La decisión del Presidente Rafael Correa, adoptada este jueves 15 de agosto, de clausurar los esfuerzos a favor de la iniciativa Yasuní– ITT, en la Amazonia ecuatoriana, y en su lugar autorizar el inicio de la explotación petrolera en yacimientos ubicados dentro de una de las principales reservas de biodiversidad del continente americano, marca un hecho decisivo que a la par deja hacia atrás los principales planteamientos de transformación elaborados durante el proceso social y político de más de veinte años que vivió el Ecuador.
Francisco Hidalgo Flor, en Rebelión
La decisión del Presidente Rafael Correa, adoptada este jueves 15 de agosto, de clausurar los esfuerzos a favor de la iniciativa Yasuní– ITT, en la amazonia ecuatoriana, y en su lugar autorizar el inicio de la explotación petrolera en yacimientos ubicados dentro de una de las principales reservas de biodiversidad del continente americano, marca un hecho decisivo que a la par deja hacia atrás los principales planteamientos de transformación elaborados durante el proceso social y político de más de veinte años que vivió el Ecuador.
La mencionada resolución del poder ejecutivo, que ahora pasa a la definición en un legislativo, donde la bancada gobiernista controla más del 75% de los votos parlamentarios, tiene la contundencia de los hechos, donde el acto habla por sí solo, no requiere de mucha retórica para reconocer su esencia. Y los análisis deben recoger esa contundencia: las consecuencias del camino designado y aquellos que fueron desechados o relegados.
El camino es avanzar en la explotación petrolera en concreto, ratifica la opción por el extractivismo de manera general que involucra principalmente a la minería y los agrocombustibles, bajo el lema planteado reiteradamente por Correa, la sui generis formula de: “superar el extractivismo con mas extractivismo”; el instrumento de esa política es inicialmente la empresa estatal de petróleos (PETROECUADOR, y su rama de explotación PETROAMAZONAS) y más adelante empresas transnacionales, preferentemente estatales o semiestatales, como es lo que ya está sucediendo en la minería con las corporaciones chinas.
La retórica que justifica el extractivismo es aquella nutrir las arcas fiscales para el “combate a la pobreza”, con mas carreteras, hidroeléctricas, aeropuertos, a las que se añaden políticas que afectan a los ingresos monetarios de la población, pero no pretenden topar las estructuras del poder económico y social. Incluso las clases del poder político se reciclan y se renuevan alrededor de clientelas de los herederos de los viejos caciques.
Se da a la faz pública, nacional e internacional, el definitivo salto hacia atrás: se renuncia con una contundencia, digna de mejor causa, a lo más avanzado que había logrado proponer y elaborar el proceso social ecuatoriano contemporáneo, en veinte años de combate al neoliberalismo y el colonialismo.
Ahora si ya estamos en otra cosa; quien pretenda decir que los pasos siguientes tienen algo que ver con respecto a un horizonte de buen vivir–sumak kawsay, o es un ingenuo, o un embaucador.
Porque de eso se trata en última instancia: una estructura de poder político que se va extendiendo al poder económico, legitimada detrás de un enorme y valioso proceso social de alrededor de dos décadas (que tuvo la enorme virtud de articular varios pilares, el movimiento indígena, que recuperaba las banderas de la plurinacionalidad e interculturalidad, los movimientos sociales de clase que interpelaban al neoliberalismo, y las posiciones críticas del posdesarrollismo, todas ellas lograron construir una propuesta de transformación radical, no solo de ruptura con el neoliberalismo, sino también con el desarrollismo, allí están planteamientos fuertes como derechos de la naturaleza, economía social y solidaria, soberanía alimentaria, buen vivir–sumak kawsay), renuncia a ese programa, uno de cuyos emblemas era la iniciativa Yasuní– ITT, e impone en su lugar un programa chato extractivista y desarrollista (¿Qué otro nombre puede tener la promesa de mas petróleo por menos pobreza?), que remoza pero reproduce el viejo orden capitalista, ahora con rostro de modernidad.
A estas alturas Prebisch resulta más radical que Correa.
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Yasuní, como el extractivismo en el Ecuador, no respeta la madre tierra ni a los pueblos
Tomado de Patria Insurgente
El 15 de agosto del 2013 Rafael Correa anuncia al Ecuador y al mundo que va a explotar el petróleo de la reserva ecológica Yasuní ITT, poniendo los intereses económicos sobre los intereses de la vida, y de la naturaleza, irrespetando el derecho de las actuales y futuras generaciones.
El video refleja las protestas populares, en la Plaza Grande, contra el gobierno de Correa.
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