FRANÇOIS SABADO. Traducción: VIENTO SUR
1) Las últimas elecciones municipales reflejaron una nueva degradación de la relación de fuerzas políticas en detrimento de la izquierda y del movimiento obrero. Un total de 150 ciudades de más de 10.000 habitantes han pasado de ser mayoritariamente de izquierdas a la derecha o extrema derecha. Por supuesto, tras años de social-liberalismo en que el Partido Socialista (PS) se ha distanciado claramente del movimiento obrero, una derrota electoral del PS ya no supone automáticamente un revés para el bando de los trabajadores. Estos trabajadores que ya no se consideran representados por la izquierda, ni sienten este fracaso de los socialistas como un retroceso de ellos mismos, por suerte. Incluso se han abstenido masivamente entre el 50 y el 60 % de los inscritos en los barrios y zonas populares.
2) Sin embargo, cuando una derrota electoral de esta envergadura del PS da paso a la derecha y la extrema derecha, cuando desaparece lo que queda del “socialismo municipal histórico”, cuando el Partido Comunista (PCF) pierde un tercio de sus ayuntamientos, particularmente en el “cinturón rojo” de las grandes ciudades, cuando estos reveses no se ven compensados ni mucho menos por otras tantas victorias de la izquierda radical, esta situación ha de repercutir negativamente, por fuerza, en la relación de fuerzas entre las clases. Sobre todo teniendo en cuenta que esta elección se sitúa en una coyuntura marcada por la multiplicación de planes patronales o ataques gubernamentales que pueden provocar alguna reacción social, luchas o movilizaciones parciales que sin embargo no sean suficientemente fuertes para bloquear las políticas de austeridad o hacer retroceder al poder. Años de restructuración de la fuerza de trabajo, de precariedad laboral y de desempleo han remodelado a una clase trabajadora atenazada hoy por hoy por la crisis. A lo que hay que añadir, encima, el hecho de que las direcciones sindicales apoyan directamente los “pactos” del gobierno con la patronal o se limitan a hacer de convidados de piedra.
3) La última manifestación de este giro a la derecha es el nombramiento de Manuel Valls como primer ministro. En las primarias del PS para la elección del candidato a las presidenciales en 2011, Valls representaba en el seno del PS, de por sí muy escorado a la derecha, al sector más derechista del partido. Se presentó como el candidato contra las 35 horas, contra toda política de redistribución, por la privatización de los servicios públicos, por una política de reducción de las cotizaciones sociales con vistas a aplicar nuevos recortes a la seguridad social. Apoyaba abiertamente la “política de la oferta”, basada en la reducción del coste laboral y las ayudas a las empresas, y opuesta a una política de relanzamiento a través de la demanda. No consiguió más que el 5 % de los votos en aquella elección, lo que demostró que incluso para un PS ya muy derechizado, Valls era “demasiado”. Dos años después, es la política de Valls la que se aplica abiertamente por parte de Hollande, del gobierno y del PS. El resultado, a grandes trazos, es este: 30.000 millones de ayudas a las empresas, 50.000 millones de ahorro presupuestario que se traducirá en graves recortes de los presupuestos públicos y de la seguridad social. Ya se anuncia el cierre de una decena de hospitales, la supresión del reembolso de ciertos medicamentos, la reducción de los salarios de los funcionarios. En una Europa en crisis profunda y persistente y en la que la tasa de crecimiento ronda el 1 %, esta política no puede sino llevar al país a la espiral infernal de la austeridad, del paro y de la precariedad. Justamente el objetivo que se busca para alterar en profundidad la relación de fuerzas sociales y políticas, desmantelar lo que queda del “modelo social europeo” y liquidar una serie de conquistas sociales para situar Europa en la competencia mundial.
4) El problema es que estas medidas socioeconómicas socavan las bases sociales de los partidos tradicionales, tanto de derecha como de izquierda, provocando crisis políticas en su seno. En lo que respecta a la socialdemocracia, estos partidos son “cada vez menos obreros y cada vez más burgueses”. No son partidos burgueses como los demás, porque el sistema necesita su singularidad para asegurar la alternancia, pero las relaciones de estos partidos con el movimiento obrero ya pertenecen exclusivamente al ámbito de la historia y su política ya no tiene mucho que ver con las políticas clásicas de la socialdemocracia. Son políticas neoliberales. Para los trabajadores, Hollande y Valls se sitúan dentro de la continuidad de Sarkozy, no solo en el terreno socioeconómico, sino incluso en el plano de la represión contra los sin papeles y contra comunidades como los gitanos. A Valls, además, no le preocupa que le consideren el Sarkozy de izquierda. Sin embargo, ¿es posible que la mutación liberal de los Partidos Socialistas ponga en tela de juicio su misma existencia? En Europa del sur, el PS portugués o el PSOE no han sufrido el cataclismo histórico del PASOK, por mucho que se hayan debilitado. El PS francés sigue siendo un partido grande, pero las últimas elecciones han sacudido uno de sus pilares fundamentales: sus bases municipales. Si mantiene la misma política, no cabe duda de que sufrirá otros reveses electorales, en las elecciones regionales y cantonales, y no está claro cómo podrá recuperarse el PS hasta las próximas elecciones presidenciales y legislativas. Por tanto, no cabe descartar su hundimiento.
El retroceso del Partido Comunista (PCF) es de otra índole, la del declive histórico del posestalinismo, pero refleja asimismo la degradación de la relación de fuerzas, en particular en una serie de ciudades en las que la extrema derecha ha sustituido a los concejales del PCF en los ayuntamientos.
5) En esta situación, y al amparo de una abstención récord, se ha producido el empuje de la derecha y del Front National (Frente Nacional, FN), que ha vencido en una decena de grandes ciudades. La derecha ha salido reforzada a pesar de sus contradicciones en una serie de cuestiones: Europa, las relaciones con el FN, problemas de dirección en relación con el “retorno” de Sarkozy. Su base militante y su electorado sienten la presión de la ultraderecha. En cuanto al FN, ha confirmado su arraigo en el país y su capacidad para atraer a una parte creciente del electorado obrero y popular. Como los partidos de origen fascista, combina las temáticas sociales con el racismo, pero ¿cómo va a gestionar en esta situación las contradicciones entre su origen y su dirección fascistoide y las presiones que se derivarán de su integración en las instituciones? Es cierto que no estamos en los años 30 y que las clases dirigentes han optado por integrarse en la globalización capitalista frente al nacionalismo proteccionista, pero puede haber “accidentes políticos”, cambios de rumbo, con una desincronización entre las opciones socioeconómicas de las clases capitalistas y la irrupción de soluciones políticas autoritarias, con la llegada al poder de coaliciones, directas o indirectas, de la derecha y la extrema derecha. El auge de la extrema derecha en toda Europa y la aceptación de gobiernos como el de Orban en la Hungría actual muestran claramente los peligros que corren las libertades democráticas y el movimiento popular. En Francia, al igual que muchos otros países europeos, la balanza está inclinándose hacia la derecha, aunque por fortuna también hay resistencias sociales y políticas.
6) La jornada de manifestaciones del sábado 12 de abril en París y en todo el país rindieron testimonio de esta resistencia. Varias decenas de miles de manifestantes respondieron al llamamiento de más de 200 responsables de asociaciones, sindicalistas y políticos para luchar contra la derecha y la extrema derecha y oponerse a los planes de austeridad del gobierno de Hollande y Valls. En su origen estuvo un llamamiento de Olivier Besancenot a un fin de semana de revuelta de la izquierda contra las sucesivas manifestaciones de la ultraderecha y la política del gobierno, al que respondieron algunos dirigentes del Front de Gauche (Frente de Izquierda, FDG), que iban en el mismo sentido. Después se estuvo trabajando durante varias semanas en la elaboración de un llamamiento unitario y en reuniones preparatorias. El nombramiento de Valls aceleró la movilización. El éxito de esta manifestación estriba en su unidad, su radicalismo y su diversidad. Más allá de las organizaciones políticas se movilizaron decenas de asociaciones, en especial las de defensa del derecho a la vivienda y sectores del movimiento sindical. En la CGT, un número importante de federaciones y de uniones departamentales llamaron a manifestarse en contra de la opinión de la dirección confederal. Conviene señalar asimismo la presencia significativa del PCF o del Nouveau Parti Anticapitaliste (Nuevo Partido Anticapitalista, NPA) en la manifestación de París. Pese a los resultados de las últimas elecciones municipales, esta manifestación demuestra que existe en el país una izquierda que no acepta la política del gobierno y que resiste, y que va mucho más allá de las filas de la izquierda radical.
7) Una de las cuestiones clave ahora es: ¿cómo continuar, cómo traducir políticamente esta dinámica de movilización, parcial pero significativa, en el actual contexto de retroceso? Las cuestiones de la unidad de acción, de la radicalidad y de la lucha contra la política del gobierno, de la derecha y de la extrema derecha, marcan el rumbo a los anticapitalistas. En primer lugar en la resistencia social cotidiana, en las luchas contra los despidos, contra los ataques presupuestarios, en huelgas y movilizaciones por los derechos sociales. Las manifestaciones del 1º de mayo brindarán la próxima ocasión. Sin una amplia movilización social que bloquee los planes de austeridad, obtenga victorias parciales, y permita recuperar la confianza por parte de los trabajadores y movimientos sociales, no podrá comenzar a cambiar la relación de fuerzas. Este es el factor decisivo.
Sin embargo, esto ha de traducirse asimismo en el plano político mediante la unidad de acción en las luchas y también en las confrontaciones electorales. En las municipales, el NPA ya presentó o apoyó 87 listas, de las que 55 eran unitarias, basadas en un programa contra la austeridad y por la independencia con respecto al PS en la primera y la segunda vueltas de las elecciones. Aparte de ello, la izquierda radical presentó varios cientos de listas que marcaron, en contraste con el desastre socialista, cierta resistencia con resultados apreciables. Tras estas elecciones municipales y la preparación de la manifestación del 12 de abril se planteó una propuesta unitaria para las elecciones europeas. En este sentido, el NPA se ha puesto en contacto con el FDG, Lutte Ouvrière (Lucha Obrera, LO) y con los libertarios para discutir sobre la posibilidad de una lista unitaria.
Está claro que existen posturas diferentes al respecto: el Partido de la Izquierda Europea está a favor de una refundación de la Unión Europea que se asemeja más bien a un intento de reforma, mientras que los anticapitalistas luchan por la ruptura con las instituciones europeas; el dirigente del FDG, Mélenchon, puede hacer declaraciones ambiguas contra la “Europa alemana” o por el “proteccionismo solidario”, mientras que nosotros defendemos una política internacionalista sin concesiones a los nacionalismos; sin embargo, unos y otros se opondrán a las políticas de austeridad del gobierno y de la Unión Europea para proponer otra Europa social y democrática. Lamentamos que no hayan podido reunirse las condiciones para llegar a un acuerdo. Las vacilaciones de unos y otros han sido un factor, pero las tensiones que han paralizado al FDG no han permitido llevar a cabo una verdadera discusión. Sin embargo, más allá de este acuerdo en torno a las elecciones europeas, el FDG se ha dividido profundamente en el debate sobre las relaciones con el PS. En la mayoría de las ciudades grandes y medianas, el PCF se alió con el PS. Los demás componentes del FDG rechazaron esta alianza en la primera vuelta de las elecciones municipales. Así, el FDG se ha roto en torno a una cuestión central que el NPA lleva planteando desde hace años: las relaciones a mantener con el PS y con el gobierno. Mientras que el NPA había sido ferozmente criticado por haber situado esta cuestión en el centro del debate, acusándole de buscar pretextos para rechazar la unidad, numerosos militantes del FDG reconocen ahora que son las divergencias en esta cuestión las que provocaron la ruptura durante las elecciones municipales. Muchas cosas dependerán de los resultados electorales, especialmente en las europeas, pero la fórmula del Frente de Izquierda lanzada en 2010 se ha vuelto caduca; ahora hay que volver a discutir sobre la unidad y sus bases.
En efecto, la unidad es necesaria, y los anticapitalistas deben redoblar los esfuerzos por desplegar una política unitaria, pero con la profundización de los ataques neoliberales por parte del PS hay que rechazar de plano las alianzas electorales con este último y con mayor razón cualquier apoyo a mayorías parlamentarias o a gobiernos del PS. Esta es la razón por la que la política de Mélenchon de construir un “frente popular ecologista” con la dirección de los Verdes no conduce más que a un nuevo callejón sin salida, sobre todo cuando la mayoría del grupo verde apoya al gobierno de Valls. El objetivo, en las semanas y meses que vienen, es que se ponga de manifiesto una clara oposición de izquierda al gobierno. Una oposición amplia y unitaria, pero una oposición de verdad, y en este sentido no es posible construir una oposición de izquierda con fuerzas que apoyan al gobierno o participan en él, como ocurre por desgracia con la “izquierda” del PS y de los Verdes.
Para los anticapitalistas, en esta difícil situación es preciso combinar, por el contrario, la unidad de acción social y política con una política de independencia clara con respecto al PS y un programa anticapitalista que defienda las necesidades sociales de los trabajadores y de la población. En una situación en que la vieja izquierda provoca rechazo, es preciso reconstruir el movimiento obrero redefiniendo una perspectiva unitaria que integre a las organizaciones, pero que invente nuevas formas y nuevos contenidos programáticos. Los revolucionarios podrán ser útiles en la reconstrucción fecundando la “unidad de acción” con un contenido anticapitalista. La unidad lograda el 12 de abril y propuesta para las elecciones europeas es una buena indicación para la orientación del NPA en los próximos meses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario