Cuando se trata de hacer previsiones, lo mejor es hacerlas sobre cosas pasadas. Ahí uno puede estar seguro de lo que ha pasado y explicar las razones por las que se han dado. Cuando el profeta se aventura sobre el futuro corre el riesgo de verse desmentido por los hechos. En octubre creía que, en Turingia, no sería posible acordar un gobierno de coalición entre Die Linke, el SPD -social-democracia- y los Verdes.
Manuel Kellner, redactor del Sozialistische Zeitung. Traducción: VIENTO SUR
Me parecía casi imposible imaginar a Sigmar Gabriel, presidente federal del SPD, explicar a la canciller demócrata-cristiana Angela Merkel, a la cabeza de la Gran Coalición CDU/CSU-SPD que gobierna Alemania, que el SPD se convertiría en socio minoritario de un gobierno regional dirigido por Die Linke/1. Pero, eso es lo que ha ocurrido.
Una vez que Die Linke obtuviera el 28% de los votos y se convirtiera en la segunda fuerza electoral -pese a perder votos en cifras absolutas- y que la CDU descartara una coalición con AfD [partido de derecha extrema], el reparto de escaños en el nuevo parlamento de Turingia no dejaba más que dos posibilidades,: o una "gran coalición" de la CDU (34 escaños) con el SPD (12 escaños), o una coalición de Die Linke (28 escaños) con el SPD (12 escaños) y los Verdes (6 escaños). En ambos casos, se daría una mayoría de 46 diputados contra 45; es decir, mínima. El 5 de diciembre de 2014, después que Die Linke, el SPD y los Verdes concluyeran el acuerdo y este fuera ratificado por los votos de sus órganos de dirección y las bases de los tres partidos/2, Bodo Ramelow, jefe de fila de Die Linke en el Lander de Turingia, fue elegido primer ministro-presidente del gobierno regional.
A pesar de que el perfil político de Bodo Ramelow y de Die Linke de Turingia es extremadamente moderado y este partido ha aceptado en el preámbulo del acuerdo que la RDA fuera un Unrechtsstaat (un término político intraducible que sitúa la RDA al mismo nivel que los Nazis); la probabilidad, primero, de la coalición y la materialización del acuerdo posteriormente, ha provocado una campaña de denuncias mediáticas y públicas nutridas por un anticomunismo primario, en la que participan desde filonazis de todos los signos hasta conservadores y socialdemócratas de derecha, poniendo en guardia contra la restauración del SED (el partido dirigente que ejerció el poder en la RDA hasta noviembre de 1989) y la Stasi (policía secreta de la RDA encargada de espiar y oprimir sistemáticamente a la población bajo aquel régimen).
Además, considerar a Die Linke como un partido más o menos parecido al SED no tiene nada que ver con la realidad, a pesar de que en el momento de su fundación -tras la caída del poder de Erich Honecker, Egon Krentz y Cia.- en diciembre de 1989, el SED/PDS, optó por una continuidad formal con la SED (de hecho, y sobre todo, para salvar al menos una parte del patrimonio del SD, pero oficialmente para no sustraerse a sus responsabilidades históricas). El SED, en tiempo de la RDA, contaba con 2,4 millones de adherentes (sobre una población de 16 millones de habitantes). En 1990, el SED/PDS no contaba más que con 130.000. El resto prefirió hacer carrera con el nuevo poder; mucho de entre ellos, por ejemplo, entre los cristiano-conservadores. Quienes quedaron en el SED/PDS lo hicieron por convicción política, mientras que los otros se adhirieron al SED cuando estaba en el poder por conformismo y para hacer carrera política.
Actualmente, Die Linke cuenta entre 65.000 y 70.000 adherentes, de los que unos cuantos miles provienen de Alemania occidental, en gran parte tras la fusión del SED con la WASG (Alternativa electoral por el trabajo y la justicia social, fundado el año 2005) en junio de 2007. Además, en el Die Linke actual no habrá más de 16.000 miembros provenientes del antiguo SED. En su mayoría, militantes entrados en años que siguen fieles a sus convicciones, a menudo nostálgicos de las conquistas sociales de la RDA, pero que, muy probablemente, en su gran mayoría no desean la restauración del poder de un "partido dirigente" el SED.
Hace unas semanas, Gregor Gysi, presidente del grupo parlamentario de Die Linke -que de hecho actúa como nuevo portavoz del partido por su eco mediático a pesar de que los portavoces elegidos eran Bernd Riexinger y Katja Kipping- dijo públicamente, dándoselas de listillo, como le gusta hacer, que, en aquellos gobiernos regionales donde gobierne Die Linke, lo "astuto" sería diferenciarse un poco, pero de forma clara, de la política que desarrollan los gobiernos regionales dirigidos por el SPD…, aún si los márgenes de maniobra, a causa de las restringidas competencias de los Lander, son pequeños, añadió a renglón seguido Gysi. Leído el acuerdo entre de Die Linke, el SPD y los Verdes de Turingia, no se puede concluir que se haya logrado esa clara diferenciación.
De entrada, el reparto de las carteras en el nuevo gobierno expresa la voluntad de los dirigentes de Die Linke de minimizar el papel de su propio partido: el SPD, especialmente débil en Turingia, obtiene los ministerios clave de finanzas, economía e interior y los Verdes, el de justicia. El acuerdo de coalición subraya el compromiso de los grupos coaligados con la economía de mercado, la promoción de la pequeña y mediana empresa y al "limitar la deuda pública", que en Alemania tiene rango constitucional y sirve para justificar las drásticas políticas de austeridad presupuestaria tanto a nivel municipal como regional y federal. Del miso modo, el acuerdo recoge declaraciones a favor de la "eficiencia" de los órganos de gestión de lo público, y del crecimiento y el progreso económico.
Por supuesto, también se recogen algunos proyectos de reforma progresistas, como una anualidad gratuita para las guarderías, la posibilidad de gratuidad en el transporte público local y la contratación de 500 enseñantes escolares más, etc. Pero… todas ellas sujetas a su "viabilidad" financiera. Según Nils Böhlke/3 –aunque no he tenido tiempo de verificar sus datos- en el acuerdo existen 123 promesas condicionadas al estudio que verifique su viabilidad financiera.
En lo que respecta a la educación, cuya competencia en Alemania corresponde casi en su totalidad a los Lander, el acuerdo de coalición no recoge los puntos fuertes del programa de Die Linke. Sobre todo la abolición de los gimnasios y el establecimiento de una escuela única para todos y todas. Por otra parte, cuanto al servicio de vigilancia política, el Verfassungsschutz ("protección de la constitución"), muchos de cuyos agentes forman parte de organizaciones de la extrema derecha y han jugado un siniestro papel en, o alrededor de, la banda asesina del NSU (Clandestinidad Nacional Socialista, organización clandestina de extrema derecha descubierta en 2011), ni siquiera se plantea su disolución, sino que el refuerzo de su "control" por las instancias parlamentarias.
El acuerdo estipula que los servicios públicos no serán "deteriorados". Como lo señala Thies Gleiss/3 esta formulación no significa que no habrá reducción de empleo en ellos. Más bien es eso lo que puede ocurrir. Porque, en nombre de la disciplina presupuestaria, el gobierno dirigido por Die Linke "ahorrará" empleos en diferentes sectores de los servicios públicos. A pesar de que en el programa electoral, se podía leer la rutinaria fórmula, de que Die Linke crearía un "nuevo sector de empleos públicos". Y si es verdad que en cuestión fiscal, la capacidad de acción de los Lander es reducida, el acuerdo podía, al menos, haber decidido llevar a cabo iniciativas para la reintroducción del impuesto sobre las grandes fortunas o el incremento de la tasa impositivo a las rentas altas. En ausencia de iniciativas de ese tipo, el dogma de la disciplina presupuestaria genera siempre políticas de austeridad.
Por lo que respecta al mundo laboral y a la justicia social, la propuesta en relación a un salario mínimo y a las tarifas mínimas a respetar en las contrataciones del Estado (y también en el terreno de los derecho cogestionados de los asalariados), son más o menos las mismas que impulsan los Lander gobernados por el SPD, como el de Brandeburgo, e incluso en los que no participa Die Linke como en Schleswig-holstein. Y en relación a la ecología, no existe ningún posicionamiento claro sobre el abandono de energías fósiles.
Respecto los acuerdos de libre comercio como el TTIP [Acuerdo de libre comercio entre EE UU y la UE] y el CETA [Acuerdo económico y comercial Canadá-UE), se ha impuesto la posición del SPD, con la coletilla de que no deben ser "perjudiciales". Es necesario recordar que Sigmar Gabriel y el SPD comenzaron apoyando estos acuerdos a "condición" de que no se establecieran los tribunales de arbitraje. Tras conocer que ese tema era incuestionable, el SPD apoya los acuerdos tal como están, y ahora Die Lnke de Turingia se suma a ellos. Esto puede llevarle a aislarse completamente del movimiento que rechaza estos acuerdos de libre-cambio que en Alemanía es bastante amplio (no hay más que ver el gran número de gente que apoya las protestas por Internet).
Sobre la política internacional en general, el Lander de Turingia se abstendrá en el caso de que no exista una posición común de los tres partidos de gobierno. Pero la posición sobre los acuerdos internacionales de libre cambio hace temer que en el resto de cuestiones también pudieran darse igualmente amargas excepciones: habrá que seguir de cera las votaciones del Lander; sobre todo en lo que respecta a las intervenciones internacionales del ejército alemán, la Bundeswehr
Donde no existe acuerdo alguno entre los partidos coaligados es en los puntos en los cuales un gobierno dirigido por Die Linke podría obtener un perfil de izquierda sin mucho coste económico: por ejemplo, en lo que respecta a la cuota mínima de mujeres en el sector público y privado o en medidas contra el racismo y la homofobia. Ni siquiera se plantean prohibir la propaganda del ejército en las escuelas ni apoyar masivamente las iniciativas antifascistas…
Seria poco convincente decir que Die Linke no debería gobernar o no debería presidir gobiernos si los resultados electorales y las constelaciones parlamentarias se lo imponen. Pero un verdadero gobierno de izquierdas al servicio de las y los asalariados y oprimidos, a todos los niveles, y por lo tanto a nivel del Lander, debería ser un gobierno rebelde: rebelde contra la injusta distribución de la riqueza y de las rentas, rebelde contra la austeridad antisocial y contra "los límites al endeudamiento", rebelde contra la destrucción de nuestras bases naturales de supervivencia, rebelde contra la política internacional imperialista. Además de las medidas anticapitalistas propuestas, debería tener la firmeza para apoyarse en la movilización popular emancipadora y hacer todo lo posible para reforzar la autoorganización de gente asalariado, los sectores marginados y la juventud rebelde, porque es la única posibilidad de hacer cambiar la relación de fuerzas y de imponer verdaderos cambios.
Pero este gobierno dirigido por Die Linke en Turingia parece orientarse, sobre todo, a sentar las bases de una política de cogobernabilidad a nivel federal tras las elecciones de 2017 (si los resultados ofrecen esa posibilidad- adaptándose aún más a las posiciones socialdemócratas y a la política exterior actual. Por su puesto, hay que defender a Bodo Ramelow y el partido Die Linke de Turingia contra los ataques y las calumnias anticomunistas y hay que apoyar todo lo que haga en un sentido progresista; pero, al mismo tiempo, la izquierda anticapitalista, de dentro de fuera del partido, deberá comprometerse en reforzar los movimientos extraparlamentarios para ejercer un máximo de presión a favor de medidas de solidaridad emancipadoras.
Notas
1/En una tribuna anterior escribí: "La decisión no es fácil para nadie. El CDU, si quiere poner en pie la "gran coalición", debe aliarse con los grandes perdedores de las elecciones. Por su parte, es más que probable que el SPD, como socio minoritario del CDU, se vea confrontado a una erosión prolongada de su electorado. De otra parte, si elige coaligarse con Die Linke y los Verdes, no será el partido que dirija la coalición. Se verá obligado a jugar el papel de socio minoritario de Die Linke. No parece probable que la dirección federal del SPD pueda aceptar esta variante. No podemos imaginar a Sigmar Gabriel, jefe federal del SPD, explicar a la canciller Angela Merkel, las razones que han llevado a su partido a gobernar en coalición, como socio minoritario, con el CDU/CSU y, al mismo tiempo, como socio minoritario de Die Linke en el Land de Turingia, dando pie a un gobierno regional que en el Bundesrat (segunda cámara representativa de los Lander a nivel federl) puede abstenerse en las votaciones que presente la gran coalición de Angel Merkel sobre las intervenciones militares…" (http://www.vientosur.info/spip.php?article9448)
3/ Ver los comentarios de Thies Gleiss de la AKL (Antikapitalistische Linke, Izquierda Anticapitalista en el seno de Die Linke) y de Nils Böhlke de la corriente Marx21 (que forma parte de International Socialist Tendency dirigida por el SWP británico) y de la corriente Sozialistische Linke (Izquierda Socialista en el seno de Die Linke):
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