Este es un día para homenajear a aquellxs que se dejaron la piel, algunxs incluso perdiendo la vida, en la lucha por los derechos que hoy celebramos y por todos los que nos quedan por conseguir. También es un día para recordar a las víctimas de las agresiones LGBTIfóbicas, ahora más presentes que nunca tras la masacre de Orlando.
Debemos comprender que estos hechos no son aislados ni surgen de la nada. Detrás de cada agresión hay un caso de acoso en las escuelas, un niñx transexual al que no se le permite manifestar su identidad de género, una pareja de lesbianas a la que no se le permite acceder a la fecundación in vitro, un adolescente intersexual que se enfrenta a las consecuencias de la mutilación genital que le fue impuesta al nacer, etc. Encaramos un entramado de violencias y opresiones que condicionan nuestro desarrollo afectivo-sexual y de identidad de género.
Necesitamos medidas a corto plazo que frenen la violencia institucional y que nos proteja de las agresiones que sufrimos a todos los niveles y en todos los espacios. Exigimos una ley de transexualidad estatal que garantice una transición libre de obstáculos y patologizaciones, un sistema de adopciones accesible a todas las parejas fuera de la heteronorma, que cesen las mutilaciones genitales de bebés intersexuales, un plan integral contra la LGBTIfobia y una educación afectivo-sexual diversa y representativa de las diferentes realidades e identidades con las que convivimos. Pero no sólo eso, necesitamos la lucha y la movilización, necesitamos avanzar y debatir, necesitamos entender que el colectivo LGBTI cuestiona el heteropatriarcado y el capitalismo, que es una lucha transversal que interseca con la raza, con el género, la clase...
Todavía nos queda mucho por conquistar. Los derechos de los que gozamos no vinieron caídos del cielo. Sigue siendo necesaria una reorganización del movimiento, que deje a un lado su homonormatividad histórica y que logre dar respuesta a las demandas del colectivo. El capitalismo rosa que invade estos días las movilizaciones y fiestas del Orgullo también debe ser contrarrestado con un movimiento crítico que plantee estas reivindicaciones y ponga sobre la mesa las contradicciones de un sistema que intenta fagocitar y capitalizar para su propio interés nuestras identidades.
Nuestra propia forma de ser rompe con el sistema capitalista y heterocispatriarcal. Estamos en el margen, somos la disidencia.
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