domingo, 15 de mayo de 2016

¡Fuera Temer! ¡Plebiscito por elecciones generales!: Comunicado de Insurgência-PSOL (Brasil)

Llegó trágicamente a su fin, el día 11, un ciclo de 13 años de gobiernos del PT.


Insurgência – Tendência interna del PSOL. Traducción: Txema Abaigar 

Con el aval del Senado para proseguir con el proceso de impeachment (juicio político), la presidenta se vuelve una exiliada política interna y tiene inicio anticipado, para delirio de las fuerzas políticas del capital, un gobierno ilegítimo, manchado por las mismas sombras de corrupción que pesaban sobre el gobierno anterior y programaticamente aún más a la derecha de lo que intentaba ser el segundo mandato de la virtual ex-presidenta.

El ministerio de Temer es la temible expresión de uno de las mayores virajes conservadores que el país haya visto. Desde el gobierno de Geisel, hace ya 40 años, el país no tiene un gobierno constituido sólo por hombres. Un gabinete sin ni siquiera un negro o negra. Con 7 sospechosos de participación en las estafas investigadas por la Operación Lava Jato (N.T.: http://bolgaia.blogspot.com.es/2016/03/la-crisis-brasilena-y-la-encrucijada.html)

El ministro de Justicia de Temer, a cargo de la secretaría de Seguridad Pública de Saô Paulo, además de atropellar Derechos Humanos, enmascara datos sobre la crimininalidad. El nuevo ministro de Educación considera las “Bolsa Famíllia” como una correa política y su partido (el DEM) se posicionó en el STF (Supremo Tribunal Federal) contra de los cupos socio-raciales, como recuerda Bernardo de Mello Franco (“Direita Volver”, Folha de S. Paulo, 13/5/2016). El “nuevo” ministro de Relaciones Exteriores, José Serra, tiene como gran misión acabar con iniciativas como la Unasur o el "Banco de los BRICS” (N.T.: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

El titular de Hacienda, Henrique Meirelles, que estará acompañado por otro banquero al frente del Banco Central, buscará altos superávits primarios (“sobras” de la caja para el pago de la deuda pública) gracias a las contrarreformas estructurales, como la de Seguridad –aumento de la edad mínima para la jubilación, reducción de gastos como en educación, salud, cultura y “todo lo que no sirve” (según expresión esclavista de un "ruralista" amigo de Temer refiriéndose a homosexuales, indígenas y quilombolas-esclavos)-. Se anuncia a corto plazo el tan soñado exterminio del principio de negociación colectiva entre patrones y empleados, inscrito en la CLT (Codificación de las Leyes del Trabajo) y vigente desde hace 80 años.

Es verdad que de los nominados para el gabinete de Temer fueron ya ministros de Lula y Dilma y que algunas de las ex-ministras mujeres no representaban en absoluto las luchas de las mujeres por las transformaciones y conquistas tan necesarias en su vida y autonomía, como es el caso de la "ruralista" Kátia Abreu. Sin embargo, la composición de este Ministerio es la expresión más acabada de la forma en que la derecha reaccionaria hace “su” política: sin participación alguna de las y los sujetos históricamente oprimidos, a los cuales pretende mantener relegados a la invisibilidad en los espacios públicos y de poder.

No es casualidad que el gran capital made in Brasil y de fuera de él optó por apostar todas las fichas a este gobierno salido de una conspiración institucional, que da la espalda a quien fue elegida en las urnas por 54 millones de brasileños. Michel Temer se propuso el desafío de unificar a la clase dominante brasileña y sus representantes en el Congreso. Para eso, defiende amplias privatizaciones, termina con las “trabas ambientales” (por ejemplo pone fin al Ministerio de Medio Ambiente), continúa la prioridad del gasto con la deuda pública y además de un ajuste fiscal durísimo a corto plazo, propone el avance en contrarreformas, con la anulación de derechos sociales en las más variadas áreas –algo que el gobierno de Dilma intentó implementar, no lo consiguió y por esa razón fue descartada por amplias parcelas del empresariado-.

Réquiem para un proyecto

El momento de la derrota también es propicio -e imperioso- para por lo menos iniciar reflexiones sobre la derrota de Dilma y el significado del fin anticipado del largo ciclo de gobiernos del PT.

Se agotó en Brasil un modelo de "desarrollo" sustentado, por un lado, en una coyuntura internacional favorable a la exportación de materias primas minerales y agropecuarias (el “boom” de las commodities) y, en el plano interno, en la conciliación de clases, en la coalición entre partidos de orígenes sociales antagónicos y capitaneada por el PT.

El modelo falló por imposibilidades estructurales. Ya no era posible mantener una política económica de subordinación y respeto absoluto al predominio mundial y nacional del capital financiero, de favorecimiento a la tripleta conformada por bancos, agronegocio y empresas de infraestructura (petroleras, mineras y contratistas) con el congelamiento de las reformas estructurales progresivas –como la agraria, la urbana y la tributaria-, simultáneamente a la ejecución de políticas sociales limitadas. Especialmente en tiempos de gravísima crisis económica global y nacional, las fuerzas centrales del capitalismo globalizado exigían más esfuerzo y competencia de los gobernantes de Brasil, para implementar el ajuste aquí y en América Latina como un todo.

La histórica estrategia del PT de llegada al poder y su mantenimiento, tomando como camino las vías institucionales en alianza con sectores de la burguesía, demostró ser desastrosa. Fracasó un proyecto de poder de conciliación de clases. Este balance no puede ser barrido por debajo de la alfombra en nombre de la legítima indignación con el golpismo y las manifestaciones del conservadurismo. Nunca estará de más recordar que fue con los golpistas de hoy que Lula y Dilma se aliaron ayer, que fue en ellos que Lula, Dilma y el PT se apoyaron preferencialmente para adquirir la “gobernabilidad” hoy perdida.

La derecha venció la disputa, por ahora

El proceso de impeachment, comandado la mayor parte del tiempo por el gangster Eduardo Cunha y apoyado por ex-aliados de los gobiernos petistas (del PT) constituyó un golpe institucional. La crisis económica, política, social y ambiental que abatió la popularidad del gobierno de Dilma abrió camino para que sectores “fisiológicos” (N.T.partidos, normalmente pequeños, que sobreviven mediante cargos y dinero público) de la derecha tradicional abandonasen, como las ratas que son, el barco del gobierno que iba a la deriva.

Resultantes indirectos de un ciclo de 30 años de luchas y victorias de la clase trabajadora brasileña, los gobierno del PT fueron derrotados por la derecha tradicional, sus partidos más “fisiológicos”, la mayoría de los sectores de gran capital apoyados éstos en una de las más reaccionarias olas de movilizaciones en las calles de las clases medias urbanas en la historia política del país. Justamente por eso la mayoría de la población tiene un futuro sombrío por delante. Un futuro de disminución de derechos, de avance en el conservadurismo y de medidas neoliberales en el terreno económico.

No se trata sólo de la caída de un gobierno, de un problema puntual de popularidad, corrupción o desequilibrio económico. Lo más grave es que esta derrota tendrá consecuencias sobre toda la clase trabajadora, todos los sectores oprimidos. La derecha más reaccionaria ganó la disputa de las calles y de las ideas en la sociedad. Y esto explica que ya esté en marcha una ofensiva todavía más conservadora de disminución de derechos bajo el gobierno Temer- PSDB (Partido da Social Democracia Brasileira) y su bloque y por la mayoría “fisiológica” del Congreso Nacional.

Construir una salida de izquierda y democrática

A partir de las lecciones que extraemos de esta derrota, es necesario pensar respuestas inmediatas para organizar y unificar las luchas de resistencia y para reestructurar pacientemente un proyecto socialista.

No reconocemos legitimidad en el gobierno de Temer. No reconocemos legitimidad en la mayoría del Congreso Nacional que ejecutó un impeachment fraudulento, con sus 367 votos en la Cámara de Diputados, dedicados a atacar derechos de los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, las negras y negros, la población LGBT, de los indígenas y los pueblos originarios.

Estamos en la lucha frente a cualquier retirada de derechos de las trabajadoras y los trabajadores y de los sectores oprimidos de la sociedad. Esta tarea será parte del cotidiano de los movimientos frente al gobierno de Temer. Así como estuvimos en las calles por estas banderas durante los años de gobierno del PT, seguiremos nuestra marcha contra Temer.

El proceso que dio lugar a la caída de Dilma, con episodios dantescos como el de la retransmisión en la cadena nacional de TV de la votación en la Cámara de Diputados de la admisión del proceso el 17 de abril, mostró una vez más que vivimos en una democracia completamente secuestrada por el poder económico. Un régimen político en el que sus reglas y excepciones son modeladas conforme a los intereses de los poderosos –no es otra la explicación de una Cámara de un nivel tan bajo-, en contraposición a los intereses de la mayoría de la población.

Por eso es necesario y urgente generar una salida democrática más amplia para la crisis. Una salida que retire el futuro del país de las manos del Poder Judicial selectivo y elitista (que nadie elige ni controla), del Congreso corrupto y del oligopolio de los medios de comunicación.

Movimientos sociales, organizaciones políticas, colectivos e independientes son llamados a iniciar una amplia campaña para que el pueblo decida el presente y el futuro político del país, por medio de un plebiscito popular para la realización de nuevas elecciones generales bajo nuevas reglas.

Este es un camino democrático, para devolver al pueblo las condiciones de decidir el capítulo final de esta crisis y, por esa vía, intentar librarse de los capítulos de horrores que se avecinan con las medidas económicas y sociales de un gobierno bajo la batuta de Temer, apoyado en la mayoría de ese Congreso que ya conocemos.

Solamente con la radicalización de la democracia, en la lucha por una democracia real, fortaleciendo y forjando en las luchas de resistencia nuevos mecanismos de democracia participativa y directa, en la lucha por nuevas elecciones generales para la Presidencia, Cámara de Diputados y Senado, estaremos reconstruyendo, con las nuevas generaciones, un nuevo proyecto de sociedad, alternativo al de la derecha y alternativo al que el PT destruyó.

La construcción de un proyecto socialista y de sus instrumentos pasa por oponerse al gobierno de Temer y por la supresión del proyecto del PT, a partir del fortalecimiento de una izquierda coherente con los principios socialistas, que defienda el fin de la conciliación con la burguesía, el empoderamiento y la auto-organización de clase y una transformación ecosocialista de Brasil y de América Latina, protagonizada por todos los sectores oprimidos por el capital.

Creemos que el desafío de nuestro partido, el PSOL (Partido Socialismo e Liberdade), principal referente de la oposición de izquierda que marcó nuestra existencia desde el primer gobierno de Lula, será el de construirse como un partido radical, coherente y democrático, capaz de dialogar con otras fuerzas sociales y con la clase en lucha, para avanzar en este nuevo proyecto que supera al ciclo anterior, por los más diversos medios, pero principalmente con las luchas concretas: ocupando las calles, con consignas anticapitalistas, en defensa de los derechos, en la solidaridad ante la represión y por la radicalización de la de la democracia.

¡A la lucha! ¡A la izquierda!

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