Desde IA creemos que la represión de la inmigración es un atentado de primer orden contra los derechos humanos y los derechos civiles y una práctica estatal/gubernamental que legitima la xenofobia, el racismo y el auge de la extrema derecha entre la población, dividiendo simbólicamente el mundo entre “los de aquí y los de fuera” en lugar de entender que los enemigos de los trabajadores son los capitalistas (nacionales e internacionales) que nos explotan y oprimen a diario con la complicidad de las instituciones y los políticos profesionales. Así pues, con este acto central, defenderemos la libertad de movimiento y residencia de los trabajadores y un internacionalismo intransigente, solidario y ecosocialista.
Gerardo Márquez, de la Coordinadora de Inmigrantes de Málaga
Trabajadores inmigrantes y lucha de clases
“No digan que el movimiento social excluye al movimiento político. No existe movimiento político que no sea social al mismo tiempo”. Karl Marx.
Hoy nos planteamos un debate que creemos oportuno en esta etapa, en esta nueva coyuntura. Lanzamos una serie de preguntas, creemos que las respuestas la tenemos que construir entre todas, no tenemos respuestas, solo interrogantes, ¿Cómo definir un nosotras? ¿Quiénes son los míos en un lugar donde todo parece ser de otras? ¿Cuáles son los elementos que definen mi identidad? ¿Mi problemática es común? ¿A qué tipo de sujetos nombra hoy las categorías de ¨Migrantes, Autóctonas, Ciudadanas¨, ¿De qué estado de bienestar estamos hablando? ¿Hablamos de integración o de inclusión? ¿Hay otra forma de inclusión que no sea en luchas comunes? ¿Podemos reconstruir la historia de las migraciones, de las luchas sin hablar de clases?¿Podemos pasar por alto, que en cualquier pasaje de la historia del Movimiento Obrero la movilidad fue y es un elemento clave en su desarrollo organizativo? Para nosotras no son preguntas menores y los problemas que abren atraviesan toda nuestra práctica e intervención en el marco de las luchas en nuestra práctica política en general, hoy este proceso abierto de destrucción de derechos la sufrimos tanto migrantes como nativas. Como en su momento, impulsamos y debatimos la necesidad de poner en marcha la CIM (Coordinadora de Inmigrantes de Málaga), también fuimos parte junto a otras compañeras, en diferentes regiones del estado español. Primero de los encierros como forma de lucha en la que transitamos una experiencia que hoy seguimos analizando, luego de la construcción de una herramienta, como fue la REDI y la lucha por el cierre definitivo de los CIEs, posiciones que desde un comienzo nos condujeron a polemizar sobre el cómo, con que herramienta, táctica, estrategia y objetivos (posición que nos llevó a mantener profundos debates con organizaciones hermanas) porque siempre sostuvimos la necesidad de hablar de migración desde una perspectiva de clase.
Podemos plantearnos que a la inmigración el sistema la utiliza como principal carta de triunfo en la expansión capitalista y como fantasma expiatorio que agita la burguesía, siempre dispuesta a alimentar el fuego de la xenofobia y el racismo, la división entre trabajadoras nativas e inmigrantes, incentivando la lucha de pobres contra pobres y como solución, como cortina de humo nos plantean salidas desde la caridad, el asistencialismo, la victimización, trampa en la que caen reiteradamente o comúnmente, muchas ONGs, o sectores de la izquierda y los grandes sindicatos llegando cumplir un triste papel. Nuestra intención aquí no es seguir repitiendo el diagnóstico y exponer las escandalosas condiciones materiales en que estos trabajadoras migrantes viven y trabajan, o la persecución y violación sistemática de derechos, ni justificar la presencia para promover la tolerancia de la población nativa.
Nuestro punto de partida es más bien el hecho de la creciente importancia y presencia de lxs trabajadoras inmigrantes en las luchas, en los movimientos sociales junto a la población trabajadora nativa (PAH, luchas barriales, marea blanca, marea verde, SOC y conflictos laborales puntuales), como contrapartida la presencia casi nula en las luchas específicas de derechos migrantes. Para nosotras, la cuestión es por tanto conocer el efecto específico que producen las trabajadoras migrantes en una estructura de clases y en la política de la lucha de clases que resulta así determinada. Al responder tales cuestiones podremos, a la vez, describir el contenido de clase de las luchas de las trabajadoras migrantes mismos y con ello empezar a valorar sus prácticas políticas. Un análisis de las luchas de clase debe, por supuesto, estar inspirado por las expresiones prácticas de esas luchas y ser capaz, al mismo tiempo, de explicarlas.
Crear desclasadas ha sido y es uno de los objetivos del capitalismo, porque es el camino más corto para conseguir la fragmentación de una clase social a la que hay que mantener a raya. Facilitar la deserción de clase allana el objeto final del sistema que es el de desintegrar todo lo que suponga un obstáculo organizado y comprometido con la defensa de clase.
Empleadas del sector privado contra los del sector público, contratadas temporales contra fijos, nativas contra inmigrantes o jóvenes contra mayores. Las iguales, cada vez más, se convierten en enemigas y el desclasado es la cuña perfecta para la fragmentación.
Podemos afirmar que siempre que se dan formas de desigualdad atribuidas a diferencias raciales se trata de “construcciones sociales”. La principal característica del racismo no es la hostilidad hacia otros seres humanos sino la defensa de un sistema en el cual unas personas gozan de unas ventajas sociales que derivan directamente de su pertenencia a un grupo determinado. El racismo, además, como elaboración teórica, va unido al capitalismo.
El racismo, por otra parte, es una forma de dar salida al malestar social. En palabras de Durkheim “cuando la sociedad sufre, experimenta la necesidad de encontrar a alguien a quien imputar el mal y vengarse en él de toda su decepción”. Esta tendencia humana ha sido explotada, a lo largo de la historia, por muchas/chos líderes y organizaciones, en beneficio propio. Conscientes que el odio puede cultivarse con la ayuda de las falsas informaciones, han creado estereotipos para fabricar enemigas/os y desviar el malestar hacia “fuera”. En este sentido, las políticas oficiales hacia la inmigración (Ley de Extranjería, detenciones arbitrarias, deportaciones, ilegalidad de las personas, CIEs, etc.) ayudan a visualizar a los y las migrantes como conflictivos y competidores, resucitando los viejos fantasmas de Occidente: la “invasión de los bárbaros” Así pues, el racismo no es tanto algo inevitable por biológico, sino algo que se estimula y se construye y, por lo tanto, susceptible también de des-estimularlo y de-construirlo si cambian los mensajes, las políticas y las formas de lucha. Otro de los factores que estimulan el racismo es la desaparición de los modelos tradicionales de confrontación social: la lucha de clases y las organizaciones (sindicatos, partidos de izquierda, asociaciones de vecinos) que habían articulado propuestas de lucha y de cambio, canalizando así el malestar social. Los proyectos de cambio social, como el que proponía el movimiento obrero, ofrecían un eje para organizar las demandas de los sectores populares. “cuanto más se organiza una sociedad a partir de un conflicto propiamente social, más restringido es el espacio para el racismo”. Se trata pues, de resituar los conflictos dentro del eje social y no de la pertenencia a una etnia, raza o nacionalidad. Solamente recuperando la organización, la lucha, y las demandas de las clases populares (inmigrantes incluidos) podremos parar el racismo y no con prácticas y discursos de Guetificación de las luchas en defensa de los derechos de las/los migrantes.
¿Por dónde empezar? En primer lugar para nosotras deberíamos construir este nuevo discurso, hacer propuestas concretas, en las experiencias de las luchas sociales y en las posibilidades de otro tipo de políticas. Un discurso en el que a las y los inmigrantes no hay que “tolerarlas” porque “hacen el trabajo que nosotras no queremos hacer”, o porque “las necesitamos para que paguen nuestras futuras pensiones. O donde se pone de relieve la diferencia, separando la lucha por el cierre de los CIEs de las demás leyes represivas o de las fronteras, sin plantear las fronteras internas, no reproducir el esquema de ¨Semana contra el racismo¨ o ¨Jornadas Multiculturales¨ o actividades culturales de escenificación mentirosa de dónde vengo, exposición y venta de platos nativos o artesanía siempre a cargo de minorías étnicas, en concreto la puesta en escena de lo Étnico¨ en donde marcamos más la diferencia que lo común y las y los diferentes son siempre las y los más excluidas, siempre obligadas a danzar en público una identidad ficticia , exacerbando la lejanía el, no soy de aquí, me ponen en mi sitio y marca la atención sobre alguien cuya presencia se cuestiona su legitimidad. Sabemos que en todo espacio social, la diferencia existe, en el y la que está a mi lado, en el metro, en mi trabajo, en la escuela, en el mercado, hay gente que no habla como yo, que no piensa como yo, que no hace lo que yo, y ante ello ¿qué hago?, no hago nada, no les tolero ni les dejo de tolerar, no sé quiénes son, ni me interesa, no les amo, ni les odio, ni siquiera me fijo en ellas; para nosotros cambiar el discurso significa, poner el acento en lo que sí nos une, la explotación, la precariedad, la falta de derechos, las necesidades, las luchas, de lo que realmente nos une, pertenecer a la misma clase, tenemos que tener un discurso que incluya las lucha migrantes como lucha de clase junto a las y los trabajadores nativas, sin poner el acento en la diferencia, que se reconozcan los derechos de todas y todos. Tirando de la historia, los partidos y sindicatos de izquierda se edificaron sin diferencias, los unía la lucha, construyeron argumentos y armas organizativas comunes y ello sirvió para avanzar.
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