Los trabajadores de ferrocarriles franceses dejaron de trabajar el 10 de Junio contra un proyecto de reforma ferroviaria presentado en el Parlamento a partir del 17 de Junio.
Gobierno y patronal aprovechan la crisis para eliminar los derechos sociales y atacar las condiciones de trabajo. Después de más de una semana de huelga y a pesar del frente de la patronal que coaliga a Fillon, Hollande, Valls y Berger, la determinación de continuar la lucha permanece intacta.
Rechazan la implosión de la SNCF prevista por la reforma y el fin del servicio público que irá de la mano de la liberalización del sector. Esta reforma prepara la llegada de operadores en las actividades susceptibles de generar beneficios (TER, TGV) dejando al estado el mantenimiento y gestión de una red considerada demasiado cara. Como contribuyentes pagaríamos el mantenimiento de las vías, como usuarios tendríamos un servicio degradado con precios en alza. ¡Esta reforma no es de nuestro interés!.
Sufrimos del mismo modo el establecimiento de un acuerdo competitivo a través de la derogación de nuestras normas laborales, ataques que vienen a añadirse a los sufridos desde hace muchos años: recortes de empleos, reestructuración, congelación de los salarios. Desde este punto de vista, la situación vivida por los ferroviarios es idéntica a la del conjunto de la clase obrera. Nuestra movilización también es la primera huelga decidida a escala nacional desde la llegada de la izquierda a la cabeza del estado. A partir de ahora entramos en una nueva fase del conflicto debido a la aprobación del proyecto de ley en primera lectura en la Asamblea Nacional. Con un gobierno que endurece sus posiciones, las organizaciones sindicales se muestran dubitativas pero impulsadas por la base a seguir, la situación corre el riesgo de evolucionar rápidamente.
Estos episodios ilustran, entre otros ejemplos, el desajuste entre el estado de ánimo, las reivindicaciones y los deseos de acción de las asambleas generales de ferroviarios y la política de las grandes centrales sindicales. También se ilustra, a pesar de algunas limitaciones, las capacidades de los huelguistas de tomar poco a poco el control de su huelga.
Ahora es necesario dar un paso más en su estructura. Por lo tanto, debemos lograr constituir asambleas generales soberanas, estructuras de aplicación de sus decisiones y empezar a preguntarnos sobre la coordinación de sus acciones, por lo menos en la región de Île-de-France. Los temores del gobierno y de la patronal a una “coagulación” de las luchas en curso contra las consecuencias de sus políticas deja claro a los trabajadores cuál es el camino a tomar. La movilización de los ferroviarios podría ser el vector de una movilización de conjunto de numerosos sectores en lucha. Todos juntos podemos expresar nuestro rechazo a los planes de austeridad que sufrimos en cada uno de nuestros sectores.
Hollande y Valls descarrilan
Desde el inicio de esta huelga masiva- así es como se ve por parte de los usuarios – el gobierno, que en absoluto se preocupa por las inversiones que debería hacer la SNCF para evitar molestias del transporte diario, que no ha tomado ninguna medida para el mantenimiento de las vías desde el accidente mortal de Brétigny-sur-Orge, exige desesperado a la reanudación de las obras en beneficio de los usuarios…sorprendente que no se preocupe por los trabajadores que luchan para defender el servicio público.
Su último mantra es que la huelga impediría el correcto desarrollo del Baccalauréat (Selectividad). ¡Esta instrumentalización es escandalosa! Por un lado, es falso ya que el ministerio de Educación nacional anunció que se aceptaría un retraso de una hora de los aspirantes a su examen, pero sobre todo es el propio gobierno el que tiene la responsabilidad de esta cacofonía.
De hecho, esta huelga ha sido precedida por numerosas acciones desde Junio de 2013 sin ningún efecto sobre los proyectos gubernamentales, y de la protesta nacional de más de 20.000 trabajadores de los ferrocarriles el 22 de Mayo. No son ellos quienes fijan el calendario de las reformas ni ningún empleado decide los trapos sucios del gobierno que lanza sobre sus cabezas. Además, muchos de ellos son padres de los jóvenes que pasan el examen.
La apertura a la competencia se presenta como un “plus” sin sacar a relucir la bajada de tarifas. Es falso. En ninguna parte la liberalización ha dado lugar a un mejor acceso a los servicios, sino que también con la reforma el precio de los peajes para los trenes se incrementará en un 30%. Además, la privatización ferroviaria plantea graves peligros para la seguridad de los transportes como lo demuestra el ejemplo inglés.
Después de la privatización sufrida en 1996, las compañías ferroviarias privadas, al mismo tiempo que aumentaron sus tarifas, disminuyeron las inversiones y suprimieron dos tercios de los puestos de trabajo de los ferroviarios. Los costes de mantenimiento se redujeron por debajo del mínimo requerido para la seguridad del tráfico. Las consecuencias: aumento importante de los accidentes (a menudo mortales), retrasos sistemáticos y un servicio diario degradado. Usuarios y trabajadores somos víctimas de la política de “cada vez más austeridad” del gobierno, de la bajada de los costes laborales, del chantaje de clase al que nos somete la austeridad, de la idea de que hay que trabajar más para cobrar menos. En la SNCF los repetidos retrasos, la espera en los mostradores, los trenes sobrecargados y los retrasos en inversión y mantenimiento son responsabilidad del estado y de la dirección de la empresa. Contra esta política no hay otra respuesta que la movilización.
Nota: Desgraciadamente, la huelga ferroviaria en Francia que cumplía más de 15 días se desconvocó la semana pasada sin que haya supuesto una victoria para el sector.
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