miércoles, 4 de junio de 2014

Elecciones europeas: izquierdas tuertas y dragones sin mazmorras

Tras las pasadas elecciones europeas el mapa es incierto. 


Tomás Martínez, de Izquierda Anticapitalista-Andalucía


Aunque tradicionalmente la cámara de Bruselas ha estado lejos del interés de las clases trabajadoras, no es menos cierto que esta cita se planteaba en muchos países como una seria reválida al papel de los sumisos gobiernos socio-neoliberales como ágiles correas de transmisión de la troika verduga y la posibilidad de un decidido trasvase electoral a opciones alternativas aspiraba a recoger el descontento de las luchas de este lustro.

Efectivamente, me he referido a opciones políticas alternativas a las políticas del BCE, FMI y Comisión sin hablar específicamente de las izquierdas, a pesar de ser el principal objeto de atención para quienes lean estas notas. Pero resultaría insano plegarse a la ceguera que muchos han ejercido hasta ahora y no ver cómo las aves carroñeras de la derecha populista eurófoba o filofascista agitan sus alas sobre el parlamento europeo.

El resultado del 25 de Mayo ofrece una grisácea panorámica de indiferencia y rechazo activo a una cámara orquestada por el capricho de la tecnocracia liberal empeñada en construir el “sueño del bienestar europeo”, inexistente ya mucho antes de la crisis del capitalismo para los intereses de las clases populares, que ha dado una bofetada en forma de voto de repliegue proteccionista y defensa del estado-nación, y en menor medida de “indignación a la izquierda” contra el terrorismo de la troika.

A pesar del ascenso en algunos países concretos de la izquierda alternativa en sentido amplio, el ansiado voto contestatario a las políticas de austeridad no ha respondido unánime del modo sostenido y global que habríamos esperado para conformar nuevas mayorías. Se han confirmado los avances previstos en Grecia que anuncian el modelo de “gobierno de izquierdas” en Grecia con Alexis Tsipras, sin embargo aún es excesivamente pronto para hablar de una consolidación del espacio radical situado a la izquierda de la tradicional socialdemocracia.

El Partido Popular Europeo sigue siendo la primera fuerza en la UE y lo hará en los próximos cinco años. La hegemonía de los socios de Merkel en los estados miembros apenas se resiente unos 7 puntos respecto a las de 2009 y el grupo de los partidos autodenominados socialistas no ganaron nada de la leve caída de la derecha. Por lo tanto, la “gran coalición” que gobierna o ha gobernado antes en la mayoría de países continuará haciéndolo con sus políticas criminales también desde Bruselas.

Los conservadores pueden sacar pecho gracias a los buenos resultados en Alemania, donde la CDU democristiana de la nueva dama de hierro ha obtenido el 35,3%, y del estado español donde la formación más votada a pesar del desgaste es el Partido Popular. También en Bulgaria, Finlandia y Chipre, cuyo presidente Anastasiadis pidió un oprobioso rescate, la derecha es mayoritaria. Son éstos los únicos países en que el partido político conservadoren el gobierno revalida sus apoyos.

Por el contrario, el ejemplo de relevo del “compañero de coalición” se da en Portugal. Allí el Partido Socialista, el mismo que con el gobierno Sócrates sufrió la intervención de la troika, recibió un respaldo del 31,47% frente a la coalición conservadora. El otro feudo débil del social-liberalismo es la Italia de Renzi, reformista como el que más, con un 40,8% de los votos. Éstos son los vergonzosos ejemplos destacados de alternativa a la derecha neoliberal que le quedan a los Socialistas y Demócratas europeos.

Cuáles son los dragones euroescépticos que devoran Europa

El resto de la radiografía europea que se sometía a las urnas el Domingo presenta un diagnóstico inquietante: uno de cada 4 votos el 25M fue para partidos euroescépticos, ultranacionalistas y xenófobos. El dragón que todo el establishment creía adormecido ha sacado el lanzallamas. Para empezar, la ultraderecha cosecha una victoria histórica en dos países con características muy diferentes pero en los que ya se había hecho fuerte en las elecciones municipales marcando un sonado gol a las respectivas fuerzas gobernantes conservador y socialista: Inglaterra y Francia.

El Frente Nacional cumplió y rebasó todos los pronósticos y Marie Len Pen se convierte con su 24,95% y 24 escaños en la musa de la ultraderecha en Europa, quien ya mueve hilos para conformar por primera vez un grupo parlamentario amplio de rechazo por el margen diestro ultranacionalista a la UE. Supera a la Unión por un Movimiento Popular, la derecha clásica, y se ríe de Hollande, desplazado y humillado a la tercera posición. El terremoto galo ha supuesto un tsunami para los popes de la troika.

El partido xenófobo británico UKIP del excéntrico Nigel Farage, que propugna la salida de la UE, descabalga con un 27,5% de los votos a los laboristas y tories a segunda y tercera posición. Es la primera vez en la historia política del país que en unos comicios se impone una formación ni conservadora ni laborista y este hecho lo consolida en el escenario político y refuerza el discurso antiinmigración de toda la derecha inglesa.

El voto euroescéptico británico proviene, como el del Frente Nacional, de un sector de la clase trabajadora que observa cómo la Unión Europea les obliga a ver sus puestos de trabajo amenazados por una “invasión” de rumanos, búlgaros y polacos y a perder sus señas más identitarias en favor de una multiculturalidad impuesta. Al participar los liberal-demócratas en el gobierno de los recortes de Cameron, el voto de descontento ha ido en bloque a los 23 diputados de UKIP.

Nada despreciable es el aumento de la ultraderecha húngara que representa Jobbik como segunda fuerza con su 14,29% y 3 eurodiputados, al igual que los cuatro del islamófobo Partido de la Libertad de Holanda de Wilders, los mismos que el FPÖ austriaco y los cuatro también que suman los Demócratas Suecos y el Partido Popular danés, todos en tercera posición. La Liga Norte italiana salva los muebles y alcanza un 6% y 5 escaños como cuarta formación.

La irrupción de Amanecer Dorado en la olla a presión helena ha supuesto la entrada de 3 eurodiputados abiertamente neonazis con un 9,4%, y lo que es grave por el lugar de procedencia, la llegada de un miembro del NPD alemán, heredero directo del nacional-socialismo hitleriano, que ninguna encuesta esperaba. El único eurodiputado del BNP británico cae en favor de UKIP. El líder de los fascistas griegos felicitó al alemán desde la cárcel. Estas formaciones se verán excluidas del grupo euroescéptico, pero su presencia obliga a la izquierda antifascista a tomarnos mucho más en serio la amenaza.

No se trata de una competencia electoral por la hegemonía conservadora. Ya en los países nórdicos y en las principales economías, el debate sobre la UE y la zona del euro está abierto y se ha sumado al debate público de una manera que no tiene nada que ver con Grecia. A medida que se acentúan los efectos devastadores de la crisis y se certifica la incapacidad para salir airoso de ella sin modificar el marco del estado-nación, se agudizan los antagonismos que alimentan a las burguesías de las derechas tradicionales.

Éste es el caso de la escisión derechista berlusconiana de Forza Italia del Nuevo centro-derecha de Alfano, y el advenimiento de la Alternativa para Alemania, que tuvo 7 % y 7 escaños radicalizando la política neoliberal con "no hay más dinero para los países del sur" , que pueden unirse en estas búsquedas. El conflicto se visibiliza en Inglaterra entre los tories y Nigel Farage, que compartirán grupo parlamentario euroescéptico en Bruselas y que será diferente del estreno que harán Le Pen, Wilders y los suyos.

Éstas son las dos o tres caras del euroescepticismo. Se ha señalado muchas veces que lo alimenta la rabia contra las políticas de Bruselas, la austeridad depredadora y la profundización constante de una UE antidemocrática a través de tratados sucesivos. Estas clases populares indignadas son el "común" que reclama la extrema derecha para dar lugar a un repliegue nacional ya iniciado con opciones sin perjuicio de la soberanía de capital. El caso francés es el más relevante en este fenómeno, donde Le Pen ha logrado convertirse en una voz política contra la austeridad de Hollande.

Sin embargo, hay otra cara popular de escepticismo. La utilidad de la extrema derecha viene como el mal menor de la burguesía para desviar la ira anticapitalistas contra la UE a posiciones etnocéntricas, y al mismo tiempo como un “hombre del saco” ideal para continuar el ataque coordinado contra las clases trabajadoras y el fortalecimiento de la troika. Dado que en esta etapa seguimos estando hoy en día como se ha visto, ya ha comenzado a aparecer el “juntos para salvar a Europa de la derecha nacionalista”.

En este entorno, la extrema derecha puede estar emergiendo como un dragón, una fuerza clave y transversal que devore espacios clave tradicionales de la izquierda. Baste como ejemplo el caso de la débil recuperación del KKE griego en estas elecciones y de los muchos votantes reconocidos de Amanecer Dorado en zonas agrarias que confiesan que lo han hecho porque esta izquierda no les ha dado soluciones y les ha traído inmigración. En algunos barrios parisinos podrá oírse con facilidad lo mismo.

Cuáles son las izquierdas tuertas que gatean en Europa

¿Y mientras tanto qué trozo del pastel parlamentario ha correspondido a la izquierda alternativa a la austeridad de Merkel y Bruselas el 25M? Por desgracia, las noticias que venían de las urnas europeas no eran tan buenas para la izquierda en sentido amplio como deberían, puesto que sus parlamentarios supondrán el único poder institucional contrapuesto a estas políticas de repliegue identitario y de suicido económico. El grupo parlamentario de la Izquierda ha dado un mordisco pero no ha hecho daño. Estas izquierdas que conforman el equipo de formaciones comprometidas a votar, ya simbólicamente, a Alexis Tsipras como candidato a presidir la Comisión Europea, han caminado demasiado a menudo en Europa como fácil muleta a la izquierda de los gobiernos de centro-izquierda, y hoy se mantienen excluidas de esta fórmula a nivel estatal. Su peso en el próximo parlamento de Bruselas sólo pasa del 4,6% al 5,6%.

La victoria más que anunciada de SYRIZA en Grecia, que celebró también la segunda vuelta de unas muy ajustadas elecciones municipales y regionales, supone el empuje en la mayoría del continente de la izquierda antineoliberal que ha intentado desde los parlamentos estatales enfrentarse a las políticas de austeridad de uno u otro partido de la “gran coalición”. La izquierda reformista radical ha adelantado por menos de lo esperado a Nueva Democracia de Samaras y otorga 6 eurodiputados con un 26,6%.

No ha habido un ascenso de la izquierda griega respecto a las europeas de 2009 sino desplazamiento de voto del hundido PASOK hacia Alexis Tsipras y ligero repunte de las fuerzas de extrema izquierda. Sí es bien cierto que respecto a las decisivas elecciones legislativas de hace dos años las posiciones se han consolidado. El grupo de Izquierda Europea tendrá voces tan preeminentes como la del electo nonagenario Manolis Glezos, héroe de la resistencia que quitó la bandera nazi del Partenón en 1944.

Después de cinco largos años de desmantelamiento inflexible del cojo estado del bienestar heleno, una parte considerable de la clase trabajadora griega deposita en la formación de Alexis Tsipras una confianza y la enorme responsabilidad de no convertir las más de 30 huelgas en frustración. De ninguna manera cabría esperar un “gobierno progresista” de negociación de una derrota pactada a la baja con el silencio en las calles. Sin embargo, lo que llevamos viendo desde 2012 desgraciadamente más bien indica que el enfrentamiento con la troika será muy de guante blanco.

Hay que destacar el positivo avance respecto a las de 2009 obtenido por la izquierda anticapitalista de ANTARSYA, que rasca un 0,72% a pesar de sufrir la concentración del voto antiausteridad en la formación que es mayoritaria. Esta coalición de izquierdas revolucionarias, reconocida en las luchas por su militancia, que ya había alertado del giro al centro de Tsipras, sube medio punto respecto a 2009. Quizás paga la desunión de sus organizaciones, pues algunas apostaban por ir con Plan B, escisión de SYRIZA.

Dejando aparte el ascenso de la izquierda con la inesperada irrupción de Podemos en el estado español, formación de reciente creación y en disputa por un espacio reformista probablemente más radical y amplio que el que posee Izquierda Unida, que entregan al grupo parlamentario de la Izquierda Europea una suma total de 11 diputados, es la izquierda alemana la que ha podido ser la tercera en rellenar el colchón institucional. Si bien el número de parlamentarios de Die LInke se mantiene con 7, baja en un punto porcentual hasta el 7,4% y señala un estancamiento.

Seguramente la crisis de liderazgo tras el recambio por Oskar Lafontaine, los gobiernos de gestión social-liberal con el SPD y Los Verdes en Berlín y algunos lander y los debates sobre el euro y qué nivel acertado de crítica a la troika y a la UE han pesado en el resultado. Die LInke se halla en la eterna búsqueda de un espacio que pone más interés y pies en las instituciones que en las luchas, donde la autonomía tiene el predominio. Parece no haber superado su búsqueda identitaria.

El ala izquierda de la formación que representa la minoría Antikapitalische Linke salió muy debilitada tras el congreso federal de Febrero y tampoco se ha puesto calendario a debates con la única izquierda que a su margen extremo podría hacerla virar: NAO o Nueva Organización anticapitalista, una suerte de ANTARSYA fraguadas en las luchas del movimiento antiglobalización que ya cuenta con respaldo en Berlín y se está conformando a nivel estatal. Los hermanos y hermanas lusos tomarán posesión de 4 escaños en el parlamento de Bruselas y avanzan en sus posiciones. El Partido Comunista Portugués, en coalición con los verdes, obtiene una muy buena cifra, un 12,67% y el Bloco de Esquerda logra dar entrada en la Eurocámara a Marisa Matias con un 4,56%, sufriendo gran retroceso. Cabe señalar que el dato de 2009 fue calificado por el Bloco como desastroso, y el de este 25M puede enmarcarse en la derechización que experimenta desde 2010 con el votó al rescate griego, y que sigue con guiños al PS para un “gobierno de izquierda”. En la vecina tierra gala el tifón ultraderechista ha dejado unos resultados flojos para la izquierda contraria a la troika. La abstención ha puesto un sillón de oro a las derechas pero ha perjudicado al conjunto de la izquierda. Ni siquiera las brutales acometidas neoliberales del gobierno Hollande, que sigue purgando incesante el gran pecado de abrazar la austeridad desangrándose electoralmente, ha dejado un obsequio de considerable tamaño a su lado izquierdo.
El Front de Gauche ha entrado en crisis y se acaba el efecto Mélenchon iniciado en 2012. Recibe como sexta formación, superado por Europe Écologie, un débil 6,3% que es transferido en 3 escaños, pierde uno. Pero es el otro espacio de la izquierda anticapitalista y revolucionaria el que se fragmenta, con resultados muy débiles. Lucha Obrera se situó a la cabeza, como hasta el 2002 ocurrió con la Liga, con un 1% en perjucio del NPA, que no se presentó en todas las circunscripciones y se quedó en el 0,3% del voto. La crisis que arrastra desde su último congreso y la indefinición acerca de su relación con el Front de Gauche se hace patente en lo electoral para el que en su día fue el modelo para partidos anticapitalistas amplios.

En Italia las dos izquierdas de tendencia reformista, Sinistra Ecología y Libertad (SEL) y Rifondazione, han logrado constituir una alianza electoral que fuera capaz de ocupar el fantasmagórico espacio a la izquierda del Partido Democrático. Con el modelo griego como referencia, L’altra Europa con Tsipras, lista en que se incluían algunos candidatos destacados en los movimientos sociales, como el No TAV, y apoyados por Sinistra Anticapitalista, ha obtenido un 4,03% y 3 diputados.

A pesar de lo histórico de haber superado la inexpugnable barrera electoral del 4%, el experimento ha sido una firma entre cúpulas y es muy difícil pensar que las enormes contradicciones de esta agregación artificial permitan la creación de un nuevo partido de izquierda en Italia. Para empezar, cada diputado proviene de una formación diferente enfrentada a las otras, e incluso es muy probable que el electo por SEL integre el grupo de los Socialistas y demócratas europeos, muy en consonancia con la línea de apoyo crítico a Renzi de su líder, Nichi Vendola.

En Holanda el Partido Socialista, que forma parte también del grupo parlamentario de la Izquierda Europea, incrementa en casi tres puntos sus resultados hasta un 9,6% y alcanza 2 escaños. En Irlanda, el Sin Fein experimentó un importante avance del 11,2% al 17% y convirtiéndose en la segunda fuerza política del país, mientras el Socialist Party, sin representación, recogió un 3%.

Esta izquierda antineoliberal también se mantiene estable en los países escandinavos: Dinamarca, donde el Socialistik Folkeparti consigue 1 escaño con el 10,9%, Suecia con un 6,3% y otro diputado para el Vänsterpartiet, y en Finlandia el VAS, con 9,3% y otra plaza parlamentaria. Entre los países “desiertos” de la izquierda parlamentaria destaca la fuerza de un recién llegado digno de mención, la Izquierda Unida eslovena, fundada hace unos meses. Aunque no anotó lo suficiente para escaño, la nueva coalición tuvo un impresionante 5,47%.

Otra novedad es la unión de las izquierdas antineoliberales belgas con la experiencia debutante de la PTB-Gauche d’overture, en la que han participado los compañeros de la LCR belga francófona y el PC con el Partido del Trabajo de Bélgica, en cuyo 5,48% ha cristalizado el rechazo a las políticas de austeridad ejecutadas por Di Rupo, compañero de familia política de Hollande. A pesar de sólo obtener diputados a nivel regional y no europeo, este resultado ya supone un espaldarazo para la izquierda belga.

Qué izquierda anticapitalista para qué Europa en ruptura

Si nos detenemos a analizar detalladamente qué cosecha recogemos del pasado 25M, pocos datos nos pueden parecer sorprendentes. La mecha populista y neofascista, con las muchas comillas y acotaciones que queramos ponerle al término, ha prendido en el campo seco y no ha habido cortafuegos que evite lo que todas las encuestas veían previendo desde hace meses y años. Tenemos un parlamento con una izquierda que da un pasito pero con una derecha ultranacionalista que la lleva tres pasos atrás.

La santísima troika y los mercados se han puesto muy poco tensos con madame Le Pen y mister Farage chantajeando su unión económica. Puede que aún no les baste para haber entendido bien el mensaje de las urnas, o de las no-urnas vista la abstención que también ha hablado. Salvo en Alemania y en menor medida Italia con su Beppe Grillo, que son excepciones con condiciones peculiares, en el resto de la UE las formaciones han sufrido el manguerazo populista en forma de estallido extremista.

El equilibrio social y político europeo anterior al crack del 2008 no va a ser fácilmente restaurado y todos los parches de la burguesía van a resultar unos torpes analgésicos retardantes pero destructivos. La quiebra de referentes de las clases populares para solucionar problemas cotidianos que el estado del bienestar apenas garantizaba ha conducido a una desconfianza de la política tradicional y borrón y cuenta nueva.

Frente a unos gobiernos más títeres que políticos azotados sin piedad, humillados encarnizadamente en el caso francés, la izquierda reformista se despereza y es aupada por la desesperación de una clase obrera totalmente esquilmada. Los importantes avances en Grecia y en el estado español no pueden ir de ninguna manera acompañados de un contraproducente ilusionismo de varita mágica: Tsipras no podrá devolverles a los griegos el estado del bienestar y la troika no morirá con su victoria.

Tampoco la izquierda tradicional y la que irrumpe con Podemos van a derrotar juntas a Rajoy ni al bipartidismo revertiendo los ataques y echando a lo que ahora se llama casta con una fácil suma de diputados en las Cortes. Alimentar que la chistera electoral y una limpieza de la clase corrupta implican un cambio sistémico es tremendamente ingenuo y peligroso para quienes se acercan a hacer política de cambio.

Habrá que recordar oportunamente que los cambios de ruptura sistémica no los han traído los periodos electorales sino la continua persistencia, ampliación, radicalización y victoria de las luchas arrancadas al poder económico. El debilitamiento de casi todas las burguesías europeas se ve ahora pero se ha fraguado con tensión en el avance en la conciencia de clase y el ascenso de las luchas, con el exponente griego y español, o bien con ausencia de ésta y la abducción por el populismo, como el caso galo e inglés.

La radiografía de estas elecciones puede representar un punto de inflexión histórico y debemos saber aprovecharlo. El ascenso generalizado del reformismo se produce tras haberse superado la cresta de la ola de un periodo de luchas en el continente que parece ya iniciar una etapa de reflujo. Como mero indicador se puede señalar que el pasado año 2013 solamente Grecia tuvo huelgas generales, en cantidad y seguimiento considerablemente menor que años anteriores.

Pero la crisis de la deuda y la frágil situación del euro no están en absoluto controladas y la creciente inestabilidad política y los conflictos abiertos como el de Ucrania no garantizan una relajación de los planes de austeridad. Los ataques encomendados por la troika podrán calendarizarse pero van a continuar. Frente a la autocomplacencia de la izquierda institucional que cuestiona la esencia de la arquitectura europea toca mantener encendido el mechero de un proyecto radicalmente alternativo que pueda detener y aplastar la mecha fascista.

Ello implica profundizar en las muchas grietas de un proyecto económico fallido y sin vuelta atrás, irreformable desde el mascarón de proa hasta el palo mayor, una cruel pala de erosión de la soberanía popular y dirigida a saquear a las y los trabajadores. Debemos combatir su suculento objetivo de dividir a los pueblos del norte y el sur al igual que cuestionar de raíz su carácter imperialista y depredador de la naturaleza.

Puesto que todos los desequilibrios de la eurozona son inherentes al proyecto se debe cuestionar la moneda única desmarcándose hábilmente del discurso proteccionista y del reformista del Frente Cívico. No debemos entrar en el callejón sin salida de distinción de deudas legítimas e ilegítimas, hay que desobedecer con el impago de toda la deuda. No es una cuestión jurídica sino política, de lucha de clases. Del mismo modo, no hay ruptura con esta UE si no se denuncian e impugnan todos sus tratados.

La tarea es ingente pero somos una creciente legión cada vez más golpeada en todo el continente y hemos aprendido y aprendemos de otras experiencias a lo largo de la historia y del globo que nos han hecho avanzar en el análisis. No sólo otra Europa es posible, combinando las luchas y los saltos de conciencia, sino también urgentemente necesaria, y el necesario juego electoral no debe desviarnos del principal objetivo.

La izquierda revolucionaria debe seguir cavando sin prisa pero sin pausa, abriendo bien los dos ojos y evitando sacar mucho la cabeza para cegarse con cantos de sirena, atajos que conducen irrefrenablemente a la escollera y a la frustración. Hay que diferenciar bien entre romper el tablero y romper el sistema, saber hasta dónde buscamos llegar nosotros y explicar pedagógicamente, si es que de verdad queremos, que una cosa no lleva automáticamente a la otra.

El trabajo no es otro que ilusionar pero en las calles, construyendo anticapitalismo fiel a las luchas, dejándonos la piel en las tareas por un sindicalismo combativo y necesario ahora más que nunca. No podemos ser el sereno de la agitación y no estar en todas las peleas. Es una tarea urgente reconstruir un leal internacionalismo revolucionario y empático con los pueblos de Europa y las clases oprimidas hermanas, que están codo a codo pero a diferente ritmo en el mismo combate.

Hay que ser prudentes y no tropezar con piedras en el camino por querer llegar antes. Son tiempos de extrema necesidad por hilvanar un discurso de mayorías pero también de que la izquierda anticapitalista esté en disposición de ampliar todos los espacios de lucha y cruzar con el semáforo rojo la línea que separa la reforma de la ruptura. Sólo acertaremos si abrimos los dos ojos y dejamos de ser tuertos observando el horizonte.

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