Manuel Kellner, redactor del Sozialistische Zeitung. Tomado de VIENTO SUR
Tras estos comienzos, ha sido la iniciativa conocida como Pegida (“Patriotische Europäer gegen die Islamisierung des Abendlandes” -"Europeos patrióticos contra la islamización de Occidente") la que ha tomado el relevo. Su promotor fue un tal Lutz Bachmann de Dresde, convertido en su portavoz. Al principio no se trataba mas que de unos centenares que acudían a las "manifestaciones de los lunes" en esta ciudad sajona en el Este alemán, para corear, entre otras consignas, " El pueblo somos nosotros" ("Wie sind das volk") en una interesada alusión a las masivas manifestaciones de 1989 contra el régimen del SED (Partido Comunista en el poder) en la República democrática alemana (RDA).
Mas tarde fueron miles quienes se manifestaron y a mediados de diciembre lograron agrupar a 15 000 personas (ciertas estimaciones consideran que fueron más). En frente, la contra-manifestación agrupaba a 6 500 personas. Esta iniciativa se repitió en otras ciudades y regiones y este movimiento se situóen el centro del debate político en Alemania. Ciertos políticos, como la canciller Ángela Merkel, marcaron distancias desde el principio con Pegida, porque consideran que constituye una mala imagen exterior para Alemania.
Lutz Bachmann publicó una plataforma ("Positionspapier der Pegida"/1) de 19 puntos en la que los puntos 1, 3, 5 y, parcialmente, el 10 constituyen toda una coartada: están a favor de acoger a los refugiados, de ofrecerles alojamiento en condiciones, de orientarlos a través de trabajadores sociales y afirman no estar en contra los musulmanes que viven en Alemania "bien integrados". Pero estos puntos apenas se mencionan cuando los oradores de Pegida intervienen en las manifestaciones.
Sin embargo, el resto sí, y éstos van más allá: sustituir el derecho de simple y llano de asilo por la obligación de la gente "extranjera" de integrarse [en Alemania], un reparto más equitativo de población refugiada en el conjunto de la UE, incrementar el presupuesto para los trabajos de control de la policía, aplicar de forma consecuente las leyes sobre asilo y expulsiones, tolerancia cero hacia los demandantes de asilo e inmigrantes criminales, conservación y protección de la cultura occidental judeo-cristiana, etc.; y, también, contra la integración de la política de género así como a favor de imponer un lenguaje "políticamente correcto".
Filonazis a la cabeza
En los discursos públicos y en los comentarios de quienes participan en los debates, el lenguaje es más agresivo. La gente refugiadas, musulmana e inmigrante se convierten en objeto de manifestaciones de odio. Se ataca al sistema de partidos como cómplice de los islamistas y "extranjeros". Por ejemplo, Lutz Bachmann dice que las y los refugiados viven en condiciones de lujo en tanto que las madres alemanas carecen de recursos para comprar los regalos de navidad a sus hijos. Katrin Oertel, otro miembro del comité de organización de Pegida en Dresde, afirma que la gente inmigrante deben "adaptarse a las normas, a las costumbres y a la cultura alemana"… que, por otra parte, nos recuerda las posiciones defendidas en el último congreso de los demócrata cristianos de la CSU en Baviera…
Lutz Bachmann no está bien situado para agitar contra los "inmigrantes criminales". Él mismo ha sido juzgado varias veces (entre otras cosas, por robo, tráfico de drogas, conducción de vehículos sin permiso y por huir de la justicia alemana huyendo a África del Sur), pero quién no ha visto nunca que la gente siga la marea? De todos modos, entre la gente que ha organizado Pegida se encuentran personas bien conocidas de la extrema-derecha, incluyendo neo-nazis de pura cepa. Por ejemplo, en Kögida, comité local de Pegida en Colonia, está una tal Melanie Dittmer, fascista desde su más tierna infancia, quien afirma que el Holocausto es una invención de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y que quiere salvar a Alemania de una pesadilla parecida a la de Londres donde, según ella, cada vez es mayor el número de gente que elige el nombre de Mohamed para sus hijos.
El responsable que solicitó la autorización para la manifestación de Kögida del pasado 5 de enero, Sebastian Nobile, es, desde hace tiempo, un miembro muy activo en colectivos neonazis como "La liga por la defensa de Alemania" prohibida por su vínculos estrechos con la banda asesina "Sangre y honor", y otra organización de extrema-derecha, los "Identitarios".
La contra-movilización
Es necesario señalar que incluso en Dresde, el número de manifestantes de Pegida parece retroceder y el número de contra-manifestantes aumenta. En otras ciudades alemanas como Berlín, Múnich, Muster…, el número de contramanifestantes ha sido muy superior al de los manifestantes. Fue el 5 de enero en Colonia donde se simbolizó este cambio de situación.
Lo pudimos ver en la prensa internacional: esa noche, la catedral de Colonia no estaba iluminada. Las luces también estuvieron apagadas en otras iglesias, al igual que en la Cámara de Industria y Comercio, en los grandes hoteles y los puentes del Rin. En esa noche oscura los manifestantes de Kögida no eran mas que unos pocos centenares, mientras la contramanifestación agrupó por lo menos entre 10.000 y 25.000 personas, (cifra que se manejó en la comunicación interna de la policía).
La dificultad para ofrecer una cifra exacta se debe a que la policía intervino masivamente para contra la contra-manifestación, dispersándola y bloqueándola con vallas metálicas para que no llegasen a encontrarse con la manifestación de Kögida. Estuvo a punto de producirse un pánico de claustrofobia de masas. Pero la presión de la masa de manifestantes fue tan grande que al final la policía se vio obligada a aconsejar a los manifestantes de Kögida que renunciaran a continuar la manifestación sobre uno de los puentes del Rin, tal y como tenían previsto y, finalmente, que no desfilaran en ninguna parte.
Fue un verdadero fracaso para Kögida, hasta el punto de que sus organizadores anunciaron que en el futuro no se manifestarían en Colonia…
Sin embargo, tras la masacre de los periodistas y caricaturistas de Charlie Hebdo, han reconsiderado esta decisión y han anunciado su voluntad de manifestarse todos los miércoles en los alrededores de la Catedral de Colonia. Como era previsible, los organizadores de la contra-manifestación se preparan para responder a esta iniciativa con contramanifestaciones tan masivas como posibles.
Un problema sobre el que hay que reflexionar
En Colonia, existen dos comités unitarios que preparan iniciativas contra Pegida y contra cualquier manifestación racista y xenófoba. Por una parte colectivos antifascistas y organizaciones de izquierda; por otra, organizaciones del mundo del trabajo, sindicatos de la DBG y el SPD. Pero, de hecho, en estas ocasiones el conjunto del espectro político (exceptuando la extrema derecha), asociativo e institucional, incluyendo a los partidos burgueses tradicionales y las organizaciones patronales, aparece unido sobre esta cuestión.
En Dresde, tras el atentado contra los periodistas de Charlie Hebdo y convocado por casi todo el mundo, incluso el gobierno regional controlado por el cristiano-conservador CDU, ha habido una manifestación de alrededor de 20 000 a favor de la tolerancia, contra la violencia, contra Pegida y contra el racismo.
Por supuesto, nos alegramos de que haya un número mucho más grande de personas dispuestas a movilizarse contra los comportamientos racistas e islamófobo que de gente que siga los llamamientos de Pegida y sus filiales y acólitos. Pero, por otra parte, no podemos obviar que las manifestaciones de Pegida dan cuerpo a la radicalización de un sector de la población (a menudo de las clases medias), que se siente antisistema, que gritan de alegría cuando los oradores denuncian a la " mentirosa prensa del Estado", a los "partidos del "bloque" que se mofan de nosotros" (partidos del bloque: fina alusión a los partidos legales agrupados en torno al "partido dirigente", el SED, en la antigua RDA), a los "burócratas y los bonzos corruptos" que no responden a las aspiraciones del pueblo llano de Alemania.
Por tanto es necesario discutir cómo dar un contenido de clase e internacionalista más preciso a las movilizaciones antifascistas. Son las fuerzas políticas que defienden el orden establecido y los intereses del gran capital quienes, día a día, crean las condiciones para la radicalización reaccionaria. Y quienes, a través de una política inhumana y de propuestas inaceptables, crean la atmósfera propicia al populismo de derechas y a las campañas racistas.
Más allá de los discursos vagamente humanistas, "políticamente correctos", los políticos de los partidos pro-capitalistas oponen a Pegida y a la radicalización racista consideraciones sobre la importancia para la Economía alemana y para la financiación de las pensiones o para la recaudación fiscal… de la inmigración "bien cualificada". El problema es que también Pegida habla de los "buenos" inmigrantes bien integrados.
Así, situándose formalmente en el ámbito del gran movimiento unitario nacional contra Pegida y sus acólitos (sin contradecir a su propia jefa de partido que además es la canciller del gobierno alemán), el ministro del interior de Sajonia, Markus Ulkig (CDU) ha anunciado, en medio de loa aplausos de los seguidores de Pegida, la creación de nuevas unidades de policía especiales "contra los demandantes de asilo criminales" y otros "delincuentes" ("Intensivtäter").
El potencial ultra-derechista
Este panorama nos retrotrae a mediados de los años 1990 cuando proliferaron los atentados contra los demandantes de asilo que, por supuesto, fueron condenados solemnemente por todo el espectro político que, al mismo tiempo, ponía en práctica las principales reivindicaciones de los rabiosos racistas: transformar el derecho de asilo incorporado en la constitución alemana, en un "derecho" de gracia. Lo que está ocurriendo ahora va por los mismos derroteros: una retórica de buenas palabras que acompaña y oculta un endurecimiento en el trato ya extremadamente restrictivo del reducido número de refugiados que han logrado entrar en Alemania a pesar de la fortaleza asesina que existe para impedirlo.
Las movilizaciones de Pegida no caen del cielo/2. Antes de ellas, en Alemania ya se dieron muchas actividades y movilizaciones racistas dirigidas contra los refugiados. Entre enero y noviembre de 2014, la cifra de refugiados ascendía a 130 000. Ahora bien, aún cuando los estadísticos muestran que la disposición a la radicalización racista no depende ni del porcentaje de refugiados ni del porcentaje de inmigrantes entre la población (en Dresde, por ejemplo, estos dos porcentajes son muy bajos), lo cierto es que en 2014 se dieron un gran número de acciones contra el establecimiento de los refugiados tanto en barrios medios como en barrios populares; tanto en el Este como en el Oeste de Alemania. A menudo estas acciones las desarrollaban conjuntamente habitantes del entorno al lado de las fuerzas de extrema-derecha y neo-nazis organizadas.
Entre enero y noviembre de 2014, el colectivo "Pro-Asyl" contabilizó 220 movilizaciones dirigidas contra los refugiados y, en el mismo periodo, 31 actos de vandalismo, 24 atentados incendiarios contra los centros a los que fueron asignados y 33 ataques físicos contra personas refugiadas.
Las encuestas de opinión muestran el incremento de los prejuicios racistas, xenófobos e islamófobos entre la población alemana. En 2011 el 25,8% se situaba estrictamente contra un trato más restrictivo a las demandas de asilo, en 2014 es el 76%. En 2011, 30,2% se sentía "extranjero en su propio país" a causa del gran número de musulmanes, en 2014 esta cifra ha aumentado al 43%. Actualmente, una mayoría del 55,9% piensa que los "Tziganes" (gitanos) tienen una tendencia criminal, en 2011 era una, aunque importante, minoría del 42%.
En Alemania se puede estimar que el potencial de la extrema derecha pura y dura se sitúa en un 12% (el partido Die Linke junto a los otros partidos y organizaciones de izquierda mucho más pequeños tienen más o menos el mismo potencial), dispuesto a movilizarse en la calle si no había que alejarse muy lejos de sus residencias. Solo una parte de ella votaría por la ultraconservadora, ultraliberal y populista de derechas AfD (que según el instituto Forsa, recoge el 5% de la intencionalidad de voto-lo que es mucho). Una parte del personal de este partido busca colaborar con Pegida. Su jefe, Bernd Lucke (profesor de economía ultraliberal), declaró en su página de Facebook que las reivindicaciones de Pegida eran "legítimas". Sin embargo, él y, sobre todo, su compadre Olaf Henkel (expresidente de uno de las dos grandes asociaciones patronales), tomaron distancias en torno a Pegida, por temor a perder su imagen de respetables en los medios conservadores y liberales burgueses. Otros en la AfD, situados a su derecha, se revuelven contra esta toma de distancias, lo que se traduce en una crisis en la dirección del partido.
De hecho, Pegida es un intento de romper el aislamiento y la dispersión de la extrema derecha para lograr movilizaciones significativas y alejarse de la imagen de extremismo de derechas para aparecer como fuerza enraizada "en la sociedad alemana". Es probable que, a fin de cuentas, esta iniciativa no llegue a buen puerto, pero que no quepa ninguna duda que no será la última.
NOTAS:
2/ Para más elementos de análisis, ver: http://www.sozialismus.de/kommentare_analysen/detail/artikel/willkommens-unkultur-in-deutschland/
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