Sergio Pascual (Militante de IA. Desde Caracas), @apascualsergio
El sistema electoral venezolano es impecable. No lo dicen sólo los acompañantes electorales o el Centro Carter, lo pudieron constatar el propio 14 de abril los más de 14 millones de venezolanos que pudieron auditar su voto, contrastando el comprobante que emiten las máquinas de votación con el sentido expresado por ellos mismos en el ejercicio de su derecho al sufragio.
Hasta la fecha no hay ni una sola denuncia de que el comprobante no coincidiera con el sentido del voto de ciudadano alguno y pueden estar seguros que los medios de comunicación ya lo habrían encontrado si existiera.
Pero no sólo la ciudadanía ya auditó el sistema, también la propia oposición, tras la jornada electoral, rubricó con sus firmas, en cada centro electoral, la veracidad y coherencia de los resultados emitidos.
Para ver por qué esto es así, basta con leer el Reglamento Electoral, un documento público que conoce a la perfección la oposición venezolana y en el que se establece con total claridad el método para validar los resultados del escrutinio.
En primer lugar en el 100% de las mesas electorales se cuenta el 100% de las firmas recogidas en los llamados Cuadernos electorales. Este dato es contrastado con el emitido por la máquina de votación y consignado en el acta de escrutinio, conforme al art. 338 del citado Reglamento –que cualquier lector puede descargarse en la web del Consejo Nacional Electoral, www.cne.gov.ve–:"En la mesa electoral, los integrantes procederán a colocar en el acta de escrutinio el número de electoras y electores que votaron según el cuaderno de votación."
Este cuaderno es posteriormente firmado por los testigos opositores conforme a lo dispuesto en el art. 340 del mismo Reglamento: "Las actas de escrutinio deberán ser legibles, contener la totalidad de la información y llevar la firma de los integrantes de la mesa electoral, de las o los testigos presentes y de la operadora u operador del Sistema Integrado".
Ningún acta de escrutinio, ninguna, contiene discrepancia alguna respecto al número de votos emitidos y el número de firmas anotadas. Todas las actas de escrutinio están firmadas por los testigos opositores. Pueden estar seguros que de existir alguna discrepancia la maquinaria mediática opositora nos lo hubiera hecho saber en portada de sus diarios e informativos.
Pero aún hay más. La ciudadanía y los testigos electorales ya recontaron el 54% de los votos del país y estamparon su firma estando de acuerdo con el resultado. Efectivamente, existe un documento que se llama Constancia de Verificación Ciudadana y que contempla el resultado del conteo de los comprobantes realizado en un 54% de las mesas el mismo día de la elección tal y como estipula el art. 441.6.e del Reglamento Electoral: "Una vez finalizado el procedimiento anterior, los integrantes de la mesa electoral y las o los testigos firmarán la Constancia de Verificación Ciudadana original y cuatro copias. El original se introducirá en la maleta de resguardo de la máquina de votación; la primera copia se remitirá al Consejo Nacional Electoral; las tres copias restantes se entregarán a las o los testigos de las o los tres candidatas o candidatos que hayan obtenido mayor número de votos en la mesa electoral verificada".
Este documento es firmado por los testigos opositores y ninguna, repito, ninguna Constancia de Verificación Ciudadana reflejó discrepancia alguna entre los votos contados y los votos emitidos por la máquina de votación.
Recordemos además que conforme al art. parágrafo único del art. 439 del ya varias veces citado Reglamento, en el 100% de los colegios electorales se verificó y auditó al menos una mesa, lo que dota de una fiabilidad estadística absoluta a la selección de la muestra.
Dado que el Sr. Capriles Radonski tiene en su poder el 100% de las actas de escrutinio y el 100% de las Constancias de Verificación Ciudadana y ha constatado que no hay ni una sola discrepancia recogida en estos documentos firmados por sus propios testigos, no podemos menos que deducir que su llamado al desconocimiento –que ya ha costado nueve muertos– no sólo es irresponsable, sino el intento claro de manipular, con el concierto de los medios de comunicación –de muchos de los cuales su familia es poseedora (1)– todo un golpe de Estado contra las instituciones del Estado venezolano.
Si bien este nuevo golpe de Estado del s. XXI cuenta “sólo” con el apoyo internacional de EE. UU., que persiste en desconocer el gobierno legítimo de Nicolás Maduro y que ha rescatado de los baúles de la historia la tristemente famosa referencia a “su patio trasero”, como recientemente dijo el jefe de su diplomacia, John Kerry (2), los venezolanos, ahora firmemente apoyados por UNASUR no pueden desconocer que la estrategia de desgaste a Venezuela es crucial para la derecha internacional y que por tanto no van a desistir tan fácilmente de su objetivo. Un objetivo para el cual cuentan con una poderosa arma comunicacional, con los medios de desinformación privados mayoritariamente en sus manos en Venezuela.
Los próximos meses seremos testigos de una autentica batalla comunicacional y de la persistente manipulación mediática de la información que reciben los venezolanos. Depende de nosotros informarnos e informar a toda la población de tan tremendo engaño y repeler así la monstruosa y fratricida estrategia de H. Capriles.
Notas
(1) El diario más leído del país, Últimas Noticias, junto con El Mundo y otros pertenecen a la Cadena Capriles, de su familia.
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