domingo, 8 de septiembre de 2013

Con la amenaza de una nueva guerra, hay que tomar partido en Siria

Foto tomada de: عدسة شاب حمصي | Lens Young Homsi
En su introducción a La intoxicación lingüística Vicente Romano nos advierte de la necesidad de un correcto empleo de la lengua para que “la comunicación sea eficaz, aumente el conocimiento, es decir, a que reduzca la ignorancia” para “ampliar el ámbito de la libertad humana”. Así, al periodista, en tanto que profesional, hemos de exigirle que actúe como observador, no como actor. Pero, cuando llega una guerra, la verdad es la primera víctima de esta. Vicente Romano cita en esta misma introducción al general prusiano Carl von Clausewitz: “Una gran parte de las noticias que se reciben en la guerra son contradictorias, otra parte aún mayor son falsas, y la mayor parte son bastante inciertas…”. Esto es así porque las noticias no son neutrales, no la escriben observadores sino actores (salvo honrosas excepciones). Así, en el caso de Siria, ¿a quién creer? Es difícil responder a esto cuando el emisor, el canal, la noticia y el receptor están muy contaminados.

La complejidad de la situación en Siria lo hace difícil, pero a pesar de todo, hay que tomar partido. Y hay que hacerlo con honestidad. Si vamos a debatir, quiero saber qué piensa realmente el otro. EEUU y los partidarios de bombardear Siria se esconden tras una retórica humanitaria insostenible, pero enturbian el debate con ese discurso. Otros, tras un efectista discurso anti-imperialista, intentan camuflar su apoyo al gobierno de Al-Assad. Algunos en cambio lo defienden con la boca pequeña, haciendo algunas concesiones a la oposición democrática y laica que inició la revuelta contra el régimen. Luego están las potencias que hacen de contrapeso a EEUU y sus aliados en Europa y en la región, con un discurso sobre el derecho internacional y la estabilidad de Oriente Medio, cuando están pringados en el conflicto hasta las trancas. Por otro lado, cuando hay procesos populares por medio, en la guerra no hay solo dos bandos: las guerras las hacen naciones con intereses, a esto respondíamos con un “No War, but Classwar” cuando salimos contra la guerra de Iraq.

Personalmente, yo me opongo tanto al gobierno de Al-Assad como al ataque que pretenden lanzar EEUU y sus aliados. Y esto, aunque algunos con ceguera política lo llamen “ni-ni” o equidistancia, es una posición que toma claramente partido por aquellas personas que, desde la izquierda, exigieron un cambio en Siria. La oposición democrática y laica está siendo muy clara en este sentido: nos oponemos a cualquier tipo de intervención militar en Siria, nos seguimos oponiendo al régimen de Al-Assad, nos oponemos a cualquier tipo de intervención extranjera en el país que pretenda secuestrar la revolución. De hecho, este sector de la oposición a Al-Assad, el sector que inició la revuelta, ya anunció su ruptura con los sectores yihadistas (apoyados por Arabia Saudí, Qatar y EEUU). Incluso, representantes destacados como Michel Kilo, ponían en entredicho el liderazgo ejercido por la Coalición Nacional Siria (interlocutor refrendado por Occidente).

Las razones para oponerse a la política de EEUU en la zona son más que evidentes y han sido una y mil veces repetidas. Y, en cierto modo, podrían ser el punto que uniera a las distintas voces que desde la izquierda se solidarizan con el pueblo sirio si una parte de esas voces no callara ante la intervención de los imperialismos chino y ruso en la zona. En cambio, las razones para rechazar a Al-Assad parecen no estar claras. Por un lado, porque la propaganda contra Al-Assad está hegemonizada por los medios occidentales y, por tanto, hay que estar bien vacunados y prevenidos contra ellas. Por otro, porque los “medios no alineados” con el Imperio, basculan obscenamente hacia el otro lado.

Tomar partido: ni ataque por parte de los EEUU, ni intervención extranjera, ni Al-Assad

Podríamos plantear la siguiente cuestión: ¿por qué piensa la izquierda que apoya a Al-Assad que en el Estado español tenemos el derecho, la legitimidad y el deber de salir a la calle contra los gobiernos que aplican reformas neoliberales y que recortan derechos sociales y civiles, y el pueblo sirio no lo tiene? Siria, de la mano de Al-Assad, es uno de los países firmantes del acuerdo euromediterráneo que planteaba abrir una zona de libre comercio entre Europa y los países del Mediterráneo. En este acuerdo, a cambio de suculentas sumas de dinero, Europa exigía la aplicación de todo un paquete de medidas liberalizadoras de la economía y el fin del subsidio por parte del Estado de los productos de primera necesidad. ¿Nos suena? ¿Alguien en Europa está aplicando recortes y privatizaciones a cambio de rescates?

Los impulsores de este acuerdo, sin ningún tipo de pudor, reconocían que del mismo modo que la falta de democracia en estos países era algo que en Europa encajaba bien, al menos de cara a sus ciudadanos, también serían un buen mecanismo en caso de tener que responder a las esperadas muestras de descontento de una población que no tardó en ver cómo el precio de los productos de primera necesidad se inflaban.

En estas, en 2001, un año después de que Bashar sucediera a su padre Hafez, estalló lo que se conoció como la Primavera de Damasco, que comenzó con la promesa de Bashar de hacer reformas pero que acabó con una dura represión de la misma. Aquella protesta fue bautizada como “Primavera” recordando la “Primavera de Praga” y la “Primavera de Varsovia”. En ambos caso, no faltó quien desde las filas de la izquierda aplaudió la entrada de los tanques de la Unión Soviética para aplastar ambos intentos de revoluciones contra-burocráticas.

La reforma constitucional no cambió mucho: el artículo 8 de la Constitución siria seguía estableciendo que el “Baaz es el partido líder en el Estado y en la sociedad”, a pesar de la aparente imagen de pluripartidismo que se pretendió dar con la legalización de algunos grupos políticos. Este polémico artículo fue derogado con la reforma constitucional de 2012, es cierto, y es lo que enarbolan los que o defienden o dan aun algún crédito a Al-Assad. Pero igualmente, la nueva Constitución establece que es el régimen el que sigue reservándose el derecho a legalizar o ilegalizar partidos, así, por ejemplo, al eliminar la posibilidad de que existan partidos con intereses regionales, los kurdos quedarían fuera del juego político. ¿Os imagináis que el gobierno español aplicara esa medida e ilegalizara a los partidos independentistas? Pero solo en Europa tenemos derecho a salir a gritar “lo llaman democracia y no lo es”.

En este sentido, ¿concederíamos en Europa crédito a cualquier presidente o dictador después de años de dictadura y de reprimir a fuego manifestaciones pacíficas? ¿Aceptaríamos pasar página sin más, una transición tranquila y pactada, después de una dictadura que deja miles de muertes? La oposición siria rechazó el referendum constitucional de 2012 tras los cientos de muertos que causó la represión del régimen ante las manifestaciones que pedían su dimisión.

Siria comparte muchos factores que fueron los detonantes de las revoluciones tunecina y egipcia (curiosamente, los factores socio-económicos son compartidos por el Estado español, donde sí tenemos derecho a oponernos al régimen): altas tasas de desempleo juvenil, tasas de desempleo que rondan el 20%, gran precariedad laboral debido al aumento de la economía sumergida, empobrecimiento gradual de la población (del 30% en 2004 al 33,6% en 2007) a pesar del crecimiento del PIB (por cierto, en Europa decimos que el que el PIB de un país crezca no significa que mejore la situación de la población, pero supongo que como lo demás, esto solo vale en Europa), corrupción provocada por la organización del Estado, organizada por círculos y clanes (aquí podemos gritar contra la monarquía, pero justificar al Estado sirio de Al-Assad, tirando de relativismo cultural), falta de libertades y aumento de la represión (en los primeros meses de la revuelta, antes de que comenzaran a armar a la oposición y llegaran los yihadistas a hacerse con el control de ésta, el ejército y la policía mataron a más de tres mil sirios), y por último, y relacionado con todo lo anterior, el impacto negativo provocado por las políticas de liberalización económica1.

La oposición siria

La oposición siria al Al-Assad está en entredicho. Y con razón. De hecho, es la propia oposición siria, la que la izquierda debería reconocer como única oposición legítima, por cierto, la que pone en entredicho a la “oposición siria”.

El opositor Haytham Manna, exiliado político desde hace treinta y cinco años, denunciaba esta semana que “el ataque con armas químicas es un montaje” para justificar el ataque militar a Siria. Haytham Manna, representante del Comité de Coordinación Nacional por el Cambio Democrático (oposición no armada), rechazaba igualmente las intenciones de EEUU y de sus aliados de bombardear Siria: “Esto totalmente en contra. Esto no hará más que reforzar al régimen”2.

El hecho de que los yihadistas se hayan hecho con el control de la oposición no nos debería hacer dudar de la legitimidad de las demandas de ésta. Más bien, debería hacernos pensar en, como señalaba Gilbert Achcar en una entrevista que tradujimos para GRUNDmagazine hace unos meses, en que esta oposición la dirigiría quien tuviese las armas. Los manifestantes que salieron a la calle inicialmente pensaron que solo por la vía pacífica derrotarían a Al-Assad pero, en el caos provocado por la revuelta y por la represión del régimen, aparecieron otros mejor organizados y con apoyo internacional (de Arabia Saudí, Qatar y EEUU). Así, nos encontramos con una oposición armada por Occidente y los saudíes por un lado, y un gobierno apoyado por Rusia, Irán, Hezbollah y una parte de la izquierda europea por otro. Por supuesto, en este caso, desde una posición de izquierdas, solo cabe ser “ni-ni”: ni los unos, ni los otros. La Corriente de la Izquierda Revolucionaria siria lo tiene claro, Ni Washington ni Moscú! ¡Ni Riyadh ni Teherán! Gloria a los mártires, recuperación para los heridos. Victoria para la revolución popular. Todo el poder y toda la riqueza al pueblo3, y la izquierda europea debería dejar de actuar como Cristina Cifuentes, viendo terroristas y alborotadores donde solo hay gente que pide pan, trabajo y libertad.

1 Ignacio Álvarez Ossorio y Laura Ruiz de Elvira en “La intifada siria: el ocaso de los Asad”, en Informe sobre las revueltas árabes, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2011.
2 En una entrevista a levif.be el 27 de agosto de 2013: http://www.levif.be/info/actualite/international/syrie-les-attaques-chimiques-sont-un-coup-monte/article-4000384171801.htm
3 http://syriafreedomforever.wordpress.com/2013/08/21/statement-of-the-revolutionary-left-current-in-syria-on-the-massacre-in-the-region-of-east-ghouta-resulting-use-of-chemical-weapons-by-the-assad-regime/#comments

No hay comentarios:

Publicar un comentario