Jack Rasmus, en Znet. Traducción: VIENTO SUR
La economía de Ucrania ya había entrado en recesión, la tercera desde 2008, en el segundo semestre de 2013. Algunas estimaciones recientes de la probable contracción económica en 2014-2015 oscilan entre el 5 y el 15 % de caída del PIB. El texto del “Acuerdo de Emergencia del FMI con Ucrania” publicado el 27 de marzo, reconoce la gravedad de la actual inestabilidad económica de la economía ucraniana. Sin embargo, lo que no dice es qué efectos negativos tendrá el paquete de medidas del FMI para esta economía.
El acuerdo con el FMI propone un préstamo de 14.000 a 18.000 millones de dólares estadounidenses a lo largo de los próximos dos años, 2014 y 2015. En teoría se prevén otros 9.000 millones de dólares procedentes de diversos países, aunque en términos todavía no especificados. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) aportará por lo visto 2.000 millones de esos 9.000 millones. Es de suponer que el paquete de ayuda de EE UU, de alrededor de 1.000 a 2.000 millones de dólares, que está tramitándose actualmente en el Congreso estadounidense, estará incluido asimismo en los 9.000 millones. De los 5.000 millones que faltan para completar los 9.000 millones que no procederán del FMI todavía no se sabe nada concreto.
El total de 27.000 millones es bastante más que los 15.000 millones de dólares de que se había hablado previamente en la prensa y más que los 20.000 millones que Ucrania había solicitado al FMI a finales de 2013, lo cual indica que desde comienzos de 2014 la economía se ha deteriorado más rápidamente de lo anunciado. En anteriores artículos sobre la situación económica de Ucrania, hace unas semanas, el autor de estas líneas calculó que se precisarían por lo menos 50.000 millones de dólares para estabilizar la economía ucraniana en los dos próximos años. Es posible que esta cifra incluso aumente en 2015.
La declaración del FMI del 27 de marzo señala lo que considera los principales puntos débiles de la economía ucraniana que es preciso abordar de inmediato y de forma prioritaria. Estos puntos débiles incluyen el actual déficit comercial, la rápida disminución de sus reservas de divisas, el déficit presupuestario del Estado y el de la compañía estatal de gas, Naftogaz. El FMI calcula que el déficit comercial de Ucrania (exportaciones menos importaciones), que cifra en alrededor del 9 % del PIB (17.000 millones de dólares al año), se debe al estancamiento de las exportaciones. Lo que propone el FMI para resolver esto es permitir que la moneda ucraniana “flote más libremente”. Una moneda ya ha caído un 26 % en lo que va de año frente al dólar. Por tanto, la idea es que hay que dejar que la moneda de Ucrania se devalúe todavía más. En teoría, con esta medida las exportaciones serán más competitivas y así se podrá reducir el déficit comercial. El problema es que también supondrá un fuerte aumento del coste de las importaciones y por tanto de la inflación para los hogares ucranianos. En otras palabras, la política del FMI de promover la devaluación de la moneda impulsará la inflación, que afectará sobre todo a las familias y provocará por tanto una diminución del gasto por parte de estas en la compra de otros bienes y servicios.
Dejar que la moneda siga devaluándose también indica que la política del FMI es que el banco central ucraniano no intervenga activamente en los próximos meses para revaluar la moneda en los mercados mundiales. Esto permitirá dedicar una mayor parte del préstamo del FMI a pagar los intereses y devolver a los bancos occidentales los préstamos actuales y anteriores. Como señala la declaración del FMI, “en 2014-2015 vencen importantes amortizaciones de deuda extranjera”. El importe a pagar se cifra en 6.200 millones de dólares. De este modo, los hogares ucranianos pagarán en parte las amortizaciones de deudas a los bancos occidentales al tener que soportar una inflación mayor y reducir su gasto real. Puesto que 6.200 millones de los 27.000 millones de dólares del paquete total del FMI servirán para amortizar deudas con bancos occidentales, teóricamente solo quedarán unos 21.000 millones del rescate total del FMI para estimular la economía ucraniana. La palabra clave en esta frase es “teóricamente”, pues serán mucho menos de 21.000 millones de dólares los que se destinarán realmente a la economía, y esa cantidad se verá compensada por lo que se saque de la economía a causa del trato con el FMI.
Una inyección neta del FMI de 21.000 millones de dólares es una ilusión económica. He aquí por qué. En primer lugar, la economía de Ucrania decrecerá a causa del paquete del FMI porque las medidas impuestas por este implican una serie de cambios importantes de la política monetaria y fiscal que deprimirá en vez de estimular, en términos netos, la economía ucraniana. Por ejemplo, la declaración del FMI reclama una política monetaria que propugne la “estabilidad de precios internos manteniendo al mismo tiempo un tipo de cambio flexible”. Lo que esto significa es que el banco central, es decir, el Banco Nacional de Ucrania (BNU), tendrá que reducir la masa monetaria ucraniana y de este modo incrementar los tipos de interés nacionales en el marco de la “lucha contra la inflación en el curso de los próximos doce meses para estabilizar las perspectivas inflacionistas”. Más allá de la jerga económica, lo que esto significa es que la política del BNU y del FMI de incrementar los tipos de interés deprimirá la economía con el fin de contrarrestar las presiones inflacionistas previstas a raíz de la devaluación de la moneda. Este aumento de los tipos de interés para contrarrestar la inflación importada frenará todavía más la economía. Y esto se traducirá en nuevas pérdidas de puestos de trabajo, porque las empresas reducirán la producción debido al aumento de los tipos de interés.
Pero hay más. Las medidas del FMI no solo darán lugar a un aumento de la inflación importada, sino que generarán presiones inflacionistas todavía mayores a resultas de las condiciones estipuladas por el FMI con respecto al gas natural. Se calcula que el precio del gas aumentará finalmente un 79 % debido al incremento del 50 % exigido por el FMI. Al mismo tiempo que aumentará el precio del gas se eliminarán totalmente los subsidios al consumo de gas de los hogares durante los próximos dos años, según el acuerdo con el FMI. Se ha señalado que los subsidios al consumo de gas de los hogares representan el 7,5 % del PIB de Ucrania. Por tanto, la eliminación de estos subsidios comportará una reducción del consumo por valor de 6.500 millones de dólares al año, ya que las familias tendrán que reducir otros consumos a fin de pagar ahora el precio más elevado del gas y a raíz de la eliminación total de los subsidios.
Esta eliminación de los subsidios al consumo de gas y el aumento del 79 % de su precio comportará una reducción real del consumo de 13.000 millones de dólares a lo largo de dos años, en 2014-2015. Estos 13.000 millones suponen una nueva reducción de los 21.000 millones que quedaban del paquete del FMI, con lo que no quedarán más de 8.000 millones de estímulo neto para la economía real en virtud del acuerdo con el FMI. No obstante, esto todavía no es todo en lo que respecta al impacto negativo del acuerdo con el FMI en la economía ucraniana. Este acuerdo reclama asimismo reformas de la “política fiscal”, o lo que denomina la necesidad de “implementar un ajuste fiscal más profundo” para “reducir el déficit fiscal a alrededor del 2,5 % del PIB en 2016”. Un recorte presupuestario del 2,5 % representa otros 4.500 millones de dólares de recorte anual combinado del gasto público ucraniano (o de aumento de los impuestos), previsiblemente en los dos próximos años.
Los recortes del gasto se realizarán sin duda mediante una reducción del empleo público y de los salarios de los funcionarios que conserven su puesto de trabajo. También comportarán sin duda profundos recortes en el sistema de pensiones, que afectarán a todos los jubilados y que según algunos supondrán una reducción del 50 % de las pensiones para 2016. Es posible que la reducción del déficit público en 4.500 a 9.000 millones de dólares en los próximos 1 o 2 años comporten aumentos de los impuestos sobre las ventas para los hogares mientras se rebajan los impuestos a las empresas, puesto que la declaración del FMI del 27 de marzo también reclama “medidas para facilitar las devoluciones del IVA a las empresas”. En dicha declaración, el FMI no especifica expresamente los recortes requeridos del empleo, los salarios y las pensiones. Sin duda espera que sea el gobierno interino de Ucrania el que lance estas embestidas económicas contra sí mismo y contra la población ucraniana, tras lo cual la administración y el comité ejecutivo del FMI aprobarán el acuerdo ofrecido.
En resumen, el acuerdo del 27 de marzo con el FMI exige que se paguen 6.500 millones de dólares a lo largo de los próximos dos años a los bancos y prestamistas occidentales en concepto de intereses y amortizaciones de deudas. Además reclama la reducción de los subsidios al consumo de gas de los hogares por importe de otros 13.000 millones de dólares y la eliminación progresiva completa de estos subsidios. E indirectamente impone al gobierno ucraniano un recorte del gasto público en 8.000 millones de dólares como mínimo (el 2,5 % del PIB) a lo largo de los próximos dos años en forma de eliminación de empleos públicos, recortes salariales a los funcionarios y reducción de las pensiones de alrededor del 50 % para los jubilados en general. Sumando estos importes, el total equivale, como era de esperar, a alrededor de 27.000 millones de dólares.
Son 27.000 millones de dólares de gasto y estímulo económico que detrae de la economía real ucraniana el acuerdo con el FMI. En otras palabras, prácticamente la misma cantidad que supuestamente aportará el FMI al PIB ucraniano según el anuncio del 27 de marzo. Lo que significa que las familias ucranianas pagarán los 27.000 millones del FMI a través de los mayores precios del gas, la eliminación de los subsidios al consumo de gas, los recortes de empleo público y salariales y fuertes reducciones de las pensiones. Pero estos 27.000 millones no son realmente una “contrapartida equitativa”, sino un estímulo negativo real para la economía ucraniana debido al contenido del acuerdo con el FMI. Recordemos que los 6.200 millones que se irán para pagar las deudas a los bancos occidentales no tendrán absolutamente ningún efecto positivo en el PIB de Ucrania. Así, en primer lugar, la aportación neta del FMI será de 21.000 millones frente a los 27.000 millones que se detraerán de la economía del país. Pero ni siquiera este cálculo refleja toda la realidad.
Los 27.000 millones de dólares detraídos encierran un “efecto multiplicador” de la reducción del consumo de los hogares que es mucho mayor que los 21.000 millones netos inyectados por el FMI. Si asumimos un efecto multiplicador de 1,5 (una cifra más bien conservadora), la cantidad extraída de la economía ucraniana se acerca más a los 40.000 millones de dólares a lo largo de los dos próximos años: una suma ingente teniendo en cuenta que el PIB de Ucrania en 2012 solo fue de 150.000 millones y en 2013 no varió sustancialmente. Por supuesto, la cifra de 40.000 millones detraídos ha de ajustarse teniendo en cuenta los 21.000 millones aportados más su efecto multiplicador, pero mientras que la detracción se producirá sin lugar a dudas, no hay garantías de que la inyección de 21.000 millones se produzca efectivamente en su totalidad.
Sin duda, el banco central ucraniano se guardará una parte de esos 21.000 millones de dólares a fin de reponer sus reservas de divisas, que actualmente solo rondan los 10.000 millones. Una parte de ese dinero se empleará para ayudar a las empresas ucranianas a adquirir bienes intermedios importados de Europa, cuyo coste aumentará significativamente a medida que se siga devaluando la moneda de Ucrania. Y otra parte se destinará a préstamos del BNU a las empresas ucranianas, que guardarán el dinero efectivo y no lo emplearán para expandir la producción. Todo esto significa que la inyección de dinero de que se beneficiará la economía ucraniana no superará ni la mitad de los 21.000 millones de dólares aportados por el FMI. Debido a estas “fugas”, los efectos multiplicadores de las aportaciones del FMI serán sin duda negativos. No es una tontería suponer que el estímulo total neto que reciba finalmente la economía ucraniana apenas alcance los 10.000 millones de dólares.
Frente a estos 10.000 millones de estímulo neto tenemos la reducción de 40.000 millones de dólares de la economía real a lo largo de los próximos dos años. Una reducción neta del PIB de Ucrania de 30.000 millones de dólares en los próximos dos años, o de unos 15.000 millones cada año, supone una disminución acumulada de al menos un 18 %. Y esto es una depresión como la de Grecia. Al introducir la economía ucraniana en la eurozona, esta última tomará en efecto bajo sus alas otra “Grecia” y otra “España”, y como es el caso de estas dos economías, quienes acaben pagando no serán los banqueros ni las empresas multinacionales, sino el pueblo ucraniano. Es la misma historia repetida de las intervenciones del FMI en las tres últimas décadas.
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