miércoles, 25 de septiembre de 2013

Siempre de pie

Cristina Burneo 



En Ecuador, una niña puede ser entregada en matrimonio legalmente por sus padres desde los 12 años. En Ecuador, cuando una mujer violada desea abortar, es tratada como criminal y no como víctima, y permanece en la ley la figura inaceptable de la mujer "demente o idiota" . En el Código Penal, el artículo del aborto no ha sido modificado hace décadas. En Ecuador, se hace gala del puñetazo, la defensa macha de la madre y la esposa, la parada gallita. Con la desaparición del Consejo Nacional de las Mujeres en 2009, desapareció por decreto la institucionalidad nacional de género. Siguiendo esa línea, preocupa ahora la probable desaparición de la Ley 103, contra la violencia a la mujer y la familia. Estas leyes son el resultado de largos procesos de la sociedad civil, del ejercicio de la libertad y de luchas históricas de las mujeres, todas ellas llevadas desde el espacio público, la protesta social y las organizaciones. La acción civil sostenida y reflexiva tiene la facultad de modificar la ley cuando el Estado acoge dicha reflexión en lugar de sofocarla.
Se trata de leyes y derechos que tienen incidencia en la vida cotidiana de las mujeres y en sus derechos humanos específicos. Sin embargo, en estos momentos, la legislación en Ecuador posibilita desmontar los sistemas de protección para las mujeres quitándoles las instancias específicas que las protegen, instancias ganadas tras esfuerzos de décadas. Con el decreto 16, firmado por el Ejecutivo en junio, las organizaciones sociales podrán ser criminalizadas debido al control que el gobierno ejercerá sobre ellas. Las mujeres se han consolidado como movimiento en el espacio público, en esas mismas organizaciones, con apoyo de organizaciones no gubernamentales, es decir, aquello que el gobierno prevé que podrá ser disuelto y criminalizado a partir este decreto. Aquí se pierde la soberanía popular, el derecho a organizarse y a incidir desde lo civil en la política. El de las mujeres es uno de los ámbitos en donde estamos perdiendo todo derecho de acción y organización. No podemos siquiera prever las catastróficas consecuencias que tendrá sobre la sociedad civil el carácter coercitivo del decreto 16.

Cada paso de las mujeres sigue un camino labrado por muchas. Cada paso que la sociedad civil emprende en nombre de la igualdad, aunque sea de desobediencia, sobre todo si es de desobediencia frente al poder, merece un espacio digno y amplio para promover el cambio. No son mis palabras, sino las de miles de mujeres a cuyas luchas históricas tengo el honor de sumarme y debemos sumarnos todos. La violencia de género y los derechos de las mujeres no son un problema de "ellas" , sino de la sociedad, así como lo son la pérdida del espacio público y la criminalización de la protesta social. Las mujeres, por todos y más que nunca, siempre de pie.


Fuente: Hoy.com.ec

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