La Confluencia Feminista Mesoamericana conocida como “Las Petateras” luego de varios conversatorios con las organizaciones feministas del país han manifestado su preocupación por el ambiente de violencia que pasan las mujeres en Honduras.
ARTÍCULO RELACIONADO: Mujeres toman las riendas de lucha contra la violencia.
Conexihon/ Campaña Nacional Contra los Femicidios. Al final del artículo, más noticias relacionadas
Foto: Mujeres promotoras de programas de seguridad comunitaria en sus colonias (El Heraldo)
La situación de violencia que azotado la región latinoamericana especialmente en Centro América ha dejado una cantidad de muertos significante por el dominio del crimen organizado en los distintos países especialmente el triangulo norte conformado por Guatemala El Salvador y Honduras afectando en su mayoría a las mujeres.
Posicionamiento político
La Confluencia Feminista Mesoamericana Las Petateras, hoy, luego de 3 días de reflexión colectiva con feministas hondureñas, nos solidarizamos, apoyamos y estamos vigilantes de las situaciones que enfrentan las mujeres y feministas de este país y de toda la región Mesoamericana. En este sentido nos pronunciamos diciendo que:
Somos testigas y vivimos en carne propia los retrocesos y el desmantelamiento sufrido, en la región y en Honduras en particular, de las instituciones creadas para la promoción y protección de los derechos y la vida de las mujeres.
Constatamos que los escenarios de militarización en la región se profundizan, no es solamente el ejército como fuerza visible; también son parte de esta estrategia el paramilitarismo, los ejércitos privados y el flujo de armas en la región. La estrategia militarista como parte de sus políticas patriarcales de seguridad, solo demuestran el fracaso y la incapacidad de garantizar la paz: la violencia tiene raíces profundas afincadas en la desigualdad frente a todo ser que no sea hombre, blanco, heterosexual, adulto, urbano y pudiente. Por eso, las mujeres vivimos estas estrategias de muerte en nuestros propios cuerpos históricamente ocupados.
Confirmamos que a pesar que en la mayoría de los países en la región hay leyes –producto de nuestras luchas- que tipifican el femicidio, esta medida no es suficiente si no se implementa, más aún, si no se acompaña de la depuración de la corrupción en las instituciones a cargo de la seguridad, la investigación y a la aplicación de justicia, y de la instalación de programas integrales de prevención y atención de las violencias contra las mujeres.
Denunciamos que los retrocesos en el ejercicio y goce de los derechos humanos de las mujeres ocurridos en el marco del Golpe de Estado no se han revertido. Las cifras lo indican: menos participación política de las mujeres, pérdida de territorios y migración forzada con todas sus consecuencias, precarización del empleo femenino, aumento de embarazos tempranos y no deseados, partos forzados, ningún acceso a la educación sexual, pérdida del acceso a anticonceptivos de emergencia, y aumento desmedido y vergonzoso de las violencias contra las mujeres, especialmente su forma más extrema; los femicidios.
Repudiamos las agresiones y persecución contra defensoras de derechos humanos en el país, tanto de parte de los aparatos opresores del Estado como de grupos paralegales y hasta a lo interno de sus propios movimientos. Asimismo denunciamos las continuas agresiones y violaciones a los derechos humanos de las mujeres indígenas, pobladoras y campesinas que luchan por la defensa de sus territorios, su cultura y sus bienes comunes y que se oponen a los megaproyectos extractivos fomentados por los gobiernos corporativos amparados en tratados voraces internacionales y en leyes serviles que atentan contra la soberanía de los pueblos.
Además de la denuncia y el repudio que nos merecen los que gobiernan nuestros países, cuyos gobernantes se constituyen en criminales, reafirmamos nuestra convicción y compromiso de vigilar y denunciar, a la vez que vamos construyendo entre todas nosotras, hermanas mesoamericanas, la fuerza feminista, los caminos de libertad y autonomía que nos corresponden, dejándolo como legado a nuestras hijas de la misma manera en que lo hicieron nuestras ancestras.
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Foto: Mujeres promotoras de programas de seguridad comunitaria en sus colonias (El Heraldo)
Patricia Orozco Coordinadora Regional de Petateras de Origen Nicaragüense manifestó que “hemos estado reflexionando juntas con mujeres de varios países de la región sobre las realidades que unen la violencia en nuestras sociedades y en nuestros países”.
La situación de violencia que azotado la región latinoamericana especialmente en Centro América ha dejado una cantidad de muertos significante por el dominio del crimen organizado en los distintos países especialmente el triangulo norte conformado por Guatemala El Salvador y Honduras afectando en su mayoría a las mujeres.
Posicionamiento político
Solidaridad con las feministas hondureñas
La Confluencia Feminista Mesoamericana Las Petateras, hoy, luego de 3 días de reflexión colectiva con feministas hondureñas, nos solidarizamos, apoyamos y estamos vigilantes de las situaciones que enfrentan las mujeres y feministas de este país y de toda la región Mesoamericana. En este sentido nos pronunciamos diciendo que:
Somos testigas y vivimos en carne propia los retrocesos y el desmantelamiento sufrido, en la región y en Honduras en particular, de las instituciones creadas para la promoción y protección de los derechos y la vida de las mujeres.
Constatamos que los escenarios de militarización en la región se profundizan, no es solamente el ejército como fuerza visible; también son parte de esta estrategia el paramilitarismo, los ejércitos privados y el flujo de armas en la región. La estrategia militarista como parte de sus políticas patriarcales de seguridad, solo demuestran el fracaso y la incapacidad de garantizar la paz: la violencia tiene raíces profundas afincadas en la desigualdad frente a todo ser que no sea hombre, blanco, heterosexual, adulto, urbano y pudiente. Por eso, las mujeres vivimos estas estrategias de muerte en nuestros propios cuerpos históricamente ocupados.
Confirmamos que a pesar que en la mayoría de los países en la región hay leyes –producto de nuestras luchas- que tipifican el femicidio, esta medida no es suficiente si no se implementa, más aún, si no se acompaña de la depuración de la corrupción en las instituciones a cargo de la seguridad, la investigación y a la aplicación de justicia, y de la instalación de programas integrales de prevención y atención de las violencias contra las mujeres.
Denunciamos que los retrocesos en el ejercicio y goce de los derechos humanos de las mujeres ocurridos en el marco del Golpe de Estado no se han revertido. Las cifras lo indican: menos participación política de las mujeres, pérdida de territorios y migración forzada con todas sus consecuencias, precarización del empleo femenino, aumento de embarazos tempranos y no deseados, partos forzados, ningún acceso a la educación sexual, pérdida del acceso a anticonceptivos de emergencia, y aumento desmedido y vergonzoso de las violencias contra las mujeres, especialmente su forma más extrema; los femicidios.
Repudiamos las agresiones y persecución contra defensoras de derechos humanos en el país, tanto de parte de los aparatos opresores del Estado como de grupos paralegales y hasta a lo interno de sus propios movimientos. Asimismo denunciamos las continuas agresiones y violaciones a los derechos humanos de las mujeres indígenas, pobladoras y campesinas que luchan por la defensa de sus territorios, su cultura y sus bienes comunes y que se oponen a los megaproyectos extractivos fomentados por los gobiernos corporativos amparados en tratados voraces internacionales y en leyes serviles que atentan contra la soberanía de los pueblos.
Además de la denuncia y el repudio que nos merecen los que gobiernan nuestros países, cuyos gobernantes se constituyen en criminales, reafirmamos nuestra convicción y compromiso de vigilar y denunciar, a la vez que vamos construyendo entre todas nosotras, hermanas mesoamericanas, la fuerza feminista, los caminos de libertad y autonomía que nos corresponden, dejándolo como legado a nuestras hijas de la misma manera en que lo hicieron nuestras ancestras.
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