Luis Emilio Tellez Contreras, de la Coordinadora Socialista Revolucionaria (CSR) de México
Durante muchos años la salida planteada a nivel político para los problemas agobiantes de amplias capas de la población y del mismo sindicalismo democrático ha sido, explícita o implícitamente, el refuerzo de formaciones democráticas y nacionalistas de izquierda, que tienen un mismo origen en rupturas “a la izquierda” del PRI (Partido Revolucionario Institucional) ante el proceso de neoliberalización de este, expresiones constituidas primero en el PRD y después en la figura de López Obrador[1].
En el panorama de la fragmentación de la lucha de clases fueron las confrontaciones electorales de las últimas dos décadas las que han condensado gran parte del descontento social (de 1988, 2006 y 2012), convertidas en verdaderos campos de batalla y polarización nacional donde las masas populares adquirieron protagonismo ante las imposiciones y fraudes que el Régimen operó para mantener la estabilidad del régimen y evitar, con ayuda del gobierno estadounidense, que México se corriera a la izquierda, y evitar un posible aliado más al ciclo progresista que comenzó en América Latina a finales del siglo XX. Por otra parte, la lucha llevada al terreno electoral ha sido también una gran válvula de escape para la estabilización relativa del modelo neoliberal en un país de profundos conflictos de clase.
En lo que respecta al último período, la lucha social se ha desarrollado de manera sostenida, desde hace un lustro no ha habido año sin acontecimientos políticos relevantes, los cuales expresan siempre dos características: se desarrollan a nivel nacional y se expresan en forma de interpelación o confrontación con el Régimen, como lo fue en 2011 el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad dirigido por el poeta Javier Sicilia, el movimiento estudiantil #YoSoy132, o el movimiento popular por la presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, añadiendo a esta dinámica, casos como la rebelión de los trabajadores de la educación, que aunque fue una lucha gremial se expresó a nivel nacional.
El sujeto político que ha protagonizado estos períodos de lucha y de radicalización es heterogéneo. Estudiantes, organizaciones populares, sindicatos democráticos y los sectores de la pequeña burguesía han entrelazado experiencias comunes y diferenciadas en este período, del cual, sin duda alguna, fue la lucha por los 43 la que ha agrupado desde hace un año al espectro más amplio de sectores en una sola demanda.
En medio de este panorama podemos valorar la convocatoria que en el año 2010 una importante parte de los trabajadores electricistas y su dirección hacen para la construcción de una organización del pueblo y los trabajadores, convocatoria hecha a un año de resistencia de su sindicato por el decreto presidencial de extinción de Luz y Fuerza del Centro, que dejó en la calle a 44 mil trabajadores de la noche a la mañana. Este hecho infame del gobierno de Felipe Calderón era parte de una reforzamiento de la política neoliberal y del proceso de militarización del país. El SME era el principal oponente a la privatización del estratégico sector energético y un reconocido sindicato antineoliberal combativo. Además, para el régimen, destruir el contrato colectivo de trabajo del SME era primordial para poder aprobar una Reforma Laboral netamente neoliberal, hecho que se consumó 5 años después.
Dicho esto debemos resaltar que la propuesta de construcción de una herramienta política de los trabajadores se da en un momento de ataques fuertes a la clase trabajadora, y se plantea como parte de una perspectiva de resistencia, o mejor dicho, es un valiente y audaz intento de ofensiva en condiciones muy adversas. Esta situación complica la posibilidad de concretar a nivel nacional esta alternativa.
Sin embargo, la propuesta de la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores (OPT), además de la reivindicación de una lucha democrática, la de una legítima representación política de la clase, ha sido una interpelación directa de parte del SME no sólo a las decenas de pequeños grupos y organizaciones de la izquierda radical, sino un llamado a grandes agrupaciones gremiales como la CNTE, y en particular a la sección 22 de Oaxaca, famosa por su combatividad (y que ahora, ante la desesperación, ha pactado con MORENA para las siguientes elecciones locales), así como a la sección 18 y 19, y a todos los gremios que habían resistido la larga noche del neoliberalismo.
Este llamado por si mismo tiene un gran valor y es un planteamiento poco usual y que, venido de un sindicato con el prestigio del SME, queda planteado, como decimos, no sólo en pequeños círculo de la izquierda sino en un espectro mucho más amplio de la clase.
El centro de la preocupación de construir una alternativa política no sólo se inscribe pues, en una táctica para avanzar en las coyunturas de ese período, sino que se plantea en los debates que tuvieron lugar en las asambleas de constitución de la organización y en las discusiones abiertas para conseguir el registro electoral en 2013, presentando a la OPT como una urgente tarea para comenzar a llenar un vacío histórico: la falta de una representación política auténtica y genérica de las clase trabajadora y los sectores populares.
Las conciencia de la complejidad de la estrategia que se debe desarrollar para construir una alternativa proletaria, no se agotó tampoco con la idea de la construcción de esta representación política, sino que se ha constituido a la par de perfilar otros instrumentos de lucha que apuntan a atacar dos problemas que han sido un obstáculo para la lucha independiente. Por un lado, las burocráticas organización sindicales que han mantenido el control de la mayoría de los trabajadores desde la institucionalización de la revolución el siglo pasado, a saber, la CROM y la CTM; y por otro, la cooptación del movimiento urbano popular independiente que durante los 90 se acopló a las estructuras clientelares de la izquierda institucional.
En este sentido, el llamado a la construcción de una Nueva Central de Trabajadores que agrupe a los sindicatos democráticos e independientes y que asuma la tarea de contribuir a la reorganización de la clase (“pues sin la participación organizada de la clase trabajadora en la lucha política nacional será imposible cambiar el estado actual de las cosas”), es una iniciativa fundamental para una lucha por atacar los mecanismo de dominación tradicionales, promoviendo la militancia sindical para intervenir en las nuevas luchas de los trabajadores que exigen democracia en sus organizaciones, y en las tareas de promoción de la sindicalización de los miles de empleados precarizados.
Por otro lado, en el entendido de que la lucha de clases no se expresa solamente a nivel de las relaciones directamente laborales, y con el objetivo de desarrollar una alianza con las capas populares, se constituyo hace ya 5 años la Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía Eléctrica (ANUEE) que en el contexto de la carestía creciente y la privatización de la energía eléctrica se ha constituido en una organización de masas que, aunque se aglutina a partir de una demanda muy sencilla: en contra los altos cobros de la luz, también ha sido un espacio de politización y autoorganización de sectores que pueden apuntalar la construcción de un nuevo sujeto político fuera de los sectores del movimiento urbano popular ya cooptado.
La reinserción de la izquierda anticapitalista en los sectores del movimiento es una precondición necesaria para desarrollar un proceso de hegemonía política, la marginalidad de nuestras posiciones no se pueden sostener por una supuesta influencia externa o simples confluencias y tratos entre direcciones, por ello la revaloración de la actividad militante es necesaria para poder construir un camino más claro en la lucha social.
Sin embargo, dentro de las diferentes formas en las que se pueden dar esas luchas no es descartable dar saltos en la conciencia y en la organización de los explotados, por eso pensamos que la perspectiva política de la OPT debe tener una continuidad, y que la potencialidad de una construcción partidaria que se asiente en las luchas de los trabajadores y en los nuevos movimientos sociales, debe y puede ser explotada al máximo en este período. Pero como no hay saltos mágicos al centro de la lucha política, ni la expresión de una fuerza política se construye de manera mecánica de lo social a lo político, el quizá largo camino en la reconstrucción de una nueva hipótesis estratégica basada en la luchas y en la guía del programa para la construcción de una sociedad post-capitalista son condiciones imprescindibles para reformular el proyecto socialista no solo bajo las banderas de corrientes políticas específicas, sino a partir de la emanación del socialismo de las masas mismas en sus formas de luchas, donde la perspectiva partidaria jugará sin lugar a dudas un papel esencial.
NOTA:
[1] PRD, Partido de la Revolución Democrática, partido construido a partir del fraude electoral de 1988 cuya figura principal fue Cuahutemoc Cárdenas, representante del ala antineoliberal en el PRI.
Andrés Manuel López Obrador, es el líder carismático del actual MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) ruptura del PRD, y que continua en la perspectiva de la lucha antineoliberal.http://www.opt.org.mx/
[1] PRD, Partido de la Revolución Democrática, partido construido a partir del fraude electoral de 1988 cuya figura principal fue Cuahutemoc Cárdenas, representante del ala antineoliberal en el PRI.
Andrés Manuel López Obrador, es el líder carismático del actual MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) ruptura del PRD, y que continua en la perspectiva de la lucha antineoliberal.http://www.opt.org.mx/
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