lunes, 9 de marzo de 2020

Honduras: el pueblo Garífuna frente al imperio de la palma

Desde la Honduras que resiste: 
Garífunas frente al imperio de la palma

En Vallecito, en el departamento de Colón, el pueblo Garífuna, que puja por la recuperación de sus territorios ancestrales de las manos del narco y las élites económicas hondureñas. Con la plantación de coco y yuca resisten a la expansión de la palma.

Txema Abaigar, miembro de la Delegación política de la Plataforma de Solidaridad con Honduras – Madrid (en febrero-marzo de 2020). Recogido de El Salto  

Esto es Vallecito, referente ancestral del pueblo Garífuna y en proceso de recuperación de suelo desde hace diez años: rescató ya unas 1.200 hectáreas de territorio arrebatadas a terratenientes y crimen organizado. Un lugar que progresivamente se amplía espacialmente recuperando girones de tierra que tenían secuestrada las pistas clandestinas del narcotráfico y de las grandes plantaciones invasivas y abrasivas de la palma africana propiedad de la familia Facussé. Sí efectivamente, cuyo referente recibió en Madrid un premio como empresario latinoamericano.

Nos hablan en Vallecito de esta dificultosa y heroica lucha por sus territorios ancestrales y de la resistencia que ante los embates de los citados narcos y de los oligarcas de la palma y “otros negocios” les permiten recuperar su lengua, cosmovisión, gastronomías, la música cada vez más tamizada por lo mainstream y fortalecer su orgullo nunca perdido como pueblo. Como pueblo Garífuna con mayúsculas.

Relatan sobre pasados que se remontan a mucho tiempo atrás con Joseph Satuyé y Barauda y a referentes recientes como Juan Francisco Bulnes "Walúmugu", garífuna que luchó junto a Morazan en pos de la independencia centroamericana.

Nos remarcan su identidad compartida con otros pueblos de la costa atlántica de Centroamérica pero a la vez y de manera muy optimista y decidida nos hablan del presente.

De ese presente que ya apunta a un futuro Garífuna libre en una Honduras soberana y en una Centroamérica unida y que se incardina en un proyecto colectivo que tiene un nombre para recordar ahora y siempre: OFRANEH Organización Fraternal Negra Hondureña.

En el ámbito de esta organización de base y articulada asambleariamente se acomunan no sólo colectividades territoriales sino además lo hacen sectores sociales y políticos en lucha como campesinado, organizaciones de mujeres, colectivo LGTBI.

Parece innecesario explicar la fuerza que la unidad de todos estos sectores en el marco de OFRANEH genera de cara a avanzar común y colectivamente. Una fuerza que confronta abierta y alternativamente con un sistema capitalista que también en Honduras tiene en la usurpación, explotación, exclusión y acumulación permanente en pocas y corruptas manos su esencia y su accionar cotidiano.

Y cuando se habla de futuro no es de un tiempo que mira la lejanía sino al mañana. Mejor dicho a mañana mismo. Así es, el pueblo garífuna esta en marcha levantando alternativas muy poderosas en todos sus territorios a través de estrategias de recuperación de todo aquello que les fue usurpado o liquidado. Afortunadamente, no pudieron quitárselo todo una manera definitiva, aquello que recuperan renueva hoy la esencia de su ancestralidad.

Y así van contraponiendo paso a paso una cultura colectiva, frente a la de la insolidaridad y en individualismo que machaca a la generalidad de la población hondureña y la expulsa obligándola a recorrer las grandes distancias centroamericanas en pos de un futuro con poco futuro en tierras del norte.

Así, poco a poco, van generando alternativas productivas que no son sólo eso. En eso están ante el imperio de la palma africana que está asolando los suelos y por tanto los espacios medioambientales de una parte notable de América Latina y que fortalece así mismo las economías del oligopolio y el aplastamiento de las producciones más pequeñas, autóctonas y con trabajo y gestión colectivas. Frente a ello el pueblo garífuna con OFRANEH a la cabeza construye una alternativa de soberanía alimentaria basada en el cultivo del coco y de la yuca con una amalgama interseccionada de implicaciones.

Tras las recuperaciones del territorio garífuna aparece de inmediato un proyecto agrícola y por tanto productivo en su totalidad. Y así, donde había una pista clandestina del narco o un palmar o cualquier elemento ajeno a la territorialidad garífuna se construyen espacios para el coco, la yuca, etc. y de ahí resurgen las formas económicas alternativas y las culturales ancestrales y sus derivaciones gastronómicas como el casabe y otras tantas formas de derivar estos cultivos autóctonos.

Vallecito y otros tantos lugares garífunas se convierten en referencias de luchas, resistencias y alternativas. Tomamos nota de ello y de las palabras de Miriam Miranda —recientemente reconocida con un premio internacional e históricamente amenazada por poderosos— que nos interpela de la siguiente manera: “Sentir el pueblo Garífuna esta solidaridad y poder visibilizar la situación que vivimos va a ser sumamente importante”.



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