miércoles, 27 de agosto de 2014

Todo comenzó un viernes 13

Si el alto el fuego acordado en El Cairo entre Israel y la resistencia palestina tiene éxito, este último enfrentamiento ha llegado a su final sin que el Estado de Israel haya logrado imponer ninguno de los objetivos políticos o militares declarados durante estos 74 días.


Sergio Yahni, director del Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén.

El viernes 13 de junio, por la mañana, el ejército israelí salió a erradicar lo que en Israel se conoce como amenaza terrorista. La noche anterior, tres adolescentes judíos habían sido secuestrados al norte de la ciudad de Hebrón. La policía, los servicios secretos y el primer ministro acusaban a Hamás, el Movimiento de Resistencia Islámico, de estar detrás de los secuestros.
En realidad, los jóvenes habían sido asesinados inmediatamente al secuestro, y tanto los servicios de seguridad de Israel como el primer ministro tenían conocimiento de ello. Pero el secuestro y asesinato fue utilizado como excusa de una operación policial y militar que pretendía terminar Hamás.
Los servicios de seguridad, la policía y el ejército tenían órdenes de golpear a una formación política que ya había reconocido su derrota.
Habían pasado poco más de dos semanas desde que Hamás entregara las riendas del futuro del pueblo palestino a manos del presidente Abbas, en el pacto de unidad nacional palestino. El golpe militar en Egipto y la derrota de los Hermanos Musulmanes había llegado al punto de aceptar la supremacía política y militar del presidente palestino. Una demanda que desde el 2008 era el único punto en discordia entre la Dirección de la Autoridad Palestina y la Dirección de Hamás. A cambio, Hamás esperaba que su suerte mejorara en las próximas elecciones. Claro está que eran bastante optimistas dada la manera en que se están desarrollando las condiciones políticas en la región.
En los días siguientes, el ejército de Israel arrestó a unos 530 palestinos, incluyendo a todos los líderes de Hamás en Cisjordania. Entre los detenidos también se encontraban el portavoz del Consejo Legislativo Palestino y varios diputados. Cinco palestinos murieron durante la operación militar.
La ofensiva israelí del viernes 13 de junio de 2014 cambió radicalmente el desarrollo de este proceso, transformando a Hamás en la dirección indiscutible de la resistencia nacional palestina, y relegando a Al Fatah y su dirección a ser meros observadores o ayudantes tras la expansión de la ofensiva a la Franja de Gaza.
En Israel, la ofensiva tenía la total aprobación de la población y ninguna fuerza política representada en el Parlamento se atrevió a demandar cuentas al Gobierno. Es más, el primer ministro Netanyahu es el primer líder israelí que ha llevado adelante una operación militar en los últimos 32 años sin tener que enfrentarse a manifestaciones masivas.
Por su parte, Hamás no sólo se encontraba en el peor contexto político posible, sino que su aislamiento era tan duro que ni siquiera podía contar con la simpatía humanitaria del pasado: la única alternativa humanitaria propuesta tanto por Europa como por la Liga Árabe era la rendición.
Por primera vez desde los días de lucha en el gueto de Varsovia, la resistencia palestina en la Franja de Gaza, un ejército guerrillero, logró enfrentarse a un ejército regular sin retaguardia. Pero, contradiciendo toda lógica, la resistencia no sucumbió, al contrario, tras más de un mes de lucha en el terreno, el ejército de tierra israelí fue forzado a retirarse de la Franja de Gaza sin haber conseguido ninguno de sus objetivos. Semanas más tarde, tras la intensificación de los bombardeos, Israel se ve forzada a aceptar un alto el fuego que se adapta a las demandas de Hamás.
Según la prensa israelí, el ejército estima que derrotar la resistencia requeriría un precio que la sociedad israelí no está dispuesto a pagar. Un escenario de este tipo supondría el sacrificio de cientos de soldados y un número elevado de soldados israelíes caerían en manos de la resistencia vivos o muertos. Es más, “limpiar” la Franja de Gaza de fuerzas de la resistencia después de su ocupación tomaría, al menos, cinco años.
Sin dar lugar a un debate adecuado en el Gabinete, el primer ministro evitó llevar los acuerdos de El Cairo a votación y sólo se informó a los ministros que Netanyahu decidió. El equipo del primer ministro argumenta que el debate y la votación en el Gabinete no eran legalmente necesarios.
El acuerdo formulado por Egipto propone que tras un mes de alto el fuego las partes discutirán la desmilitarización de la Franja de Gaza, tal como lo demanda Israel, y la construcción de un aeropuerto y un puerto marítimo, como lo demandan los palestinos. Israel se comprometió a abrir los pasos fronterizos y permitir la entrada de los suministros necesarios para la reconstrucción, a extender la zona de pesca de tres a 12 millas náuticas, y a remover la franja sobre los límites con Israel, donde se prohíbe entrar a los campesinos palestinos.
Adicionalmente, se han cancelado las restricciones a las transferencias de dinero a Gaza, de tal manera que se pueda pagar los salarios de los empleados del Gobierno anterior, encabezado por Hamás.
Tony Blair, emisario del Cuarteto para Oriente Próximo y uno de los firmantes en las negociaciones en El Cairo, ha declarado que ahora es el momento de centrarse en la reconstrucción de Gaza a largo plazo bajo el control de la Autoridad Palestina.
“Dicho plan permitiría una mejor vida para la población civil en Gaza y la seguridad de los ciudadanos de Israel”, dijo el ex primer ministro británico, sin darse cuenta de que las relaciones de fuerza en la política palestina han cambiado. Muy poco le importa a la población palestina la “seguridad de Israel”, y la única autoridad que mantiene el presidente palestino es el haber sido parte de los mediadores en El Cairo. No es de esperar que la población palestina esté dispuesta a canjear lo que se consiguió con sacrificio en el campo de batalla por un plato de lentejas.
La estrategia militar israelí asume que la presión militar sobre la población civil llevará a ésta a demandar que los guerrilleros entreguen sus armas. Por lo tanto, la población civil fue el principal objetivo de los bombardeos israelíes llevando al ejército de Israel al fracaso. De la misma manera, fracasarán los mediadores que no comprendan que el pueblo palestino decidió marchar por su libertad, soberanía e independencia.

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