- "Hemos decidido dar un voto de confianza a este gobierno” Silvio Berlusconi.
- "Grande” Enrico Letta.
Víctor Valdés Camacho, militante de Izquierda Anticapitalista. desde Italia
Con estas palabras, “Il cavaliere” Silvio Berlusconi, figura intachable de las derechas en Italia retorcía aún más la estrategia para mantener el gobierno binomial del Partito Democratico y del Popolo della Libertà. Mientras tanto, con sonrisa de casi admiración, el primer ministro Enrico Letta hacía de tripas corazón y esbozaba un “grande” en referencia a Berlusconi que aunque pretendidamente fuese en voz baja, ha catapultado a la arena pública la idiosincrasia de un gobierno, un sistema legislativo y unas políticas perfectamente armoniosas con las órdenes de la Troika.
Los datos evidencian la devastación que ya suponen las políticas neoliberales impuestas desde Bruselas y aceptadas en los despachos del gobierno italiano. Más del 12% de la población censada en las listas del paro en situación de desempleo 1, un 38’5% de desempleo juvenil, una precarización transversal de los trabajos ofrecidos por las empresas del sector privado y en términos generales, niveles de renta de clases populares cada vez más degradados, son parte de los ingredientes perfectos para que el 24’5% de la población italiana (esto es, 15 millones de personas) esté en riesgo de pobreza y exclusión del modelo de sociedad configurado con empeño y agresividad reformista de las élites políticas y económicas italianas durante más de 30 años. Digamoslo claramente, comparando datos, la única luz que el pueblo italiano puede ver al final del túnel si se continúa en esta lógica es la de un acelerado paso del “welfare” al “workfare” en menos tiempo de lo que las resistencias puedan organizarse.
Sin embargo, parece que una fuerza motriz, tan poco madura organicamente como potencialmente rupturista comienza a hacerse hueco en las portadas de los diarios. Esta fuerza no es el qualunquismo populista y nauseabundamente racista del Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo 2 que aúna en buena medida una base social de izquierdas, sino un sujeto político que en recomposición, puede y debe marcar la agenda de las resistencias desde abajo a la austeridad, la precarización y la pérdida de derechos en el trabajo y a las distintas “grandes obras” como el TAV (Tren de Alta Velocidad), los desalojos de familias de sus casas y al militarismo concretado en el Muos 3. En este sentido, los proyectos de las distintas corrientes y áreas políticas de la izquierda e izquierda radical italiana se han plasmado en la semana de lucha del 12 al 19 de Octubre, posibilitando en buena medida una reconocimiento (aunque por desgracia también cierta autorreferencialidad) del estado de disposición de conflicto y de generación de una movilización popular amplia que sin duda, y en esto coinciden todos los análisis, viene lastrada por el soterramiento de la lucha con la delirante actuación del 15 de Octubre de 2011 por parte de algunos sectores de la autonomía italiana.
Desde el 12 de octubre, la manifestación nacional en defensa de la constitución Italiana 4 lanzada por el Secretario general de la FIOM (CGIL), Maurizio Landini y Stefano Rodotà que agrupó a un sector lastrado por las añoranzas de una organización clásica de izquierdas y a la tenue militancia comunista proveniente de Rifondazione Comunista y diversas organizaciones que creen en la constitución como herramienta de contención del saqueo de la riqueza. En estas mismas fechas, los estudiantes de secundaria han llevado algunas movilizaciones por todo el país salientes de un área de la autonomía (ahora muy mayoritaria y hegemónica en el norte del país) y otras por parte de los sindicatos estudiantiles de las organizaciones de la vieja izquierda italiana. Además, el 15 de Octubre se realizaron acciones de distintas organizaciones en el marco de la “huelga social” con ocupaciones de bancos de crédito, “casa estudiantiles ocupadas” por parte de la otra pata de la autonomía italiana y colectivos de la izquierda estudiantil.
Si bien es cierto que la preparación de las distintas acciones no ha supuesto procesos de participación unitarios y horizontales donde las áreas políticas hayan podido reconstituir las relaciones y comenzar a reconstruir el tejido social, se ha comprobado como el ambiente se iba entonando para las jornadas del 18 y 19 de Octubre, huelga general convocada por los sindicatos de base y manifestación nacional de los movimientos en Roma.
La demostración organizativa de los sindicatos de base ha quedado patente llegando a movilizar 20.000 personas en Roma, pero sin práctica incidencia en el mundo del trabajo exceptuando la logística y los transportes metropolitanos, aunque sin duda, la fecha que se lleva la palma es el 19 de Octubre 5 donde todos los movimientos tuvieron expresión política en una marcha que inundó las calles de Roma con más de 70.000 activistas (porque la composición de la manifestación fue fundamentalmente militante) que el plano político reventaba temporalmente los mecanismos de sujeción que sugestionan a la izquierda italiana en la cultura de la derrota. La marcha no supone la apertura de un ciclo, pero si indica una mutación del clima en los movimientos, que a pesar de que la convocatoria tácticamente estaba pensada para asentar un área política de la autonomía italiana que ha decidido retornar a los repertorios y a establecer alianzas más allá de lo social, esto es, también en el trabajo, el desborde colectivo ha sido rotundo.
Ahora bien ¿Dónde construir? ¿Cómo articular el denominado “popolo di sinistra”? ¿Las dinámicas de las distintas áreas políticas impiden en su línea actual la reconstrucción de las resistencias? ¿Cuándo comenzará el estallido?
Con unos sindicatos mayoritarios inamovibles de la mesa de negociación con Cofindustria (patronal), un Movimiento 5 Estrellas que canaliza la indignación ciudadana desde una perspectiva netamente desafiante con la corrupción pero poco dispuesta a defender los intereses de los de abajo y que además ejerce de dique ante la impugnación de los movimientos de base del régimen político, y por último una izquierda parlamentaria como Izquierda, Ecología y Libertad de Nichi Vendola paralizada ante su subalternidad al social liberalismo del Partido Democrático, poco espacio sociopolítico le queda a la izquierda radical para lanzar una apuesta decidida a romper los esquemas de la encrucijada en la que se encuentra.
La perplejidad de uno al ver la esperanza de la militancia de la izquierda italiana al considerar que a pesar del desierto político y organizativo, (donde incluso los centros sociales no son espacios que condicionen si quiera el panorama político cotidiano), se abrirá un nuevo ciclo de luchas en la medida en la que las dinámicas y las voluntades de las diversas subjetividades conecten para consensuar por un lado, prácticas de autoorganización popular como respuesta a la crisis y por otro, la ruptura con el histórico deseo de confiar en que las pulsiones del 99% transformen la realidad sin una organización previa y casi mecánicamente.
La reconstrucción de un campo antagonista a las lógicas del capital y la Troika son una necesidad ante la miseria a la que mayoría social es expuesta, y esta necesidad es a contrarreloj, no solamente por la devastación de la crisis, sino porque “los monstruos” acerca de los que escribía Gramsci irrumpen cada día con más virulencia y menos tolerancia a los sujetos sociales que no se moldeen a sus expectativas. La suerte está echada, pero como dicen por estas tierras “La gente come noi non molla mai”, “la gente como nosotros, no se rinde nunca”.
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