sábado, 27 de julio de 2013

Las masas en Bulgaria están de nuevo en la calle

La imagen de Bulgaria como de la un país donde reinaba la pasividad y la resignación es ya una huella de un pasado remoto. 

Philippe Alcoy, en CCR4. Traducción: Tomás Martínez para Izquierda Anticapitalista

En medio de las masivas manifestaciones en Turquía y Brasil y las convulsiones más recientes del proceso revolucionario abierto en Egipto, las movilizaciones que tienen lugar en Bulgaria desde hace 40 días atraen menos la atención de los medios.

Sin embargo, la situación actual de crisis política y social y las movilizaciones populares en Bulgaria no comportan menos interés y lecciones a apuntar para los trabajadores y clases populares. El movimiento de contestación búlgaro se inscribe en efecto en un contexto internacional de movilizaciones populares crecientes contra los profundos problemas estructurales y los efectos de la crisis económica internacional que afectan a diferentes países del planeta. Desde las elecciones de Mayo, un gobierno de coalición débil como último recurso En el mes de Febrero Bulgaria conoció fuertes movilizaciones contra el aumento del precio de la electricidad que se convirtieron muy rápidamente en una contestación generalizada de la casta político-mafiosa que dirige el país desde el inicio de la transición [1] hace más de 20 años. Después de esto, el gobierno conservador de Boïko Borissov se vio obligado a dimitir y fueron convocadas elecciones anticipadas.

Paradójicamente, el partido de Borissov, el GERB (Partido de los ciudadanos por el desarrollo europeo de Bulgaria) el que se puso a la cabeza en las elecciones (un poco menos del 30% de los votos), seguido de los socialistas del PSB (25,7%), el partido liberal de la minoría turca, el DPS (el Movimiento de los derechos y las libertades, 13,4%) y finalmente los nacionalistas de extrema derecha de Ataka (7,4%).

No obstante fue la abstención la ganadora de estas elecciones (alcanzando casi el 50%). Un escrutinio marcado por las sospechas de fraude y por el hecho de que ningún partido disponía de la mayoría absoluta para formar un gobierno por sí solo. En este contexto finalmente se fraguó una coalición llamada “técnica” entre los socialistas del PSB y los liberales del DPS.

Esta coalición cuenta con el apoyo tácito de los nacionalistas de Ataka, que en la formación del gobierno no participaron en la votación, lo que redujo el quórum y permitió así la victoria del candidato del PSB. Por lo tanto, además de la inestabilidad política de una coalición, es dependiente de la extrema derecha nacionalista [2].

Contra la oligarquía y la casta político-mafiosa

Pero es el nombramiento del oligarca Delyan Peevski, de 32 años y a la cabeza de un imperio mediático, como director de la Agencia de Seguridad Nacional (DANS) lo que ha relanzado las manifestaciones que duran ya más de un mes. Mientras que la ola de protestas de Febrero ponía en cuestión las relaciones entre los oligarcas y la casta política búlgara y sus negocios, el nombramiento de Peevski en un cargo importante del aparato del estado (entre otros cargos, responsable de investigar los casos de corrupción) ha surgido como una provocación por parte del nuevo gobierno.

En efecto su madre, exdirectora de la lotería nacional, montó un poderoso imperio mediático en unas condiciones cuanto menos turbias. El mismo Peevski se integró en él en segundo año de Derecho, se hizo con el puerto más importante de Bulgaria en Varna, en el Mar Negro, dirige el imperio materno, controla la prensa escrita más importante del país, el cuarto canal de televisión y cerca del 80% de la distribución de periódicos. ¡Y como diputado tiene un absentismo del 92% entre 2009 y 2013!

Los problemas estructurales profundos 

Frente a la ola popular, Peevski se vio obligado a dimitir sin que las manifestaciones se debilitaran. En realidad, aunque la corrupción y el abuso de poder están en el centro de las manifestaciones actuales, las dificultades económicas juegan igualmente un papel importante en ellas. Nuevos datos de la Unión Europea demuestran que los búlgaros tienen los niveles de vida más bajos de la UE, el 50% de la media comunitaria. Incluso Croacia, adherida el 1º de Julio, es mucho más próspera que Bulgaria.

Vemos así, como en Brasil o en Turquía, que se trata de movilizaciones que abordan los problemas estructurales profundos del país y no simplemente a cuestiones puntuales, aunque éstas puedan servir como repunte de los movimientos. Las desigualdades, privatizaciones, los negocios mafiosos, los planes de reestructuración dictados por el FMI desde finales de los años 90, los bajos salarios, etc. forman parte de los elementos que impulsan a las masas a movilizarse y a cuestionar el régimen establecido con la reintroducción del capitalismo.

De hecho, Bulgaria no conoce el tipo de crisis que asola a su vecino del sur. Para la UE, Bulgaria funciona mejor que Grecia. Pero los búlgaros son humillados: durante 20 años se les ha dicho que ahora están en un mundo libre, en la economía de mercado, sin embargo todavía no pueden calentarse durante el invierno, simplemente porque las compañías de electricidad no hacen las inversiones necesarias.

¿Hacia un nuevo período?

La crisis económica internacional que vivimos actualmente pone las bases materiales de una transformación del período. El discurso neoliberal y el triunfalismo burgués, que indudablemente conocieron una fase de euforia en los años 90 con la caída del muro de Berlín, el regreso del capitalismo a la antigua URSS y la apertura económica de China y Vietnam comienzan a agotarse.

Durante estos años, el reflujo social, económico y político de la clase obrera ha sido enorme. Las desigualdades, la precariedad en el trabajo y en las condiciones de vida, el saqueo de las riquezas naturales y de las industrias nacionales, así como la pérdida de las conquistas históricas de la clase obrera se combinaban con la abierta corrupción de una casta político-mafiosa íntimamente ligada a los “nuevos ricos”, no menos mafiosos y corruptos. En la crisis actual, que se expresa más claramente en las movilizaciones masivas que sacuden varios países del mundo, es la denuncia y el rechazo a esta casta política y a los regímenes sobre los que ésta se asienta. De alguna manera, parecería que a la crisis económica se añade hoy el principio de una crisis de legitimidad de la forma en la que la burguesía ha dominado durante las últimas décadas.

En Bulgaria, esto se ve claramente: los manifestantes, de modo confuso, llenos de ilusiones y a veces de manera ambigua, se manifiestan contra el conjunto de lo que a menudo es llamado periodísticamente “clase política", dicho de otra forma, la casta de políticos burgueses y altos funcionarios al servicio de la patronal y del imperialismo, que se enriquecen a espaldas de las masas, incrustados en el aparato estatal. Por el momento, este movimiento tiene un carácter muy explosivo y espontáneo, casi sin estructura que permita, al menos parcialmente, el control de sus reivindicaciones.

Estas últimas continúan siendo vagas por el momento. Por ahora, la prensa parece acordarse de ellas para la dimisión del gobierno y para la reforma de la ley electoral, dando más peso a los “ciudadanos” y a los candidatos independientes, reivindicación que puede tranquilamente derivar hacia opciones bonapartistas de “izquierda” como de derecha.

A pesar de estos límites, es evidente que para las clases dominantes búlgaras la situación se hace complicada y hasta ahora nadie parece haber encontrado la solución para desactivar esta dinámica de desafío al régimen y sus partidos. No es por nada que el partido de extrema derecha Ataka, mostrando claramente su carácter de clase, comience a adoptar un discurso más duro contra los manifestantes e incluso haya llegado a proponer un ministro de su partido para restaurar el orden público.

Para evitar que este tipo de opciones reaccionarias se impongan y logren reprimir a los movimientos populares, es evidente que la clase obrera, aliándose con los sectores populares de las ciudades, pueblos y campos, entre en escena con sus métodos de lucha y organización. Las movilizaciones diarias casi espontáneas y las ocupaciones de algunos espacios públicos tienen sus límites y no son suficientes para ir más allá.

Es fundamental que los órganos de autoorganización se desarrollen en los centros de trabajo, de estudio y barrios en los barrios populares para permitir a las masas que luchan ejercer un control de su propio movimiento y reivindicaciones. Sea como sea, lo que sí es cierto es que las masas de Bulgaria ya han abierto un nuevo frente de la lucha de clases mundial.

NOTAS:

1-Ver Ph. Alcoy “Bulgarie: mobilisation populaire et chute du gouvernement” http://www.ccr4.
org/Bulgarie-mobili
2-El PSB y el DPS tienen un total de 120 diputados sobre 240 que tiene el parlamento. Los 23 diputados de Ataka, al no haber participado en la votación, hicieron mayoritaria la coalición turco-socialista.

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