domingo, 4 de mayo de 2014

Huelga de 1954 en Honduras: ¿Nostalgia paralizadora o manual de lucha y organización?

A 60 años de la huelga de 1954, las enseñanzas de ese hecho histórico se siguen celebrando con nostalgia como una simple efeméride y no como la guía de acción de movilización en la agenda de lucha del pueblo hondureño.



Las interrogantes que emanan durante este periodo de 60 años, nos llevan a dudar sobre si en este momento, el movimiento popular es una verdadera oposición; o si realmente el camino de mayo se ha abandonado, producto de estrategias desmovilizadoras gracias a las intervenciones oportunistas y burocráticas en los movimientos sindicales y obreros.

Para conocer qué factores llevaron a esa realidad al movimiento popular, debemos viajar al pasado; a ese tiempo épico que es recordado por uno de sus tantos sobrevivientes, Agapito Robleda Castro, quien como dirigente de la huelga bananera y luego como redactor de la investigación “La verdad de la huelga de 1954 y de la formación del Sitraterco” nos hace revivir esos logros adquiridos por los trabajadores bananeros en esa fecha.
“Aquel acontecimiento de 1954, fue el movimiento más importante de la historia hondureña, fue un grupo con tanta fuerza que sacudió el régimen político de aquella época, obligando a las autoridades a cambiar su método de gobierno” recordó Robleda.

No es para menos, luego de 70 días de huelga, donde los manifestantes se sacrificaron bajo el sol, la lluvia y el peligro por los asesinatos en contra de sus integrantes, lograron la conquista de algunos de sus derechos, y la implementación de medidas progresistas por parte del régimen, que llevó a la creación del actual Código del Trabajo, la creación del Instituto Hondureño de Seguridad Social y a reconocer la sindicalización.

Las lecciones que mayo de 1954 deja al movimiento popular son más vigentes que nunca, entre ellas los métodos de movilización, la democracia obrera y la huelga; herramientas que han sido abandonadas por completo por la conducción del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) en la actualidad, dice el insigne dirigente sindical.

Robleda cree que “en esa huelga se paralizó toda la economía del país con los días de beligerancia y firmeza ejemplar de los compañeros, que yo quisiera verla ahora en la Frente de Resistencia; pero toda esa voluntad de lucha se ha perdido, porque las clases dominantes han hecho maniobras para desviar el movimiento, utilizando a líderes oportunistas y burócratas al frente de las organizaciones de oposición”.

Al pasar los años, después de las conquistas adquiridas por la huelga, el analista político Efraín Fajardo considera que los grupos de poder pusieron en marcha su estrategia política, con la asesoría de los entes reaccionarios internacionales, que consiste en desarticular al movimiento obrero, doblegando a sus dirigentes; y gracias a ello han logrado dispersar los núcleos más avanzados de la clase obrera y evitar su organización para lograr las transformaciones que Honduras requiere.

“Muchas de las conquistas adquiridas a partir de 1954 se han ido perdiendo, los espacios también, y ahora a 60 años de ese acontecimiento estamos con un movimiento popular débil, disperso, sin un programa de lucha de los sectores laborales, con una gran crisis económica, permitiendo la venta del territorio nacional al mejor postor, atropellos a los gremios y con una conducción popular diluida en la burocratización y oportunismo” lamentó Fajardo.

“La burguesía ha evitado que los trabajadores se agrupen, se defiendan bajo una democracia sindical, y el liderazgo sindical se ha acomodado y burocratizado” siguió manifestando.

Fajardo recuerda que durante estos 60 años varios sectores de la población han iniciado procesos de luchas; tal es el caso del movimiento campesino que dio paso al surgimiento de las centrales y organizaciones campesinas que formaron un sólido movimiento de oposición.

Tal ejemplo sirve para recordar las estrategias de los grupos de poder para destruir a los movimientos de oposición; para ello, Fajardo cita la creación de la Ley de Modernización Agrícola durante el inicio de los años 90, en el gobierno de Rafael Leonardo Callejas, época que marcó el inicio del Neoliberalismo en nuestro país.

Junto a esas medidas implementadas para destruir al movimiento campesino, Fajardo dice que la burguesía ha ido modernizando su forma de explotación y que ha sido capaz de crear un proyecto para detener la movilización en el campo, que ahora ha permitido el contexto sangriento que ha dejado la criminalización de la lucha por la recuperación de la tierra.


En esa radiografía que el dirigente obrero hace del movimiento popular, se refiere a la situación del sindicalismo, asegurando que en nuestro días “las cúpulas sindicales no están a la altura de las necesidades de los trabajadores; es hora de un cambio, de sacudirse de esas direcciones oportunistas.

Esas direcciones que ahora convocan a conmemorar el día del trabajador, son las mismas que han pactado con la burguesía, vendiendo mediante acuerdos los derechos de la clase obrera”, lo último en alusión a los dos recientes acuerdos del salario mínimo por tres años con la empresa privada y gobierno.


De la democracia obrera a los vicios caudillistas


“Mayo se tiene que ver como memoria en el presente; como camino para la lucha; como guía para la acción revolucionaria en el camino de resistencia del pueblo hondureño; no como una figura romántica o lírica”, manifestó el dirigente magisterial Carlos Lanza, al hacer una comparación entre el beligerante movimiento popular de 1954 y la sumisa estructura popular ante los caudillos del momento.

Lanza se refirió a experiencias populares importantes como la creación de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP), la que recuerda como un movimiento democrático y con independencia de clase, que causó oposición ante la amenaza privatizadora del agua.

“La CNRP, fue una plataforma que permitió una organización productiva de todas las estructuras sociales, todo bajo los principios y herramientas proporcionadas por la experiencia de mayo de 1954”, amplió Lanza.

“En esa experiencia realizamos paros cívicos nacionales, como el del 17 de abril del 2008”. Bajo esa coyuntura del movimiento popular, Lanza dice que todos esos métodos que permitieron un alza de la lucha de clases en el país, ahora han sido desechados por la dirigencia del Frente Nacional de Resistencia Popular.

“Antes se utilizaban los métodos obreros de lucha, como la huelga, la organización, los paros cívicos nacionales, la democracia obrera; pero ahora la conducción del Frente dirigida por un caudillo como Manuel Zelaya, le teme a esas valiosas herramientas; todo eso por su compromiso con los grupos de poder tras el acuerdo de Cartagena”, dijo Lanza.


A criterio de Lanza, los conceptos de la CNRP, se incrementaron a partir del golpe de Estado, pero se abandonaron después de la firma del Acuerdo de Cartagena de Indias el 22 de mayo del 2011, que se firmó bajo la condición de que el movimiento popular abandonase las calles, y el régimen les permitiría formar una estructura electoral y por ende el regreso de Manuel Zelaya del exilio.


“Considero que de la firma del acuerdo para acá, la crisis del movimiento popular se ve marcada por la conducción del movimiento, que por el hecho de ser dirigido por un caudillo burgués que viene del Partido Liberal, no va más allá de lo que la clase obrera necesita y exige. Todo eso ha permitido el giro del camino de movilización, al camino electoral, llevando a que el movimiento haya abandonado el camino de mayo”, aseguró el dirigente magisterial.


¿Y el futuro? ¿Hacia a dónde va el movimiento obrero, sindical y popular hondureño?


Ramón Amaya Amador en su obra “El camino de mayo es la victoria”, manifiesta que la huelga bananera demostró que “la clase obrera puede triunfar al margen de la dependencia política de la burguesía: que puede actuar y vencer sin necesidad de ser obligatoriamente un apéndice de los partidos tradicionales”.


La actualidad de la clase obrera en su conjunto, denota un contexto distinto, todo esto debido a que el movimiento popular se ha convertido en una estructura subordinada, dependiente y sumisa a las decisiones de una conducción, que no plantea retomar las lecciones de mayo de 1954; sino solo luchas legislativas que hasta el momento no han dejado resultados positivos para la población.


Sobre tal realidad, el Padre Ismael Moreno, director de Radio Progreso y del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), dice que el movimiento popular debe ser autónomo e independiente de cualquier partido político, además afirma que “solo la identidad e independencia es la que garantizará las alianzas que se hagan; pero esas alianzas solo se darán si la organización es independiente”; es decir que la plataforma popular sea la que condicione las alianzas, no los partidos políticos como ocurre ahora con el nuevo instituto electoral Libertad y Refundación (Libre).


“Creo que después del golpe de Estado, el movimiento social y popular quedó inmerso en una especie de dinámica de regresión, particularmente con la entrada de un factor que ha sido decisivo que es el giro electoral, y que es determinante para poder entender lo que ocurre con la actual desmovilización popular”, argumentó Moreno.


La caracterización se da en el marco del proceso desmovilizador que el partido Libre ha jugado como estrategia de la conducción oportunista del FNRP, que pese a las tareas de recuperación de los derechos de la población se ha limitado a realizar una estéril lucha legislativa, abandonando los métodos de movilización que nos dejó mayo de 1954.

“Me parece que hay tantos desafíos, problemas, injusticias, procesos de pérdida de soberanía, nunca ha habido tanto poder acumulado alrededor de un gobierno que es el socio menor de las multinacionales, como para que el movimiento popular no entre en un proceso interno de profundo análisis y reflexión para que desde ahí pueda definir su lucha y así revertir la lógica de un país que se va perdiendo desde una propuesta antinacional, antipopular e imperialista”.


Moreno, cree que si el movimiento popular sigue bajo la lógica electoral, oportunista, burocrática y antidemocrática “siempre será un mandadero de un partido político tradicional más, se ampliará el tradicionalismo político. Y el destino de un movimiento social que no analice; que no sea independiente, será un movimiento subordinado, dependiente y mandadero y eso no le abona en nada al futuro del país”.


Lecciones de mayo de 1954, exigen un cambio del movimiento popular


En ese enfoque, tanto Efraín Fajardo, Agapito Robleda, Ismael Moreno y Carlos Lanza, concuerdan que para rescatar el movimiento popular y revivir las lecciones de movilización que dejó mayo de 1954 “se debe cambiar la conducción de la plataforma social; democratizar su estructura y definir una estrategia que sirva como agenda de lucha para salir a las calles bajo los métodos beligerantes de la huelga bananera”.


Fajardo dice que “cambiar el rumbo del movimiento popular pasa por refrescar su dirigencia; Manuel Zelaya y Juan Barahona ya dieron su aporte, ahora hay que poner a los mejores cuadros políticos al frente del movimiento popular, que retomen la lucha organizada”.


Por su parte Agapito Robleda, pide a la resistencia que retome el camino de la huelga bananera, para que se puedan recuperar todas las demandas que el movimiento social ha perdido en este momento.



Asimismo el sacerdote Ismael Moreno afirma que “el camino idóneo debe ser el análisis interno, reflexión interna, el debate, para que cuando se salga a las calles se vaya con una estrategia de lucha que solo tendrá fuerza en la medida que expresen una agenda común de lucha; esa es la gran tarea, que se debe exigir a la conducción del movimiento popular para que se siente y debata alrededor de esas tareas y así convertirlas en la estrategia de movilización”.


Mientras tanto Carlos Lanza en su análisis, nos argumenta que el único camino que tiene el movimiento popular para liberarse de la opresión y de la explotación de los grupos de poder, es seguir la experiencia de la huelga bananera; a raíz de que solo el camino de la movilización es el que garantiza rescatar las demandas arrebatadas por la burguesía en las últimas décadas.


Después de las luchas históricas del pueblo hondureño como la independencia nacional de la corona española (1821), la revolución morazanista (1827-1839), la reforma liberal de 1876 y la huelga de 1954, el movimiento social necesita un nuevo proceso de reflexión, rescate de la identidad e independencia y sobre todo, liberarse de los vicios caudillistas y oportunistas que lo han llevado a la profunda crisis que atraviesa en la actualidad.

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