Bab al-Shams ('Puerta del Sol') es una nueva población palestina, hecha de tiendas de campaña pero con voluntad de permanencia. Alrededor de 250 activistas palestinos han levantado en la mañana del 11 de enero un campamento en las tierras de al-Tur, al este de Jerusalén, dentro del área que Israel llama E-1. Esta zona crucial es hoy la única porción de tierra en torno a Jerusalén que no está ocupada por colonos sionistas, y el único corredor que les queda a los palestinos entre el norte y el sur de la Cisjordania ocupada, ya que más al este se extiende la megacolonia de Maale Adumim, que enlaza con el valle del Jordán y los límites de Palestina.
El gobierno israelí, en respuesta a la admisión de Palestina en la ONU como Estado observador, y en el fragor de la campaña electoral, ya ha anunciado que el hueco E-1 será rellenado en breve con nuevos asentamientos, lo que, de producirse, acabará de desconectar a los palestinos de su capital, Jerusalén, y también dará la puntilla a la ya exigua continuidad territorial de las tierras que aún permanecen en manos palestinas.
La creación de Bab al-Shams (ver en streaming), ha sido encabezada por el Comité de Coordinación de la Lucha Popular, una red de activistas de toda Palestina, vinculados a "todo el espectro político palestino", y heredera política de la "tradición de la primera Intifada". Declaran que ésta no es una acción simbólica, que el campamento (que por el momento cuenta con 25 tiendas y una enfermería) tiene recursos para durar en el tiempo, y han explicado las razones de la acción en un comunicado:
Nosotros, hijos e hijas de Palestina procedentes de todos los puntos de nuestra tierra, anunciamos el establecimiento del pueblo de Bab al-Shams. Nosotros, el pueblo, sin autorización de los ocupantes, sin permiso de nadie, nos establecemos hoy aquí porque ésta es nuestra tierra y tenemos derecho a vivir en ella.
Hace pocos meses, el gobierno israelí anunció su intención de construir alrededor de 4000 viviendas para asentamientos en el área que Israel denomina E-1. Es ésta un área de unos 13 km2 situada en tierras palestinas confiscadas al este de Jerusalén, entre esta ciudad y el asentamiento de Maale Adumim, que se extiende por la tierra palestina de la Cisjordania ocupada. No seguiremos callados mientras continúa la expansión de los asentamientos y la confiscación de nuestra tierra.
Por eso, hemos creado el pueblo de Bab al-Shams para proclamar nuestra fe en la acción directa y la resistencia popular. Declaramos que el pueblo permanecerá en pie hasta que los propietarios de esta tierra obtengan el derecho de construir en la misma.
El nombre del pueblo está tomado de la novela Bab al-Shams ['La puerta del Sol'; editada en castellano con el título La cueva del sol] del escritor libanés Elias Khoury. El libro retrata la historia de Palestina a través de una historia de amor entre un palestino, Yunis, y su esposa Nahila. Yunis deja a su esposa para unirse a la resistencia palestina en el Líbano, y Nahila permanece en lo que queda de su pueblo en Galilea. A lo largo de los años cincuenta y sesenta, Yunis se mueve por todo el Líbano y vuelve a Galilea para encontrarse con su mujer en una cueva llamada Bab al-Shams, donde engendran a sus hijos. Yunis regresa a la resistencia en el Líbano y ella se queda en Bab al-Shams.
Bab al-Shams es la puerta hacia nuestra libertad y nuestra firmeza. Bab al-Shams es nuestra puerta hacia Jerusalén. Bab al-Shams es la puerta hacia nuestro retorno.
Durante décadas, Israel ha creado hechos consumados mientras la comunidad internacional permanecía en silencio ante esas violaciones. Ahora ha llegado el momento de cambiar las reglas del juego y que seamos nosotros quienes creemos los hechos consumados en nuestra propia tierra. Esta acción, que involucra a mujeres y hombres de norte a sur, es una forma de resistencia popular. En los próximos días crearemos varios grupos de discusión y realizaremos presentaciones educativas y artísticas, así como proyecciones de cine, en las tierras de este pueblo. Los residentes de Bab al-Shams invitamos a todos los hijos e hijas de nuestro pueblo a participar y unirse, apoyando nuestra resistencia.
Los planes de construcción de colonias en la zona E-1 no son nuevos: de hecho, empezaron a ejecutarse en 2004 cuando era ministro de Vivienda Efi Eitam, un halcón ultraortodoxo, líder del Partido Nacional Religioso que luego se pasó al Likud. La construcción fue paralizada poco después, teóricamente debido a la presión internacional, aunque los planes siguieron desarrollándose en 2005 a través de dos iniciativas del ayuntamiento de Maale Adumim, que preveían la construcción de al menos 3500 viviendas sólo para judíos (bloques y chalés) además de un megacentro comercial, una gran comisaría y otras infraestructuras. La población palestina residente en la zona ni siquiera es mencionada.
La colonización de la zona E-1, cercana a Jerusalén y arteria principal de Cisjordania, tiene una gran importancia en relación con el moribundo plan de creación de un Estado palestino, lo que explica la airada reacción (inexistente en otros casos) de Estados Unidos y la Unión Europea.
Sobre el terreno de una Cisjordania completamente fragmentada por asentamientos, áreas militares, carreteras segregadas y un sistema de controles y permisos militares destinados a hacer imposible la vida cotidiana de los palestinos, construir en los 13 km2 de la zona E-1 quizás no suponga una gran diferencia real. Sin embargo, quebrar definitivamente la continuidad territorial de las tierras palestinas, y de éstas con Jerusalén, podría equivaler a un entierro oficial de la solución de dos Estados. Esta solución, si bien es percibida desde hace tiempo como más que improbable por gran parte de la solidaridad con Palestina, sigue siendo la apuesta formal de la Autoridad Nacional Palestina y de la diplomacia internacional y alimenta el juego de los interminables procesos de paz y hojas de ruta. La posibilidad, real o ficticia, de un futuro Estado palestino permite aplazar un desenlace quizás más previsible a largo plazo: o aniquilar definitivamente la presencia palestina mediante la transferencia de población (que en el lenguaje político israelí significa llanamente su expulsión), o su asimilación, lo que significaría antes o después el final del proyecto sionista.
Posiblemente por eso, la amenaza de colonización de E-1 no llegue a materializarse, pero ha servido de acicate a una nueva iniciativa de la sociedad civil palestina, que empieza a desbordar a unos representantes formales que parecen estar quemando sus últimos cartuchos. Precisamente en 2005, el año en que Israel diseñó y congeló los planes de urbanización de la zona E-1, 171 organizaciones palestinas lanzaron la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel, que proporciona un marco distinto de comprensión del conflicto y es hoy la punta de lanza de la solidaridad con el pueblo palestino.
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