Eslovenia, miembro de la zona euro, conoció una grave crisis económica en 2013/1 . Hoy en día, dicen, sus indicadores económicos están saliendo de los números rojos, alejando en todo caso el espectro de la intervención de la Troika: disminución del paro, ligera reanudación del crecimiento, descenso de la prima de riesgo en los mercados financieros. Sin embargo, como en todas partes, los números ocultan la realidad de los ataques sociales encaminados a satisfacer los criterios neoliberales vigentes. A esto se añaden los reiterados escándalos de corrupción, que afectan a todos los partidos institucionales. Estas son las raíces de un profundo descontento social que da lugar a una importante inestabilidad ante el fuerte descrédito de los partidos. Sin embargo, los grandes movimientos sociales que inflamaron el país a finales de 2012 y comienzos de 2013 se han desinflado sin hallar su expresión política. Esta es la cuestión a la que trata de responder, no sin grandes dificultades, la formación de una coalición –Izquierda Unida– que se presenta a las elecciones europeas.
INFORMACIÓN RELACIONADA:
- "En Eslovenia como en Croacia, la izquierda parlamentaria no tiene de izquierda más que el nombre". Entrevista a Luka Mesec (de Iniciativa por un Socialismo Democrático) (Viento Sur)
INFORMACIÓN RELACIONADA:
- "En Eslovenia como en Croacia, la izquierda parlamentaria no tiene de izquierda más que el nombre". Entrevista a Luka Mesec (de Iniciativa por un Socialismo Democrático) (Viento Sur)
Catherine Samary. Traducción de Viento Sur
Después de una fase de crecimiento bastante estable y una transformación capitalista menos agresiva que en otros países, Eslovenia entró en 2009 en una grave recesión (–8%) que dio lugar a una crisis bancaria y económica que puso al país al borde de la suspensión de pagos. En noviembre de 2011, el referéndum en el que culminó una larga campaña sindical contra la reforma de las pensiones provocó la caída del gobierno de la derecha, presidido por Janez Janša. En las elecciones legislativas anticipadas de diciembre de 2011, el más votado fue el nuevo partido “Eslovenia Positiva” (SP, centro izquierda), fundado por el popular alcalde de Liubliana, Zoran Janković. Sin embargo, al no lograr formar gobierno, optó por la reelección como alcalde en marzo de 2012, renunciando a su escaño de diputado. Entonces asumió el gobierno una coalición ecléctica dominada por la derecha (a la que se incorporó el Partido de los Jubilados, Desus) que incluyó el partido de Janez Janša (SDS), quien fue elegido primer ministro a comienzos de 2012.
Las manifestaciones masivas del invierno de 2012-2013 –iniciadas en la degradada zona industrial de Maribor– recorrieron todo el país. En este contexto, las revelaciones sobre fraudes fiscales y otros escándalos provocaron la caída del gobierno de Janša (al tiempo que salpicaron también al alcalde de Liubliana). La presidenta del partido SP pasó a ser entonces la primera mujer en asumir el mando del gobierno de Eslovenia que tenía que hacer frente a las presiones del FMI en un país en crisis.
Alenka Bratušek, de 44 años de edad, sustituyó la austeridad impuesta por su predecesor de derechas por la misma austeridad, aunque supuestamente más de izquierdas, con las consiguientes dificultades para mantener estable su coalición gubernamental. Lanzó un vasto programa de recortes del gasto público y de privatización de empresas públicas a fin de reducir el déficit del Estado y sacar al país de la crisis bancaria, pero acabó provocando la dimisión, a finales de noviembre 2013, del ministro de Economía Stanko Stepišnik y del ministro de Sanidad. Se han multiplicado los conflictos entre los principales socios de la coalición gubernamental, el SP y el Desus.
En diciembre de 2013, Eslovenia logró recapitalizar sus tres bancos más grandes, tocados por la morosidad, con lo que evitó tener que solicitar un plan de ayuda europeo, aunque inició entonces un amplio plan de privatización de los bancos. Sin embargo, a comienzos de abril de 2014 se presentaron tres mociones de censura contra sendos ministros del gobierno. Aunque fueron derrotadas, sí dividieron profundamente la coalición gubernamental. Lo mismo ocurrió con el proyecto, anunciado por el gobierno, de incrementar el IVA para enjugar el déficit: acabó en la papelera ante la feroz oposición de una parte de la coalición. Otra reforma problemática, el establecimiento de un impuesto sobre los bienes inmuebles, que debía recaudar 200 millones de euros al año, fue retocada por el tribunal constitucional. Así, solo quedan las políticas “clásicas” de reducción del gasto, que chocan con el descontento social.
No obstante, para evitar la situación de 2011 (el bloqueo de la reforma de las pensiones a raíz de la movilización popular y del referéndum) se han prohibido los referéndums. Y el parlamento ha incorporado a la constitución del país la “regla de oro” contra los déficit fiscales. Con ello pretende bloquear las protestas sociales, cuando uno de los cambios más importantes de este gobierno de “centro izquierda” habrá sido la privatización de 15 empresas públicas. Estas medidas han recibido el apoyo entusiasta de la agencia de calificación financiera Fitch, que por otro lado se muestra inquieta ante las posibles consecuencias de la crisis política para la continuidad de las reformas. En efecto, en este clima de turbulencias sociales y gubernamentales, el ex alcalde de Liubliana, Zoran Janković, decidió recuperar en un congreso reciente las riendas del partido SP, que controla el gobierno. De este modo, provocó la dimisión de la primera ministra Alenka Bratušek el pasado lunes, 5 de mayo de 2014. Los demás partidos de la coalición ya habían anunciado que abandonarían la mayoría parlamentaria si Zoran Janković volvía a dirigir el partido. Finalmente, se han convocado elecciones generales anticipadas para el mes de junio.
Corrupción “de derechas” y corrupción “de izquierdas”
Esta decisión podría favorecer al partido de derechas de Janez Janša, por mucho que, recientemente, haya sido condenado en firme a dos años de prisión por corrupto. Está decidido a recurrir la sentencia y sus abogados han anunciado una batalla judicial prolongada. Ahora trata, en efecto, de volver su condena en contra de sus adversarios políticos, denunciándola como una estrategia de la oposición para desacreditar su labor y la de su partido de cara a las próximas elecciones y afirmando que se trata de un complot urdido por la antigua “nomenclatura del partido comunista esloveno” con ayuda de unos jueces “politizados”.
De Bulgaria a Eslovenia, pasando por Ucrania, la corrupción forma parte del sistema, cualquiera que sea el color de sus gobiernos. Los indignados “de derechas”, por un lado, atacan a los “continuadores” del antiguo régimen (y las privatizaciones que les han beneficiado, pero no las privatizaciones de la corrupción en general). La izquierda, a su vez, ha estado asociada orgánicamente al antiguo régimen, aunque menos desacreditada en Eslovenia que en otras partes, durante todo un periodo, pero esto ya es cosa del pasado. Tanto en Eslovenia como en otros países el clientelismo y su carga de corrupción está detrás de la apropiación por el Estado de la propiedad social, al igual que detrás de las privatizaciones que la acompañan.
Janez Janša, presidente del Partido Democrático Esloveno (SDS), figura histórica de la independencia del país, podría por tanto mantenerse a flote agarrándose a la denuncia de las “fuerzas oscuras de la continuidad”, vinculadas al antiguo régimen comunista y a sus servicios secretos. ¿Con qué posibilidades? Es difícil preverlo en el contexto esloveno, que sigue siendo peculiar en lo que respecta a la percepción popular del pasado.
De la reconquista de los “comunes” a las elecciones
Esta campaña se enfrenta a una “yugonostalgia” particularmente fuerte desde la crisis de 2009 del “capitalismo realmente existente”, tal como se ha propagado en toda Europa oriental y, con formas más violentas, en los Balcanes. Una nueva generación de jóvenes ha acumulado las primeras experiencias de autoorganización en las luchas estudiantiles (en especial las de Croacia, donde hubo debates sobre cuestiones sociales en “plenos ciudadanos”) y en diversas estructuras de formación, incorporando todas las aportaciones de las luchas de emancipación del presente y del pasado (Universidad paralela de Liubliana, la “Workers’ & Punk University”, transformada recientemente en centro de estudios sociales, con marcos similares en todos los Balcanes). Los “plenos ciudadanos” de Bosnia /2 constituyen evidentemente, desde febrero de 2014, una referencia y un lugar de encuentro esenciales.
Las explosiones sociales recurrentes desde hace algunos años han puesto de manifiesto su fuerza, es decir, su capacidad de tumbar a numerosos gobiernos nacionales o locales –de Bulgaria a Rumania, de Eslovenia a Bosnia-Herzegovina–, pero también sus límites y dificultades: por un lado, el carácter precario de las movilizaciones de masas, su discontinuidad, que plantea la necesidad de una forma de organización más perenne, llámese o no “partido”. Por otro lado, la extraordinaria heterogeneidad ideológica, marcada por la confusión de las “etiquetas” y la ausencia o la dificultad de que surjan proyectos progresistas anticapitalistas creíbles, particularmente en Europa.
La trampa de un falso dilema que ha predominado en los Balcanes durante muchos años empieza a desvanecerse: había que elegir forzosamente entre unos nacionalismos exclusivos y chovinistas, que combinaban elementos antiimperialistas con ideologías reaccionarias, y el “europeísmo” centrado en la defensa apologética de la Unión Europea y de sus políticas. Al quebrarse este falso dilema han empezado a entablarse diálogos y a tejerse lazos balcánicos en torno a un enfoque crítico de UE /3. La tarea de reinterpretación del proyecto socialista se emprende cruzando los análisis y los puntos de vista, no como un “retorno” nostálgico a un régimen pasado cuya crisis exige una explicación que combine factores internos endógenos y factores internacionales, sino como la invención de una democracia adecuada a los “bienes comunes”: reconquista de los derechos fundamentales y de los “comunes” naturales o producidos frente a todas las “desposesiones” capitalistas.
En este contexto, a comienzos de mayo de 2013, nació en Eslovenia la Iniciativa por un Socialismo Democrático (IDS) /4: no se trataba de un partido, sino de un proyecto que apuntaba en esta dirección; en el cruce de caminos entre la acumulación de experiencias y de las enseñanzas de la Universidad paralela y autogestionada (Workers & Punk University), por un lado, y las explosiones sociales del invierno de 2012-2013, por otro. El impacto de Syriza en Grecia, realidad tanto balcánica como europea, ha marcado su evolución. La Fundación Rosa Luxemburg (vinculada a Die Linke) facilitó una reflexión que indujo la aproximación al Partido de la Izquierda Europea como concreción del rechazo de la UE sin caer en el repliegue nacional. De este modo ha surgido la coalición Združena Levica (Izquierda Unida) y la IDS se ha transformado en partido. Este engloba casi exclusivamente, de entrada, a los animadores de la antigua Universidad paralela, convertida a su vez en centro de estudios sociales. Se trata de una coalición electoral de cara a las elecciones europeas del 25 de mayo, integrada por la IDS –que tiene una influencia preponderante en su ideología– y otros dos pequeños partidos integrados por personas de la izquierda alternativa eslovena, el Partido del Desarrollo Sostenible (TRS) y el Partido Democrático del Trabajo (DSD) /5.
No es más que un intento, no el más fácil y desde luego demasiado rápido, para que estas nuevas formaciones tengan tiempo de arraigarse en la realidad eslovena. El futuro de esta coalición electoral dependerá evidentemente de los resultados (que según los sondeos no serán muy buenos) y de las prácticas de funcionamiento entre sus tres componentes. Sin embargo, un mal resultado electoral no está reñido con la acumulación positiva de las primeras experiencias, que pueden abrir nuevas posibilidades. Si la coalición se transforma o si la IDS emprende su propio camino, tendrá que afrontar las dificultades que comporta la implantación duradera de un partido en el conjunto de la sociedad. Esto suscitará asimismo la cuestión de las relaciones con los sindicalistas eslovenos. La sociedad eslovena, como tantas otras, viene marcada por nuevas generaciones de jóvenes con empleos precarios y por la crisis de “representación” política de los trabajadores en su diversidad, un problema desde luego bastante generalizado...
Notas:
1/ Cf. ESSF n°28998 Quelle crise en Slovénie?
3/ Cf. ESSF, n°26852, Le premier Forum social des Balkans: ’d’autres Balkans sont possibles !» y n°26850, Le Forum social des Balkans, une chance pour l’Autre Europe
5/ Véase la entrevista con el portavoz de esta coalición y joven dirigente de la IDS en:http://www.european-left.org/fr/pos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario