Cristina Burneo
En Ecuador, una niña puede ser entregada en matrimonio legalmente por
sus padres desde los 12 años. En Ecuador, cuando una mujer violada desea
abortar, es tratada como criminal y no como víctima, y permanece en la
ley la figura inaceptable de la mujer "demente o idiota" . En el Código
Penal, el artículo del aborto no ha sido modificado hace décadas. En
Ecuador, se hace gala del puñetazo, la defensa macha de la madre y la esposa, la parada gallita. Con la desaparición del Consejo Nacional de las Mujeres en 2009, desapareció por decreto la institucionalidad
nacional de género. Siguiendo esa línea, preocupa ahora la probable
desaparición de la Ley 103, contra la violencia a la mujer y la familia.
Estas leyes son el resultado de largos procesos de la sociedad civil,
del ejercicio de la libertad y de luchas históricas de las mujeres,
todas ellas llevadas desde el espacio público, la protesta social y las
organizaciones. La acción civil sostenida y reflexiva tiene la facultad
de modificar la ley cuando el Estado acoge dicha reflexión en lugar de sofocarla.
Se trata de leyes y derechos que tienen incidencia en la vida cotidiana
de las mujeres y en sus derechos humanos específicos. Sin embargo, en
estos momentos, la legislación en Ecuador posibilita desmontar los
sistemas de protección para las mujeres quitándoles las instancias
específicas que las protegen, instancias ganadas tras esfuerzos de
décadas. Con el decreto 16, firmado por el Ejecutivo en junio, las
organizaciones sociales podrán ser criminalizadas debido al control que
el gobierno ejercerá sobre ellas. Las mujeres se han consolidado como
movimiento en el espacio público, en esas mismas organizaciones, con
apoyo de organizaciones no gubernamentales, es decir, aquello que el
gobierno prevé que podrá ser disuelto y criminalizado a partir este
decreto. Aquí se pierde la soberanía popular, el derecho a organizarse y
a incidir desde lo civil en la política. El de las mujeres es uno de
los ámbitos en donde estamos perdiendo todo derecho de acción y
organización. No podemos siquiera prever las catastróficas consecuencias
que tendrá sobre la sociedad civil el carácter coercitivo del decreto
16.
Cada paso de las mujeres sigue un camino labrado por muchas. Cada paso
que la sociedad civil emprende en nombre de la igualdad, aunque sea de
desobediencia, sobre todo si es de desobediencia frente al poder, merece
un espacio digno y amplio para promover el cambio. No son mis palabras,
sino las de miles de mujeres a cuyas luchas históricas tengo el honor
de sumarme y debemos sumarnos todos. La violencia de género y los
derechos de las mujeres no son un problema de "ellas" , sino de la
sociedad, así como lo son la pérdida del espacio público y la
criminalización de la protesta social. Las mujeres, por todos y más que
nunca, siempre de pie.
Fuente: Hoy.com.ec
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