Manuel Kellner, del ISL (internationale sozialistische linke, izquierda socialista internacional), organización de la IVª Internacional en Alemania y redactor de SoZ- Sozialistische Zeitung. Traducción: Viento Sur
La primera de ellas es la caída de la participación en las elecciones; más o menos, sólo acude a las urnas la mitad del electorado: en Sajonia acudió a las urnas el 49,2%, mientras que en Turingia lo hizo el 52,7% y en Brandeburgo sólo el 48%. Este dato muestra una crisis de legitimidad de la política oficial y de sus instituciones. Pero eso no es reconfortante ya que esta crisis de legitimidad no es fruto de un rechazo colectivo consciente, activo, sino de la despolitización de millones de ciudadanos y ciudadanas que se resignan individualmente y renuncian a influir lo más mínimo en las decisiones políticas.
El segundo elemento que salta a la vista es la confirmación del crecimiento electoral de Alternativa para Alemania (AfD) -http://www.vientosur.info/spip.php?article9122- que accede al parlamento de Sajonia con el 9,8% (160 000) de los votos y cuyo éxito ha sido mayor aún en los Lander de Turingia (cerca de 100.000 votos, el 10,6%) y Brandeburgo (120.000 votos, 12,2%). En los tres Lander, el liberal FDP no ha logrado superar el 5%, lo que confirma su crisis existencial. A nivel federal, los sondeos también sitúan al FDP por debajo del 5% en tanto que AfD logra el 7%. Es cierto que los partidos clásicos de la extrema derecha, como el NPD y otros, han perdido votos a favor del AfD pero, en cualquier caso, han obtenido cerca de 87.000 votos en Sajonia, 35.000 en Turingia y 24.000 en Brandeburgo. En definitiva, el crecimiento del AfD muestra que el tablero político en Alemania evoluciona hacia la derecha.
Evolución a la derecha
El tercer elemento, es el declive electoral de Die Linke, aún cuando esta tendencia no sea del todo lineal. En Sajonia, Die Linke ha caído al 18,9% (305.581 votos) frente a los 370.359 obtenidos en 2009 (en 2005, su precursor, el PDS, obtuvo 490.488 votos). Ahora bien, en las elecciones federales de hace un año, Die Linke obtuvo 467.045 votos, por lo que el declive del que hablamos se manifiesta sobre todo a nivel de los Lander. Esta tendencia parece estar relacionada, en primer lugar, con el perfil del partido en los Lander de Alemania del Este, su bastión tradicional. En el Land de Brandeburgo, donde Die Linke cogobernó con el SPD, las pérdidas son más espectaculares y exceden en mucho las previsiones realizadas en las encuestas de opinión previas. Efectivamente, en Brandeburgo Die Linke cae al 18,6 perdiendo más de la mitad de sus votos; es decir, 194.000. De ellos, ¡ 20.000 han ido a parar al AfD !. Además, 100.000 votantes que votaron a Die Linke en 2009 en esta ocasión se han quedado en casa. A todo ello hay que añadir la pérdida de electos directos en las circunscripciones: en 2009 Die Linke contó con 21 de las que ahora no le quedan más que 4.
El precio de participar en gobiernos de coalición
No es la primera vez que Die Linke paga caro, en términos electorales, su participación en los gobiernos regionales. Hace unos años ya ocurrió lo mismo en Berlín y en Mecklemburgo-Pomerania. La explicación del por qué es bien simple. La participación en gobiernos regionales dirigidos por el SPD erosiona la capacidad del partido para atraer los votos de la protesta, ya que cada vez se le identifica más con la política oficial. Sin embargo, el problema político que subyace no es tan simple. En efecto, una gran parte del electorado de Die Linke no desea tanto que el partido desarrolle una oposición fuerte sino que, sobre todo, impulse una política capaz de materializar, al menos, una parte de las propuestas que presenta en su programa y en su plataforma electoral.
No fue eso lo que ocurrió en Brandeburgo. En este Land, en 2009, Die Linke situó en el centro de su propuesta electoral la creación de "empleo público", aún cuando los 15.000 empleos que se prometían eran una propuesta muy modesta. Sin embargo, ni siquiera se han creado esos 15.000 empleos a causa de la política de austeridad del SPD con la que Die Linke se ha corresponsabilizado. Esto ha llevado a que incluso las reformas progresistas puestas en pie por el gobierno en el ámbito cultural y educativo el electorado las ha atribuido al SPD como partido dirigente de la coalición en lugar de a Die Linke.
Otro ejemplo es la pérdida de credibilidad casi total de Die Linke en Brandeburgo tiene que ver con la ecología. Die Linke no se ha opuesto lo más mínimo a la extracción de lignito, una de las causas más notorias del peligroso cambio climático. A causa de ello, en la circunscripción 41 (Forst, Guben, Schenkenbodern, Peitz), donde se extrae el lignito, la candidata del partido, que se mostraba especialmente favorable a la explotación de este carbón, no obtuvo más que 11,6% de votos. Un resultado aún mucho peor que el del conjunto del Lander (18,6%). En esta circunscripción, el partido Verde obtuvo un resultado relativamente muy bueno. Además, era conocido que el obstáculo principal para cogobernar con la CDU en Sajonia era justamente la actitud crítica de los verdes en relación a la explotación del lignito.
Ahora mismo, tanto en Sajonia como en Brandeburgo, la variante más probable es la de la "gran coalición" (SPD/CDU), porque la posibilidad de Die Linke para cogobernar con el SPD no es posible en Sajonia, debido a que una coalición Die Linke-SPD-Verdes no alcanza la mayoría y, en Brandeburgo, es rechazada por el SPD y los Verdes. Sin embargo, en Turingia la situación se presenta de forma diferente. Aún cuando Die Linke haya perdido 23 500 votos en cifras absolutas, la baja participación le ha permitido ganar un 0,8% en porcentaje y un escaño en el parlamento. Así, el CDU sale como partido más fuerte con el 33,5% de votos, Die Linke segundo con 28,2% y el SPD es el gran perdedor en este Land con 12,4%. La AfD obtuvo 10,6% y el partido Verde, 5,7%.
¿Un presidente de izquierdas en el Gobierno de Turingia?
Dado que por el momento, y si no cambian las tornas, el CDU excluye una coalición con AfD, el reparto de escaños en el nuevo parlamento de Turingia no deja mas que dos posibilidades: o una "gran coalición" entre el CDU (34 escaños) y el SDP (12 escaños), o una coalición de Die Linke (28 escaños) con el SPD (12 escaños) y los Verdes (6 escaños). En ambos casos, el nuevo gobierno sólo dispondría de una ínfima mayoría: ¡46 escaños contra 45!
La decisión no es fácil para nadie. El CDU, si quiere poner en pie la "gran coalición", debe aliarse con los grandes perdedores de las elecciones. Por su parte, es más que probable que el SPD, como socio minoritario del CDU, se vea confrontado a una erosión prolongada de su electorado. De otra parte, si elige coaligarse con Die Linke y los Verdes, no será el partido que dirija la coalición. Se verá obligado a jugar el papel de socio minoritario de Die Linke. No parece probable que la dirección federal del SPD pueda aceptar esta variante. No podemos imaginar a Sigmar Gabriel, jefe federal del SPD, explicar a la canciller Angela Merkel, las razones que han llevado a su partido a gobernar en coalición, como socio minoritario, con el CDU/CSU y, al mismo tiempo, como socio minoritario de Die Linke en el Land de Turingia, dando pie a un gobierno regional que en el Bundesrat (segunda cámara representativa de los Lander a nivel federal) puede abstenerse en las votaciones que presente la gran coalición de Angel Merkel sobre las intervenciones militares…
En cuanto a Die Linke, aparece ante sus ojos una oportunidad inesperada: dirigir un gobierno regional con el SPD y los Verdes, en el que sea Die Linke quien designe al Presidente del Gobierno. Esta responsabilidad podría recaer sobre su jefe de filas, Bodo Ramelow. Pero, aún cuando el SPD no quiera participar en ese coalición, lo que es altamente probable, y que el sueño no se realiza, ¿cuál sería la perspectiva de semejante gobierno dirigido por Die Linke?
En primer lugar, sería un test de envergadura. Die Linke ya no sería corresponsable sino el principal ejecutor de la política desarrollada por tal gobierno. Existen dudas más que serias sobre la capacidad de ese gobierno para hacer frente, de verdad, a las medidas de austeridad. Ya durante la campaña electoral, Bodo Ramelow habló de medidas de las ajuste necesarias para una población muy machacada. ¿Se eliminarían empleos públicos? Por otra parte, en política económica, los más probable es que un gobierno dirigido por Die Linke tome medidas para intentar atraer la inversión privada, etc. Una experiencia así, que demostraría definitivamente que el partido no está listo ni es capaz de desarrollar una política alternativa a la política pro-capitalista, tratando de modificar la relación de fuerzas sociales a través de la movilización de los trabajadores y trabajadoras, de la gente precaria, de los sectores en la exclusión social y los movimientos sociales progresistas. Podría convertirse en un paso cualitativo hacia su adaptación a la política oficial, lo que pondría al orden del día la construcción de una alternativa partidaria a la izquierda de Die Linke.
Sin embargo, no es probable que Die Linke llegue a dirigir el gobierno en Turingia. De todos modos, tras los resultados de las últimas elecciones regionales, va a intensificarse el debate interno sobre la orientación y estrategia de Die Linke. En este balance, la Sozialistische Linke (Izquierda Socialista, corriente reformista de izquierdas en la que se encuentran la corriente revolucionaria Marx 21, próxima del SWP británico, y Antikapitalistische Linke -Izquierda anticapitalista, donde militan también los miembro del ISL de la IV Internacional-) hacían hincapié en el balance negativo de la experiencia del gobierno de coalición en Brandeburgo. Cada cual lo hacía a su manera (la SL de forma más matizada y la AKL de forma más radical). Quien han desarrollado la política de co-gobierno y que prevén co-gobernar a nivel federal en 2017, es difícil encontrar argumentos en contra, porque los datos son tozudos. Y, en cualquier caso, para co-gobernar con el SPD a nivel federal, Die Linke debería traicionar su identidad anti-militarista y aceptar las intervenciones de la Bunddeswehr (ejército alemán) en todo el mundo.
Sin embargo, el ala del partido favorable a gobernar en coalición puede argumentar que es difícil sustraerse a situaciones como la de Turingia, donde los resultados electorales no permiten a Die Linke comportarse como un partido "de oposición por principio". Y puede reprochar a los representantes del ala izquierda de no responder a las aspiraciones de quienes desean que Die Linke influya en las decisiones políticas allí donde es posible cuando se ofrece una perspectiva gubernamental alternativa a la de la "gran coalición" dirigida por Ángela Merkel.
Frente a ello, la respuesta simplista de no preocuparse por las cuestiones gubernamentales, no resuelve el problema y tiende a reforzar la despolitización y la resignación. Por tanto será necesario esbozar el programa y la forma de actuar de un gobierno al servicio de las y los trabajadores y los desposeídos dispuesto a hacer frente a los intereses del capital, señalando en todo caso la necesidad de movilizar a las masas y de animarles a tomar las problemas en sus manos. La izquierda sólo podría crear una nueva mayoría no sólo denunciando en la propaganda la sumisión del SPD y de los Verdes a los intereses del capital, sino demostrando en la práctica su rechazo a colaborar con Die Linke a defender, cueste lo que cueste, los intereses de la gente asalariada y de los oprimidos y por el futuro de las nuevas generaciones. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero esta es la discusión que hay que llevar a cabo.
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