jueves, 3 de enero de 2013

2013, un año para las soluciones: Atención a los movimientos telúricos bajo la frágil arena internacional



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La crisis global ha provocado un corrimiento hacia el sur del Norte rico, dibujando una Europa en la que el eje mediterráneo parece condenado a asemejarse cada vez más a los países del este, que 25 años después de la caída de la URSS, siguen condenados en el vagón de cola.

EEUU sigue buscando un nuevo paradigma que le permita mantener su primacía mundial y, olvidada la Guerra Fría y tras salir trasquilado de su último decenio de guerra al islam, vuelve su mirada hacia el que fue siempre su objetivo geoestratégico, el Pacífico.

Cuenta, para ello, con la competencia creciente de una China que ya ha dejado de ser una potencia emergente y se ha convertido en la segunda economía mundial y en la principal fábrica del Planeta.

EL EJE DEL PACÍFICO
El mundo es cosa de dos

Las complejas relaciones entre EEUU y China marcarán, sin duda, el devenir del nuevo año y de los siguientes. Y conviene remarcar esa complejidad, toda vez que, más allá de la escenificación periódica de conflictos -en torno al tipo de cambio del reminbi o a aspectos comerciales- ambas potencias se necesitan mutuamente. A Pekín no le interesa un debilitamiento de EEUU más allá de un límite y Washington tiene en China a uno de los principales compradores de su inmenso déficit.

Otro tanto ocurre con la cuestión militar. EEUU denuncia una y otra vez el incremento ciertamente exponencial en gastos de defensa de los dirigentes chinos, pero estos recuerdan que siguen derivando menos proporción del PIB del país a este capítulo que lo que gasta EEUU. Y, en cifras absolutas, el Pentágono se lleva medio billón largo de dólares al año, mientras el Ejército Popular chino, el más numeroso del mundo, no supera los 80.000 millones.

En este juego de acusaciones demagógicas, no hay duda de que EEUU aprovechará la inquietud que genera el repunte de las reivindicaciones territoriales de China en muchos de sus vecinos -y algunos aliados estratégicos de EEUU- como Japón, Corea del Sur, Vietnam y Filipinas para tratar de consolidar su dominio del Pacífico.

Pekín intentará hacer valer el diálogo bilateral para solucionar esas disputas, mientras EEUU apelará a soluciones regionales en las que el peso chino se diluya y su propia posición marque la pauta a seguir.

AMÉRICA LATINA
Escalada de tensiones

La disputa por la hegemonía regional entre tres grandes potencias, Estados Unidos, China y Brasil, dibuja en el horizonte una escalada de conflictos. Para 2013 podemos esperar mayor activismo de las principales fuerzas desestabilizadoras, las derechas aliadas de Washington, por lo menos en Venezuela y Argentina, que se han convertido en los escenarios de las mayores confrontaciones.

La posible desaparición de Hugo Chávez pondrá a prueba la solidez del proceso bolivariano. Aunque Brasil y China han establecido sólidas alianzas estratégicas con Venezuela, la derecha y Estados Unidos mantienen su capacidad desestabilizadora. En Argentina el gobierno de Cristina Fernández deberá mostrar que puede manejar la situación económica y financiera para frenar la escalada social y política de las clases medias y altas contra su gobierno.

En el resto de la región sudamericana predomina la estabilidad aunque falta acomodar la situación paraguaya postgolpe constitucional contra Fernando Lugo. A través de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Brasil viene mostrando su capacidad estabilizadora en la región, que está optando por resolver sus asuntos sin la injerencia estadounidense. El Mercosur, ampliado con Venezuela, seguirá creciendo con la incorporación de Bolivia y Ecuador.

Más al norte, en el Caribe, Centroamérica y México, la relación de fuerzas es completamente diferente. La mano militar del Pentágono y del Comando Sur siguen marcando el ritmo con escasas interferencias. El núcleo de la conflictividad interestatal y social seguirá focalizada en Sudamérica, y muy en particular en la región andina del Perú, donde colisionan las hegemonías decadentes y las emergentes.

EL MUNDO ÁRABE
Avance a trompicones

Dos años después, podemos enumerar algunas de las consecuencias negativas de la «primavera árabe»: la confrontación militar (Siria) o la confrontación política (Túnez, Egipto, Libia, Yemen) han dado una nueva oportunidad a los grupos asociados a la franquicia Al-Qaeda, han aumentado la influencia de las potencias reaccionarias del Golfo (Arabia Saudí y Qatar) y desplazado la batalla por la democratización hacia una «guerra fría» entre sunnismo y chíismo, han llevado al gobierno (Túnez y Egipto) a partidos islamistas complacientes con el capitalismo, han fragilizado todas las fronteras nacionales y han producido una fractura en la izquierda árabe e internacional. ¿El balance es, por tanto, desastroso?

Todos esos efectos solo podían ser evitados manteniendo dictaduras feroces cuyo cuestionamiento ha abierto, en cambio, un abanico de potenciales transformaciones.

Desde el punto de vista geoestratégico, podemos señalar algunas: Israel se encuentra más aislada y desprestigiada que nunca mientras que Palestina refuerza su papel simbólico como capital y garantía del anti-imperialismo regional, EEUU recula en la zona frente a una nueva promiscuidad de alianzas cruzadas entre viejas potencias y potencias emergentes y se pone punto final, con veinte años de retraso, a la Guerra Fría y al siglo XX.

Pero desde el punto de vista político, un proceso que sólo puede ser largo apunta ya cambios impensables hace tres años: pueblos que se movilizan y organizan y que amenazan por primera vez el corazón de la bestia (los países del Golfo y Jordania), mujeres y minorías lingüísticas y nacionales que luchan por sus derechos, una izquierda que se sacude esquemas atávicos y reencuentra la calle, la emergencia al primer plano de una juventud reprimida y humillada, la refundación de una cultura que se inclinaba, fascinada o aterrorizada, ante el poder personal y que, a través del mito Bouazizi, se alinea con los perdedores y rechaza los despotismos.

El balance será aún provisional durante décadas. Pero habría que estar loco -o ser imperialista- para preferir que no hubiera ocurrido.

ASIA Y EURASIA
Afganistán e Irán

2013 estará marcado por los acelerados planes de retirada occidental de Afganistán, lo que sin duda generará un cataclismo en una región, Asia Central, que se mantiene en una posición de equilibrio sobre alfileres.

Rusia ya está calibrando el futuro de una zona en la que todo hace presagiar un regreso con fuerza del poder talibán y, en el peor de los escenarios, una guerra civil que podría reanimar a los latentes movimientos islamistas, particularmente fuertes en el estratégico valle de Fergana y que disputan el status quo que Rusia logró mantener en repúblicas como Uzbekistán y Tayikistán manteniendo a dictadores en el poder.

En fin, habrá que estar asimismo muy atentos al año crucial que vivirá Irán, con unas elecciones en las que se anuncia el regreso de las viejas facciones del stablishment revolucionario -tras un acuerdo entre el ayatollah Jomenei y Akbar Hashemi Rafsanjani - por la retirada del presidente Mahmud Ahmedinejad- y no se descarta que Occidente vuelva a intentar socavar al poder de Teherán con un nuevo ensayo de revolución de colores como el que fracasó en las presidenciales de 2009. Todo ello como alternativa a una guerra contra Irán por razón de su programa nuclear que solo aparece en la agenda de Israel. El problema es Tel Aviv y su creciente unilateralismo.

UNIÓN EUROPEA
«Hallo 2013»

En el ámbito europeo y de la Unión Europea, será un año marcado por las elecciones alemanas de otoño. Y no porque la reelección de Merkel o el regreso del SPD al poder vaya a cambiar mucho la relación de este país con la UE, sino porque buena parte del desarrollo y ritmo del titubeante proceso integrador comunitario pasa a «modo invierno» cada vez que un «grande» vota.

2013, el año que verá el ingreso de Croacia, comienza con un cambio en la presidencia semestral de (algunos de) los consejos de ministros de la Unión. Irlanda releva a Chipre. Pero, sobre todo, arranca con la negociación pendiente del marco presupuestario plurianual (2014-2020), donde la Unión aparece más rota que dividida en dos bandos: los contribuyentes netos que quieren reducir el presupuesto y los necesitados, convertidos en europeístas convencidos en su reclamación de más caja común. La negociación marcará el devenir de la UE a partir de 2014 y condicionará otros aspectos de la discusión aparcada en diciembre sobre el desarrollo de la Unión Económica y Monetaria.

Dos temas deberían ser prioritarios: cómo reactivar la economía y cómo revertir el brutal deterioro del tan célebre como casi inexistente modelo de bienestar social europeo (hay más de uno, obviamente).

En el ámbito más social, quizás lo más llamativo será observar la evolución de la iniciativa de la Comisión Europea para luchar contra el tabaco. El reconocimiento de títulos para trabajar en otro estado miembro será también un punto relevante de la agenda europea en 2013.

ÁFRICA 
¿El retorno de Al Qaeda?

La descolonización africana con regla y cartabón y el olvido al que el mundo ha sometido al Continente Negro lo convierte en un escenario inmejorable para la inestabilidad y su corolario, su emergencia como refugio de movimientos que han perdido sus santuarios originales, tanto por sus propios errores como por presiones externas.

Es el caso de la franquicia de Al-Qaeda y de grupos situados en la órbita del yihadismo trasnacional. Mali y la vasta región de Azawad (equiparable al territorio del Estado francés) será sin duda noticia en 2013. Reivindicado como su territorio por los tuaregs, la inestabilidad tras el golpe de Estado en Mali fue aprovechada para ocupar-liberar el territorio, en el que Al Qaeda del Magreb y otros grupos han logrado una posición de ventaja. No acaba ahí la lista de países con graves problemas armados ligados con una interpretación rigorista de la yihad. Es el caso del norte de Nigeria, con el movimiento Boko Haram (los talibanes nigerianos) y puede ser el de Níger, un vasto territorio que comparte frontera -es un decir- con la inestable Libia.

Todo ello en un continente en el que la pobreza extrema y la inestabilidad coinciden con un proceso creciente de urbanización (con megaurbes como Lagos y Kinshasa) que es una bomba de relojería en unas sociedades sin la más mínima articulación social y económica. Ojalá exageremos.

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