Es realmente indignante la hipocresía del gobierno, de la policía, la justicia y los medios de comunicación, quienes fingen, con ocasión de la detención de miembros dirigentes de Amanecer Dorado, ahora haberse dado cuenta de lo que hacía y representaba la banda nazi. La evolución de los acontecimientos, también después de la liberación de los tres detenidos, es rápida y compleja.
Nikolas Skoufoglou, de OKDE-Spartakos, organización de ANTARSYA y sección griega IV Internacional. Publicado en Antarsya. Traducción de Tomás Martínez para Anticapitalistas.org
Sin embargo, más allá de comentar la posibilidad de extraer conclusiones, muchas veces se forma precipitada y sin fundamento, tiene valor, ahora que no parece claro un ciclo de crecimiento de la banda y por consiguiente de la violencia fascista y racista, al menos temporalmente, hacer algunas observaciones acerca de cómo se ha movido políticamente un sector de la izquierda en los últimos años. Los puntos de vista y tácticas tienen un impacto evidente en el desconcierto actual de interpretar los hechos y sobre todo dar consigna al contraataque frontal del movimiento antifascista.
En primer lugar, se podrían ver tres objetivos principales detrás de la gestión estatal de represión de Amanecer Dorado. El primero es el intento de restablecimiento de las instituciones, el parlamentarismo, la justicia, la policía, los medios de comunicación y los partidos políticos burgueses, que han golpeado con fuerza en los últimos años y se han deslegitimado a ojos de la mayoría de la sociedad. Esto ha sucedido por muchas razones y la manifiesta tolerancia, apoyo y colaboración, en palabras y hechos, con los nazis no es insignificante.
También significa que, al menos al principio, aunque después los acontecimientos se desarrollaron con rapidez y el interés actual gira exclusivamente sobre los neonazis, intentó enturbiar las aguas y presentar la gestión contra Amanecer Dorado como una gestión de limpieza, de la que son ejemplo los diferentes hallazgos de contrabando en comisarías de la policía, que fueron controladas.
La policía, mecanismo por excelencia de la supervivencia del monopolio de la violencia por parte del estado burgués, intenta ganar un cierto prestigio, que le permita una mayor libertad operativa en las dificultades que se avecinan. No es casualidad que un alto mando, hablando pocos días después del asesinato de Fyssas en la televisión, rechazó los “rumores” de que un gran sector de los maderos votara o apoyara a Amanecer Dorado, destacando al mismo tiempo que la policía ha sido y es la que en situaciones límites ha salvado el sistema y el régimen (refiriéndose a los últimos años).
Dirigentes relevantes del gobierno insisten en retener el monopolio de la violencia, tanto en referencia al “mantenimiento del orden” como titubeando al referirse a ésta literalmente. Sea como sea, la creciente infravaloración de las instituciones políticas y estatales difícilmente las derribará y lo más probable es que Nueva Democracia vuelva a arrastrar a la clientela electoral tradicional de derecha, ya que para una gran parte de la población está claro que Amanecer Dorado no sería lo que ha sido o iba a ser sin el “afectuoso patrocinio” del estado.
Sin embargo, el hecho de que es probable de que la consolidación de clase finalmente favorezca la estabilidad gubernamental no significa que el gobierno, y en general la clase política burguesa, se encuentre obligada a un entendimiento con los fascistas, o que los controle, les afloje la cuerda o les ponga un límite siempre según voluntad e iniciativa propias.
No me referiré aquí obviamente a las teorías de la conspiración, sino a las valoraciones cada vez más refinadas de que Nueva Democracia y Amanecer Dorado, organizaciones estatal y paraestatal respectivamente, van tan de la mano que el enfrentamiento entre ellas está obligatoriamente preparado. Quienes sostienen esta opinión se identifican con aquéllos que consideraban inminente un gobierno de coalición, tan popular días antes del asesinato.
El fascismo no es simplemente una estructura paraestatal, los neonazis no son sólo el brazo largo del estado y de la policía. Tiene un papel histórico particular, que al menos la dirección de Amanecer Dorado conoce muy bien (se ocupan siempre de subrayar, con cierta dosis de narcisismo, que no son otra extrema derecha). Este papel va más allá de la estrategia burguesa habitual, incluso de la estrategia de blindaje autoritario del estado. Es el dominio absoluto de los sectores más poderosos del capital monopolista y la total liquidación e individualización de la clase obrera.
Que este papel existe, a pesar de las teorías erradas históricamente acerca de la fascistización del estado, no significa que la estrategia de los fascistas no tenga debilidades, contradicciones, retrocesos. Está claro que la militancia política de Amanecer Dorado en la fase actual, que en realidad no es algo cualitativamente mayor que un puñado de chulos, matones, pederastas y chantajistas, no puede imponer su estrategia tranquilamente.
Básicamente tiene dos patas: por una parte no concentra el apoyo estable de un sector sólido de la burguesía, a pesar de que hay capitalistas y sobre todo armadores que los apoyan, material y políticamente. Por tanto, una parte de la burguesía, la que es no unitaria y con intereses inherentemente contrapuestos, coqueteaba con el apoyo a los fascistas para derribar salarios y aterrorizar al movimiento obrero, pero ve que el barco hace aguas.
Los de Amanecer Dorado no son los invencibles abanderados de la imposición de las más agresivas intenciones de la burguesía, ya que en realidad muy pocas cosas han conseguido a costa de la disposición y composición de la clase obrera, ya sea en barrios o en centros de trabajo. Aquí se vincula la segunda pata: la base política de Amanecer Dorado, elemento diferenciador del fascismo desde la dictadura militar o el bonapartismo burgués, es un movimiento de masas de pequeñoburgueses desesperados y derrotados, una polvareda humana que se subleva supuestamente estafada contra la oligarquía económica y cava su propio pozo.
Con un sentido histórico más general, el fascismo en este momento no parece capaz de imponerse y aplastar a la clase obrera, ya que no ha sido derrotada por completo en una confrontación total con los capitalistas. Aquí hay una interpretación errónea muy grave: la victoria del fascismo era históricamente posible sólo sobre las ruinas de una derrota histórica del movimiento obrero. Fue la derrota del bienio rojo en Italia la que permitió a Mussolini, después de la farsa de la marcha a Roma, tomar el poder. Fue la derrota de la revolución en Alemania la que dio la llave de la cancillería a Hitler.
Por lo tanto los trabajadores y la juventud deben dar la batalla y esto concierne a las diferentes luchas aisladas locales y sectoriales y a las huelgas generales, con resultados por supuesto limitados, pero también al combate contra el fascismo en las calles y barrios, donde sin indudablemente va mejor.
Un segundo objetivo del gobierno frente a los fascistas es la creación del falsamente atribuido “arco constitucional” y arrastrar a la izquierda detrás de éste. El objetivo es esencialmente la amputación de los sectores más radicales de la izquierda reformista y su adaptación al juego parlamentario. En pocas palabras, se pretende así la plena incorporación de la izquierda parlamentaria, básicamente de SYRIZA, en la legalidad burguesa, que culmina ya su política seguida.
SYRIZA en absoluto se ha movido en dirección contraria a promocionar la hipocresía gubernamental y revelar el rol de clase del fascismo y sus vínculos inherentes con las instituciones burguesas. Por el contrario, continúa cómoda en la legalidad, buscando un nuevo Frente Popular contra el fascismo, receta que vimos no sólo cuánto sirvió a los intereses del mundo del trabajo sino también qué dique de contención ha sido para el mismo fascismo.
Además de indignantes, las declaraciones elogiosas de Tsipras después del encuentro con los mandos ejecutivos de ELLAS (policía nacional) y las afirmaciones de la confianza que tiene SYRIZA en la justicia griega constituyen movimientos de conveniencia política concreta. Por otra parte, los posicionamientos de sus diputados acerca de la posible presión de un gobierno de coalición con Nueva Democracia contra la amenaza fascista, aunque no es la línea oficial del partido, muestran el camino que sigue.
En cualquier caso, la adhesión de la izquierda que representa SYRIZA al masivamente deslegitimado cretinismo parlamentario lo único que hace es reforzar la retórica de Amanecer Dorado que quiere aparecer “contra todos”.
El tercer objetivo, también en relación con los otros dos, es el intento por impulsar y reforzar la retórica de los “dos extremos” simétricos. En realidad los funcionarios gubernamentales, ciertamente en un período de huelga que al menos al principio iba muy bien, no han querido abrir una lucha frontal. Así que este intento no ha durado mucho: las referencias a los extremos vinieron de Kranidiotis, colaborador de Samaras de extrema derecha, quien habló de usar balas contra el enemigo real.
El propio Samaras desde EEUU caracterizó como extremismo las voces en contra de la UE y el euro, pero está claro que no se preparan detenciones masivas. Sin embargo la retórica ha hecho su trabajo porque ha encontrado un terreno fértil: SYRIZA se ha dedicado a demostrar cuánto dista de los extremos, se apresuró a condenar diversas acciones, como el vandalismo de las oficinas del diario sensacionalista Primer tema, órgano oficial de Amanecer Dorado, para demostrar cuánto respeta la legalidad, cediendo a las presiones del gobierno antes de que éste se manifestara.
Pero vayamos un paso más allá. La política de SYRIZA, que dicta que frente al extremo fascista la izquierda tendrá que adaptar su discurso y política porque se dirige a cabezas de familia a los que no quiere asustar, es esencialmente idéntica a la política de la socialdemocracia en el período de entreguerras, pero también de los liberales durante las revoluciones sociales en la Europa de 1848 y de los conservadores de la Revolución Francesa. El denominador común es que los extremos y los excesos son los que provocan el recrudecimiento de la reacción. Para quedarnos con el ejemplo más reciente, se repite la posición destructiva de la socialdemocracia alemana: “El fascismo es el castigo que la gran burguesía impone al proletariado para la propaganda comunista”. Por lo tanto la moderación se proyecta como la solución frente a la exaltación del fascismo.
Por desgracia esta lógica, aparte de en los mismos de siempre, penetra en espacios muy poco habituales: grandes sectores de la izquierda revolucionaria y anticapitalista, con forma y propósito diferentes, chapotean igualmente en las aguas poco profundas de la moderación y la responsabilidad. Es habitual la opinión de que Amanecer Dorado recibió un importante impulso por el hecho de que la izquierda fue indiferente a los problemas reales del “pueblo griego” y de quienes viven en barrios segregados con muchos inmigrantes (referencia exclusiva a los “problemas de los griegos”).
El punto final al que conduce esta lógica es la enorme angustia para los trabajadores que se preguntan “Cuántos inmigrantes aguanta el país”. Del mismo modo, se reconoce como un error el insuficiente planteamiento de la defensa de la soberanía nacional del país. Desgraciadamente, no son pequeños sectores de la izquierda no reformista los que tácitamente adoptan la lógica de que el país es un protectorado de Alemania o una colonia de la Unión Europea, que acepta violaciones del espacio aéreo por el expansionismo turco o que está en peligro su identidad por el proyecto del Gran Ideal de macedonios y albaneses.
Se considera que la monopolización del patriotismo – y su consiguiente tergiversación - por los fascistas de Amanecer Dorado es lo que les proporciona una enorme ventaja. En realidad es al contrario: el patriotismo y la defensa de los intereses nacionales en un país como Grecia, en una fase intermedia de desarrollo capitalista (posición ahora en riesgo con la crisis y los memorándums) y que participa en todos los organismos imperialistas (OTAN, UE) no puede más que ser ajena a los intereses de los trabajadores y servir a los proyectos de la burguesía y de la unidad nacional.
Especial mención debe hacerse a la piedra de toque de la aceptación de los límites que pone la burguesía nacional: las fronteras. El obstinado rechazo de la aprobación de la consigna de fronteras abiertas para el trabajo y no sólo el capital (en vigor ahora y prácticamente siempre) se hace con la argumentación de que o es peligroso para el reclamo de soberanía nacional o es irresponsable.
No nos referimos aquí a las escandalosas opiniones de que la inmigración es en esencia un fenómeno reaccionario, que tiene como consecuencia la caída de los salarios. La lógica es la misma: el papel de la izquierda es el de hacer propuestas “realistas” y “responsables”, que no “asusten a la gente”. Pero en realidad pone de relieve la lógica de que los inmigrantes son una magnitud externa, que pueden y deben ser aliados de los trabajadores nativos, pero en ningún caso parte orgánica de la clase obrera griega. No es casualidad que, a diferencia del asesinato de Fyssas, los muchos ataques contra inmigrantes e incluso asesinatos movilizaron hasta ahora a los habituales militantes de siempre. La incapacidad de la izquierda de enfrentarse a la ideología dominante del nacionalismo y de articular un verdadero discurso obrero internacionalista frente a esta agenda, y no persistir en el cosmopolitismo, nos ha hecho daño. Naturalmente aquí el reformismo tiene la mayor parte de responsabilidad.
Sin embargo la historia muestra que en tales períodos de crisis política y económica, la moderación no es lo que atrae a las masas de trabajadores y clases populares. Como describió el analista más relevante del fenómeno fascista en la época en que éste se desarrollaba, Trotsky, las masas al principio giran a la izquierda y después miran hacia el fascismo. La clase obrera y las clases medias, cuando todo se derrumbe, apostarán por el caballo ganador.
Si la izquierda revolucionaria y el movimiento obrero no crean una alternativa y no provocan auténticas rupturas con el sistema, si al final fracasan, es más “realista” que las masas sean seducidas por la dinámica retórica del fascismo. Es más realista que apoyen a los neonazis para “castigar al degenerado parlamentarismo” que a quienes tratan de salvar sus restos. Es más probable que apoyen la consigna de “Fuera todos los extranjeros” que la propuesta de “Veamos cuántos caben, apliquemos una solución realista”.
Aunque con otra cobertura teórica, se encuentra también el rechazo a proteger las concentraciones y marchas antifascistas. Por desgracia, pocos meses antes de las elecciones circularon artículos en la prensa de la izquierda anticapitalista que daban la razón a la retórica de los “dos extremos”, refiriéndose a las concentraciones contra Amanecer Dorado en el distrito de Agios Panteleimonas.
El rechazo a la autodefensa frente a las provocaciones fascistas se somete a una lógica evidente de moderación. Y aquí hay que recordar que, aparte de la derrota histórica del movimiento obrero, fue el rechazo del SKK (Partido Socialista Comunista) a apoyar el conflicto armado con los fascistas de Mussolini, lo que allanó el camino a la no inevitable victoria del fascismo. En realidad el problema se encuentra en el propio rechazo a construir un frente antifascista unitario.
Así, al lado del pecado socialdemócrata, también tenemos la política estalinista del tercer período, que pesa sobre la izquierda griega, básicamente el KKE (que sin embargo se mantiene alejado del movimiento antifascista, por lo tanto la crítica ante un texto tal no se considera adecuada), pero sí otras provenientes de éste y que comparten sus métodos y análisis (se refiere fundamentalmente a NAR, Nueva Corriente Comunista, organización de ANTARSYA).
Durante muchos años estas fuerzas se negaron a participar en festivales antirracistas debido a su contenido político. Por la misma razón evitaban acciones comunes contra los fascistas como movilizaciones de apoyo en juzgados a quienes recibían ataques, pero también concentraciones esporádicas años antes del ascenso de Amanecer Dorado. Todavía hoy se niegan a reconocer la autonomía del fenómeno fascista e insisten en que la lucha contra el fascismo es la lucha contra los memorándums, Nueva Democracia, el PASOK y la UE.
En realidad, esto deriva de un error izquierdista de análisis en los términos, derrotista en la práctica: que en cuanto el fascismo sea una opción posible de la burguesía para imponer su dominación en la crisis (lo que por supuesto es correcto), y tan pronto como las opciones políticas de los partidos burgueses allanen el camino al fascismo, casi todos los partidos serán fascistas y todas sus políticas de gestión, fascismo.
Más allá de la confusión teórica que revela, encierra también el peligro de subestimar el peligro real del fascismo y adversidades tanto cualitativa como cuantitativamente mayores que tiene reservadas para la gran mayoría social.
Una última observación: la crítica política frente a los fascistas (aparte de su brazo puramente penal y correspondientemente ideológico, el racismo) muchas veces se limita a nuestro glorioso aunque en última instancia derrotado pasado. Es útil y correcto para poner de relieve el papel de los correligionarios de Amanecer Dorado, es decir, de los nazis alemanes y de sus colaboradores locales, en los crímenes cometidos antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
A pesar de esto, sobre todo cuando se hace desde una perspectiva de relato nacional que considera a los nazis simplemente como traidores de la nación, no es suficiente y quizás no revela el papel real de clase del fascismo. Aunque el fascismo sin la industria de guerra y aventuras militares en el extranjero tal vez no puede existir, esto no es algo palpable que convenza obligatoriamente al pequeño burgués corrupto.
Es verdad que los fascistas históricamente no fueron nunca algo diferente en cualquier lugar de los leales perros de los patrones y de los poderosos, hecho que no conlleva ninguna grandeza moral o política, sino justamente lo contrario. Pero limitarnos en nuestro llamamiento a una heroica resistencia nacional no basta, desde el momento en que sus héroes fueron cazados despiadadamente mientras los colaboradores se incorporaron de forma masiva en el aparato estatal de posguerra.
La superioridad moral y sensibilidad de la izquierda, aceptada también por políticos burgueses “serios”, no crea equilibrios de fuerzas de clase, no evita que el pequeño burgués se convierta en delincuente. Por lo tanto, junto a denunciar que apoyando a Amanecer Dorado sus manos están, por definición, manchadas de sangre, hay que añadir también que nada tiene que ganar en cuanto el fascismo llegue al poder pisando la movilización pequeñoburguesa, sino que cumple con los intereses de clase de los grandes capitalistas, aplastando a los que lo llevaron allí.
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