Francisco Louça, economista y militante (y fue portavoz) del Bloco de Esquerda. Publicado en Le Monde Diplomatique. Traducción: Brais Fernández y Manuel Alonso para VIENTO SUR
1. El problema portugués es democrático. Ese problema es la respuesta democrática al chantaje de la deuda y a la austeridad que resulta de ella, con efectos sociales que destrozan Portugal. Ese es el problema de los problemas.
2. Si no se vence a la deuda, Portugal vivirá un periodo de desagregación social, impulsada por la transferencia de rentas financieras garantizadas sobre los impuestos presentes y futuros, acentuando así el proyecto liberal de imposición de pérdidas crecientes del trabajo con respecto al capital.
3. En respuesta al problema de la deuda se organizaron los dos grandes cambios en la política portuguesa en el último año: el Congreso de las Alternativas, que movilizó a las plataformas de respuesta política contra la deuda, y dos manifestaciones de "Que se lixe a Troika" (Que se joda la Troika), que movilizaron las convergencias populares contra la deuda.
4. Ninguno de esos cambios hubiera sido posible bajo parámetros de confluencia distintos al rechazo del chantaje de la deuda. Cualquier otra cuestión dividía. Por inteligencia política y voluntad unitaria, estas plataformas contra la bancarrota fueron construidas de la forma más inclusiva y movilizadora. Abandonar, desvalorizar o dividir esos procesos sería desastroso para la izquierda.
5. Al final del segundo año de la Troika, la resistencia contra la bancarrota solo se puede organizar en la lucha contra la deuda, con la propuesta de un compromiso político en torno a una mayoría que rechace y termine con el Memorando. Cualquier desvalorización de este esfuerzo unitario es un error.
6. Para formar una mayoría de izquierdas contra el Memorando, es decir, un gobierno que rechace la austeridad y acabe con la deuda en nombre de los salarios, de los servicios públicos y de crecimiento, son necesarios compromisos y alianzas. El gobierno de izquierdas contra la Troika será la forma de esa alianza. Para conseguir ese gobierno, es preciso derribar a la coalición PSD-CDS, convocar elecciones y presentarle al pueblo una solución viable que cambie el panorama político actual. Para cambiar ese mapa, es preciso concentrar las fuerzas donde los partidos deben entenderse y comprometerse: el rechazo a la deuda.
7. No habrá ninguna alianza victoriosa posible si la plataforma se centra en la salida del euro. Como demostró la estrategia de Syriza en Grecia, la lucha por un gobierno de izquierdas tiene una bandera: el rechazo de la deuda. Como demostró la experiencia de Syriza, la derecha y el centro usarán el miedo a la salida del euro como principal argumento político, porque ese miedo puede hacer bascular las elecciones. Como la experiencia de Syriza demostró, solo se avanza hacia un gobierno de izquierdas con rigor táctico, con claridad en las propuestas de alianza y concentrando el argumento donde es decisivo: la deuda.
8. Hay un inmenso trabajo que hacer para aproximar posiciones y articular propuestas. La izquierda en el pasado ha hecho poco trabajo de propuesta y articulación. Debe hacerlo y lo más deprisa e intensamente posible. Solo lo puede hacer por el camino de la ruptura con la deuda y la austeridad. Ese camino es viable y puede construir una alianza.
9. La propuesta exuberante de un Plan A (federalismo) y de un plan B (salida del euro si no hubiera federalismo) se desvaneció del debate político portugués. Esta propuesta partía del presupuesto de que la mejor solución para Portugal y para Europa era la constitución de un Estado Europeo, con forma federal, es decir, que Portugal debería ser una provincia de ese Estado, evidentemente liderado por el gobierno alemán. Esa solución no es la mejor ni de lejos: sería un retroceso histórico en el cual solo se recuperaría en Portugal un conflicto de alta intensidad por su independencia. Los defensores de esa idea la abandonaron. Menos mal.
10. La propuesta federalista sigue siendo una trampa porque, por ejemplo, ni el crecimiento del presupuesto un 2%, ni la gestión de una moneda única exigen necesariamente un gobierno europeo de un Estado europeo. Exigen, ciertamente, reglas comunes y cooperación reforzada. Ahora bien, la propuesta federalista quiere imponer a la izquierda la sumisión a un proyecto autoritario de la burguesía europea. La izquierda que se opone al federalismo porque es europeísta, no puede ni debe desistir de la lucha a escala europea, sin esperar que las fuerzas del centralismo federalista reculen, quizás iluminadas por la sensatez social, en contra de sus intereses sociales. Tiene que vencerlas.
11. Para conseguir una nueva correlación de fuerzas a escala europea es necesario que sean elegidos gobiernos de izquierda, fieles a las y los trabajadores que los eligen. Para conseguir el gobierno de izquierdas es preciso saber a donde se va y donde se debe concentrar la presión, porque este camino exige clarificar alternativas para cambiar partidos y políticas. Toda la presión debe estar en la exigencia a los partidos de que presenten un plan para anular la deuda, por la vía de la negociación europea o, si fuera necesario, por la imposición unilateral de una moratoria y de anulación de la deuda.
12. El gobierno de izquierdas no será constituido por el centro ni por una recomposición de las fuerzas políticas del centro. Mientras perdure el compromiso de un partido con el Memorando, la dirección de estos partidos será siempre un impedimento para el gobierno de izquierdas. La sensatez de una política de izquierdas se basará en esta convicción: para vencer es preciso querer ganar y saber ganar, es necesario rechazar la renta financiera que está estrangulando a los salarios, a las pensiones y los servicios públicos. Un gobierno de izquierdas exige que la izquierda tenga una política de izquierdas. El problema democrático de Portugal es el chantaje del capital financiero, y es en contra del capital financiero como se debe determinar un gobierno de izquierdas.
13. Cualquier propuesta de mantener el Memorando producirá un gobierno peor que el anterior. No hay austeridad inteligente. No hay austeridad a medias. Un nuevo gobierno que acepte el chantaje financiero creará más austeridad y más destrucción, porque cada día que pase, la imposición de la Troika será peor: como ya quedó claro, su solución para el incendio de la austeridad es soplar en las brasas para que aumente el fuego. O, como decía alguien con autoridad y experiencia en la negociación con la Troika, cuando estamos en el hoyo exigen que continuemos cavando.
14. La hipótesis ingenua de un alivio de las condiciones del chantaje financiero después de la reelección de Merkel, o de un renacimiento europeo después de septiembre de 2013 [fin de la intervención de la Troika en Portugal] es una ingenuidad. Cualquier conformación política del futuro gobierno alemán, incluyendo la opción de que Merkel se tuviera que aliar con el partido socialdemócrata, el SPD, mantendrá el salvajismo financiero. El presidente del Eurogrupo, que es el ministro de Finanzas de Holanda, es la prueba viviente de como los socialdemócratas liberales se comportan como la caballería prusiana de Merkel. Un nuevo gobierno en Portugal no puede contar con facilidades de las instituciones europeas, tiene que contar con el apoyo de su pueblo y con sus aliados naturales, las izquierdas populares de Europa.
15. El gobierno de izquierdas debe presentar un compromiso rotundo: el día en que tome posesión, tendrá legitimidad electoral reforzada para declarar sin efecto el Memorando y para iniciar negociaciones para reducir la deuda. Si la propuesta de cancelación de la deuda no fuese aceptada por las autoridades europeas, la mejor respuesta será la imposición unilateral de una moratoria de pagos de la deuda, la negociación con los distintos acreedores para un canje de los títulos de la deuda por otros de valor inferior vinculada al crecimiento futuro, y el control de capitales. Como demuestra el fracaso de los recortes en Grecia, si las autoridades europeas no se someten a la rebaja de la deuda que poseen, el capital financiero seguirá cobrándose sus rentas a su cuenta.
16. El gobierno de izquierdas tiene que tener la fuerza suficiente para imponer una revolución fiscal, creando los medios para una reorganización del sistema productivo, incluida la reindustrialización para el empleo, la sustitución de importaciones, la reconversión energética y medioambiental y una concentración de las inversiones en esa dirección. Una vez más, esa política económica ataca al capital financiero.
17. En este contexto, el gobierno de izquierdas debe estar preparado para todo conflicto, incluso para las presiones que lo fuercen a una salida del euro. En A Dividadura, libro que publiqué en 2012 con Mariana Mortágua, escribimos con claridad: "En el contexto actual, la salida del euro es la peor de todas las soluciones y sólo puede ser impuesta por voluntad del directorio europeo. Ahora bien, sólo se puede aceptar la peor de las soluciones cuando no exista de ninguna manera alguna otra, cuando se agoten todas las alternativas, cuando la supervivencia lo exija. Sólo hay una condición en la que la salida del euro se puede hacer necesaria para el pueblo portugués, y esa condición no se puede simplemente excluir: si, mediante un descalabro de las instituciones y reglas europeas, su independencia fuera puesta en duda y Portugal no tuviera otra solución que abandonar la Unión Europea y, en consecuencia, el euro, para recuperar su capacidad de decisión. Y es necesario que la mayoría de la población esté comprometida con esta respuesta, con el fin de acondicionarla a la fuerza de los movimientos sociales y a la defensa de los intereses del trabajo”. Mantengo el mismo punto de vista. Debemos prepararnos para todo, incluso para la peor de las decisiones, si fuera la única posible.
18. No creo que pueda haber una salida fácil de euro. No se pueden esperar gentilezas para amparar a Portugal en una salida del euro. No se debe esperar que el gobierno alemán autorice un nuevo préstamo, esta vez incondicional y en valores iguales o superiores a los del primer rescate, de modo que favorezca la política de un gobierno de izquierdas que tuviera que escoger la salida del euro. Incluso si el gobierno alemán quisiera imponer esta salida, no es probable que la financie antes que procurar hacer de ella un ejemplo negativo. Esa hipótesis de un “acuerdo entre caballeros” parece políticamente inviable. En el liderazgo europeo no existe la caballerosidad, sino unos intereses sociales sumamente autoritarios.
19. Una salida del euro conducida bajo las órdenes de Merkel o de un gobierno de derechas significaría una lucha de clases sin cuartel contra los trabajadores, para transformar y acelerar tanto el proceso de acumulación de capital como el beneficio exclusivo de una parte de la oligarquía. Y sin ninguna garantía de anulación de la deuda; al contrario, en este caso, esta opción podría ser una forma de acentuar la transferencia de rendimientos del trabajo al capital a través de una austeridad que acelerara el ajuste violento. La izquierda que se equivoque en esta hipótesis no merecerá sobrevivir políticamente, porque se pasará al lado de la austeridad y la salvaría. Quien defienda la salida del euro sin anulación de la deuda no conseguirá resolver el problema democrático de Portugal.
20. En la lucha contra la deuda, si el gobierno de izquierda fuera forzado a salir del euro tendrá que tener de su lado al pueblo, movilizarlo para rechazar la amenaza de Merkel y del capital financiero y estar dispuesto a levantarse por la democracia. Los hechos de una salida del euro son tan profundos que sólo se podrían justificar por una emergencia nacional precipitada por la violencia externa y sólo puede ser sostenida por un gobierno que genere un enorme consenso nacional sobre esta decisión. Esa cuestión política será siempre fundamental, dadas las presiones y dificultades que la conducción de ese proceso implicaría. Sólo el poder democrático del pueblo asegura la fuerza para tomar las decisiones necesarias en ese contexto. Quien ignora esa amenaza y esos riesgos de alta intensidad no está preparado para gobernar ni siquiera un mes.
21. La confrontación de un gobierno de izquierdas con el capital financiero está siendo dejada de lado por los que lo consideran un mero slogan para hacer política. Por eso, encuentro fundamental que quien quiera trabajar en la preparación de un nuevo gobierno de izquierdas presente una propuesta no condescendiente, considerando todas las eventualidades, sobre las mejores alternativas para cada problema que se pueda presentar durante el desarrollo de ese gobierno, incluyendo la salida del euro para la devaluación del nuevo escudo.
22. Ese estudio sobre como contrarrestar los efectos negativos a corto y medio plazo de una eventual salida del euro deben incluir necesariamente:
a) la constatación de que Portugal corre el riesgo de que la nueva moneda, el escudo, sea durante algunos meses meramente formal, permitiendo la posibilidad de hacer las transacciones interna en moneda extranjera, cuya circulación tenderá a disminuir y que dependerá de un banco central europeo con el cual el país podría entrar en conflicto;
b) los riesgos de que haya dos monedas en circulación en el país por un largo periodo de tiempo y que aparezca un movimiento especulativo contra el escudo;
c) la percepción de que los depositantes se sentirán amenazados y perjudicados, por lo que podrían reaccionar retirando sus depósitos en euros de los bancos;
d) la constatación de que el impacto inmediato del aumento de precios de las importaciones, después de la devaluación del escudo, sólo será compensado en la balanza comercial algún tiempo después por el aumento de las exportaciones, que dependen de los pedidos;
e) la constatación de que las exportaciones son peligrosamente sensibles al clima político, al ciclo económico y a las reglas de financiación, que tendrán restricciones;
f) la constatación de que las tasas de interés tenderán a subir, con el efecto de un distribución interna del rendimiento desfavorable a los deudores, y al mismo tiempo la inflación alcanzará niveles desconocidos en los últimos años, lo que también tendrá efectos redistributivos desfavorables a los salarios y pensiones;
g) la nueva definición legal de los valores de las deudas internas, incluyendo las deudas hipotecarias, y sus efectos en los balances bancarios;
h) la noción de que los bancos podrán entrar en quiebra por el aumento del valor en moneda nacional de sus deudas externas y que, si fueran nacionalizados, harían aumentar significativamente la deuda pública externa.
i) el estudio de las formas de redistribución en toda la sociedad y los beneficios que la devaluación concederá al sector exportador;
j) la adecuación institucional, incluyendo el funcionamiento del Banco de Portugal y de la CGD [Caixa Geral de Depositos, el principal banco comercial portugués. Es un banco público], así como de la administración de sistema financiero.
23. Ese estudio incluye además las condiciones políticas nacionales y europeas para la decisión de un gobierno de izquierda:
a) la verificación de las mayorías necesarias para tomar la eventual decisión de salida del euro, teniendo en cuenta el poder del presidente y la necesidad de una mayoría parlamentaria que pueda superar un eventual veto presidencial;
b) la definición de un nuevo modelo de cambios en un contexto de conflicto con las autoridades europeas y de su eventual hostilidad a la inclusión de Portugal en el régimen europeo de países que están fuera del euro;
c) la verificación de que el Estado puede reivindicar judicialmente el poder soberano para renombrar sus deudas en moneda nacional, mientras que las empresas y los bancos no tienen ese poder legal y que, por lo tanto, sus balances serían perjudicados;
d) una nueva definición de las relaciones con la Unión Europea, en particular para permitir políticas proteccionistas de industrialización, creación de empleo y renacionalización de bienes comunes estratégicos para la gestión presupuestaria.
24. Hay respuestas, por difíciles que sean, para todas esas amenazas y cuestiones. Ninguna de esas respuestas es un slogan. El slogan es inútil y no sustituye a la preparación detallada de respuesta a los problemas económicos y sociales. El slogan es una bandera. Es legítimo hacer política con una bandera. Pero una bandera no hace un gobierno. No se puede desistir de crear un gobierno de izquierdas para procurar responder al problema democrático de Portugal, que es la deuda. Por eso, una estrategia victoriosa depende de un trabajo profundo de preparación de respuestas, que constate las dificultades para hacerles frente.
25. El realismo es una condición de la inteligencia. Todas las respuestas realistas exigen una política económica que Portugal no tiene, pero que necesita tener: control del crédito, intervención pública en el sistema financiero, fiscalidad movilizadora de recursos, estrategia para el empleo. No es realista aceptar el chantaje de la deuda ni es realista oponerle soluciones irreales.
26. Mi conclusión es la siguiente: la única agenda que puede crear una mayoría de izquierdas es la lucha contra la deuda. Un gobierno de izquierdas solo puede ganar si constituye una alianza y esa alianza exige con claridad la anulación de la deuda. Ese gobierno debe estar preparado para rechazar todas las presiones del capital financiero y para tomar todas las medidas que sean necesarias en ese sentido, incluyendo la salida del euro si esa fuera la única solución. Esa preparación exige un trabajo detallado y cuidadoso, juntando a muchos de los y las mejores economistas de izquierda. Es un trabajo por hacer. Y es mejor comenzarlo ya.
1. El problema portugués es democrático. Ese problema es la respuesta democrática al chantaje de la deuda y a la austeridad que resulta de ella, con efectos sociales que destrozan Portugal. Ese es el problema de los problemas.
2. Si no se vence a la deuda, Portugal vivirá un periodo de desagregación social, impulsada por la transferencia de rentas financieras garantizadas sobre los impuestos presentes y futuros, acentuando así el proyecto liberal de imposición de pérdidas crecientes del trabajo con respecto al capital.
3. En respuesta al problema de la deuda se organizaron los dos grandes cambios en la política portuguesa en el último año: el Congreso de las Alternativas, que movilizó a las plataformas de respuesta política contra la deuda, y dos manifestaciones de "Que se lixe a Troika" (Que se joda la Troika), que movilizaron las convergencias populares contra la deuda.
4. Ninguno de esos cambios hubiera sido posible bajo parámetros de confluencia distintos al rechazo del chantaje de la deuda. Cualquier otra cuestión dividía. Por inteligencia política y voluntad unitaria, estas plataformas contra la bancarrota fueron construidas de la forma más inclusiva y movilizadora. Abandonar, desvalorizar o dividir esos procesos sería desastroso para la izquierda.
5. Al final del segundo año de la Troika, la resistencia contra la bancarrota solo se puede organizar en la lucha contra la deuda, con la propuesta de un compromiso político en torno a una mayoría que rechace y termine con el Memorando. Cualquier desvalorización de este esfuerzo unitario es un error.
6. Para formar una mayoría de izquierdas contra el Memorando, es decir, un gobierno que rechace la austeridad y acabe con la deuda en nombre de los salarios, de los servicios públicos y de crecimiento, son necesarios compromisos y alianzas. El gobierno de izquierdas contra la Troika será la forma de esa alianza. Para conseguir ese gobierno, es preciso derribar a la coalición PSD-CDS, convocar elecciones y presentarle al pueblo una solución viable que cambie el panorama político actual. Para cambiar ese mapa, es preciso concentrar las fuerzas donde los partidos deben entenderse y comprometerse: el rechazo a la deuda.
7. No habrá ninguna alianza victoriosa posible si la plataforma se centra en la salida del euro. Como demostró la estrategia de Syriza en Grecia, la lucha por un gobierno de izquierdas tiene una bandera: el rechazo de la deuda. Como demostró la experiencia de Syriza, la derecha y el centro usarán el miedo a la salida del euro como principal argumento político, porque ese miedo puede hacer bascular las elecciones. Como la experiencia de Syriza demostró, solo se avanza hacia un gobierno de izquierdas con rigor táctico, con claridad en las propuestas de alianza y concentrando el argumento donde es decisivo: la deuda.
8. Hay un inmenso trabajo que hacer para aproximar posiciones y articular propuestas. La izquierda en el pasado ha hecho poco trabajo de propuesta y articulación. Debe hacerlo y lo más deprisa e intensamente posible. Solo lo puede hacer por el camino de la ruptura con la deuda y la austeridad. Ese camino es viable y puede construir una alianza.
9. La propuesta exuberante de un Plan A (federalismo) y de un plan B (salida del euro si no hubiera federalismo) se desvaneció del debate político portugués. Esta propuesta partía del presupuesto de que la mejor solución para Portugal y para Europa era la constitución de un Estado Europeo, con forma federal, es decir, que Portugal debería ser una provincia de ese Estado, evidentemente liderado por el gobierno alemán. Esa solución no es la mejor ni de lejos: sería un retroceso histórico en el cual solo se recuperaría en Portugal un conflicto de alta intensidad por su independencia. Los defensores de esa idea la abandonaron. Menos mal.
10. La propuesta federalista sigue siendo una trampa porque, por ejemplo, ni el crecimiento del presupuesto un 2%, ni la gestión de una moneda única exigen necesariamente un gobierno europeo de un Estado europeo. Exigen, ciertamente, reglas comunes y cooperación reforzada. Ahora bien, la propuesta federalista quiere imponer a la izquierda la sumisión a un proyecto autoritario de la burguesía europea. La izquierda que se opone al federalismo porque es europeísta, no puede ni debe desistir de la lucha a escala europea, sin esperar que las fuerzas del centralismo federalista reculen, quizás iluminadas por la sensatez social, en contra de sus intereses sociales. Tiene que vencerlas.
11. Para conseguir una nueva correlación de fuerzas a escala europea es necesario que sean elegidos gobiernos de izquierda, fieles a las y los trabajadores que los eligen. Para conseguir el gobierno de izquierdas es preciso saber a donde se va y donde se debe concentrar la presión, porque este camino exige clarificar alternativas para cambiar partidos y políticas. Toda la presión debe estar en la exigencia a los partidos de que presenten un plan para anular la deuda, por la vía de la negociación europea o, si fuera necesario, por la imposición unilateral de una moratoria y de anulación de la deuda.
12. El gobierno de izquierdas no será constituido por el centro ni por una recomposición de las fuerzas políticas del centro. Mientras perdure el compromiso de un partido con el Memorando, la dirección de estos partidos será siempre un impedimento para el gobierno de izquierdas. La sensatez de una política de izquierdas se basará en esta convicción: para vencer es preciso querer ganar y saber ganar, es necesario rechazar la renta financiera que está estrangulando a los salarios, a las pensiones y los servicios públicos. Un gobierno de izquierdas exige que la izquierda tenga una política de izquierdas. El problema democrático de Portugal es el chantaje del capital financiero, y es en contra del capital financiero como se debe determinar un gobierno de izquierdas.
13. Cualquier propuesta de mantener el Memorando producirá un gobierno peor que el anterior. No hay austeridad inteligente. No hay austeridad a medias. Un nuevo gobierno que acepte el chantaje financiero creará más austeridad y más destrucción, porque cada día que pase, la imposición de la Troika será peor: como ya quedó claro, su solución para el incendio de la austeridad es soplar en las brasas para que aumente el fuego. O, como decía alguien con autoridad y experiencia en la negociación con la Troika, cuando estamos en el hoyo exigen que continuemos cavando.
14. La hipótesis ingenua de un alivio de las condiciones del chantaje financiero después de la reelección de Merkel, o de un renacimiento europeo después de septiembre de 2013 [fin de la intervención de la Troika en Portugal] es una ingenuidad. Cualquier conformación política del futuro gobierno alemán, incluyendo la opción de que Merkel se tuviera que aliar con el partido socialdemócrata, el SPD, mantendrá el salvajismo financiero. El presidente del Eurogrupo, que es el ministro de Finanzas de Holanda, es la prueba viviente de como los socialdemócratas liberales se comportan como la caballería prusiana de Merkel. Un nuevo gobierno en Portugal no puede contar con facilidades de las instituciones europeas, tiene que contar con el apoyo de su pueblo y con sus aliados naturales, las izquierdas populares de Europa.
15. El gobierno de izquierdas debe presentar un compromiso rotundo: el día en que tome posesión, tendrá legitimidad electoral reforzada para declarar sin efecto el Memorando y para iniciar negociaciones para reducir la deuda. Si la propuesta de cancelación de la deuda no fuese aceptada por las autoridades europeas, la mejor respuesta será la imposición unilateral de una moratoria de pagos de la deuda, la negociación con los distintos acreedores para un canje de los títulos de la deuda por otros de valor inferior vinculada al crecimiento futuro, y el control de capitales. Como demuestra el fracaso de los recortes en Grecia, si las autoridades europeas no se someten a la rebaja de la deuda que poseen, el capital financiero seguirá cobrándose sus rentas a su cuenta.
16. El gobierno de izquierdas tiene que tener la fuerza suficiente para imponer una revolución fiscal, creando los medios para una reorganización del sistema productivo, incluida la reindustrialización para el empleo, la sustitución de importaciones, la reconversión energética y medioambiental y una concentración de las inversiones en esa dirección. Una vez más, esa política económica ataca al capital financiero.
17. En este contexto, el gobierno de izquierdas debe estar preparado para todo conflicto, incluso para las presiones que lo fuercen a una salida del euro. En A Dividadura, libro que publiqué en 2012 con Mariana Mortágua, escribimos con claridad: "En el contexto actual, la salida del euro es la peor de todas las soluciones y sólo puede ser impuesta por voluntad del directorio europeo. Ahora bien, sólo se puede aceptar la peor de las soluciones cuando no exista de ninguna manera alguna otra, cuando se agoten todas las alternativas, cuando la supervivencia lo exija. Sólo hay una condición en la que la salida del euro se puede hacer necesaria para el pueblo portugués, y esa condición no se puede simplemente excluir: si, mediante un descalabro de las instituciones y reglas europeas, su independencia fuera puesta en duda y Portugal no tuviera otra solución que abandonar la Unión Europea y, en consecuencia, el euro, para recuperar su capacidad de decisión. Y es necesario que la mayoría de la población esté comprometida con esta respuesta, con el fin de acondicionarla a la fuerza de los movimientos sociales y a la defensa de los intereses del trabajo”. Mantengo el mismo punto de vista. Debemos prepararnos para todo, incluso para la peor de las decisiones, si fuera la única posible.
18. No creo que pueda haber una salida fácil de euro. No se pueden esperar gentilezas para amparar a Portugal en una salida del euro. No se debe esperar que el gobierno alemán autorice un nuevo préstamo, esta vez incondicional y en valores iguales o superiores a los del primer rescate, de modo que favorezca la política de un gobierno de izquierdas que tuviera que escoger la salida del euro. Incluso si el gobierno alemán quisiera imponer esta salida, no es probable que la financie antes que procurar hacer de ella un ejemplo negativo. Esa hipótesis de un “acuerdo entre caballeros” parece políticamente inviable. En el liderazgo europeo no existe la caballerosidad, sino unos intereses sociales sumamente autoritarios.
19. Una salida del euro conducida bajo las órdenes de Merkel o de un gobierno de derechas significaría una lucha de clases sin cuartel contra los trabajadores, para transformar y acelerar tanto el proceso de acumulación de capital como el beneficio exclusivo de una parte de la oligarquía. Y sin ninguna garantía de anulación de la deuda; al contrario, en este caso, esta opción podría ser una forma de acentuar la transferencia de rendimientos del trabajo al capital a través de una austeridad que acelerara el ajuste violento. La izquierda que se equivoque en esta hipótesis no merecerá sobrevivir políticamente, porque se pasará al lado de la austeridad y la salvaría. Quien defienda la salida del euro sin anulación de la deuda no conseguirá resolver el problema democrático de Portugal.
20. En la lucha contra la deuda, si el gobierno de izquierda fuera forzado a salir del euro tendrá que tener de su lado al pueblo, movilizarlo para rechazar la amenaza de Merkel y del capital financiero y estar dispuesto a levantarse por la democracia. Los hechos de una salida del euro son tan profundos que sólo se podrían justificar por una emergencia nacional precipitada por la violencia externa y sólo puede ser sostenida por un gobierno que genere un enorme consenso nacional sobre esta decisión. Esa cuestión política será siempre fundamental, dadas las presiones y dificultades que la conducción de ese proceso implicaría. Sólo el poder democrático del pueblo asegura la fuerza para tomar las decisiones necesarias en ese contexto. Quien ignora esa amenaza y esos riesgos de alta intensidad no está preparado para gobernar ni siquiera un mes.
21. La confrontación de un gobierno de izquierdas con el capital financiero está siendo dejada de lado por los que lo consideran un mero slogan para hacer política. Por eso, encuentro fundamental que quien quiera trabajar en la preparación de un nuevo gobierno de izquierdas presente una propuesta no condescendiente, considerando todas las eventualidades, sobre las mejores alternativas para cada problema que se pueda presentar durante el desarrollo de ese gobierno, incluyendo la salida del euro para la devaluación del nuevo escudo.
22. Ese estudio sobre como contrarrestar los efectos negativos a corto y medio plazo de una eventual salida del euro deben incluir necesariamente:
a) la constatación de que Portugal corre el riesgo de que la nueva moneda, el escudo, sea durante algunos meses meramente formal, permitiendo la posibilidad de hacer las transacciones interna en moneda extranjera, cuya circulación tenderá a disminuir y que dependerá de un banco central europeo con el cual el país podría entrar en conflicto;
b) los riesgos de que haya dos monedas en circulación en el país por un largo periodo de tiempo y que aparezca un movimiento especulativo contra el escudo;
c) la percepción de que los depositantes se sentirán amenazados y perjudicados, por lo que podrían reaccionar retirando sus depósitos en euros de los bancos;
d) la constatación de que el impacto inmediato del aumento de precios de las importaciones, después de la devaluación del escudo, sólo será compensado en la balanza comercial algún tiempo después por el aumento de las exportaciones, que dependen de los pedidos;
e) la constatación de que las exportaciones son peligrosamente sensibles al clima político, al ciclo económico y a las reglas de financiación, que tendrán restricciones;
f) la constatación de que las tasas de interés tenderán a subir, con el efecto de un distribución interna del rendimiento desfavorable a los deudores, y al mismo tiempo la inflación alcanzará niveles desconocidos en los últimos años, lo que también tendrá efectos redistributivos desfavorables a los salarios y pensiones;
g) la nueva definición legal de los valores de las deudas internas, incluyendo las deudas hipotecarias, y sus efectos en los balances bancarios;
h) la noción de que los bancos podrán entrar en quiebra por el aumento del valor en moneda nacional de sus deudas externas y que, si fueran nacionalizados, harían aumentar significativamente la deuda pública externa.
i) el estudio de las formas de redistribución en toda la sociedad y los beneficios que la devaluación concederá al sector exportador;
j) la adecuación institucional, incluyendo el funcionamiento del Banco de Portugal y de la CGD [Caixa Geral de Depositos, el principal banco comercial portugués. Es un banco público], así como de la administración de sistema financiero.
23. Ese estudio incluye además las condiciones políticas nacionales y europeas para la decisión de un gobierno de izquierda:
a) la verificación de las mayorías necesarias para tomar la eventual decisión de salida del euro, teniendo en cuenta el poder del presidente y la necesidad de una mayoría parlamentaria que pueda superar un eventual veto presidencial;
b) la definición de un nuevo modelo de cambios en un contexto de conflicto con las autoridades europeas y de su eventual hostilidad a la inclusión de Portugal en el régimen europeo de países que están fuera del euro;
c) la verificación de que el Estado puede reivindicar judicialmente el poder soberano para renombrar sus deudas en moneda nacional, mientras que las empresas y los bancos no tienen ese poder legal y que, por lo tanto, sus balances serían perjudicados;
d) una nueva definición de las relaciones con la Unión Europea, en particular para permitir políticas proteccionistas de industrialización, creación de empleo y renacionalización de bienes comunes estratégicos para la gestión presupuestaria.
24. Hay respuestas, por difíciles que sean, para todas esas amenazas y cuestiones. Ninguna de esas respuestas es un slogan. El slogan es inútil y no sustituye a la preparación detallada de respuesta a los problemas económicos y sociales. El slogan es una bandera. Es legítimo hacer política con una bandera. Pero una bandera no hace un gobierno. No se puede desistir de crear un gobierno de izquierdas para procurar responder al problema democrático de Portugal, que es la deuda. Por eso, una estrategia victoriosa depende de un trabajo profundo de preparación de respuestas, que constate las dificultades para hacerles frente.
25. El realismo es una condición de la inteligencia. Todas las respuestas realistas exigen una política económica que Portugal no tiene, pero que necesita tener: control del crédito, intervención pública en el sistema financiero, fiscalidad movilizadora de recursos, estrategia para el empleo. No es realista aceptar el chantaje de la deuda ni es realista oponerle soluciones irreales.
26. Mi conclusión es la siguiente: la única agenda que puede crear una mayoría de izquierdas es la lucha contra la deuda. Un gobierno de izquierdas solo puede ganar si constituye una alianza y esa alianza exige con claridad la anulación de la deuda. Ese gobierno debe estar preparado para rechazar todas las presiones del capital financiero y para tomar todas las medidas que sean necesarias en ese sentido, incluyendo la salida del euro si esa fuera la única solución. Esa preparación exige un trabajo detallado y cuidadoso, juntando a muchos de los y las mejores economistas de izquierda. Es un trabajo por hacer. Y es mejor comenzarlo ya.
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