Este domingo 15 de septiembre se cumplen 40 años del bestial crimen cometido en el Estadio Chile, donde el cantautor fue torturado y acribillado por los militares. Le machacaron los dedos a culatazos para que no volviera a tocar la guitarra y después jugaron a la ruleta rusa con él.
Fuente: La Nación, Chile
El asesinato de Víctor Jara es simplemente monstruoso, uno de los más crueles de los cometidos en los días siguientes al golpe, cuando la represión de las tropas era salvaje y desorganizada. Ya llegaría la DINA en 1974 a organizarla y sistematizarla, pero por el momento el terror estaba a cargo fundamentalmente de los efectivos del Ejército.
En su fallo de diciembre pasado, el ministro en visita Miguel Vásquez Plaza fijó el 16 de septiembre de 1973 como la fecha del homicidio de Víctor Jara en el entonces Estadio Chile, pero los detenidos que fueron trasladados al Nacional el 15 reconocieron el cadáver acribillado del artista cuando los sacaban del recinto a punta de culatazos.
Estaba en una pila de entre 30 a 40 víctimas fusiladas, todas cubiertas de polvo blanco, al parecer cal.Lo concreto es que el cuerpo de Jara fue retirado del primer campo de concentración del golpe en la madrugada del 16 y arrojado en un sitio eriazo aledaño al Cementerio Metropolitano, donde unas pobladoras lo encontraron el 18.
CANTARÍA EN ACTO TRASCENDENTAL DE ALLENDE
Este domingo 15 de septiembre se cumplen 40 años del bestial
crimen cometido en el Estadio Chile, donde el cantautor fue torturado y
acribillado por los militares. Le machacaron los dedos a culatazos para que no
volviera a tocar la guitarra y después jugaron a la ruleta rusa con él.
El asesinato de Víctor Jara es simplemente monstruoso, uno de los más crueles de los cometidos en
los días siguientes al golpe, cuando la represión de las tropas era
salvaje y desorganizada. Ya llegaría la DINA en 1974 a organizarla y
sistematizarla, pero por el momento el terror estaba a cargo fundamentalmente
de los efectivos del Ejército.
En
la mañana del 11 de septiembre de 1973, Víctor Lidio Jara Martínez tenía
planificado cantar en un acto de Salvador Allende en el campus de la
Universidad Técnica del Estado (UTE), donde
el Presidente pensaba llamar a un plebiscito para que el pueblo decidiera si
seguía o no en el poder. El acto estaba fijado para
las 12 horas.
Víctor Jara llegó a las 11 con su guitarra y los organizadores del
acto de Allende le preguntaron si no sabía lo que estaba pasando. “Claro que sé, pero oí por la
radio Magallanes que había que ir a sus puestos de trabajo. Bueno, yo trabajo
acá y acá estoy”, respondió el cantautor,
que también era director teatral de la UTE. Tenía 40 años.
Tras el toque de queda de las 2 de la tarde, cerca de 600
académicos, estudiantes y funcionarios –incluido Jara-decidieron quedarse. En
la madrugada del 12, los militares asaltaron a balazos la UTE y a punta de
metralletas sacaron del campus a los detenidos. Los subieron a golpes a buses
de la locomoción colectiva y los llevaron al Estadio Chile.
LO RECONOCIERON Y SE ENSAÑARON CON ÉL
De acuerdo a un artículo
publicado por La Nación, sobre la base de los expedientes del caso, un oficial
de lentes oscuros y en tenida de guerra, cara pintada, metralleta terciada,
granadas colgando en su pecho, pistola y cuchillo corvo en el cinturón,
reconoció al cantante popular y se ensañó con él. Lo llamaban “El Príncipe” por
sus ademanes soberbios.
Según el relato del
abogado Boris Navia, también detenido, el oficial que lo reconoció “lo golpeaba
una y otra vez. En el cuerpo, la cabeza, descargando con furia las patadas. Casi le estalla un ojo. Nunca
olvidaré el ruido de esa bota en las costillas. Víctor sonreía. Él siempre
sonreía, tenía un rostro sonriente, y eso descomponía al facho. De repente, el oficial
desenfundó la pistola. Pensé que lo iba a matar. Siguió golpeándolo con el
cañón del arma. Le rompió la cabeza y el rostro de Víctor quedó cubierto por la
sangre que bajaba desde su frente”.
Otro de los detenidos, el
periodista Sergio Gutiérrez, contó que el artista “tenía numerosos hematomas en
los pómulos, se notaba pálido, muy débil. Su mirada estaba perdida”. Apenas
pudo reconocerlo, lo saludó y le preguntó cómo estaba, a lo que Víctor Jara le
respondió: “Mira
mis manos… mira mis manos… me las machacaron para que nunca volviera a tocar la
guitarra…”.
Gutiérrez recordó que “sus manos, esas milagrosas manos cuyos
dedos deleitaban a millares de trabajadores e intelectuales al pulsar las
cuerdas de la guitarra para acompañar sus canciones de protesta y esperanza, ya
no eran tales. Estaban hinchadas y parecían tener un solo dedo, gordo y
recubierto de sangre. Las
pocas uñas que le quedaban estaban negras en su totalidad. Eran las manos más
golpeadas que había visto en mi vida”.
ULTIMOS MOMENTOS ANTES DE SER
ACRIBILLADO
Cuando Víctor Jara se
encontraba en una celda recibiendo ánimo de los otros detenidos, repentinamente
llegaron dos soldados que lo arrastraron violentamente hasta un sector alto del
Estadio, donde
comenzó una nueva golpiza más brutal que las anteriores, a culatazos. El oficial apodado “El Príncipe” había recibido la visita de unos
oficiales de la Armada.
El abogado Navia recordó
que “desde lejos vemos cómo uno de ellos comienza a insultar a Víctor, le grita
histérico y le da golpes de puño. La tranquilidad que emana de los ojos de
Víctor descompone a sus cancerberos. Los soldados reciben orden de golpearlo y
comienzan con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de
Víctor. Dos veces alcanza a levantarse,
herido, ensangrentado. Luego no vuelve a levantarse”. Es la última vez que ven
con vida al cantante popular.
José Paredes, ex
conscripto procesado en 2009 como integrante del grupo de militares que fusiló
al cantautor, declaró que “cuando fueron trasladados alrededor de 15 detenidos
a un camarín del subterráneo, entre ellos Víctor Jara y Litre Quiroga (ex
director de Gendarmería), detrás de ellos llegó el teniente Nelson Haase y un
subteniente a cargo de los conscriptos”. El
subteniente comenzó a jugar a la ruleta rusa con su revólver apoyado en la sien
del cantautor, hasta que salió el primer tiro mortal que impactó en la cabeza
del cantautor.
El ex conscripto, ya
fallecido, añadió que el cuerpo de Víctor
Jara cayó al suelo de costado y comenzó a convulsionar. Enseguida el
subteniente ordenó a los conscriptos que se encontraban en el lugar que
descargaran ráfagas de fusiles en el cuerpo del artista. En total, recibió 44 impactos de bala.
EL DIFÍCIL CAMINO A LA JUSTICIA
Después de ser hallado a
un costado del Cementerio Metropolitano, el cuerpo de Víctor Jara fue llevado
al entonces Instituto Médico Legal, donde
un trabajador de militancia comunista lo reconoció y avisó a su esposa Joan
Turner, antes de que lo sepultaran
en una fosa común. Su compañera y sus dos hijas pequeñas lo enterraron
silenciosamente en un humilde nicho del Cementerio General.
Recién en diciembre de 2004, a 31 años de su muerte, el magistrado
de 5° Juzgado del Crimen de Santiago, Juan Carlos Urrutia emitió una
resolución, donde por primera vez los tribunales se acercaban a la esquiva
verdad y esbozaban parte de lo ocurrido con el cantautor popular. El magistrado sometió a proceso
al teniente coronel en retiro Mario Manríquez Bravo como autor intelectual del homicidio calificado de Víctor Jara.
Pese al optimismo por alcanzar nuevos avances en el proceso
judicial, el caso tuvo un nuevo revés. En mayo de 2008, el ministro de fuero
Juan Belmar, integrante de la Corte de Apelaciones de Santiago que había
asumido el caso, cerró
el sumario (fase indagatoria) con sólo un procesado, el ya señalado comandante
Manríquez.
A comienzos de enero de 2012 la Corte Suprema redistribuyó
diversas causas de violaciones a los derechos humanos y el caso quedó en manos
del ministro de Corte de Apelaciones de Santiago, Miguel Vásquez Plaza. El 28
de diciembre pasado, el juez sometió a proceso a los militares en retiro Hugo Sánchez Marmonti y Pedro
Barrientos Núñez como autores materiales del homicidio calificado.
Junto con ellos, encausó a los
también ex miembros de Ejército Roberto Souper Onfray, Raúl
Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei, Luis Bethke Wulf y Jorge Eduardo Smith Gumucio como cómplices del brutal crimen. Finalmente, el ministro emitió orden de captura
internacional contra Barrientos, quien actualmente vive en Miami. La Corte Suprema aprobó la solicitud de extradición,que
está en curso.
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