lunes, 28 de mayo de 2012

Panamá: Los kunas, el Seahawk y la defensa de la autonomía

En Abya Yala hay ejemplos cotidianos de dignidad, autonomía y resistencia civil pacífica. Una persona colaboradora de Otramérica ha tenido la suerte de ser testigo este pasado sábado de cómo el pueblo Kuna (Guna) defiende su soberanía territorial frenta al narco y… frente al Estado armado.

La llegada de SENAFRONT a Digir, en Guna Yala, detrás de un helicóptero gringo, es otra página más de la complicada historia del conflicto entre este pueblo originario y los militares panameños.
Equipo Otramérica *
Ya caía el sol.  Los agentes de  SENAFRONT [Servicio Nacional de Fronteras de Panamá] retrocedían hacia el mar, con expresión grave, mientras la gente les gritaba y los insultaba parados sobre el muelle. Al frente, un hombre con camisa blanca y sombrero sostenía la bandera kuna izada en un palo. Sereno, sin decir nada. Finalmente los agentes de policía militarizada regresaron al bote que los había traído, ante los gritos de alegría los pobladores de Digir.  “¡Vaya con Dios!”, gritó burlón uno de los jóvenes, y todos rieron.
Así terminó un día que comenzó como otro sábado tranquilo más, pero que se alteró hacia el mediodía, cuando apareció sobre la isla un helicóptero Seahawk estadounidense que perseguía una lancha con tres motores enormes y tres colombianos a bordo. La llegada de SENAFRONT a Digir, detrás de un helicóptero gringo, es otra página más de la complicada historia del conflicto entre el pueblo Kuna (Guna) y los militares panameños.
 
 Reserva cultural
Digir, o Isla Tigre como se conoce en español, es uno de los poblados más tradicionales y combativos de laComarca Kuna Yala, en el Caribe panameño. Fue fundado en 1908 por personas de la cercana isla de Narganá, donde la policía de la recién creada República de Panamá había instalado una base e iniciado un proceso de represión brutal de la cultura kuna.  En 1925, el pueblo Kuna de las distintas comunidades expulsó a la policía republicana en lo que se conoce como la Revolución Dule, un evento que culminó en la creación del territorio autónomo o comarca de Kuna Yala.
La isla ha mantenido por más de 100 años su carácter de reserva cultural de la Comarca y hoy en día recibe cantidades limitadas de turistas en unas pocas cabañas y un restaurante manejados por la comunidad de manera colectiva. Los pobladores de Digir sienten un orgullo especial por la unidad de su pueblo, especialmente al compararse con Narganá, donde hoy tienen su sede varias instituciones del estado panameño y pocas mujeres usan el tradicional vestido de mola.
La gente de Digir y las demás comunidades de Kuna Yala recuerda también todos los años la revolución de 1925 en la Fiesta de la Revolución, que comienza con un teatro colectivo que dura varios días.  Al principio, algunos en la comunidad representan a la policía republicana que llegó a “civilizar” a la población, prohibiéndoles hablar en su idioma o hacer cantos tradicionales. El último día, aparecen los revolucionarios, que atacan a los policías y los arrastran por las calles ante los gritos de victoria de la gente.
Aquí también se acuerdan cada año del 9 de enero de 1962, en que la policía de Panamá desembarcó sorpresivamente en Digir para detener el “contrabando”. Los kunas, ignorados por el gobierno central, llevaban años vendiendo cocos y comprando artículos de primera necesidad a barcos colombianos y la policía irrumpió en la isla. Los lugareños se resistieron al intento de cortar el comercio con Colombia y el incidente terminó con varios civiles heridos de bala. Al igual que hoy, en aquellos tiempos la gente de lugares remotos conocía al estado por el ejército más que por cualquier otra institución.
 El ejército de Panamá
SENAFRONT, el Servicio Nacional de Fronteras, fue creado en 2008 por el entonces presidente Martín Torrijos, hijo del dictador militar de los años 70. Se ha configurado como el brazo largo del estado en las regiones más remotas de Panamá, un país que abolió el ejército en 1990, tras la invasión militar estadounidense que derrocó la dictadura militar.
Destinados a labores de contrainsurgencia y vigilancia fronteriza, la principal razón esgrimida para la existencia de SENAFRONT es el narcotráfico y la necesidad de combatirlo con medios armados. Todos los directivos de la institución provienen de escuelas militares y  SENAFRONT es el referente en Panamá para los ejércitos de Latinoamérica y Estados Unidos a la hora de planificar ejercicios conjuntos, entrenamientos y para donación de equipos militares.
Asimismo, SENAFRONT ha empezado a comportarse como lo hacen los ejércitos en Latinoamérica. Cuando las insurrecciones de los indígenas Ngäbe y Buglé en el oeste del país (2010, 2011 y 2012), SENAFRONT fue llamado para controlar el levantamiento y es recordado cómo algunos de los agentes más brutales enfrentaron a la población. En Darién, cerca de la frontera con Colombia, hace tiempo que impiden o dificultan el movimiento de indígenas Emberá y Wounaan hacia pueblos alejados, acusados de llevar suministros a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).  “¿Por qué tienen que vivir tan metidos [en el bosque]? Mejor vénganse a vivir todos juntos acá abajo”, cuentan los lugareños que sugirió un agente de SENAFRONT.
Y está el caso del joven que murió en Narganá, la isla cercana a Digir. Benigno González estaba borracho durante una fiesta en memoria a un líder local. Las versiones cuentan que tres agentes de la base local de SENAFRONT lo esposaron y le dislocaron ambos brazos antes de llevarlo al hospital, donde murió. La memoria del incidente sigue fresca en la mente de los lugareños.
El helicóptero gringo y la panga colombiana
El sábado 12 de mayo de 2012, a eso de las 12:05 pm, un helicóptero que volaba muy bajo apareció en el cielo de Digir.  Las hélices levantaban la arena y los niños y las mujeres corrieron a ver qué pasaba. A los pocos minutos quedó claro: apareció en la costa norte de la isla una lancha de fibra de vidrio, o ‘panga’, con tres motores fuera de borda Yamaha de 200 caballos de fuerza cada uno.  El helicóptero descendió hasta llegar muy cerca a la panga mientras ésta giraba hacia el muelle en el lado sur, atrás del restaurante de la punta turística. La panga llegó hasta la playa y tres personas saltaron a tierra firme y corrieron hacia el pueblo, mientras los lugareños miraban estupefactos la escena.
La pasividad de la gente no duró mucho. La panga con los tres enormes motores, sin nombre, sin bandera y sin luces de navegación es algo que todo costeño, indígena o no, del Caribe o del Pacífico, puede reconocer en un instante: narcos. Los jóvenes corrieron al muelle y aseguraron la panga antes que se la llevara el mar.
Mientras tanto, el helicóptero, que tampoco tenía bandera pintada, se mantenía observando la escena, ignorado por la multitud. Alguien tenía unos binoculares: era un Seahawk MH-60, el helicóptero militar gringo de operaciones marítimas.  En la cola del helicóptero se podían leer a simple vista cuatro letras: NAVY.
La narco-lancha, que tenía al menos tres huecos de bala de bajo calibre, tenía un contenido interesante: bebidas hidratantes, algunas comidas empaquetadas y varios barriles de gasolina, así como piezas de recambio. Lo único que no apareció en la nave fue cocaína.
En cuestión de minutos había troncos en la playa y la panga fue arrastrada a tierra firme, en la playa al lado del muelle. El Seahawk se esfumó a alta velocidad.
Los tres tripulantes de la panga, como se esperaba, eran colombianos. Los lugareños los apresaron y los detuvieron en la Casa del Congreso, la sede del gobierno tradicional de la isla, donde fueron abordados por los tres sáilas, o jefes locales.
 Aparece el estado
A los 45 minutos apareció SENAFRONT.  Los agentes llegaron en un vehículo similar, una lancha enorme con sus tres motores de 200, probablemente incautada previamente en otra operación antidrogas. Dicen que alguien en el pueblo los llamó por teléfono.
Los soldados dejaron claro al llegar que estaban interesados en dos cosas: los colombianos y la panga. Venían de verde camuflaje, armados con fusiles de asalto, excepto uno que también llevaba fusil pero andaba de civil y uno flaquito que tenía unos binoculares al cuello y cara de jefe.
Traían un perro oledor al que dificultosamente treparon en la panga. El perro olió y olió, pero no hubo señal de nada. Entre los restos que quedaron en la lancha, hallaron unas instrucciones escritas a mano y laminadas, que uno de los militares recogió y se lo pasó al flaquito.  «Deberíamos tener guantes para este tipo de cosas», dijo uno de los que miraba la escena con el fusil en la mano.
Otros miembros del contingente fueron a buscar a los colombianos y se encontraron con el pueblo entero, jóvenes, mujeres y niños, rodeando la Casa del Congreso. En la discusión que surgió ante la presencia de los agentes,uno de ellos agarró por la camisa al sáila Demetrio Salazar, lo cual calentó los ánimos significativamente. Las mujeres insultaban a los agentes, los hombres gritaban. La escena de un pueblo molesto y de militares con armas automáticas terminó milagrosamente bien, con la entrega de los sospechosos y la retirada de los miembros de SENAFRONT de la isla, que se fueron sin la panga.
 Una línea en la arena
El peligro de que el gobierno se fuera a llevar la lancha fue el ingrediente que faltó. El casco fue arrastrado con gran habilidad varios metros tierra adentro, hasta dejarlo en un lugar donde ni los musculosos soldados de fronteras pudieran sacarlo.
A eso de las 6:30 p.m. regresó SENAFRONT, esta vez en dos lanchas gigantes, con mayor determinación a llevarse la narco-panga. Aquí entra en juego otro factor: en esta comunidad los agentes de la Fuerza Pública de Panamá tienen específicamente prohibido entrar de noche. La gente se organiza muy bien por sí sola en estos pueblos sin necesidad de agentes armados. Además, la historia reciente y no tan reciente sigue muy presente en el consciente colectivo y saben perfectamente que los uniformados armados, como en cualquier otro lado del mundo, no trae más que problemas.
Los jóvenes, los viejos y las mujeres, varias de ellas cargando a sus niños, fueron a enfrentar a SENAFRONT al muelle turístico. Quedaron parados en medio del muelle, los agentes de un lado y el pueblo del otro, sosteniendo la bandera rojo-amarillo de la Revolución Dule. Había gente nadando en la playa para evitar que entraran las naves.
Así fue como el pueblo de Digir, de manera no violenta pero firme, defendió una vez más su autonomía de los agentes armados del estado panameño.
Esa noche nadie durmió bien, sabiendo que SENAFRONT podía intentar infiltrarse en la oscuridad. Pero cayó una gran lluvia y muchos rayos. En la mañana, el pueblo amaneció tranquilo y la panga seguía ahí.
La pregunta que queda en el aire es, ¿será capaz el estado panameño, como el pueblo kuna, de defender su soberanía ante la invasión de helicópteros de la Armada de Estados Unidos?
Esta crónica la hemos firmado colectivamente para proteger la identidad de nuestros colaboradores en Panamá ante el clima de represión existente en el país.

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