miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Se disculpa Erdogan por las matanzas de Dersim (Kurdistán)?

Cuando estaba a punto de acabar el mes de noviembre una nueva polémica surgió en Turquía. Esta vez, el punto de discusión se centra en un acontecimiento histórico: las masacres ocurridas en Dersim, una región de Anatolia oriental poblada por kurdos que profesan la religión aleví, una variante del islam chiita. 

Tino Brugos, en Viento Sur

En una conferencia de su propio partido, el AKP, Tayip Erdogan señaló: “Si es necesario pedir disculpas en nombre del estado, pediré disculpas … pido disculpas”. Se trata de un asunto polémico y novedoso porque toca un tema tabú en la política e historiografía de Turquía: las diversas masacres que ocurrieron en los inicios del siglo XX coincidiendo con el final del Imperio Otomano. La consolidación de la nueva Turquía se hizo en torno a un nacionalismo agresivo y excluyente que llevó al exterminio de las diferentes minorías existentes hasta entonces en la región: armenios, asirios, griegos de la región del Ponto –todos ellos cristianos- y también kurdos y alevís, de confesión islámica, pero no asimilables por el turquismo.

Hasta hoy este asunto constituye el pecado original de Turquía, que rechaza afrontar con sinceridad histórica su propio pasado y orígenes. La historiografía turca presenta los hechos como acontecimientos trágicos ocurridos en el contexto de la I Guerra Mundial y años posteriores así como en la necesidad de luchar contra el atraso de unos sectores dominados por el feudalismo y la intransigencia religiosa. En definitiva, como un mal necesario para impulsar la entrada en la época moderna. Lo chocante del asunto es que estamos hablando de unos hechos que se cobraron cerca de dos millones de víctimas y que la mayoría de historiadores califican de genocidio.

De todas las matanzas de esa época llama la atención de forma especial la sufrida por el pueblo armenio que causó un número de víctimas que diferentes fuentes sitúan entre un millón y millón y medio, cifras que Turquía niega de forma sistemática. Algunos parlamentos han reconocido oficialmente este asunto como un genocidio pero Turquía se niega a calificarlo como tal alimentando una polémica que se acerca al centenario y que ha dado como resultado un número ingente de trabajos políticos y académicos solo superado por los estudios referidos al Holocausto del pueblo judío durante la II Guerra Mundial.

En todo caso el tema tiene una trascendencia que traspasa los límites académicos ya que la presión de la diáspora armenia ha logrado mantener vivo el debate durante este largo período de tiempo con éxitos significativos y porque la Unión Europea ha impuesto este reconocimiento como una condición para avanzar en el proceso de integración de Turquía en las instituciones europeas. De ahí que las declaraciones de Erdogan a propósito de lo ocurrido en Dersim (rebautizado como Tunceli en lengua turca) tengan una importancia significativa. Se trataría de un paso adelante aunque claramente insuficiente a la vista de las limitaciones con las que se ha pronunciado la palabra perdón.

Falsas disculpas

Sin embargo las palabras de Erdogan pueden inducir a error si no se tiene en cuenta el conjunto de las mismas y el contexto del país puesto que ha matizado que “si alguien tiene que pedir disculpas y enfrentarse a esta tragedia no es el AKP ni el Gobierno del AKP, sino el CHP, responsable de este episodio sangriento, así como los diputados actuales del CHP y el presidente del CHP (Kemal Kiliçdaroglu), que proviene de Tunceli”. De este modo ha dejado claro que el debate en torno a las masacres sólo es un elemento más a utilizar tácticamente para desgastar a su principal rival parlamentario, el CHP, partido heredero de Mustafá Kemal, protagonista de las matanzas.

El Partido Republicano (CHP) sostiene la vigencia de los principios fundamentales del kemalismo: independencia, neutralismo, unidad y centralización. Es profundamente laico lo que le convierte en el rival más importante del islamismo moderado y occidentalizador que encarna Erdogan. Si a esto se añade que el Ejército turco se identifica plenamente con estos postulados y que viene mostrando una desconfianza clara con respecto a las aspiraciones finales del AKP se entiende enseguida que la jugada está en otro sitio. Erdogan intenta trasladar el acontecimiento a la historia para restar legitimidad tanto al CHP como al Ejército. Las victimas y los hechos son el telón de fondo de esta representación. De este modo abre una nueva línea de enfrentamiento con el kemalismo, responsable del proceso de modernización de Turquía a lo largo del siglo XX a costa de eliminar la presencia del Islam en la vida política del país.

La reacción del CHP no se ha hecho esperar. Su diputada Sabahat Akkiraz ha puesto en duda la sinceridad de la disculpa de Erdogan y ha citado múltiples atrocidades contra kurdos alevíes en otros momentos de la historia turca. Así, ha recordado el asesinato de 111 personas, en su mayoría alevíes, por militantes ultraderechistas respaldados por el Estado en la provincia de Kahranmaras en 1978 y la muerte de 35 intelectuales en 1993 en la masacre de Sivas a manos de un grupo islamista durante un festival cultural aleví. “Los alevíes siguen siendo objeto de discriminación a nivel estatal”, ha dicho Akkiraz, que ha agregado que sus festividades religiosas son ignoradas de manera rutinaria “¿Cuántos alevíes han sido ascendidos a subsecretarios, gobernadores o directores? Has expulsado a esta gente del Gobierno”, ha espetado Akkiraz a Erdogan.
Otro factor a tener en cuenta es el hecho de que el actual presidente del CHP, Kemal Kiliçdiroglu, es originario de Tunceli, una de las pocas zonas donde el AKP no ha logrado ganar las elecciones. En la última convocatoria electoral el CHP obtuvo el 56% de los votos frente al 16% del AKP, un resultado totalmente atípico en comparación con los obtenidos en el resto del país exceptuando las provincias kurdas. Tunceli (Dersim) sigue siendo un territorio singular en el que la población aleví (de origen chiita) muestra un comportamiento diferente. En efecto, los alevís se han sentido presionados siempre para que se encaminen hacia la ortodoxia sunnita, algo que han rechazado de diversos modos a lo largo de la historia. El laicismo republicano se convirtió para ellos en un baluarte que les permitía practicar sus ritos en privado sin tener que soportar la ortodoxia sunnita partidaria de una única versión islámica. Esto ha permitido que los discursos izquierdistas laicos tengan una acogida favorable, lo cual facilitó la implantación en la zona de las opciones políticas revolucionarias en las décadas finales del pasado siglo.

Por lo demás, el CHP no mantiene ninguna posición de revisión de su propio pasado. En un debate parlamentario del año 2009, el diputado del CHP manifestó que los sucesos de Dersim fueron la respuesta a una amenaza terrorista. No es de la misma opinión el presidente del CHP en Diyarbakir (capital de la zona kurda de Turquía), Muzaffer Deger, quien al hilo de la actual polémica, salió en defensa del perdón por lo ocurrido en Dersim en 1938. La respuesta contundente vino de su propio partido al ser cesado de sus funciones de forma fulminante. El CHP se mantiene fiel a la ortodoxia y está dispuesto a polemizar con Erdogan desde el presente pero no a cuestionar los hechos ocurridos en el pasado.

Para probar los límites del discurso de Erdogan con referencia a Dersim, el CHP contraatacó señalando que este reconocimiento es el anticipo de un cambio de postura oficial con respecto al genocidio armenio. El vicepresidente del CHP, Gürsel Tekin, acusó a Erdogan de “poner dinamita en los pilares de la unidad de la nación con esta declaraciones, retórica y lenguaje”. Pero Erdogan no cayó en la trampa y manifestó su indignación por esta calumnia anunciando que está dispuesto “a poner en su sitio” a quien intente relacionar sus declaraciones sobre Dersim con un cambio en la postura oficial con respecto a la cuestión de los armenios. Así pues, parece claro que no existe voluntad de proceder a una reevaluación del pasado republicano por parte de los dos partidos turcos mayoritarios más allá de polémicas puntuales que tienen como objetivo el desgaste mutuo.

El origen de la polémica

Los debates historiográficos y la lucha por la memoria histórica son un elemento importante en Turquía y entre las víctimas de las minorías afectadas. Esta lucha por la verdad histórica pasa por la recuperación del pasado a través del testimonio de las víctimas para desmentir una versión oficial que distorsiona lo ocurrido y, al mismo tiempo, abrir un debate sobre los valores en los que se asentaron los pilares de la actual República Turca surgida tras la derrota de la I Guerra Mundial y la crisis final del Imperio Otomano.

Sin embargo no es una tarea sencilla ya que durante decenios la estabilidad política turca se ha cimentado en un discurso nacionalista homogeneizador basado en el turquismo, de tal modo que todos aquellos sectores que no se han dejado asimilar han sido excluidos cuando no exterminados físicamente. La nueva Turquía se construyó en medio de un complicado proceso histórico que abarca desde la firma del tratado de Sevres hasta el definitivo de Lausana que puso punto final a los enfrentamientos en 1923. Para entonces las diversas comunidades de confesión cristiana ya habían sido prácticamente destruidas (armenios, asirios y griegos). A partir de entonces el proceso de asimilación afectó a las diversas comunidades islámicas con diferentes identidades étnicas o religiosas. De este modo, casi sin percepción, la cuestión armenia que se debatía en Anatolia oriental se deslizó hacia una cuestión kurda y aleví que llega hasta nuestros días.

Entre 1921 y 1938 se produjeron múltiples rebeliones contra la nueva República laica. En las mismas se encuentran diferentes motivaciones: resistencia de base religiosa al nuevo modelo laico, incipiente nacionalismo kurdo, resistencia aleví a renunciar a su tradicional autogobierno, colaboración entre nacionalistas kurdos y armenios frente al poder turco. Lo cierto es que esas revueltas se produjeron de forma aislada sin conectar unos sectores con otros lo que facilitó la derrota y masacre de sus protagonistas Koçgiri 1921, revuelta del Sheik Said en 1925, rebelión de Ararat en 1930 y Dersim en 1937-38 son los jalones que permiten la definitiva consolidación de un nuevo modelo de nación, basada en los valores turcos, laicos y occidentalizadores impuestos siempre por la fuerza. Diversos informes hablan de decenas de miles víctimas a lo largo de este sangriento proceso que los historiadores kurdos y armenios no dudan en calificar de genocida.

Pese a que han pasado ya más de 80 años, el tema sigue siendo un verdadero tabú en Turquía. Aún así, con los cambios producidos en los últimos decenios se han podido abrir algunas grietas por las que han entrado debates intelectuales y políticos que han alimentado la necesidad de estudiar y reevaluar esos acontecimientos. Este es el contexto en el que aparece la actual polémica sobre los hechos ocurridos en Dersim en 1938.

Dersim 38 Hatirlamak (Recordando Dersim 1938)

En los últimos años se han publicado algunos trabajos sobre los acontecimientos ocurridos en Dersim en 1937 y 1938. Sin embargo ha sido la iniciativa dirigida por Çayan Demirel, natural de Dersim que además perdió a 54 familiares en la masacre, titulada Dersim 38 Hatirlamak (Recordando Dersim 1938) la que inició toda la polémica. Se trata de un documental basado en el testimonio de 146 entrevistas, efectuadas en 20 provincias como símbolo de la dispersión impuesta por el estado a los supervivientes. En el mismo se reproducen los testimonios de supervivientes, se plantea el tema de las matanzas y las deportaciones posteriores, así como reflexiones sobre si el estado debe restituir las propiedades confiscadas a los descendientes y una valoración acerca de si se trató de una operación planificada con antelación o si fue el resultado de una operación militar que intentaba atajar una rebelión anterior. Todos estos asuntos son importantes porque las conclusiones definitivas pueden abrir paso a reflexiones que cuestionan aspectos esenciales de la estabilidad del país.

El documental se terminó en 2006 después de tres años de rodaje. Desde entonces el Ministerio de Cultura y Turismo ha boicoteado el trabajo haciendo imposible su proyección (incluso en festivales cinematográficos en Turquía) y su distribución en DVD. Las razones esgrimidas por el ministerio para su censura son las siguientes: “proteger el orden público, la moral pública, proteger la salud espiritual y física de los menores y jóvenes, su no-uniformidad con el honor humano.” Tras un periplo por diferentes instancias judiciales, el caso de Dersim 38 se encuentra actualmente en el Tribunal Supremo de Apelaciones, por lo que el documental, que ha sido premiado en diferentes festivales internacionales, todavía no puede verse en Turquía. Un claro ejemplo de cómo funcionan todavía las cosas en Turquía.

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