sábado, 16 de julio de 2016

Panamá: Dos análisis a dos años del gobierno de Varela y la crisis social en el país

A dos años del gobierno Varela. José Eugenio Stoute
A dos años de gobierno de Juan Carlos Varela, se sigue profundizando la crisis social en el país. Polo Ciudadano

A dos años del gobierno Varela

Cumplidos dos años de la administración del presidente Juan Carlos Varela, resulta conveniente realizar una valoración que nos permita descifrar el curso en el que está inmerso su gobierno, aunque en los tres años que le faltan para culminar su período dicho curso pueda cambiar.

José Eugenio Stoute, analista político. Revista Portada/junio. Tomado de Nuestro Camino

Hay que advertir, en aras de la honestidad analítica, que muchos -aunque no todos- de los problemas que enfrenta el actual gobierno son heredados, es decir producto de una acumulación de la que son responsables igualmente gobiernos anteriores. Dicha realidad no exime de responsabilidad, en absoluto, al gobierno que fue electo para resolver o alumbrar los caminos de solución de estas preocupantes situaciones.

Una consulta -que no encuesta- a “boca de calle” nos transmite la impresión de que existe por parte de la ciudadanía una baja valoración del actual gobierno. No se trata tan solo de las conversaciones de café propias de los “entendidos” en el bochinche político. Las quejas surgen en los taxis, autobuses, vagones de metro, de algunos sectores empresariales y de variopintos ciudadanos de a pie, amén de sectores de clase media que hacen opinión, e igualmente emergen de nichos sociales afectados por la no solución de graves problemas relativos a la falta de agua, grave deterioro de la infraestructura escolar y crisis de las instituciones de salud, por solo mencionar algunos de los más importantes.

Lo anterior resulta ser aparentemente contradictorio respecto a un excelente crecimiento del 6% y los nuevos megaproyectos ya adjudicados como las 5.000 viviendas para Colón, la línea 2 del Metro y la agresiva política de viviendas sociales que pretende alcanzar las 100.000 unidades para finales del período gubernamental.

Tal vez la clave del misterio resulte ser la cada vez peor distribución del ingreso con las trágicas consecuencias de desigualdad en lo personal y lo empresarial. No se trata ahora de invocar las conocidas cifras de pobreza y extrema pobreza con las que convivimos, ni de señalar los importantes ingresos y beneficios realizados por los puertos, bancos, aseguradoras, compañías de telecomunicaciones, electricidad, etc., en contrataste con la desesperante situación por la que atraviesan sectores del comercio, la Zona Libre, el agro y la industria.

Tal situación es la resultante de un desarrollo desigual que combina una importante concentración de la riqueza en un minoritario sector de la sociedad con el atraso y desamparo de importantes grupos sociales y fracciones nada despreciables del empresariado. Y si bien este modelo de desarrollo no es novedoso ni privativo del actual gobierno, no hay que pasar por alto que todo régimen político surgido de la derrota de gobiernos autoritarios o dictatoriales, como lo fue en este caso el martinelato, genera, las más de las veces, enormes expectativas difíciles de satisfacer. Y así ha ocurrido con el gobierno Varela.

A las insatisfacciones sociales generadas por la no resolución de los más apremiantes problemas sociales, como lo son el acceso al agua y el transporte público, por sólo poner estos dos ejemplos, se aúnan hechos decepcionantes para los sectores hacedores de opinión como los medios de comunicación y los sectores de clase media.


En el sentido anterior, podemos señalar el abandono de la promesa de convocar una Asamblea Constituyente, dada la convicción de amplios sectores sociales de que el actual régimen político requiere de reformas estructurales por considerársele agotado. Igual varapalo ha recibido el ejecutivo con la reelección como presidente de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) del Magistrado José Ayú Prado, por considerarse que los dos nuevos Magistrados nombrados por el Ejecutivo le dieron su voto por instrucciones presidenciales. Lo mismo podría decirse del tratamiento dado al escándalo Mossack-Fonseca, ya que como consecuencia del mismo se han visto obligados a renunciar Primeros Ministros y Ministros en funciones de gobiernos extranjeros, por solo mencionar los casos más llamativos, mientras que en Panamá un manto de impunidad ha cubierto este escándalo, resultando generalizada la opinión de que ello es por razón de que uno de los miembros propietarios de dicho despacho era un relevante miembro del gobierno y del partido en el poder.

Ni que decir del daño que le ha ocasionado al gobierno la aprobación legislativa de la que ya se conoce como “Ley Odebrecht de Contrataciones Públicas”, puesto que dicha empresa, pese a las evidencias de corrupción y a que sus máximos ejecutivos estén encausados unos y condenados otros en Brasil, en Panamá se les adjudicó los más importantes proyectos licitados por el actual gobierno y tiene luz verde para seguir licitando en el país.

Por último, y de momento, el actual conflicto en torno a la hidroeléctrica de Barro Blanco ha puesto en entredicho la palabra empeñada por el Ejecutivo, que firmó un acuerdo garantizando en su punto quinto que la represa no sería llenada mientras no existiera un acuerdo definitivo con las autoridades de la Comarca Ngäbe Buglé. Esa firma se la ha llevado el agua con la que llenan hoy la represa, sin que la ciudadanía sepa qué consecuencias tendrá dicho conflicto.

Si bien las encuestas no arrojan la última palabra, no cabe duda que son orientativas de las realidades que examinan. No es de extrañar entonces que la encuesta Dichter&Neira de junio nos revele que el índice aprobación ciudadana del presidente y del gobierno esté aproximadamente en un 37%, provocando asombro que nueve de sus ministros marquen mucho mejor que el Presidente. Ni que el segundo mayor problema identificado por los encuestados sea el desempleo, lo que nos indica la profunda desigualdad en el desarrollo caracterizado por un crecimiento del 6% del Producto Interno Bruto. Mayor descrédito arroja que el 66% de los encuestados señale que no existe voluntad para investigar los escándalos de corrupción de alto perfil, lo que resulta congruente con que el 58% considere que la gestión de la CSJ es mala o muy mala. No resulta sorpresivo entonces que el 75% de los encuestados considere que hay poca o ninguna transparencia en las actuaciones del gobierno Varela.

A sólo dos años de su gobierno, el curso político del país es preocupante por la forma en que discurren los acontecimientos, lo que pone una vez más sobre el tapete la obsolescencia de un régimen político que pareciera irreformable. Esta situación se agrava porque no se vislumbra ninguna fuerza política alternativa a lo existente, lo que pudiera abrir así posibilidades para una oferta electoral oportunista.

¿Podrá el gobierno Varela cambiar el curso de los acontecimientos en los próximos tres años? Todo dependerá de decisiones cuasi traumáticas que deberá tomar a partir de los próximos meses, y para las cuales necesitará de un sustento político cuya obtención no pareciera ser tarea fácil.



A dos años de gobierno de Juan Carlos Varela, se sigue profundizando la crisis social en el país

Hace dos años tomó posesión de su cargo el actual presidente de la república Juan C. Varela, Polo Ciudadano pregunta: ¿Cuál es el balance real de su gestión?, Claramente negativo, desde el punto de vista de los intereses populares. Peor aún, la percepción generalizada es de fracaso en todo lo ancho de la palabra. Lo reconocen las encuestas que le dan un índice de desaprobación del 56%.

Polo Ciudadano. Panamá

Recordemos que el gobierno que encabeza Juan C. Varela es una coalición política que cuenta con el apoyo de su Partido Panameñista, el Partido Popular, una parte considerable del PRD que le asegura el control de la Asamblea Legislativa, a la que ahora se ha sumado una fracción de 16 diputados de Cambio Democrático. Por ende, el fracaso del gobierno de Varela es un fracaso del conjunto de los partidos existentes en el antidemocrático y oligárquico régimen político panameño.

No es percepción, sino una cruda realidad: Varela ha fracasado en proveer a la población panameña de servicios públicos de mínima calidad. El estado caótico de la salud pública ha quedado al descubierto con la crisis creada por la epidemia del mosquito (Dengue, Zika, Chikungunya) o de la gripe AH1N1, sumado a ello las queja diaria sobre la falta de insumos y medicinas en policlínicas y hospitales. La educación pública es un desastre que se evidencia a diario en las protestas de educadores y padres de familia con el estado de deterioro en las escuelas, con docentes que a estas alturas del año escolar no han cobrado y con la posibilidad de que el MEDUCA no cumpla con el aumento salarial estipulado.

Del transporte público ni hablar, pues la anarquía de los "piratas" campea en un sistema de la ciudad de Panamá que había prometido poner orden y en el que se invirtieron uno 500 millones en el sistema Metrobus y 2000 millones en el metro. ¿La recolección de basura? Un desastre, en particular en los municipios donde se privatizó su recolección, como en San Miguelito y en el propio centro de la ciudad, ayudando a la proliferación de moscas y ratas, como principales focos de enfermedades para la población.

Varela había prometido en la campaña electoral llevar agua potable a todos los rincones urbanos y establecer un sistema eficiente de excretas, sin embargo, las propias cifras oficiales muestran lo lejos que está de cumplir con ese objetivo trazado por ellos mismos. El "Nuevo Colón" está bien verde, ha sido pura propaganda y aún no se ven los resultados.

Otro fracaso importante, pese a los argumentos de los funcionarios, es en el “control de precios” a la canasta básica alimenticia. Por un lado, los productos de precios “controlados” escasean o son difíciles de encontrar, y por el otro, los precios de los demás productos han seguido aumentando y en la mayoría de los casos no están controlados. Sin mencionar que los salarios no han sido equiparados a la inflación, que ha empezado a aumentar el desempleo abierto (sobre el 5%), que se suma al desempleo encubierto (informalidad sobre el 40% de la fuerza laboral) y que el Producto Interno Bruto (PIB) se ralentiza a (4% en 2016).

¿Y qué decir de la seguridad pública? Donde la criminalidad además de aumentar en la ciudad capital, se ha extendido a las ciudades del interior y donde el estado de las calles en horas de la noche son intransitables para los ciudadanos decentes.

Pese a los festejos con que recientemente se ha inaugurado el tercer juego de esclusas y la ampliación del Canal, la realidad es que los recursos que entrega al estado siguen siendo insuficientes para resolver las demandas sociales, mientras un puñado de millonarios oligarcas controla su Junta Directiva en su beneficio, al igual que las áreas revertidas que usufructúan empresas nacionales y extranjeras exoneradas de impuestos.

En beneficio del presidente Varela debemos decir que su fracaso no es personal, ni exclusivo de su "tortuguismo" gubernamental, sino que es el fracaso de un régimen político oligárquico y corrupto impuesto por la invasión norteamericana de 1989. Un fracaso acumulado de 26 años de gobiernos títeres y corruptos iniciado con Guillermo Endara, siempre al servicio del neoliberalismo y posteriormente disfrazados con las máscaras del PRD con Ernesto Pérez Balladares y Martin Torrijos en su momento, con el Panameñismo de Mireya Moscoso, y el de Cambio Democrático con Ricardo Martinelli Berrocal, y nuevamente hoy con el Panameñismo y Partido Popular con Juan C. Varela a la cabeza.

Hoy más que nunca se requiere en nuestro país, una alternativa política nueva, que responda a los reales intereses populares, que barra con el régimen corrupto de la oligarquía y sus partidos títeres del neoliberalismo, para instaurar una democracia real y participativa, donde el norte sea el mejoramiento en la calidad de vida del pueblo panameño y de la clase trabajadora. Lamentablemente, las divisiones sectarias y soberbias de algunas expresiones impiden avanzar unidas a las fuerzas populares para la construcción de la alternativa política en la dirección correcta y del verdadero cambio popular.

El Polo Ciudadano vigilante y crítico ante el rumbo caótico que lleva el actual gobierno de Juan C. Varela y sus sequitos, reitera y mantiene su compromiso de militancia en esa búsqueda y esfuerzo de organizar y concienciar a nuestra juventud, a los estudiantes, a la clase trabajadora y sectores populares, indígenas, campesinos, magisteriales, comunales, y profesionales; en la cotidiana lucha por construir esa alternativa que el momento histórico demanda, y mantiene su mano extendida para todos aquellos que crean en la construcción de la unidad política y revolucionaria con las organizaciones populares.


Panamá, 7 de julio de 2016.

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