreció a la presidente en su reelección”.
En primer lugar, las “pedaleadas fiscales” no caracterizan crimen de responsabilidad, necesidad primera para destituir a un presidente electo. La insuficiencia jurídica aumenta cuándo el pedido es hecho apenas para Dilma, como si su vice, Michel Temer, no se hubiese “beneficiado” juntamente a la presidenta.
La bancada del PSOL presentó, en la comisión del impeachment, un voto por separado arguementando sobre eso.
Conducción
El segundo punto es la propia conducción del proceso. Si hay un sector de la política brasilera sin legitimidad para derribar a una presidenta, en especial cuando no hay crimen de responsabilidad y sobre la cual no pesan denuncias directas de corrupción, es un Congreso dirigido por Eduardo Cunha y Renan Calheiros, ambos del PMDB.
Cunha hace del impeachment su venganza contra quién no quiso defenderlo de las diversas denuncias de corrupción que pesan contra él. El presidente de la Cámara de Diputados debe, antes de todo, explicaciones sobre sus cuentas en Suiza, sobre los documentos de los “Papeles de Panamá” que lo colocan como dueños de empresas offshores usadas para lavar dinero oriundo de corrupción y sobre las denuncias provenientes de por los siete delaciones premiadas, en el ámbito de la Operación Lava Jato, que lo citan como beneficiario directo del escándalo de la Petrobras.
Antes que nada, para el PSOL, Cunha se debe retirar (o ser retirado por la Justicia) del comando de la mayor casa legislativa del país. Un proceso tan grave para el país como un impeachment no puede ser conducido por un político como este.
Articulación golpista y mediática
En sí, impeachment no es golpe. Es un instrumento de nuestra Constitución. Pero, juntando a los elementos ya dichos anteriormente (la falta de consistencia jurídica, ausencia de crimen y conducción vengativa de Cunha), con la gran articulación de acuerdos sucios que viene construyendo para el pos-impeachment, se torna un proceso de golpe institucional.
Los grandes operadores de este proceso, además de Cunha, son el alto plumaje tucano (PSDB), con Aécio Neves y José Serra a la cabeza; Paulinho de la Fuerza (SD/SP) y la gran banda de los que esperan zafarse de las acusaciones de corrupción que se amontonan; y Michel Temer, el vicepresidente que espera ser el gran representante de la llamada “unión nacional” en un supuesto nuevo e ilegítimo gobierno, con más ajuste fiscal, menos derechos laborales y, especialmente, un gran acuerdo para silenciar los escándalos. Todos citados los citados anteriormente, tienen grandes problemas con la Justicia.
Esta fuerte articulación tiene como principal aliada a los grandes medios de prensa brasileros que, junto a sectores financieros, abandonaron la máscara de la imparcialidad para tornarse portavoces de la campaña por el impeachment.
No es por ser de oposición que el PSOL se sumará a este grupo y a esa articulación. Nuestra construcción política tiene base en la ética, en el programa y, siempre, en la democracia.
Nuestras salidas
El PSOL es y continuará siendo oposición de izquierda. Nuestras diferencias con el gobierno actual son programáticas: no creemos en este modelo de hacer política. Estamos contra el ajuste fiscal y el retiro de derechos a los trabajadores. Votaremos contra la tercerización, la reforma de la previsión social y otros diversos proyectos que cuentan con el apoyo del gobierno.
Por eso, decimos: la salida a la crisis es por la izquierda. Además del combate a todos los retrocesos, presentamos a Brasil una plataforma de cambio en la política económica, priorizando el crecimiento del sector productivo en lugar de la especulación financiera, con reducción drástica de las tasas de interés y grandes inversiones sociales.
También creemos que un nuevo ciclo sólo puede ser iniciado con profundas reformas, con la democratización de los medios de comunicación, para que la pluralidad de voces no sea suprimida; la reforma política, para que el pueblo vuelva a participar en la decisiones del país; la tributaria, para acabar con el modelo injusto de cobranza actual y tasar las grandes fortunas; entre otras.
Solamente construiremos salidas reales con una nueva programación de las formas y métodos de construir la política brasilera, que debe ser hecha para y con el Pueblo. El PSOL está de ese lado de la batalla.
Como se sabe, el PSOL no tiene cargos en el gobierno federal, no propondrá ministros y no tiene interés en participar de las negociadas de enmiendas parlamentarias a cambio de votos contra el impeachment. Condenamos esa práctica, principio de diversas prácticas corruptas, contra las cuales luchamos diariamente.
Nuestro voto será por la convicción de que, de la forma que está siendo conducido el impeachment, se configura como un golpe institucional, injusto no sólo contra el gobierno, sino contra la población del país. El proceso tiene vicios de origen y poca o ninguna consistencia jurídica, además de significar un retroceso político.
Pedaladas fiscales
Dilma no está siendo juzgada por corrupción o por los errores de su gobierno. Está siendo juzgada por haber practicado las llamadas “pedaleadas fiscales”, decretos de suplementación presupuestaria que aplaza pagos a bancos públicos y privados. La argumentación de los abogados que protocolaron el pedido que viene siendo juzgado alega que “las maniobras fiscales crearon un ambiente ilusurio que favoreció a la presidente en su reelección”.
En primer lugar, las “pedaleadas fiscales” no caracterizan crimen de responsabilidad, necesidad primera para destituir a un presidente electo. La insuficiencia jurídica aumenta cuándo el pedido es hecho apenas para Dilma, como si su vice, Michel Temer, no se hubiese “beneficiado” juntamente a la presidenta.
La bancada del PSOL presentó, en la comisión del impeachment, un voto por separado arguementando sobre eso.
Conducción
El segundo punto es la propia conducción del proceso. Si hay un sector de la política brasilera sin legitimidad para derribar a una presidenta, en especial cuando no hay crimen de responsabilidad y sobre la cual no pesan denuncias directas de corrupción, es un Congreso dirigido por Eduardo Cunha y Renan Calheiros, ambos del PMDB.
Cunha hace del impeachment su venganza contra quién no quiso defenderlo de las diversas denuncias de corrupción que pesan contra él. El presidente de la Cámara de Diputados debe, antes de todo, explicaciones sobre sus cuentas en Suiza, sobre los documentos de los “Papeles de Panamá” que lo colocan como dueños de empresas offshores usadas para lavar dinero oriundo de corrupción y sobre las denuncias provenientes de por los siete delaciones premiadas, en el ámbito de la Operación Lava Jato, que lo citan como beneficiario directo del escándalo de la Petrobras.
Antes que nada, para el PSOL, Cunha se debe retirar (o ser retirado por la Justicia) del comando de la mayor casa legislativa del país. Un proceso tan grave para el país como un impeachment no puede ser conducido por un político como este.
Articulación golpista y mediática
En sí, impeachment no es golpe. Es un instrumento de nuestra Constitución. Pero, juntando a los elementos ya dichos anteriormente (la falta de consistencia jurídica, ausencia de crimen y conducción vengativa de Cunha), con la gran articulación de acuerdos sucios que viene construyendo para el pos-impeachment, se torna un proceso de golpe institucional.
Los grandes operadores de este proceso, además de Cunha, son el alto plumaje tucano (PSDB), con Aécio Neves y José Serra a la cabeza; Paulinho de la Fuerza (SD/SP) y la gran banda de los que esperan zafarse de las acusaciones de corrupción que se amontonan; y Michel Temer, el vicepresidente que espera ser el gran representante de la llamada “unión nacional” en un supuesto nuevo e ilegítimo gobierno, con más ajuste fiscal, menos derechos laborales y, especialmente, un gran acuerdo para silenciar los escándalos. Todos citados los citados anteriormente, tienen grandes problemas con la Justicia.
Esta fuerte articulación tiene como principal aliada a los grandes medios de prensa brasileros que, junto a sectores financieros, abandonaron la máscara de la imparcialidad para tornarse portavoces de la campaña por el impeachment.
No es por ser de oposición que el PSOL se sumará a este grupo y a esa articulación. Nuestra construcción política tiene base en la ética, en el programa y, siempre, en la democracia.
Nuestras salidas
El PSOL es y continuará siendo oposición de izquierda. Nuestras diferencias con el gobierno actual son programáticas: no creemos en este modelo de hacer política. Estamos contra el ajuste fiscal y el retiro de derechos a los trabajadores. Votaremos contra la tercerización, la reforma de la previsión social y otros diversos proyectos que cuentan con el apoyo del gobierno.
Por eso, decimos: la salida a la crisis es por la izquierda. Además del combate a todos los retrocesos, presentamos a Brasil una plataforma de cambio en la política económica, priorizando el crecimiento del sector productivo en lugar de la especulación financiera, con reducción drástica de las tasas de interés y grandes inversiones sociales.
También creemos que un nuevo ciclo sólo puede ser iniciado con profundas reformas, con la democratización de los medios de comunicación, para que la pluralidad de voces no sea suprimida; la reforma política, para que el pueblo vuelva a participar en la decisiones del país; la tributaria, para acabar con el modelo injusto de cobranza actual y tasar las grandes fortunas; entre otras.
Solamente construiremos salidas reales con una nueva programación de las formas y métodos de construir la política brasilera, que debe ser hecha para y con el Pueblo. El PSOL está de ese lado de la batalla.
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