jueves, 3 de enero de 2013

Marruecos: Huelgas de hambre contra las condiciones de detención

Ilhem Rachidi, en Mediapart. Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

El 11 de diciembre de 1977, Saida Menebhi, una militante de la izquierda marxista que reclamaba el estatuto de presa política, moría a los 25 años como consecuencia de una huelga de hambre de 34 días en el hospital Averroes de Casablanca. Para rendirle homenaje, pero también para denunciar sus propias condiciones de detención, ocho militantes presos en Fez y Taza han comenzado una huelga de hambre de 4 días el pasado 10 de diciembre, jornada internacional de los derechos humanos.

Dos semanas más tarde, el 25 de diciembre, seis de ellos, miembros de la Unión Nacional de Estudiantes de Marruecos (UNEM) y del movimiento contestario del 20 de febrero /1, en detención preventiva desde hacía muchos meses en la prisión de Ain Kadous en Fez, emprendieron una huelga de hambre de 20 días. Exigen su liberación así como la de todos los detenidos políticos del país. Denuncian igualmente las “condiciones dramáticas” de su detención.

En la prisión Toulal de Meknes, cinco detenidos acaban de terminar una huelga de tres días. Un detenido salafista, Taoufiq Yatreb, encarcelado en la prisión de Bourkaiz en Fez, sigue en huelga de hambre ilimitada desde el pasado 20 de diciembre.

Estos últimos meses, por todo el país, decenas de detenidos (en Salé, Sidi Ifni, Fez, Beni Bouayach, Meknes, Tiznit, Alhucemas, Oukacha, etc.) ha protestado así contra sus condiciones de encarcelamiento, los malos tratos, así como por los veredictos de procesos que juzgan injustos.

Según Abdellah Mesdad, del Observatorio Marroquí de las Prisiones (OMP) /2, una ONG fundada en 1999 que trabaja por la promoción de los derechos de los presos, los dos últimos años han estado marcados por un número importante de huelgas de hambre. “Es el único medio de realizar conquistas a todos los niveles, sobre todo entre los detenidos políticos, y esto ya desde los años 1970”, lamenta Mesdad.

Estos movimientos implican a todas las categorías de detenidos, ya sean presos políticos o de derecho común. Afectan también a los detenidos extranjeros, que sufren condiciones de detención igualmente deplorables.

Hace cerca de un año, Azzeddine Erroussi, un militante de extrema izquierda condenado a cinco meses de prisión tras una manifestación en Taza, conmovía a la opinión pública negándose a alimentarse, y luego a beber, durante 135 días. Hoy tiene graves secuelas de lo que ha descrito como un último medio de protesta contra la tortura y la detención. Para mantenerle en vida, se le inyectó “por la fuerza” suero. Sus pies y manos permanecieron atados.

Los detenidos políticos no son reconocidos como tales

Para Mesdad, un antiguo preso político encarcelado sin proceso durante tres años en 1977 y luego en 1984 durante dos años, “ en las prisiones continúan los mismos problemas”. Lo que ha cambiado es el trato a los detenidos de opinión. Comenta que sus condiciones de detención se han degradado de forma sensible.

El personal de la cárcel nos respetaba, esa es la palabra. Se nos llamaba “Oustad” (maestro)”, recuerda un antiguo militante, encarcelado varias semanas en los años 1960. “Recibíamos todos los días comida del exterior. Tajines, carne, cuscús. Eramos un grupo de 14, pero al final, los 40 presos que estaban con nosotros tenían de qué comer bien. Podíamos agruparnos. Nos paseábamos, eran flexibles con los paseos. Se hacía incluso una fiesta el sábado. Se iba al hospital al menor dolor de cabeza. Los libros que estaban prohibidos en Marruecos llegaban a la cárcel. Leí “La Acumulación de Capital” de Rosa Luxemburg allí”, dice sonriendo. “Por el contrario, lo que era duro de soportar era la humedad”.

Como no son ya reconocidos como tales y están condenados por hechos previstos por la ley como ultraje a agentes de la autoridad, boicot a elecciones o venta de cigarros al detalle, los detenidos políticos deben hoy compartir sus celdas con los presos de derecho común.

Según la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) /3, varios centenares de detenidos políticos están actualmente encarcelados. Entre ellos, más de 70 militantes del Movimiento 20F, salafistas, sindicalistas, miembros de la UNEM, militantes saharauis.

En la prisión de Oukacha, en Casablanca, 29 salafistas están actualmente encarcelados. Siete activistas del Movimiento 20F purgan penas que van de 8 meses a un año de prisión. Entre ellos, Samir Bradley, detenido en una manifestación el pasado julio, Younes Belkhdim, llamado el poeta del pueblo, y Mouad Belghouate alias L7a9d, un rapero condenado a un año de prisión por una canción que no ha gustado a la policía.

Un informe oficial reconoce el uso de la tortura

Porrazos, golpes con tuberías, en la planta de los pies, bofetadas, suspensión de las puertas con la ayuda de esposas, utilización de agujas, quemaduras, desnudos forzados. La tortura persiste claramente en las prisiones marroquíes. En un informe recientemente hecho público /4, el Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH), un organismo oficial, redacta una constatación inapelable. En la mayor parte de las prisiones marroquíes, los detenidos sufren “tratos crueles, inhumanos o degradantes”.

Según Jamila Sayouri, miembro del CNDH y presidenta de la asociación Adala (Justicia), en varias prisiones han sido identificados “lugares de tortura”.
Se les lleva a una habitación donde no hay más que una silla y un tubo, por ejemplo”, afirma. “Hay presos que dicen haber ser torturados a diario”.

En Nador, en el norte del país, un preso que no se atrevió a hablar más que in extremis, en el momento de la despedida del equipo del CNDH, declaraba ser regularmente violado por el jefe del departamento. Una investigación médica dirigida por el CNDH confirmó lo que decía.

Los detenidos tienen miedo a testificar”, prosigue. “Si testificas, se te relaciona con el hachisch o se envía a alguien para que te golpee”.

El CNDH, todos cuyos miembros han sido nombrados por el rey Mohammed VI, ha visitado una quincena de establecimientos entre enero y junio de este año. Fue creado en marzo de 2011 tras las primeras manifestaciones iniciadas por el Movimiento 20F, que reivindica cambios políticos y sociales profundos.

Sus conclusiones, más bien sorprendentes para ser un organismo oficial, han sido hechas públicas unas semanas después de la visita del Informador Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, Juan Méndez. Tras una visita de una semana por Marruecos el pasado septiembre, declaraba que la tortura es una práctica frecuente cuando las autoridades marroquíes estiman que la “seguridad nacional” está amenazada.

Sin embargo, algunos días antes de la publicación del informe del CNDH, Hafid Benhachem, delegado general de la administración penitenciaria y de la reinserción, declaraba en una entrevista:
Cada vez que recibimos una reclamación, una queja, o incluso cuando aparece en la prensa, abrimos una investigación para verificar. Para no ser juez y parte, pedimos al juzgado que investigue todos los casos planteados... Afirmo que no, que no hay tortura”.

Nombrado en 2008 por el rey Mohammed VI tras una evasión espectacular de la prisión de Kenitra, el antiguo gobernador de la Administración territorial en el Ministerio del Interior, director general de la Seguridad Nacional de 1997 a 2003, suscita la controversia en el seno de la sociedad civil marroquí. Desde su llegada, la administración penitenciaria goza de una relativa independencia. Ha sido separada del Ministerio de Justicia y depende hoy del jefe del gobierno. Ahora, varias ONGs demandan una gestión de las cárceles que dependa de nuevo del Ministerio de la Justicia y las Libertades.

Había gente, los barones, que no pasaba las noches en las cárceles. Hay gente que se ha evadido valiéndose de la corrupción. Había gente que robaba en las cárceles. ¿Porqué soy criticado, porqué no se me ama? ¡Porque he puesto orden!” responde Benhachem. “Respondo (a las críticas) diciendo que sirvo a mi país, a mi rey, a todos los ciudadanos marroquíes, que soy legalista y que vigilo por que se cumpla la ley”.

En Marruecos son raras las asociaciones que tienen la posibilidad de visitar las cárceles. Una de las más influyentes, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), no tiene acceso.

En la prisión de Oukacha, en Casablanca, el nuevo director niega en bloque todo maltrato a los presos. “No tenemos nada que ver con esas historias de tortura”, afirma Mohamed Bendriss. La administración penitenciaria señala con el dedo los excesos en las comisarías durante las detenciones antes de ir al juez. Numerosos detenidos han dado testimonio de torturas antes de su encarcelamiento.

Acuérdate, amigo verdugo, cuando me torturabas en el interior del furgón –tú y los otros seis– cuando gozabais con los golpes que me dabais hasta hacerme perder el conocimiento. Acuérdate amigo verdugo, de que me has hecho entrar en tu comisaría con los ojos vendados y de que tú sabías muy bien que yo no era un criminal sino un ciudadano libre”, escribía Bradley desde su celda.

Un metro cuadrado para cada detenido

Según la administración penitenciaria, las condiciones difíciles en las que viven los detenidos son una consecuencia directa de la sobrepoblación penitenciaria. Más de 70.000 presos, de ellos cerca de la mitad (el 46%) en detención provisional, a veces durante años, están actualmente detenidos en los 73 establecimientos penitenciarios del reino que no pueden acoger más que a 50.000. En Marruecos, cada detenido dispone como media de un metro cuadrado y medio, cuando la media internacional es de seis metros cuadrados.
Los presos deben a menudo dormir sobre el suelo, al no ser suficiente el número de camas en muchas celdas. Ciertas prisiones como las de Alhucemas o la de El Ayún, reciben de cuatro a cinco veces el número previsto de presos.

A veces, esta promiscuidad con los demás se hace insoportable. Erroussi compartía una celda de 40 metros cuadrados con cerca de un centenar de presos. Cuenta que “disponíamos cada uno de un cuadrado. Era imposible estirarse, había que dormir acurrucado de lado. Los demás detenidos me impedían dormir a posta”, añade. “Me maltrataban a cambio de ciertos privilegios en la prisión... Luego, incluso me pusieron en celda de aislamiento en los antiguos lavabos”.

Bradley, por su parte, cuenta haber dormido durante dos meses en el suelo delante de los servicios de su celda. “Se compartían las camas y yo dormía con los pies al lado de la cabeza de otro detenido”, cuenta Brahim, un antiguo detenido del centro para menores de Islahia en Casablanca, que compartía su celda con otros diecisiete menores. “Éramos dieciocho, no había más que ocho camas. Al cabo de un mes, tuve mi cama”. Añade que como el patio de la cárcel estaba en obras, él y sus compañeros de detención pasaron más de dos meses en el interior de su celda sin salir para el paseo diario.

Son los jueces quienes, recurriendo demasiado a menudo a la detención provisional, son responsables de esta sobrepoblación, declaraba hace algunos meses Benhachem, atrayendo las iras de los magistrados. Luego se ha excusado públicamente.

La OMP y la delegación penitenciaria se ponen de acuerdo sin embargo en este punto: hay que desarrollar las penas alternativas. “Hay delitos que no necesitan la detención, como usar un cheque sin fondos, conflictos sencillos, el consumo de drogas de los menores”, explica Mesdad.

¿Hacia una mejora de las condiciones de encarcelamiento?

Construida hace más de 20 años, la prisión de Oukacha no puede acoger más que a 5.800 detenidos. Ahora son sin embargo más de 7.500, de ellos el 70% en detención provisional. Para luchar contra la sobrepoblación carcelaria se han hecho once concursos para la construcción de nuevas cárceles. En 2012, se han abierto quince establecimientos. Importantes trabajos de renovación han sido efectuados, en particular en Oukacha. “En dos años, tendremos las mejores cárceles”, afirma Benhachem sin pestañear.

La falta de medios es, sin embargo, clamorosa. A lo largo de los interminables pasillos grises, desfilan decenas de rostros pegados a los barrotes. Las celdas están a rebosar. Son vetustas y la humedad es importante. Las televisiones están casi todas encendidas. Casi cada celda está equipada de un pequeño televisor que recibe las cadenas nacionales.

Los presos no disponen de un sitio en que poner sus efectos personales. Para tener sábanas y una manta limpias, hay que esperar las visitas de las familias. No tienen derecho más que a una ducha a la semana. Es suficiente, según el personal de la cárcel: “¿Cuántas veces por semana van al hammam cuando están fuera? Una vez por semana, no más”. Las mujeres, por su parte, pueden lavarse dos veces por semana. “Las mujeres son algo diferente”. En una gran parte de las celdas, los baños no tienen siquiera puerta, lo que fuerza a los detenidos a hacer sus necesidades delante de los demás.

Las condiciones de detención varían sin embargo enormemente de un ala a la otra. “No hay prisión modelo. Todas las cárceles tienen todos los colores”, explica Sayouri. “Si tienes dinero, estarás bien”.

Según el personal de Oukacha, los detenidos comen diariamente carne o pollo y tienen derecho a tres panes por día. El presupuesto alimenticio ha sido reducido recientemente, tras haberse triplicado. Pasó de 5 a 15 dirhams por detenido y por día, luego a 12 dirhams (un poco más de un euro).

Los niños tienen derecho a un menú especial, los hipertensos a un régimen sin sal. Pero un detenido hipertenso ha encontrado la muerte en la prisión de Safi el pasado octubre (ese mes dos detenidos han muerto allí) porque no ha seguido su régimen sin sal, no porque no hubiera gozado de un seguimiento médico según afirma, categórico, un médico.

¡Esto es Abou Dhabi sin piscina!”

Los relatos de los detenidos son abrumadores. “Los alimentos eran incomestibles”, recuerda Brahim*. “Comíamos lentejas que tenían piedras. El pollo estaba pasado. Lo teníamos el martes. La carne el viernes”. “La alimentación no es buena, aunque sea un poco mejor que antes”, dice un detenido de Oukach. “Cuento con las visitas de mi familia para comer”, añade Ahmed*, otro detenido.

En el ala de las mujeres las celdas parecen más espaciosas. En Oukacha, son 284, de ellas 2 embarazadas. No representan más que el 2,4% de los detenidos (1720 mujeres) en todo el país. La mayor parte han sido condenadas por prostitución o tráfico de drogas. Algunas están en prisión por adulterio o incluso por haber tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio.

Esta tarde una gran parte de las celdas están llamativamente vacías. Los talleres de formación profesional dispensan cursos de peluquería, de estética, de punto o de tapicería. En un rincón, dos detenidas originarias de Senegal y de Guinea Ecuatorial aprenden a hacer manicura. No levantan los ojos.

Más lejos, la “guardería”, donde hay algunos juguetes y un columpio, acoge a los hijos –son seis– de las mujeres encarceladas. Varias mujeres limpian la cocina, claramente más limpia que la cocina de los hombres
El ala 5 de la prisión, que acoge a los presos VIP (traficantes de drogas, políticos, hombres de negocios) y que los presos llaman Abu Dhabi, es ligeramente más acogedora. Las celdas, más pequeñas, tienen pocos detenidos (a veces dos o tres) que tienen derecho a un pequeño frigorífico y a baños separados por un tabique. Un hombre que pasa la escoba se disculpa por no tener la celda suficientemente limpia. Dos detenidos salafistas sonríen tímidamente. Unos presos jóvenes se precipitan a mostrar sus últimos dibujos al nuevo director de la cárcel: un hombre que rompe sus cadenas.

¡Esto es Abu Dhabi sin piscina!”, bromea el personal, que jura no haber descubierto este apelativo más que el pasado verano, en un informe parlamentario muy crítico con Oukacha.

Tanto los detenidos actuales como los antiguos aseguran que en esta ala el confort es a menudo claramente superior. Celdas individuales, cadenas de televisión digitales, duchas diarias, paseos cuando se quiere, buena comida. “Quienes hacen las visitas no ven ni lo mejor ni lo peor”, afirma un antiguo detenido de Oukacha.

Desde hace un poco más de un año, la prisión de Oukacha es la única que dispone de un “hospital”. Un gabinete médico permite consultas generales, oftalmológicas, análisis de sangre, radiografías. Según el médico de la cárcel, el centro está suficientemente equipado para efectuar diálisis para tres personas. Sin embargo las consultas están vacías. Un médico explica que “las consultas tienen lugar por la mañana”.

La consulta dental, equipada con tres butacas, está en plena actividad. “Hay un plazo de espera de alrededor de dos semanas. Es razonable”, dice la dentista que muestra una agenda de citas.

Sin embargo, Bradley ha debido esperar un mes y medio antes de ser tratado de sus intensos dolores. Ha sido finalmente llevado al hospital y cuidado por una ciática, probablemente debida a los dos meses de dormir sin colchón. Pero actualmente no puede volver para aprovisionarse de medicamentos, según cuentan sus allegados. Su salud no deja de degradarse.

Según los detenidos, que sufren frecuentemente patologías causadas por la humedad, la falta de sol, la suciedad, el mal estado de las celdas, el problema sigue siendo el acceso a la atención médica. La espera es demasiado larga. El médico de guardia no está siempre presente y las medicinas faltan. Algunos ignoran incluso la existencia del centro médico.

Aquí todo se paga, hay que pagar para tener acceso a todo. Un poco como en el exterior”, dice Ahmed*

30/12/2012
*Algunos nombres han sido cambiados.

Notas
1/ https://www.facebook.com/Movement20
2/ http://www.omdp.org.ma/
3/ http://www.amdh.org.ma/fr
4/ http://www.ccdh.org.ma/IMG/pdf/exe_Re_sume_A4_exe_cutif_prison-_Vf_30_oct._-.pdf

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